1000 días de PSOE en estado puro

El 7 de junio de 2018 Pedro Sánchez Pérez-Castejón fue investido presidente del Gobierno al aprobar el Congreso de los Diputados la moción de censura contra Mariano Rajoy. Desde entonces han sucedido tantas cosas que muchas de las promesas electorales con las que llegó a la Presidencia han quedado en el olvido, al menos para el propio Pedro. Muchos otros todavía nos acordamos, provocando que cada día que pasa tengamos menos dudas de que Pedro Sánchez es el Felipe González del siglo XXI. Hoy se cumplen 1000 días desde aquel 7 de junio de 2018, y todas las promesas incumplidas dejan en evidencia esta triste realidad.
felipeSanchez
1000 días de PSOE en estado puro

Todavía recuerdo aquellos momentos tras la ajustada victoria electoral de Pedro Sánchez en abril de 2019, cuando sus afiliados se pusieron a gritar aquello de "con Rivera no!!" durante la celebración nocturna en Ferraz, en alusión al posible pacto electoral con aquel experimento del IBEX 35 llamado Ciudadanos. Pues bien, a Pedro no le hizo falta pactar con Ciudadanos para gobernar, ni para traicionar tantas y tantas promesas electorales que lo llevaron a ser Presidente. Sin rubor alguno, y gracias a la enorme experiencia en el sector del partido donde creció como político, Pedro se ha ido comiendo sus palabras una a una sin atragantarse. 

La no derogación de la Ley mordaza es quizás el ejemplo más evidente de cómo un político puede poner la mano en el fuego asegurando algo, y retirarla alegremente tiempo después sin quemarse. Se trataba sin duda de una de las medidas más restrictivas aprobadas por el gobierno de M. Rajoy y una de las que más molestaba a los sectores progresistas de la sociedad, por lo que se trataba de un caramelo demasiado apetecible para el goloso Sánchez. No dudó en hincarle el diente asegurando lo siguiente: "La Ley Mordaza durará lo mismo que el Ejecutivo de Rajoy. En cuanto lleguemos al gobierno será derogada". 

Incluso durante la moción de censura que lo aupó al Gobierno, Pedro fijaba como objetivo prioritario la derogación de esta Ley, y durante su mandato han sido varias las ocasiones en las que repitió el mismo mantra. En 2019 por ejemplo afirmó en el Congreso lo siguiente: "Quiero asumir de forma expresa el compromiso de derogar la ley mordaza". 

Todas estas afirmaciones no han servido para que durante 1000 largos días se haya cumplido la cacareada promesa. Es más, cinco años después de su aprobación, la Ley Mordaza está más en forma que nunca. Aunque sea difícil de digerir, durante el último año, y en pleno Gobierno más progresista de la historia, han aumentado las denuncias utilizando la Ley Mordaza un 68% respecto a sus primeros tres primeros años de vigencia, en los que gobernaba M. Rajoy.

Obviamente vivimos una situación excepcional debido a la pandemia, por lo que estos datos requieren un análisis pausado. Sin embargo el trasfondo es claro: Pedro Sánchez ha utilizado sin rubor durante años la Ley que prometió derogar nada más llegar al Gobierno. 

Otro de los puntos fuertes en las promesas socialistas que se lleva el viento neoliberal es el de la requeteprometida derogación de la Reforma Laboral. Y esta es especialmente sangrante, tanto por el daño que hace a los trabajadores, como por la infinidad de veces que se prometió.

Aquí les dejo con algunas de esas veces, obtenidas sin rebuscar demasiado en la hemeroteca: 

  • "El primer compromiso de los socialistas cuando lleguemos al Gobierno será derogar una reforma laboral que, además de profundamente injusta, se ha demostrado que es profundamente ineficaz". Febrero de 2013.
  • "El PSOE quiere adquirir hoy frente al conjunto de la sociedad española un compromiso firme, que no es otro que derogar la reforma laboral cuando el partido socialista vuelva a gobernar España". Septiembre de 2013.
  • "Yo digo alto y claro que la primera medida que vamos a poner en marcha en cuanto comencemos a gobernar este país a partir de noviembre de 2015 es derogar la reforma laboral". Julio de 2014.
  • "Nuestro compromiso hoy sigue siendo firme. Y será, en cuanto lleguemos al Gobierno, derogar la reforma laboral del PP y aprobar un nuevo estatuto de los trabajadores". Febrero de 2015.
  • "Lo primero que haré como presidente del Gobierno será derogar la reforma laboral". Mayo de 2015.

Con el paso del tiempo en Moncloa, y probablemente debido a las collejas de los CEO del IBEX35, Pedro fue reculando poco a poco, hasta admitir que sólo trataría de cambiar los aspectos “más lesivos” de la misma. Ya iniciado el dúo con Pablo, y en el bonito documento titulado 'Coalición progresista: un nuevo acuerdo para España', Pedro y Pablo prometían derogar aspectos concretos de la reforma laboral para recuperar así los derechos laborales "arrebatados" en 2012. Se han dado sin duda algunos pasos en la defensa de los trabajadores, y como tal deben ser celebrados (si eres empresario no). Sin embargo, el grueso de esa horrible reforma laboral que tantas y tantas veces se prometió derogar sigue tristemente vigente (si eres empresario no tan tristemente).

Otro de los temas con los que se le llenaba la boca al Pedro pre-Moncloa es la despolitización de la Justicia. En 2014, cuando ni siquiera lideraba el PSOE, aseguraba con firmeza y convicción: "Mi compromiso: regenerar la vida democrática es hacer un CGPJ verdaderamente independiente del Gobierno". Con el paso del tiempo, y coincidiendo con su meteórico ascenso al Olimpo del poder estatal, este compromiso se fue diluyendo poco a poco. El programa del PSOE para el 28-A todavía no dejaba lugar a demasiadas dudas con el tema: "Se ha impulsado una reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial en la que se acaba con el sistema presidencialista de funcionamiento del CGPJ, se establece la dedicación exclusiva de los vocales, se modifican las reglas relativas a los nombramientos discrecionales en los órganos judiciales en función de criterios de mérito y capacidad y se amplían los supuestos de abstención respecto de los jueces que hayan desempeñado funciones como altos cargos o de confianza".

Poco después, en las siguientes elecciones, el partido ya solo se comprometía a buscar "acuerdos parlamentarios" basados en "principios de igualdad, paridad de género, mérito, capacidad y prestigio profesional". A día de hoy, Pedro está en plena guerra sucia con el PP para repartirse los sillones que tanto prometió despolitizar, en una repugnante competición por ver quien coloca al mayor número de afines en el órgano de gobierno de los jueces. 

Y podríamos seguir recopilando promesas electorales que ayudaron al PSOE a llegar al Gobierno, pero que después no se han cumplido, así como innumerables hechos que demuestran que este Gobierno está muy lejos de ser el más progresista de la historia, aunque claro, la historia de España no es que brille por su progresismo... solo por recordar, durante este último año de Gobierno superprogresista se ha subido el sueldo a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y a la Casa Real, entidad a la que además se ha defendido a capa y espada a pesar de las múltiples ilegalidades cometidas y de declararse Pedro republicano en su momento; se ha vetado una y otra vez la regularización de los precios de los alquileres, dejando claro que la vivienda es un bien especulativo y no una necesidad básica cubierta por la Constitución; se ha abandonado por enésima vez al pueblo saharaui, esta vez en plena agresión marroquí; se sigue protegiendo y blanqueando a grupos de extrema derecha dentro del ejército y los cuerpos policiales, e incluso se acoge a terroristas ultraderechistas; tenemos un Ministro de Interior condenado hasta 10 veces por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por no investigar casos de torturas a detenidos; se encarcela a raperos por las letras de sus canciones y se reprime violentamente a quien defiende su derecho a la libertad de expresión; se permiten manifestaciones neonazis en plena pandemia, mientras se prohiben muchas otras por la defensa de derechos básicos; se permite que la mafia de las empresas eléctricas suban el precio hasta máximos históricos en la peor ola de frío que muchos recordamos; se sigue permitiendo que los jueces compadreen y defiendan a los policías que abusan de su autoridad; se continúa permitiendo e incluso se defiende que la Iglesia legalice el gran timo de las inmatriculaciones; se avanza en la normalización de la privatización de las pensiones y de la educación universitaria; no se hace nada contra la terrible desigualdad económica que hace que 5 españoles tengan tanta riqueza como otros 25 millones de españoles; se continúa apostando por el gran negocio de la guerra, anteponiendo los ingresos a corto plazo y las mordidas de una minoría al dilema ético que supone ser progresista y a la vez ser el 7º país exportador de armas del mundo, y subiendo; se continúa sin realizar acciones para intentar recuperar el dinero público expoliado en el gran rescate a la banca... y, en general, seguimos teniendo un Gobierno plegado a los intereses de la misma oligarquía instalada cómodamente en todos los órganos de poder desde 1978 (y antes). 

Donde dije digo...

En septiembre de 1982, en plena campaña electoral, Felipe González prometía crear 800.000 puestos de trabajo como una de sus medidas estrella. Todo estaba en su contra, con un país con más de dos millones de personas sin trabajo y una tasa de paro del 16%. González ganó esas elecciones, pero de esos 800.000 empleos prometidos no se supo nada. Él mismo aseguró  posteriormente: "Prometí 800.000 puestos de trabajo y destruimos 800.000 puestos de trabajo, y ya me callé para siempre porque los puestos de trabajo los dan los empleadores, no el Estado". Diez años después hemos sido testigos de exactamente la misma promesa, esta vez en boca del padawan socialista Pedro Sánchez, quien con un país también con un 16% de paro asegura que en los próximos seis años, y gracias a los fondos europeos prometidos, se crearán más de 800.000 puestos de trabajo. Exactamente las mismas cifras con las que González engañó a la ciudadanía años atrás...

Y es que Felipe González fue un auténtico experto en el repugnante arte de engañar a sus votantes haciéndose pasar por socialista, siendo un liberal de manual y obediente peón de la oligarquía española. Desde el ingreso en la OTAN a la privatización de diversos sectores públicos, pasando por la utilización del terrorismo de estado para luchar contra el terrorismo no de estado o el abandono del Sáhara Occidental. Son tantas las razones para afirmar que Felipe es cualquier cosa excepto socialista, que dudo que nadie se atreva a defender lo contrario a día de hoy. Pedro lleva mucho menos tiempo gobernando, pero su meteórica progresión le hará llegar al nivel de su maestro en poco tiempo si sigue así. A su favor cuenta con la suerte de vivir en un país con una pésima memoria, y de dirigir un partido que ha hecho del fraude, la apariencia y el engaño su forma de vida, hasta tal punto que tengo serias dudas de que sus afiliados puedan distinguir el socialismo de una lavadora.