El precio de la electricidad bate hoy su récord, lo que se traduce en enfermedades y sufrimiento

En plena ola de frío, con mínimas históricas en España y una crisis económica galopante agravada por la pandemia, hoy se bate también el récord histórico del precio de la electricidad más alto jamás: 94,99 €/MWh y un máximo de 114,89 €/MWh, lo que se traduce en millones de personas pasando frío y enfermando por no poder pagar un precio tan desorbitante de un bien imprescindible. Un reciente estudio realizado en Barcelona asegura que la probabilidad de padecer bronquitis crónica, depresión y ansiedad es entre tres y cinco veces superior en las personas que sufren pobreza energética que en aquellas sin problemas con el suministro eléctrico. Todo ello provocado por el oligopolio eléctrico creado por multitud de cargos públicos que se benefician de esta estructura mezquina que golpea sistemáticamente a la población.

 

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El precio de la electricidad bate hoy su récord, lo que se traduce en enfermedades y sufrimiento

El 8 de enero de 2021 pasará a la historia de los mercados energéticos en España como el día en que la electricidad en el mercado mayorista ha marcado el precio más caro jamás: 94,99 €/MWh, según los datos de OMIE, el operador del mercado eléctrico ibérico. La anterior máxima se produjo el 8 de diciembre de 2013, cuando se alcanzaron los 93,11 €/MWh.

Según Facua, la factura media no supera los 80 euros desde diciembre de 2018. El mes pasado, el recibo experimentó su primera subida interanual tras 19 meses consecutivos de bajadas, con un aumento del 7,2% para el usuario medio. Este incremento coincide con el desplome de la generación a través de energías renovables más baratas y un aumento de la demanda por la bajada de las temperaturas. Ante la ausencia de sol y viento para abastecer este pico de consumo, el sistema eléctrico tiene que quemar sus reservas de gas y carbón, con precios más altos al no disponer de una eléctrica nacionalizada que podría moderar los precios.

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La pobreza energética empeora la salud

La probabilidad de padecer bronquitis crónica, depresión y ansiedad es entre tres y cinco veces superior en las personas que sufren pobreza energética que en aquellas sin problemas con el suministro eléctrico, según un estudio realizado en Barcelona.

Los habitantes que sufren pobreza energética presentan una peor salud que aquellos que pueden garantizarse los suministros domésticos de energía. Es la principal conclusión del estudio que investigadores del Institut d'Investigació Biomèdica Sant Pau, la Asociación Bienestar y Desarrollo, la Agència de Salut Pública de Barcelona, CIBERESP y otras instituciones publican en la revista Gaceta Sanitaria.

Se trata de la primera investigación que analiza la asociación entre la intensidad de la pobreza energética y la salud en el Sur de Europa. Para realizarla se han comparado los datos de 1799 mujeres y 671 hombres que forman parte de un programa del Ayuntamiento de Barcelona contra la pobreza energética (llamado Energía, la justa) con los de 1393 mujeres y 1215 hombres sin problemas energéticos de la Encuesta de Salud Pública de Barcelona en 2016.

La probabilidad de tener bronquitis crónica es 4,94 veces superior en mujeres y 5,43 más en hombres que sufren pobreza energética que en aquellas personas sin ese problema, y respecto a la depresión y la ansiedad, entre 3 y 4 veces más

El estudio ha analizado diversos parámetros de salud física y mental: percepción personal de mala salud, asma, bronquitis crónica, depresión y ansiedad. En todos ellos, los participantes en el programa contra la pobreza energética han reportado un peor estado de salud. Las mujeres presentan una mayor prevalencia de todos los parámetros de salud en ambas poblaciones.

La probabilidad de experimentar una peor salud es bastante superior entre los ciudadanos que padecen pobreza energética, sobre todo en cuanto a la bronquitis crónica, la depresión y la ansiedad.

En concreto, la probabilidad de tener bronquitis crónica es 4,94 veces superior, en el caso de las mujeres, y 5,43 veces mayor entre los hombres que sufren pobreza energética que entre aquellos ciudadanos que no se enfrentan a este problema. Y en el caso de la depresión y la ansiedad, la probabilidad entre la población con pobreza energética es 3,23 veces superior entre las mujeres y 4 veces superior en el caso de los hombres. 

El estudio también muestra una asociación entre la intensidad de la pobreza energética y el estado de salud dentro del colectivo de Energía, la justa. A excepción de la bronquitis crónica en hombres, hubo diferencias significativas en todos los indicadores, de manera que, a mayor pobreza energética, peor salud. La depresión y la ansiedad en las mujeres y el asma en los hombres fueron estadísticamente significativas en todos los niveles de intensidad de pobreza energética.

Diferencias no solo energéticas

Las diferencias entre la muestra del programa contra la pobreza energética del consistorio barcelonés y la población general de Barcelona ya se manifiestan en los parámetros demográficos, socioeconómicos y de características del hogar.

Por ejemplo, el número de personas nacidas fuera de la Unión Europea se acercó a la mitad en la muestra de Energía, la justa (mujeres, 49,0 %; hombres, 42,2 %), pero fue mucho menor en Barcelona (mujeres, 17,5 %; hombres, 15,6 %). Y las madres solteras en este colectivo duplicaron a las de la encuesta de Barcelona (21,3 % versus 10,4 %, respectivamente).

Tanto el nivel educativo como la posición socioeconómica fueron más bajos en los ciudadanos del programa contra la pobreza energética, y la mayoría de sus participantes eran inquilinos (mujeres, 76,8 %; hombres 72,7 %), mientras que la mayoría de la muestra de población de la ciudad condal eran propietarios (mujeres, 66,2 %; hombres 63,4 %).

La población vulnerable afectada por la pobreza energética es desproporcionadamente elevada en mujeres, inmigrantes, personas con bajos niveles de educación, desempleados e inquilinos en una ciudad del sur de Europa como es Barcelona

Una alta proporción de participantes del programa contra la pobreza energética informaron que no podían permitirse mantener la temperatura adecuada en el hogar los meses de frío (mujeres, 78,0 %; hombres, 74,8 %) y una alta proporción de ellos tenía atrasos en las facturas de los servicios públicos (mujeres, 68,3 %; hombres, 68,1 %).

“Esta población sufrió una prevalencia impactantemente mayor de mala salud autopercibida, morbilidad respiratoria y mental en comparación con la población sin pobreza energética –añaden–. Así, las políticas y los programas específicos para aliviar la pobreza energética deben coexistir con políticas estructurales más amplias destinadas a mejorar las condiciones de vida, trabajo y vivienda. Ambas estrategias combinadas reducirían los efectos sobre la salud y las desigualdades en salud en poblaciones afectadas por múltiples privaciones sociales”.

Además, ante la actual pandemia, los mismos autores advierten: “La anterior crisis económica agravó la pobreza energética en España, y a la luz de la actual crisis económica desencadenada por la covid-19 se espera que el problema de la pobreza energética se agrave con consecuencias adversas graves para la salud”. 

 

Referencia: Juli Carrere et al. Energy poverty, its intensity and health in vulnerable populations in a Southern European city. Gac Sanit. 2020

Fuente: SINC // elperiodicodelaenergia.com