Jugando a ser Dios: la geoingeniería como solución al cambio climático

La geoingeniería es la intervención deliberada y a gran escala en el sistema climático de la Tierra para combatir el calentamiento global. Propuesta por entre otras instituciones la NASA en Estados Unidos o la Royal Society en el Reino Unido, sus defensores argumentan que se trata del milagro que necesita el planeta para evitar los impactos catastróficos del calentamiento global. Sin embargo, los no tan optimistas o los críticos con esta práctica afirman que con la geoingeniería no se solucionarán las causas reales de la crisis climática y subrayan que puede provocar fenómenos adversos desde el punto de vista ambiental e incluso generar conflictos. 

jupiter
Jupiter era la deidad máxima de la mitología romana. Regía al resto de los dioses, a los mortales y el cielo. Por este poder que disponía en los cielos es que se lo considera el responsable de la creación de las nubes, elementos sobre los que ejercía control, asimismo como con los rayos. Techo de la Sala de los gigantes en Palazzo Te, Florencia. Obra de Giulio di Pietro. Imagen: Wikimedia Commons.
Jugando a ser Dios: la geoingeniería como solución al cambio climático

El calentamiento global ya es una amarga y catastrófica realidad para miles de personas a lo largo y ancho del planeta. Lejos de las grandes promesas vertidas por aquellos que hablan, pero que en realidad no hacen nada, los datos muestran que el apocalipsis climático está a la vuelta de la esquina.

Según el Think Tank Germanwatch, en el periodo 2000-2019 los países más afectados por el calentamiento global a nivel mundial fueron Puerto Rico, Myanmar, Haití, Filipinas, Mozambique, Bahamas, Bangladés, Pakistán, Tailandia y Nepal. La crisis climática causó muertes y considerables pérdidas económicas en los países mencionados según Germanwatch.

En 2019 algunos países salieron de la lista y entraron otros, mientras que algunos cambiaron de posición. Los 10 países más golpeados por el calentamiento global fueron Mozambique, Zimbabue, Las Bahamas, Japón, Malawi, Afganistán, India, Sudán del Sur, Níger y Bolivia. En todos se registraron también muertes y relevantes pérdidas económica según la misma fuente.

Son cada vez más los informes científicos que mencionan las graves consecuencias que tendrá en el planeta y en los seres que lo habitan la no reducción de gases de efecto invernadero: subida del nivel del mar y mayor vulnerabilidad ante riesgos marítimos-costeros, olas de calor y sequías más duraderas y graves en los lugares vulnerables, aumento de la frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos… Es posible que si no se soluciona el problema desde la raíz seamos testigos en poco tiempo de una de las peores crisis que haya vivido la humanidad en su historia.

Es precisamente en este contexto donde algunos seres humanos, en su afán de dominar la naturaleza, han propuesto la geoingeniería como la solución al problema climático. 

¿Qué es la geoingeniería?

“Vivimos en un mundo en el que oscurecer el jodido sol podría ser un riesgo menor que no hacerlo”. Esta frase corresponde al director del Proyecto Iniciativa de Gobernanza en la Gestión de la Radiación solar, Andy Parker, líder del proyecto que pretende situar la geoingeniería en el centro del debate sobre cómo combatir el calentamiento global.

Concretamente, la geoingeniería es la intervención deliberada y a gran escala en el sistema climático con el objetivo de enfriar la Tierra. Ha sido sugerida por entre otras instituciones la NASA en Estados Unidos o la Royal Society en el Reino Unido y tradicionalmente ha abarcado dos estrategias muy diferentes: la de aspirar dióxido de carbono del aire para que la atmosfera acumule menos calor, y la de reflejar la luz solar para que el planeta absorba menos calor.

La primera, la conocida como “captura de carbono” o “tecnologías de emisiones negativas”, ya cuenta con un gran consenso científico y es presentado como “algo que tenemos que hacer obligatoriamente para evitar niveles peligrosos de calentamiento global”. Sin embargo, actualmente, la mayoría ya no la llama geoingeniería para evitar que se asocie con la segunda y muy polémica estrategia, la geoingeniería que tiene como objetivo el sol.

La geoingeniería solar se trataría de un término general que abarcaría, según la MIT Technological Review, “distintas ideas como la instalación de protectores solares en el espacio y la dispersión de partículas microscópicas en el aire capaces de aumentar la reflectancia de las nubes costeras, disipar las nubes de tipo cirro que atrapan el calor o dispersar la luz solar en la estratosfera”.

Hay una gran variedad de métodos de eliminación de gases de efecto invernadero [no considerados actualmente como geoingeniería por la mayoría], incluyendo soluciones tecnológicas como el uso de grandes máquinas para filtrar el dióxido de carbono del aire, o la captura de emisiones de carbono de las fábricas [o enterrando CO2 en el suelo] – Euronews

La reducción o captura de gases de efecto invernadero y la gestión de la radiación solar fueron abordadas por las Naciones Unidas en el informe sobre el clima que se publicó el 10 de agosto de este año. Sin embargo, el informe no hace recomendaciones sobre el empleo de ninguno de estos métodos. Según adelantaba por esas fechas Euronews, el grupo de expertos podría indicar cómo deben tomarse las decisiones sobre la geoingeniería en otro informe que se prevé que verá la luz en 2022.

Una de las técnicas de la geoingeniería consiste en rociar con aerosoles (fundamentalmente sulfatos) la estratosfera para que parte de la radiación que llega del Sol rebote y vuelva al espacio. Esto, según los cálculos de los científicos, bajaría la temperatura de nuestro planeta de manera casi inmediata. Además, es barato porque no hace falta aplicar esos aerosoles por toda la estratosfera. Los propios vientos estratosféricos se encargan de repartir las partículas alrededor del planeta entero relativamente rápido. Según un estudio de 2018 publicado por la Universidad de Harvard, el coste de llevar a cabo esta técnica no superaría los 2.000 millones de dólares (unos 1.768 millones de euros) al año durante los primeros 15 años de implantación. Aunque otras estimaciones suben esa cifra hasta los 10.000 millones de dólares (unos 8.839 millones de euros) – Omar Kardoudi / El Confidencial

La geoingeniería no es algo nuevo según la MIT Technology Review. Fue en 1965 cuando el Comité Asesor de Ciencias del entonces presidente estadounidense Lyndon Johnson advirtió que podía ser necesario “aumentar la reflectividad de la Tierra para compensar el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero”. Desde la misma fuente afirman que “el comité llegó incluso a sugerir que se rociaran partículas reflectantes a través de los océanos”.

La forma más popular de geoingeniería solar se basa en la pulverización de partículas en la estratosfera, un enfoque conocido en el mundillo como “inyección estratosférica” o “dispersión estratosférica de aerosoles”.

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Fuente: Oscar Escobar / Wikipedia 

La popularidad de este enfoque se debe a que la naturaleza ya ha demostrado que es posible. Por ejemplo, la erupción masiva del volcán filipino Pinatubo que ocurrió entre abril-septiembre de 1991 arrojó a la atmosfera unas 20 millones de toneladas de dióxido de azufre, lo que provocó un enfriamiento global de 0,5 º C durante 1991-1993.

Otras importantes erupciones volcánicas recientes también tuvieron efectos similares. Por ejemplo, en 1815, el volcán indonesio Tambora registró una erupción devastadora que provocó “el año sin verano” en 1816. Al respecto, el climatólogo soviético Mikhail Budyko es conocido por ser el pionero en sugerir que se puede contrarrestar el calentamiento global imitando lo que ocurre en las erupciones volcánicas. Concretamente, en 1974 planteo la posibilidad de quemar azufre en la estratosfera.

Durante las próximas décadas la geoingeniería perdió fuerza y apareció en contadas ocasiones en algunos trabajos académicos y en conferencias científicas. Las cosas empezaron a cambiar a partir de 2006 cuando el químico atmosférico ganador del Nobel Paul Crutzen animó a que se realizaran investigaciones en este campo en un artículo publicado en Climatic Change.

En los años posteriores al artículo de Crutzen varios investigadores han comenzado a estudiar la geoingeniería solar, principalmente, según subrayan desde la MIT Technology Review, “a través de simulaciones informáticas o pequeños experimentos de laboratorio para explorar si realmente funcionaría, como se podría hacer, que tipos de partículas podrían usarse y que efectos secundarios ambientales podría producir” [Para más información sobre los estudios que se están llevando a cabo consultad el siguiente enlace].  

Haciendo referencia a los experimentos, en 2009 un equipo de científicos rusos ejecutó el considerado como el primer experimento de geoingeniería solar al aire libre. Los científicos colocaron generadores de aerosol en un helicóptero y en un coche y rociaron partículas a alturas de hasta 200 metros. En un artículo publicado en la Russian Meteorogy and Hydrology el equipo defendió que “el experimento había reducido la cantidad de luz solar que llegaba a la superficie”.

Recientemente, la geoingeniería solar ha obtenido el apoyo de grandes titanes como Bill Gates o la compañía Amazon. El fundador de Microsoft está financiando un proyecto basado en la utilización de aviones para arrojar millones de partículas de azufre sobre la estratosfera cada año. Por su parte, Amazon ha cedido el enorme poder computacional de los superordenadores de su Amazon Web Service para que los científicos puedan desarrollar sus investigaciones basadas en simulaciones.

Efectividad y potenciales riesgos de la geoingeniería

Aunque sus defensores consideran la geoingeniería como una herramienta beneficiosa o incluso esencial en la lucha contra el cambio, numerosos científicos se muestran escépticos al respecto y añaden, además, que puede tener serios impactos medioambientales, políticos y sociales.

En lo relativo a la eficacia de la geoingeniería, surge la siguiente pregunta: ¿Podría solucionar el calentamiento global y eliminar la necesidad de reducir el consumo de combustibles fósiles? Al respecto, desde la MIT Technology Review señalan que “no”, y añaden que “incluso si funcionara, en el mejor de los casos solo permitiría una suspensión temporal de la transición energética”.

La científica del clima Kate Ricke también se pronuncia en el mismo sentido y afirma que “la geoingeniería no acabaría con la acumulación de dióxido de carbono en la atmosfera”. También menciona que “si dejamos de rociar la estratosfera con aerosoles las temperaturas volverían a subir inmediatamente con efectos catastróficos”.

Según eldiario.es, para el experto en geoingeniería solar de la Universidad de Waterloo en Canadá Juan Moreno Cruz el riesgo a evitar es seguir con la tecnología para siempre. “La única razón por la que ahora estamos queriendo limitar las emisiones de dióxido de carbono es porque nos está costando algo en términos de inundaciones, sequías o aumentos en el nivel del mar; pero si hacemos geoingeniería y desaparecen todos esos costes, ¿para qué íbamos a dejar de emitir CO2?”.

La geoingeniería no aborda otros peligros climáticos, como la acidificación de los océanos o el considerable daño ambiental causado por la extracción y la quema de combustibles fósiles finitos. Y mayores niveles de geoingeniería podrían aumentar otras alteraciones del sistema climático, por lo que no podremos aumentar su uso para compensar las cada vez mayores emisiones  – MIT Technology Review

Desde la MIT Technology Review subrayan que “el modelado informático demuestra que la geoingeniería solar reduciría las temperaturas globales, el aumento del nivel del mar y algunos otros impactos climáticos”. Sin embargo, algunos estudios han encontrado que “altas dosis de ciertas partículas también pueden dañar la capa de ozono, alterar los patrones globales de precipitaciones y reducir el crecimiento de los cultivos en determinadas áreas”. Otros investigadores han descubierto que estos riesgos “se podrían reducir o incluso eliminar con partículas distintas al dióxido de azufre y con proyectos de geoingeniería de corto alcance”.

Los investigadores del campo creen que necesitamos mucho más trabajo de modelado para explorar estos problemas con mayor detalle. Y también está claro que las simulaciones solo pueden ayudarnos hasta cierto punto, así que algunos proponen realizar pequeños experimentos al aire libre – MIT Technology Review

El físico medioambiental de la Universidad de Sao Paulo Paulo Artaxo afirma en declaraciones recogidas por Euronews que “la ciencia no está suficientemente desarrollada”. Defiende que “los efectos secundarios de cualquiera de las técnicas de geoingeniería conocidas pueden ser muy importantes” y añade que “la sociedad tiene que considerar si estos efectos secundarios son demasiado importantes para probar cualquier estrategia”. 

En el caso concreto de la geoingeniería solar, la científica del clima Kate Ricke subraya que, “aunque la capa de aerosoles podría mantener la radiación controlada, eliminarla podría crear cambios meteorológicos que afectasen a los patrones de lluvia”, provocando sequías en algunas partes del mundo, como la desaparición del monzón asiático, e inundaciones en otros lugares.

Los cambios que genere serán diferentes en cada punto. Las lluvias podrían disminuir en las regiones que tienen temporada de monzón, como la India, China, o el Sahel. Otros países como Rusia podrían preferir las temperaturas un poco más altas para gastar menos en calefacción y disponer de recursos en el Ártico – Alan Robock en declaraciones efectuadas a eldiario.es

Creo que a la mayoría de los científicos del clima no les gusta la idea de la geoingeniería. Y la razón es por el riesgo moral. Piensan que tenemos que decirle a la gente ‘Esto es una mala idea’ y probablemente tengan razón. Pero el riesgo es que si las cosas se ponen lo suficiente mal con el cambio climático, la gente va a hacer geoingeniería de todos modos, y no vamos a estar preparados para hacerlo – Declaraciones de Kate Ricke recogidas por El Confidencial

El bajo coste de la geoingeniería solar y los riesgos potenciales de su aplicación hacen que Ricke tema que si seguimos en la senda actual y no conseguimos detener el calentamiento global por otros medios algún país tenga la tentación de aplicar la geoingeniería, aunque sea de manera unilateral. Al respecto, afirma lo siguiente en declaraciones efectuadas a El Confidencial:

Me cuesta ver cómo no lo vamos a hacer a estas alturas, porque es muy barato. Los impactos del cambio climático parecen ser tan perturbadores que no veo en este mundo cómo una solución tan poco costosa no sea implementada por alguien. No hay nada más en el mundo que pueda enfriar el planeta tan rápidamente. Incluso si empezáramos a descarbonizar rápidamente y a eliminar el CO2 de la atmosfera, los resultados se verían al cabo de una década. Mientras que si bloqueamos la luz solar, la respuesta climática comienza de inmediato – Declaraciones de Kate Ricke recogidas por El Confidencial

El que un país aplique esta técnica por su cuenta implica que todo el planeta podría verse afectado. Tal y como lo subraya Ricke, es un tema complicado desde el punto de vista legal, ya que los países son dueños de su espacio aéreo hasta el espacio y una emisión de partículas puede tener efectos a gran escala. En este sentido, la investigadora defiende que la aplicación de estas técnicas tiene que obtener la aprobación internacional y que para eso hace falta todavía mucha más investigación para esclarecer los posibles impactos.

El investigador Juan Moreno Cruz también resalta la importancia de la regulación internacional. En su opinión es la única forma de deshacernos de los combustibles fósiles y hacer geoingeniería a la vez. También menciona el riesgo de la unilateralidad. “Si usted quiere tener un voto en la coalición de países que decide el uso de geoingeniería, usted primero tiene que demostrar que ha hecho mitigación. Hay un vacío en términos de regulación en este momento, por lo que sería muy difícil reaccionar hoy si algún país quisiera hacerlo por su cuenta”.

No estamos en posición de tener un consenso global sobre la geoingeniería, ni mucho menos. Pero yo diría que es más probable que esto acabe ocurriendo sin consenso. Ciertamente, hay algunos actores que, si lo hicieran, se verían limitados por otros más poderosos. Pero definitivamente existen actores importantes en el mundo que podrían hacer geoingeniería y salirse con la suya. Porque la alternativa es ¿es tan malo para ti que estás dispuesto a ir a la guerra? –  Declaraciones de Kate Ricke recogidas por El Confidencial

Haciendo referencia a esta última cuestión planteada por Ricke, es decir, a que haya actores que usen la geoingeniería solar unilateralmente, uno de los riesgos derivados de su utilización sería la posibilidad de que se generasen conflictos. Actualmente, nadie duda de que el calentamiento global provoca tensiones entre los países. Por ejemplo, la sequía, la falta de alimentos, o el control del agua han sido y son fuente de conflictos y lo serán todavía más en el futuro debido al impacto del calentamiento global.

El climatólogo Alan Robock, uno de los autores del informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), afirma en declaraciones efectuadas a eldiario.es que “el riesgo de conflicto será especialmente alto si unos países lo hacen sin el consentimiento de otros que se perciban como perdedores de la geoingeniería solar”.

Según Robock, “si el mundo comienza con la geoingeniería [solar] y hay alteraciones en el clima, como sequias en India o inundaciones en China, unos países podrían exigir que se termine con el experimento”. Afirma que el dióxido de carbono se seguiría emitiéndose durante el periodo de geoingeniería por lo que la retirada abrupta de la misma podría desencadenar un calentamiento “mucho más rápido y peligroso que si no hubiéramos hecho nada”.

El profesor de Ética Pública y miembro del consejo de Cambio Climático del Gobierno australiano, Clive Hamilton, escribió sobre el tema en un ensayo de 2014: "Los científicos del clima están tan radicalmente divididos por el tema de la geoingeniería como en su día estuvieron los científicos del Proyecto Manhattan por las armas nucleares". Hamilton se dio cuenta de que muchos de los científicos que hoy investigan la geoingeniería solar antes trabajaron en laboratorios de armas nucleares en Estados Unidos. Todo parte de la misma creencia, escribió, la de "que el hombre tiene derecho a un dominio total sobre la naturaleza" – eldiario.es

Jugando a ser Dios

Así podríamos definir con pocas palabras la geoingeniería, sobre todo la solar. En un momento donde la cara b del “progreso” comienza a amenazar a la humanidad, las ideas tecno fantásticas adquieren un nuevo matiz y se convierten para algunos la única solución frente al apocalipsis climático que nosotros mismos hemos generado.

A día de hoy son cada vez más, científicos incluidos, los que alertan de que si no paramos nuestro voraz apetito por los recursos fósiles, nuestro consumo desenfrenado, nuestras emisiones de manera radical y comenzamos a decrecer de manera ordenada y gradual el calentamiento global se convertirá en uno de los mayores desastres a nivel planetario que haya conocido la humanidad.

Para algunos que apuestan por la tecnología y la adopción de medidas a gran escala y no por un cambio sistémico, la geoingeniería solar es una de las soluciones ante un futuro lleno de miseria y sufrimiento. Sin embargo, a día de hoy, no están claros los impactos medioambientales y sociales que generará esta técnica. Algunos ya apuntan a que puede tener peligrosos impactos medioambientales y sociales. Y no son precisamente teóricos de la conspiración, sino científicos de primer nivel.

Otros, sin embargo, entre ellos grandes compañías como Amazon, personajes de talla mundial como Bill Gates o instituciones académicas de gran prestigio, ya apuestan por la geoingeniería o por lo menos están llevando a cabo investigaciones sobre la misma. Saben que pueden ganar mucho dinero si toca la campana.  

Las investigaciones que se están llevando a cabo de forma general serán esenciales para determinar el grado de peligrosidad de la geoingeniería solar. Sin embargo, es posible también que algunas de ellas se vean influenciadas por las divisas (normalmente no se muerde la mano que te da de comer) de aquellos que tienen mucho que ganar con la geoingeniería solar.

Por último, la falta de una regulación global aumenta el peligro de que un Estado utilice unilateralmente la geoingeniería solar para su propio beneficio. A día de hoy es muy difícil calcular el impacto, tanto ambiental como político y social que tendría este supuesto. 

En lo relativo al despliegue y uso de tecnologías que pueden ser potencialmente peligrosas tanto para el medioambiente como para las personas, como ocurre con la geoingeniería solar, debe imperar el principio de precaución.

En el caso de que se decidiera llevar a cabo el despliegue y usar la geoingeniería solar, esta decisión debería de contar con un amplio consenso científico y debería de estar acompañado de un marco regulatorio internacional. Por otro lado, también sería conveniente que todo el proceso (validación, adopción, empleo, análisis de consecuencias) tuviera grandes dosis de trasparencia para que el público en general disponga de la información esencial sobre esta técnica de geoingeniería.