¿De verdad estamos luchando contra el calentamiento global?

El estrepitoso fracaso de la COP26 ha demostrado una vez más que realmente estamos muy lejos de adoptar las medidas necesarias para frenar el calentamiento global. Además, según se ha conocido recientemente, numerosos países subestiman sus emisiones de gases de efecto invernadero en los informes enviados a la ONU. Este hecho es gravísimo, y los científicos ya han dado la alerta al respecto: sin datos exactos no se pueden hacer proyecciones exactas. Mientras que los líderes mundiales titubean y se escudan en sus intereses y en los de las grandes multinacionales, los expertos temen lo peor. Estas cuestiones nos hacen formular la siguiente pregunta: ¿De verdad estamos luchando contra el calentamiento global?

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¿De verdad estamos luchando contra el calentamiento global?

El fracaso de la COP26

Después de dos semanas de reuniones y tiras y aflojas, la vigésima sexta edición de la COP26 ha concluido. Las lágrimas del presidente de la cumbre Alok Sharma han puesto el broche de oro a su catastrófico final, un final que pasará a la historia como la gran oportunidad perdida –según algunos la última– para frenar el calentamiento global. Cientos de miles de personas de todo el mundo han observado con tristeza como las delegaciones de los países más poderosos del planeta han decidido proteger sus intereses y han sacrificado, de nuevo, el bienestar de la humanidad y de los seres vivos que componen la Tierra.

Uno de los principales fracasos del Pacto Climático de Glasgow se ha dado en la esfera de los combustibles fósiles. A todas luces, la presión ejercida por las grandes potencias gasistas, petroleras y carboneras ha sido inédita y ha acabado descafeinando una cuestión que al principio parecía que iba por la senda correcta. El miércoles se publicó un borrador ambicioso que pedía a los países que eliminaran de manera gradual las inversiones a los combustibles fósiles para fortalecer el despliegue de las tecnologías renovables. Sin embargo, con un giro en el lenguaje, el texto final bajó y mucho las pretensiones al pedir que se eliminen las ayudas financieras que sean “ineficientes”. Una palabra ambigua que permitirá a los países más contaminantes seguir explotando sus recursos fósiles.

El compromiso de Glasgow no hará referencia a "eliminar gradualmente", sino a "reducir gradualmente" las inversiones "ineficientes" en carbón, gas y petróleo – Público

Otro de los problemas es la financiación de los países más empobrecidos y que padecen más las consecuencias del calentamiento global. Mientras que desde los países altamente desarrollados –sí, los que han inundado el planeta de contaminantes hasta ahora– se repite constantemente que tienen que reducir sus emisiones, poco se hace para compensarles por este sacrificio y los estragos que ya están sufriendo por el impacto de la crisis climática. La COP26 también a fracasado en esta cuestión de extrema gravedad. Los países altamente desarrollados y enriquecidos no han avanzado en la aportación de dinero al Fondo Verde de Adaptación para que los países subdesarrollados o en vías de desarrollo puedan transformar adecuadamente sus economías. 

Los países desarrollados se comprometieron a aportar 100.000 millones de dólares anuales a los países poco desarrollados a partir de 2020 con el fin de reducir sus emisiones y adaptarse a los crecientes impactos del cambio climático. Sin embargo, tal y como sucede siempre o casi siempre en estos casos, no se ha logrado alcanzar esta meta. El resultado final de la COP26 es que solamente “insta” a las regiones desarrolladas a duplicar de aquí a 2025 las cifras destinadas a las ayudas para la adaptación.

Por otro lado, los países más empobrecidos no han recibido el apoyo reclamado a las naciones poderosas –y en muchos casos responsables de su ruina económica– para poner en marcha los tan necesarios mecanismos financieros con los que sufragar perdidas y daños por sequías, olas de calor o inundaciones catastróficas. Concretamente, la Unión Europea y los Estados Unidos han bloqueado la creación de un fondo que serviría para ayudar a aquellos países que sufren pérdidas generalizadas por el impacto del calentamiento global.

En la actualidad, los países africanos destinan una media de un 10% de su PIB en adaptación contra la crisis climática. Pese a todo, la diferencia entre lo que gastan y lo que realmente necesitan es de hasta el 80%, según un informe reciente recogido por The Guardian. Todo ello contrasta con el hecho de que este continente representa el 4% de las emisiones históricas de gases de efecto invernadero, mientras que EEUU representa el 25% del total, la UE el 22% y China el 13% - Público

A modo de resumen, estos son los cinco puntos clave que se han decidido después de dos semanas de negociaciones:

  • Se insta (en lugar de comprometer) a los países desarrollados a duplicar los fondos para los países en desarrollo para ayudarles a adaptarse al cambio climático.
  • Se solicita a los países a actualizar a más tardar el año entrante sus metas de reducción de carbono para 2030.
  • Se hace un llamamiento para reducir gradualmente “el uso del carbón como fuente de energía y los subsidios a los combustibles fósiles ineficientes”.
  • Se hace énfasis en la necesidad de “aumentar significativamente el apoyo” a los países en desarrollo más allá de los 100.000 millones de dólares al año.
  • Se establecerá un diálogo para examinar el tema del dinero a cambio del daño que el cambio climático ya ha causado.

No obstante, también se han efectuado otros anuncios:

  • Cooperación Estados Unidos-China: Ambos países se comprometieron a impulsar la cooperación en temas climáticos a lo largo de la próxima década. Acordaron tomar medidas en varios temas, incluyendo las emisiones de metano, la transición hacia fuentes de energía limpias y la descarbonización.
  • Deforestación: Líderes de más de 100 países prometieron frenar la deforestación para 2030. Iniciativas anteriores similares no han servido para frenar la deforestación, no obstante. Además, no está claro cómo se vigilará y se hará cumplir esta promesa.
  • Metano: Más de 100 países acordaron un programa para reducir un 30% las emisiones de metano para 2030. Sin embargo, los grandes emisores, es decir, China, Rusia y la India, no se adhirieron al programa.
  • Carbón: Más de 40 países, incluidos grandes consumidores como Polonia, Vietnam o Chile, acordaron reducir el uso del carbón. Sin embargo, algunos de los países que más dependen del carbón, como Australia, India, China y Estados Unidos todavía no han firmado el acuerdo. Además, China e India cambiaron a última hora el texto final para “reducir gradualmente el uso del carbón” en lugar de “eliminarlo gradualmente”.
  • Recursos financieros: Unas 450 organizaciones financieras, que entre ellas controlan 130 billones de dólares, acordaron respaldar tecnologías “limpias” y ofrecer financiamiento directo a aquellos que se alejen de las industrias de combustibles fósiles.

En términos generales, según opinan numerosos expertos y organizaciones ambientales, el acuerdo es “mucho más débil” de lo que los científicos dicen que es necesario para que se contenga el aumento de temperatura en 1.5ºC por encima de los niveles preindustriales. Según opina Irene Rubiera de Ecologistas en Acción, “se trata de un acuerdo vacío que cualquiera firmaría. Declara que hay que luchar contra la emergencia climática, pero no concreta ni cuándo ni cómo se va a hacer, sobre todo con qué financiación”. Además, en gran parte, cualquier compromiso adquirido en la COP tendrá que depender de la autovigilancia. La realidad muestra que solamente unos pocos países están haciendo que sus compromisos sean legalmente vinculantes.

Sabemos lo que hay que hacer. Mantener a nuestro alcance el objetivo de 1,5ºC significa reducir las emisiones a nivel mundial en un 45% para 2030. Pero con el actual paquete de contribuciones determinadas a nivel nacional, incluso aunque se apliquen en su totalidad, las emisiones seguirán aumentando en 2030 – António Guterres, Secretario General de la ONU

Una de las organizaciones que más contundentemente ha criticado el acuerdo es Amnistía Internacional. Desde este movimiento global afirman que los líderes mundiales “han traicionado catastróficamente a la humanidad en su conjunto y no han logrado proteger a los más afectados por la crisis climática”. Subrayan que “condenan a más de 500 millones de personas, la mayoría en el sur global, a no tener suficiente agua y a cientos de millones de personas a olas extremas de calor”.

Datos erróneos o inexactos

Al fracaso de la COP26 se le ha unido otra noticia sumamente preocupante. Una investigación del Washington Post ha desvelado que en el mundo son muchos los países que subestiman sus emisiones de gases de efecto invernadero en los informes enviados a la ONU. Concretamente, un examen de 196 informes de países revela una enorme brecha entre lo que las naciones declaran que son sus emisiones y la cantidad real de gases de efecto invernadero que están enviando directamente a la atmosfera.

La brecha oscila entre un mínimo de 8500 millones y un máximo de 13300 millones de toneladas al año de emisiones no declaradas, lo suficientemente grande como para mover la aguja de cuánto se calentará la Tierra. En el extremo inferior, la diferencia es mayor que las emisiones anuales de Estados Unidos. En el extremo superior, se aproxima a las emisiones de China y representa el 23% de la contribución de la humanidad al calentamiento del planeta – The Washington Post

El análisis del Washington Post encontró que “al menos el 59% de la diferencia” se debe a la forma en que los países contabilizan las emisiones de la tierra. Y es que la tierra puede absorber carbono a medida que la vegetación crece y el suelo lo almacena, o puede liberarse de nuevo a la atmosfera cuando se talan los bosques o cuando se queman.

Muchos países intentan compensar las emisiones de la quema de combustibles fósiles afirmando que el carbono es absorbido por la tierra dentro de sus fronteras. Precisamente, las reglas de la ONU permiten a países como China, Rusia y Estados Unidos restar cada uno más de 500 millones de toneladas de emisiones anuales de esta manera. Sin embargo, parte de esa absorción de carbono ni siquiera está ocurriendo, o al menos, no en la escala que afirman algunos países. El ejemplo de Malasia ilustra muy bien lo que está ocurriendo:

Malasia, por ejemplo, emitió 422 millones de toneladas de gases de efecto invernadero en 2016, lo que la sitúa entre los 25 principales emisores del mundo ese año […]. Pero como Malasia afirma que sus árboles consumen grandes cantidades de CO2, sus emisiones declaradas a las Naciones Unidas son solo de 81 millones de toneladas, menos que las de la pequeña nación europea de Bélgica – The Washington Post

Las emisiones de metano constituyen una segunda parte muy importante de los gases de efecto invernadero que brillan por su ausencia en la base de datos de la ONU. Desde el Post afirman que, comparando con los informes que envían los países a la ONU, los conjuntos de datos científicos independientes “muestran entre 57 y 76 millones de toneladas más de metano de origen humano que llegan a la atmosfera”. Esto equivaldría, según la misma fuente, a “entre 1600 y 2100 millones de toneladas de emisiones equivalentes de dióxido de carbono”.

Concretamente, las investigaciones científicas señalan que los países están subestimando el metano. Este procedería principalmente del sector del petróleo y el gas, donde se escapa de las tuberías y otras fuentes, de la agricultura y de los residuos humanos, donde los vertederos siguen siendo una fuente relevante. Se estima que una rápida reducción del metano podría recortar al menos en 0.2 grados Celsius el aumento general de la temperatura global para 2050. Sin embargo, aunque más de 100 países se han comprometido con el Compromiso Global de Metano, algunos de los mayores emisores de metano del mundo aún no se han unido al pacto.

Los datos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) sitúan a Rusia como el mayor emisor de metano del mundo, pero eso no es lo que Rusia comunica a las Naciones Unidas. Sus cifras oficiales no coinciden con los análisis científicos independientes. Muchos productores de petróleo y gas de la región del Golfo Pérsico, como los Emiratos Árabes Unidos y Qatar, también informan de niveles muy pequeños de emisión de metano de petróleo y gas que no coinciden con otros conjuntos de datos científicos – Washington Post

Por otro lado, según el Post, tampoco se notifica la emisión real de los gases fluorados. Estos se utilizan en la industria del aire acondicionado, la refrigeración y la electricidad. Desde este medio subrayan que “docenas de países no informan de estas emisiones en absoluto”. Y esto representa otro gran obstáculo, ya que algunos de estos gases son una parte creciente del problema climático mundial.

Vietnam, por ejemplo, informó de que sus emisiones de gases fluorados se redujeron entre 2013 y 2016 hasta 23000 toneladas de CO2 equivalente. Preguntados por la estimación de 2016 -que es un 99,8% inferior a lo indicado en un conjunto de datos científicos clave sobre emisiones usado por el Post-, los funcionarios vietnamitas dijeron que los informes más recientes asumen que los gases fluorados no se escapan de los sistemas de aire acondicionado y refrigeración. Pero lo hacen: Los supermercados estadounidenses pierden una media del 25% de sus refrigerantes fluorados cada año – Washington Post

El plan para proteger al mundo y los seres que lo habitan de los peores efectos del calentamiento global se basa precisamente en datos. Pero estos, ya sea porque los países no notifican lo que deberían notificar o porque se registran fallos en la recogida, son erróneos o inexactos en muchas ocasiones. Este hecho es muy preocupante, ya que dificulta el análisis real de la situación y la elaboración de pronósticos precisos.

Tal y como lo subraya el profesor de la Universidad de Stanford y presidente del Global Carbon Project Rob Jacson, “si no conocemos el estado de las emisiones hoy, no sabemos si estamos reduciendo las emisiones de manera significativa y sustancial”. El director ejecutivo del grupo de defensa ambiental Mighty Earth Glenn Hurowitz se pronuncia en el mismo sentido: “Es difícil imaginar cómo los legisladores van a emprender acciones climáticas ambiciosas si no obtienen los datos correctos de los gobiernos nacionales sobre la magnitud del problema”.

Al final, todo se convierte en una especie de fantasía porque entre el mundo de los informes y el mundo real de las emisiones empieza a haber grandes discrepancias - Philippe Ciais, científico del Laboratorio de Ciencias del Clima y Medio Ambiente de Francia

Un sombrío futuro

Ante los escasos avances que se están registrando no son solo los ambientalistas los que se muestran críticos con las medidas que se están tomando. Según una investigación de la popular publicación Nature, los principales científicos del clima no creen que las naciones llegarán a frenar el calentamiento global. 

Concretamente, Nature realizó en octubre una encuesta anónima a los 233 autores vivos del IPCC y recibió respuestas de 92 científicos, es decir, aproximadamente del 40% del grupo. Sus respuestas muestran un fuerte escepticismo en que los gobiernos desacelerarán notablemente el ritmo del calentamiento global.  

Seis de cada diez encuestados afirmaron que esperan que el mundo se caliente “al menos 3ºC” para finales de siglo en comparación con las condiciones antes de la Revolución Industrial. Esta cifra, por desgracia, se encuentra mucho más allá del objetivo del acuerdo de París de limitar el calentamiento a 1.5-2ºC.

La mayoría de los encuestados, el 88%, declaró que cree que el calentamiento global constituye una 'crisis', y casi la misma cantidad afirmó que espera ver impactos catastróficos del cambio climático en su vida. Poco menos de la mitad dijo que el calentamiento global les ha llevado a reconsiderar las principales decisiones de la vida, como dónde vivir y si tener hijos. Más del 60% dijo que experimentan ansiedad, dolor u otro tipo de angustia debido a preocupaciones sobre el cambio climático – Nature

El pesimismo y/o las preocupaciones expresadas por algunos miembros del IPCC ilustran en gran medida el abismo que existe entre las esperanzas y las expectativas reales. El último informe del IPCC concluye que las emisiones procedentes de la quema de combustibles fósiles están impulsando cambios planetarios sin precedentes, amenazando tanto a las personas como a los ecosistemas. “A menos que haya reducciones inmediatas, rápidas y a gran escala en la emisión de los gases de efecto invernadero, limitar el calentamiento global entre 1.5 ºC o incluso 2ºC será imposible”, afirmó el IPCC.

Sin embargo, al anunciar el último informe, los científicos del Panel Intergubernamental enfatizaron que los objetivos climáticos aún pueden lograrse. Más del 20% de los científicos encuestados por Nature afirmaron que esperan que las naciones limiten el calentamiento global a 2ºC, y el 4% dijo que el mundo podría cumplir su objetivo de limitar el calentamiento a 1.5ºC, un objetivo que muchos científicos y académicos descartan desde que se firmó el Acuerdo de París en 2015.

Un informe separado del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente proyectaba […] que los compromisos climáticos ya anunciados por las naciones pondrían al mundo en la senda de los 2,7 °C de calentamiento para finales de siglo. Otras proyecciones plantean la posibilidad de reducciones aún mayores. El Climate Action Tracker, un consorcio de organizaciones científicas y académicas, estima que el calentamiento se limitaría a 2,4 °C si los países cumplen sus últimas promesas en el marco del acuerdo de París – Nature