El genocidio indonesio sigue impune 55 años después

Entre 500 000 y 3 000 0000 de personas, la mayoría militantes comunistas, fueron asesinadas en Indonesia por militares y escuadrones de la muerte entre 1965 y 1966 en una sádica campaña incitada por el Reino Unido y que contaba con el apoyo de los Estados Unidos y otras potencias occidentales. El que ha sido denominado por  la propia CIA estadounidense como “uno de los peores asesinatos en masa del siglo XX" continúa impune y silenciado 55 años después.

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Una selección de folletos de propaganda que culpaban al Partido Comunista de Indonesia por el movimiento del 30 de septiembre (1965) que apareció a fines de 1965.
El genocidio indonesio sigue impune 55 años después

La historia de la humanidad está repleta de manchas oscuras, momentos en los cuales los humanos han enseñado su peor faceta y donde el horror ha hecho acto de presencia. El genocidio, es decir, la aniquilación o exterminio sistemático y deliberado de un grupo social por motivos raciales, políticos o religiosos es, por desgracia, un hecho habitual en nuestra historia. Sin embargo, ya sea por razones políticas o por otros intereses, algunos de esos genocidios han sido olvidados por la historia, o, mejor dicho, por aquellos que la escriben.

Hace cincuenta y cinco años terminaba una de las mayores masacres de la historia contra un grupo político y varias minorías en un país. En el lapso de un año, el Ejército de Indonesia y varios escuadrones de la muerte, ayudados y alentados por el Reino Unido, Estados Unidos y otros gobiernos occidentales, exterminaron a entre 500 000 y 3 000 000 de personas.

Las principales víctimas de la carnicería fueron los miembros del Partido Comunista de Indonesia (PKI). Sin embargo, tanto los miembros del Gerwani, los Abagan de etnia javanesa, los ateos y los chinos étnicos también fueron víctimas del horror. El que fuera uno de los peores crímenes de lesa humanidad del mundo fue reconocido como tal 50 años después.

The-killings2Soldados indonesios arrestando a aldeanos en 1965-66. Foto: Vannessa Hearman de una exhibición del Museo Brawijaya

¿Qué sucedió?

Tras independizarse de Holanda en 1945, Kusno Sosrodihardjo, mayoritariamente conocido como Sukarno, pasó a ser el primer presidente de la República de Indonesia. Político, nacionalista y revolucionario, Sukarno fue el líder de la lucha de Indonesia contra el colonialismo holandés.

A principios de la década de los 60 Sukarno viró el país a la izquierda. Para irritación de los militares e islamistas, su gobierno proporcionó apoyo y protección al Partido Comunista, que con tres millones de militantes era uno de los más grandes del mundo.  

También se embarcó en una serie de políticas exteriores contundentes bajo la rúbrica del antiimperialismo con ayuda de la URSS y China. Por ejemplo, en un discurso en marzo de 1965, Sukarno acusó al “imperialismo occidental” de los conflictos en Vietnam, Laos y Camboya.

Internamente, sin embargo, la situación económica del país se deterioraba gravemente con el paso del tiempo y había crecientes fricciones y enfrentamientos entre militantes del Partido Comunista y grupos islámicos y nacionalistas que derivaron en choques sangrientos.

Entre el 30 de septiembre y el 1 de octubre de 1965 la historia comenzó a torcerse todavía más. Un grupo de militares, denominado el G30S, lanzó un golpe de Estado. Este fue contrarrestado por las tropas dirigidas por el general y jefe de las Fuerzas Armadas Suharto.

Seis generales perdieron la vida en los sucesos registrados y el Ejército, los grupos socio políticos y religiosos culparon al Partido Comunista del suceso. El fallido golpe de Estado acabo estallando los odios que se estaban acumulando en el país.

El 2 de octubre, Suharto asumió el control de las fuerzas armadas y se convirtió en el presidente de facto. Fue así como comenzó “uno de los peores asesinatos en masa del siglo XX”, tal y como lo describiría la CIA estadounidense.

La matanza contra los comunistas comenzó el 5 de octubre en la capital Yakarta y alcanzó su punto máximo durante el resto del año antes de remitir en los primeros meses de 1966. Las purgas se extendieron por las 3 000 islas del archipiélago, pero tuvieron una especial intensidad en los bastiones del PKI de Java Central, Java Oriental, Bali y el norte de Sumatra.

Los disturbios llevaron a la caída del presidente Sukarno. El Legislativo confirmó a Suharto como presidente de Indonesia en 1967 y gobernó el país con puño de hierro hasta 1998. Mientras, Sukarno permaneció bajo arresto domiciliario hasta su muerte en 1970.

Tras la masacre, el PKI, el tercer partido comunista más grande del mundo en la década de los 60, quedó prácticamente erradicado. La gran purga fue un evento fundamental en la transición al “Nuevo Orden”, y la eliminación del PKI como fuerza política tuvo repercusiones en la Guerra Fría.

Implicación del Reino Unido y Estados Unidos

Documentos recientemente desclasificados por el Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino Unido han desvelado que existía una campaña de propaganda orientada a impulsar la matanza de militantes comunistas en Indonesia entre 1965 y 1966.

Los propagandistas británicos instigaron el sentimiento anticomunista entre las élites indonesias, incluido entre los generales del ejército, para “erradicar” el “cáncer comunista” que “suponía” el Partido Comunista de Indonesia (PKI).

De acuerdo a los documentos, el operativo preveía que un grupo de funcionarios británicos, liderados por Ed Wynne, crearan una emisora de radio y un boletín dirigido por supuestos disidentes indonesios. El objetivo era desgastar a Sukarno, ya que promovía una política independentista y defendía un enfoque de confrontación hacia Malasia, apoyando a los rebeldes del país vecino.

Debido a las circunstancias propias de la Guerra Fría y al poder que tenía el Partido Comunista, el mandatario indonesio era el principal objetivo de los ataques de la radio encubierta. Además, tal y como lo admite Wynne, criticaba “tantos personajes en la jerarquía del Gobierno, el Ejército y el servicio civil como podamos encontrar”.

Las emisiones radiofónicas y los materiales escritos estaban diseñados para influenciar principalmente a las capas altas de la sociedad indonesia. Las 28 000 copias de unos de los periódicos llegaban, según Wynne, a “generales, medios de comunicación de derecha e incluso al propio Sukarno”.

El intento de golpe de Estado del 30 de septiembre de 1965 proporcionó el mejor escenario posible para la campaña de propaganda. Además, el intento de golpe justamente se dio cuando la campaña de propaganda estaba “en pleno apogeo”.

Según recoge el diario británico The Guardian, las matanzas comenzaron después de que los británicos impulsaran a “eliminar al PKI y todas las organizaciones comunistas”. Se argumentó que el país corría peligro “mientras los líderes comunistas estuvieran libres y sus bases puedan salir impunes”.

Los británicos tenían pleno conocimiento de lo que sucedía y no hicieron nada para controlar la vorágine de violencia y de muerte que crearon. De hecho, con el inicio de las matanzas, los propagandistas no redujeron la intensidad de la campaña. “No clamamos por la violencia, pero exigimos en nombre de todos los patriotas que este cáncer comunista sea eliminado del cuerpo del Estado”, escribían en un boletín especial.

Años después, el que fuera coordinador para la “guerra política” del Ministerio de Asuntos Exteriores Norman Reddaway destacó en un documento que la caída de Sukarno fue una de las mayores victorias de la propaganda de la historia. “Se consiguió desacreditar a Sukarno muy rápidamente […]. Nos estaba costando unos 250 millones de libras al año, pero se demolió por un pequeño coste del IRD en apenas seis meses”, afirmó.

En lo referente a la participación estadounidense, en octubre de 2017 el Gobierno de los EE.UU. desclasificó 39 documentos de su embajada en Yakarta que cubren el periodo de 1964 a 1968. Los textos confirmaron que el país norteamericano tuvo pleno conocimiento y apoyó el genocidio.

El 26 de noviembre de 1965, el cónsul estadounidense envió un telegrama desde Surabaya donde se reportaba que al menos 15 000 comunistas habían sido asesinados al este de la isla de Java.  

Un mes después, el cónsul informó de que prisioneros comunistas en manos del Ejército eran “entregados a civiles para ser masacrados”, mientras que otras víctimas eran “secuestradas en barrios populares antes de ser abatidas y los cuerpos incinerados en lugar de ser tirados a los ríos”.

Actualidad

Tras la caída del dictador Suharto, se ha instado a Indonesia en repetidas ocasiones a pronunciarse sobre los acontecimientos. Sin embargo, el debate público sobre la cuestión sigue siendo tabú en numerosos círculos, sobre todo en los más conservadores.

En 2016, el ministro indonesio de Defensa declaró que las víctimas de las purgas anticomunistas “merecían morir”, mientras que los libros escolares seguían omitiendo elementos sobre la masacre ocurrida durante las purgas.

En septiembre de 2017, una reunión organizada por defensores de los Derechos Humanos sobre el genocidio fue violentamente interrumpida por manifestantes anticomunistas.

Dos meses después, la Fundación de investigación de Asesinatos de Víctimas en 1965 (YPKP 65) encontró 16 fosas comunes en Java. Contenían aproximadamente 5.000 cuerpos. Anteriormente encontraron otras 112.

Para más información podéis consultar las siguientes páginas web: 1 y 2