Los físicos están sorprendidos por la detección de una serie de ondas de radio que se repiten con gran frecuencia desde el espacio profundo, según dos nuevos estudios publicados en Nature.

Aunque los científicos tienen algunas teorías sobre las causas de las llamadas repeticiones rápidas de radio (FRB, por sus siglas en inglés) y su origen, todavía se desconocen los detalles exactos.

"Parece que los FRB se generan en regiones densas y turbulentas de galaxias anfitrionas", afirmó a la agencia de noticias AFP Shriharsh Tendulkar, uno de los autores correspondientes de ambos estudios y astrónomo de la Universidad McGill en Canadá.

"El hecho de que las ráfagas se repitan descarta cualquier modelo cataclísmico en el que la fuente se destruye al generar la ráfaga", agregó Tendulkar.

“Una FRB emitida por una fusión de dos estrellas de neutrones, o una estrella de neutrones y un agujero negro, por ejemplo, no puede repetirse”.

Las FRB  destellan solo por un micro instante, pero pueden emitir tanta energía como lo hace el sol en 10,000 años.

Las FRB no son raras, ya que desde 2007 han sido registradas unas 60, pero solo una de ellas ha sido una FRB que se repite hasta ahora, lo que abre el debate sobre sus causas.

Sin embargo, Tendulkar dijo que era extremadamente improbable que las olas fueran causadas por la vida inteligente.

"Como científico, no puedo descartarlo al cien por cien. Pero la vida inteligente no está en la mente de ningún astrónomo como fuente de estas FRB", dijo.

Las ondas de radio fueron detectadas por el Experimento de Mapeo de Intensidad de Hidrógeno de Canadá (CHIME), el radiotelescopio más poderoso del mundo, extendido en un área tan grande como un campo de fútbol.

Construido en Columbia Británica, Canadá, CHIME se compone de cuatro cilindros de malla metálica de 100 metros de largo que reconstruyen imágenes del cielo mediante el procesamiento de las señales de radio registradas por más de mil antenas.

Las FRB repetidas se detectaron durante la prueba de CHIME a principios de este verano, que usó solo una pequeña cantidad de la potencia potencial del telescopio.

Desde entonces, CHIME ha alcanzado su capacidad máxima, y la comunidad científica espera que él detecte muchos más de los pulsos enigmáticos, puesto que ahora está en pleno funcionamiento.