Uyoku dantai: la extraña ultraderecha japonesa
Por Adrián Juste - Al Descubierto
Como era de esperar, la política en Japón mantiene diferencias palpables con la del resto de los países del mundo debido a su particular contexto social e histórico. No hay más que ver cómo las expresiones culturales y artísticas japonesas chocan a veces incluso a sus vecinos más inmediatos. Y, por supuesto, la extrema derecha, conocida como uyoku dantai (literalmente, grupos derechistas), no es una excepción.
Japón es un país muy particular debido especialmente a su rápida modernización, habiendo pasado del feudalismo propio del medievo a ser una potencia mundial en apenas siglo y medio. Conviven mentalidades muy contrapuestas donde chocan lo tradicional con lo contemporáneo, dando como resultado un país de enormes contrastes.
Después de su participación del lado de las Potencias del Eje (es decir, del lado de la Alemania nazi) en la Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945), el gobierno de Japón pasó a estar brevemente tutelado por Estados Unidos. A partir de 1955 hasta la actualidad, con la excepción de una breve legislatura entre 2009 y 2012, Japón ha estado gobernado por el Partido Liberal Democrático, una fuerza muy nacionalista, conservadora y partidaria del liberalismo económico que ha gozado de numerosas mayorías absolutas, dominando la política japonesa de manera casi total con ayuda de injerencias extranjeras procedentes de Estados Unidos, que hicieron lo posible por ayudar a que la oposición izquierdista nunca alcanzara el poder.
De esta forma, como ha pasado en países como España, Chile, Argentina o México, la ultraderecha ha tenido poco margen para la representación política, con varias excepciones.
Además de esto, la extrema derecha japonesa ha estado muy influenciada por el sentimiento nacionalista y de rechazo a la población extranjera de mediados y finales del siglo XIX y por la prohibición de no tener ejército propio (a excepción de las Fuerzas de Autodefensa de Japón, que de facto funcionan como una fuerza militar pero con varias limitaciones), una norma reflejada en la Constitución como imposición de las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial.
Historia de los uyoku dantai en Japón
Las primeras elecciones democráticas se celebraron en Japón en 1890 tras la Restauración Meiji y la aprobación de la Constitución, siendo además las primeras elecciones democráticas en Asia.
En sus inicios, la política japonesa estuvo dominada por las antiguas élites de poder procedentes de la sociedad feudal de los samurái junto a las clases burguesas en organizaciones políticas más bien moderadas y la clásica alternancia bipartidista entre liberales y conservadores, que al final obedecían a intereses ajenos al pueblo.
A partir de los años 20 y 30 todo cambia con la irrupción de las fuerzas socialistas y comunistas, como sucedió también en Europa. En ese periodo, Japón sufrió constantes crisis de gobierno marcadas por la corrupción y las críticas a la burocracia y la ineficacia de las instituciones, además de por el crack de 1929 y la posterior Gran Depresión.
Antecedentes: sociedades secretas y grupos políticos
Hay que tener en cuenta que Japón venía de una tradición de siglos en la cual el gobierno de facto lo tuvo el Shogun, esto es, la clase militar del país, que estaba ligada a la clase noble, los samurái. Por lo tanto, el ejército tradicionalmente había dominado la política nipona, caracterizado por valores más bien conservadores, nacionalistas y de rechazo a la gente extranjera. De hecho, el país estuvo prácticamente aislado hasta el siglo XIX.
La pérdida del poder de los samurái provocó, como sucedió con el movimiento ultrarrealista en Francia, que las clases nobles se organizaran para recuperarlo. Surgieron así numerosos grupos secretos, de los cuales se destacan tres: la Sociedad del Océano Negro (1851), la Sociedad del Dragón Negro (1901) y la Sociedad de Patriotas (1928). Se consideran los antecedentes de los uyoku dantai.
La Sociedad del Océano Negro (Genyosha) fue un grupo secreto ultranacionalista que desarrolló toda una red de crimen organizado y espionaje en apoyo al ejército japonés y que trató de evitar el auge del socialismo y el comunismo, llegando a atentar contra el primer ministro en 1889. Fundado por ex-samuráis, buscaron inicialmente volver al orden feudal pero, tras el fracaso de la Rebelión Satsuma de 1877 (un alzamiento de samuráis que buscaban preservar sus privilegios feudales), trataron de ganar poder en el nuevo orden constitucional.
Muchos políticos llegaron a formar parte de esta sociedad, que movía los hilos en las sombras bajo el paraguas del Partido de la Producción del Gran Japón y con infiltrados en otras formaciones o mediante candidatos supuestamente independientes. Estableció una relación entre la mafia japonesa (la Yakuza) y la derecha política que dura hasta el día de hoy.
La Sociedad del Dragón Negro (Kokuryukai) fue otro grupo, esta vez de carácter más paramilitar, que sirvió de apoyo al ejército durante la guerra entre Japón y Rusia y, posteriormente, tuvo gran influencia en la política japonesa, aprovechando sus redes de espionaje que se extendían por países como Corea, China, Etiopía o Turquía, con políticos y ministros miembros de la sociedad.
Fue una escisión de la Sociedad del Océano Negro en un intento de huir de sus actividades criminales y de la relación con las mafias, aunque terminó cayendo en el crimen también para poder subsistir. Fue refundado en 1961 y sigue existiendo.
La Sociedad de Patriotas (Aikokusha) fue una sociedad que destacó en las universidades y trató de influir en el movimiento estudiantil. Fue un grupo más moderno, no tan manejado por las antiguas élites políticas y cuyo principal objetivo era detener el avance del comunismo. Estuvo relacionada con numerosos grupos de nombres parecidos de tendencia ultranacionalista.
Los grupos anteriormente mencionados, los primeros uyoku dantai, tuvieron un origen en las élites políticas y económicas y operaron en la clandestinidad. Paralelamente, aparecieron partidos y organizaciones políticas de extrema derecha, motivado por las condiciones históricas del momento y en consonancia con el auge del fascismo en Europa.
En esta época, destacó Ikki Kita, líder carismático que se considera el ideólogo de la ultraderecha japonesa y que fue ejecutado tras comprobar su influencia en un intento de golpe de estado militar en 1936 y que fracasó.
En esta línea, en 1932 aparece un conglomerado de ideas llamado el Partido de las Masas Socialistas que, tras expulsar a la parte más izquierdista, se convirtió en un partido ultraderechista de tendencia nacionalsocialista (nazi), agrupando a otros pequeños movimientos ultranacionalistas.
Ese mismo año se funde la Alianza Nacional de Ciudadanos, partido fascista resultado de la escisión del Partido Democrático Constitucional, la fuerza moderada por excelencia de Japón en la época.
En 1936, se fundó Sociedad de Oriente (Tohokai), otro partido fascista pero más cercano al fascismo italiano y al nazismo alemán, escisión del Partido de las Masas Socialistas y que adoptó la mayoría de símbolos fascistas, con una gran actividad callejera, grandes mítines y propaganda, acérrimo defensor de la Rebelión Satsuma.
En las elecciones de 1937, el primero obtuvo 37 escaños y los otros dos 11 cada uno. En total, la ultraderecha tenía 57 asientos de 466, lo cual no era mucho.
En 1931, el ejército japonés actuó por su cuenta invadiendo la zona de Manchuria, en China. Cuando el primer ministro intentó evitarlo, fue asesinado. Así, durante los 13 años siguientes, los gobiernos no tuvieron otro remedio que hacer caso al ejército, lo que derivó en la Segunda Guerra Chino-Japonesa en 1937.
Así, se fueron haciendo con el control de las instituciones mediante la Asociación de Apoyo al Régimen Imperial (Taisei Yukosankai), que poco a poco se hizo con el control absoluto del país de forma totalitaria. La organización absorbió a todas las agrupaciones ultraderechistas anteriormente mencionadas, basándose en la doctrina Kokka Shugi o nacionalismo Showa, un compendio de ideas ultranacionalistas, militaristas, imperialistas y conservadoras que sirvió de sustento del gobierno hasta 1945.
Aunque en principio la organización buscaba mejorar la eficacia del ejército durante el expansionismo que estaba llevando Japón en el Océano Pacífico, pronto se convirtió en un partido totalitario y en el único legal. En 1940, se unió a las Potencias del Eje y en 1941 atacó Pearl Harbour, entrando en la Segunda Guerra Mundial.
El nacimiento de las uyoku dantai actuales
Cuando Japón recibió las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki por parte de Estados Unidos, se rindió en 1945 y estas organizaciones fueron desmanteladas por los Aliados (Estados Unidos, Reino Unido, Francia), vencedores de la guerra, iniciándose un nuevo periodo y retornando el sistema democrático. A Japón se le impusieron bastantes condiciones, como la prohibición de tener ejército excepto para la estricta defensa.
Tras esto, la ultraderecha estuvo prácticamente desaparecida, ya que los grupos secretos y los partidos mencionados fueron disueltos, con la excepción del Partido Patriótico del Gran Japón, fundado en 1951, que destacó por una intensa actividad propagandística, por el corporativismo del Estado y por querer buscar alianzas con Corea del Sur y EEUU para luchar contra el comunismo.
Con el resurgir de grupos de extrema derecha en los años 70, 80 y 90, Japón no sería una excepción.
En los años 70, a raíz del movimiento de “La Nueva Derecha” en Europa, motivado por el escritor francés Alain de Benoist, el think tank derechista GRECE y que culminó con la obra La Nueva Derecha (1982) y que cimentó las raíces de la nueva derecha radical o alt-right, en Japón surgió en 1972 el Issuikai, un movimiento que buscaba distanciarse de la derecha tradicional. Como tal, actualmente está relacionado con partidos ultraderechistas europeos como la Reagrupación Nacional de Francia.
Los Issuikai fueron inicialmente el brazo político y social de la Sociedad del Escudo (Tatenokai), un grupo de milicia privada de tendencia ultraderechista fundado en 1968 y que trataron de hacer un golpe de estado en 1970 buscando el apoyo del ejército para “devolver al Emperador a su legítimo lugar”.
El carácter ultranacionalista de este tipo de movimientos estuvo ligada a enfrentarse a Estados Unidos, pues se consideraba que Japón era (o es) demasiado dependiente de este país a raíz del “nuevo orden” implantado tras la Segunda Guerra Mundial.
En 1982 se funda el Partido Nacional Socialista Obrero Japonés, que se declaran herederos de la Sociedad de Oriente y que tiene una evidente tendencia neofascista y neonazi. Buscan, además, el regreso del gobierno militar de los samurái (el Shogunato) y han adoptado el supremacismo racial, el antisemitismo y el revisionismo histórico como banderas.
Japón, como país con un marcado carácter religioso y espiritual, ha visto nacer a un compendio de nuevas religiones y movimientos espirituales, algunos de ellos con sus propias ramas políticas.
Respecto a esto, destaca Happy Science, un movimiento fundado en 1986, legalizado como religión oficial en 1991, que cuenta con hasta tres empresas de entretenimiento y su propio partido político, Partido de la Realización de la Felicidad, fundado en 2009.
Su manifiesto habla de multiplicar la población de Japón por más de dos, hasta los 300 millones, mediante las ayudas para que las madres tengan hijos y la aceptación de inmigrantes; asumir una mayor responsabilidad como líder mundial; cambiar el artículo 9 de la actual constitución para hacer que garantice la seguridad y protección del pueblo japonés ante la amenaza militar norcoreana; promover un mundo libre de armas nucleares y cimentado en un espíritu de tolerancia religiosa; y la introducción de una educación religiosa basada en un espíritu universal de amor, compasión y autoayuda y en la capacidad de distinguir el bien del mal.
Sin embargo, analistas lo califican de ultraderecha por sus posturas ultraconservadoras, ultranacionalistas y antidemocráticas.
En estos años aparecieron también varios grupos relacionados con el crimen organizado y también de tendencia ultraderechista, como Yūkoku Dōshikai (1963), un partido ultranacionalista donde sus miembros iban armados con pistolas y katanas; la Sociedad Juvenil de Japón (1961), uno de los grupos más grandes; el Partido Popular del Emperador de Japón (1980) o la Escuela Sana de Pensadores (1982). Estos últimos están afiliados a sindicatos o grupos empresariales de la Yakuza y han protagonizado y protagonizan, además de una extensa propaganda, numerosos altercados violentos.
En 1997 se funda la Conferencia de Japón (Nippon Kaigi), un club privado, heredero de la tendencia japonesa de operar mediante sociedades al margen de la política, que cuenta con 38.000 miembros, de tendencia nacionalista, que promueve el revisionismo histórico y tendencias conservadoras, que ha lanzado a numerosos políticos destacados del país, como el propio ministro Shinzo Abe (cuya familia está relacionada con antiguas formaciones ultraderechistas).
Otro grupo destacado y más moderno es ¡Aguanta, Japón! Comité de Acción Nacional, fundado en 2010 y que han sido polémicos por llevar a cabo acciones como desembarcar en las islas Senkaku (en disputa con Hong Kong) y alzar la bandera japonesa.
Funcionamiento e influencia política de las uyoku dantai
Las uyoku dantai comprenden, además de las mencionadas anteriormente, y según los registros de la policía japonesa, más de 1.000 grupos y una cantidad aproximada de 100.000 miembros.
En general, la representación política directa e indirecta es bastante reducida, por no decir casi nula. El único partido político de extrema derecha con representación es el Partido de la Innovación de Japón, unión de otros partidos, entre ellos, el Partido de la Restauración de Japón (que se fusionó con ¡Levántate, Japón!) y que se han adherido a las estrategias de la nueva derecha radical. Cuentan con 11 escaños en la Cámara de Representantes de la Dieta de Japón.
Lo que destaca de las uyoku dantai es que poseen una forma de comunicar muy característica y estrafalaria. Así, son conocidos por sus estrategias de propaganda, que consisten en llegar a espacios públicos montados en camionetas o furgonetas, normalmente de color negro y con los cristales tintados, equipadas con numerosos altavoces y decoradas con grandes carteles con eslóganes al más puro estilo de la publicidad llamativa del país.
Es habitual que agiten la bandera del Imperio Japonés de principios del siglo pasado (habitual de la extrema derecha de Japón) mientras por grandes altavoces suena el himno nacional de la época y gritan sus discursos con entusiasmo y emotividad propias de un anime.
Destacan por promulgar valores como el honor, la lealtad y la adoración a la figura del Emperador, en consonancia con el bushido, el código moral de los guerreros samurái, y con el del confucionismo.
Al contrario que los grupos neonazis europeos, los uyoku dantai van bien vestidos, con traje y sin tatuajes, algo que se relaciona con la Yakuza, que prefieren operar en las sombras usando a los uyoku dantai como tapadera, una estética que, de nuevo, recuerda al estilo de dibujo manga.
Los principios de la extrema derecha giran alrededor del ensalzamiento de la Historia de Japón desde el revisionismo (por ejemplo, negando el genocidio japonés en China y Corea), el anticomunismo, la antiinmigración, el sentimiento antiestadounidense y la reforma de la Constitución para que Japón pueda tener ejército otra vez.
Además, muchos de ellos son partidarios de que la figura del Emperador no esté en un segundo plano al estilo de las monarquías parlamentarias europeas, sino que tenga un papel destacado en la política bajo un gobierno más autoritario, renegando de los partidos políticos actuales.
A pesar de que se han sumado a este lavado de cara de la nueva ultraderecha, renegando de etiquetas como del racismo o la xenofobia, así como de la vinculación a la Yakuza, muchos de estos grupos están involucrados en acciones violentas y en actividad criminal constante.
El crecimiento de las uyoku dantai, como sucede con las organizaciones ultraderechistas en Europa, América y en Asia, ha sido constante en los últimos 20 años, fruto del distanciamiento y el descontento de la población hacia las instituciones y la política tradicional, además de por la gran crisis que sufrió el país en los años 90. De hecho, en Japón, la participación en los comicios desciende cada legislatura (con un ligero aumento del 1% en 2017), siendo del 53% aproximadamente.
Por otro lado, el gobierno japonés, especialmente en el periodo de Shinzō Abe, ha aprobado en los últimos años decisiones que son todo un guiño a estos grupos extremistas. Un ejemplo es la Ley de Seguridad Ciudadana, que permite a las Fuerzas de Autodefensa apoyar conflictos bélicos; o la reforma educativa, que elimina carreras de Ciencias Sociales e implanta la enseñanza del orgullo nacional en las escuelas.
No es de extrañar dada la influencia de la Conferencia de Japón en los partidos políticos que dominan el panorama nipón y la estrecha relación que guarda con las uyoku dantai.
Y es que, como siempre, por muy extravagantes, polémicos, pintorescos e incluso frikis que parezcan los pequeños grupos neonazis y neofascistas, incluso en la edulcorada y extraña versión nipona, las raíces históricas de la ultraderecha se extienden hasta las posiciones de poder de las élites económicas, políticas, sociales y militares ya desde el siglo XIX, una relación que, en compañía de la mafia, del crimen organizado y de las redes internacionales, continúa hasta la actualidad y que, a pesar de la todavía reducida representación parlamentaria, mantienen de forma constante su influencia y su poder sobre la política del país.