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Labios cosidos en la ciudad del oro negro

Podría tratarse de un eufemismo, o una metáfora sobre el silencio administrativo en la georgiana ciudad de Chiatura, en el Cáucaso sur. Pero no. Es la forma de protestar que han elegido algunos de sus habitantes para llamar la atención, ya a la desesperada: coserse los labios y llevar al límite su huelga de hambre. Y es que la explotación minera está destruyendo la mayoría de viviendas del distrito de Shukruti, en la georgiana Chiatura.

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Los habitantes de Shukruti gritan con la boca cerrada, y cosida, pero nadie quiere escucharlos. Fotos: Lorena Sopena
Labios cosidos en la ciudad del oro negro

Chiatura, o "la ciudad del oro negro" como se la conoció durante la época soviética debido a la explotación minera de magnesio, vive varada en el tiempo, y pese a que a día de hoy todavía se la considera el centro de extracción y procesamiento de magnesio en el Cáucaso sur, sus ciudadanos viven inmersos entre la pobreza extrema, graves problemas de salud e inestabilidad.

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Y es que cuando se escribe inestabilidad, no se habla únicamente del concepto vital, también, de las decenas de viviendas derrumbadas, y en riesgo de derrumbe debido a la extracción minera, que desde hace décadas, acecha a sus habitantes sin que nadie se haga responsable.

Los habitantes de Shukruti han estado gritando con la boca cerrada, y cosida, y ha sido al llegar a este extremo cuando alguien ha querido escucharlos.

Ia y Sergo se conocen desde la escuela, y ahora forman una familia. Ambos tienen 37 años, y son habitantes de Shukruti. Desde 2017 su vivienda se ha ido deteriorando hasta el punto de no ser habitable:

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"Nuestros hijos viven como animales, como en una granja", manifiesta Ia, que junto a su marido Sergo se han cosido los labios y desplazado hasta Tbilisi para protestar en frente de la embajada de los Estados Unidos. Tenían la esperanza de que protestando en la embajada de EEUU alguien les hiciera caso, pedían una mediación. Y finalmente la han tenido, pero no ha sido fácil.

"Llevaremos la huelga hasta donde haga falta, y si hay que morir, moriremos. De cualquier manera, la vida que llevamos no es vida". Decía Ia, en el día 26 en huelga de hambre. Los ánimos caían, estaban débiles y cansados.

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Después de 30 días en huelga de hambre, los últimos cuatro, habiendo renunciado también a los líquidos, la compañía Georgiana "Georgian Manganese" ha accedido a negociar con las familias, que no esperaban un gran resultado de esta negociación. Finalmente, la compañía ha llegado a un acuerdo con los afectados, a los que ha hecho prometer, que este acuerdo sería confidencial.

"Chiatura pronto se derribará entera, la explotación es muy agresiva, y toda la ciudad está en muy malas condiciones", prosiguió Ia, a quien no le bastaba solamente con una compensación económica, sinó que también, alguna garantía de que en caso de arreglar sus viviendas, o construir una de nueva, no volviesen a encontrarse en esta misma situación.

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La protestas y huelgas comenzaron en 2016, cuando varias familias del distrito de Shukruti se vieron afectadas por la explotación minera, desde entonces, nadie se hace directamente responsable. Los shukurtienses creen que no es suficiente con una compensación económica, la mina debe parar, o al menos, modificar algunas cosas.

"Volveremos a la huelga si es necesario, pero ahora volvemos a Chiatura para comenzar estas negociaciones". Indica Tornike, que ha estado apoyando a sus vecinos y familiares desde el inicio de la huelga, uno de los manifestantes ha vuelto a Chiatura.

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Para Tornike, de 25 años, residente en Shukruti y trabajador de la mina, la forma de protestar que han elegido sus vecinos y familiares es demasiado extrema, él no la ha realizado, pero sí apoyado:

Cuando estaba con ellos, no tomaba líquidos ni comía, les apoyo. Pero creo que debemos buscar otras formas de protestar que no impliquen graves consecuencias para la salud. Tenemos que estar aquí para poder reclamar lo que es justo.

Y es que sus reivindicaciones han sido sencillas, que el gobierno cumpla la ley y se haga responsable de las viviendas de las familias afectadas por los trabajos de la mina. Hace dos años, durante una huelga que también realizaban los trabajadores de la mina, y en la que la mina paró por completo, el alcalde de Chiatura fue a negociar con los manifestantes que estudiaría la situación y lo trasladarían al gobierno para buscar una solución, pero no fue así. Y en este punto fue cuando las protestas de los habitantes de Shukruti comenzaron a intensificarse, incluso, durante la crisis del Covid-19.

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Eter Gaprindashvili de 49 años nunca había tenido ningún tipo de relación con la mina. Ni ella, ni ninguno de sus familiares se ha dedicado nuca al sector. Fue cuando la compañía Georgian Manganese comenzó a explotar en su aldea que comenzó a interesarse y estudiar la situación. En 2016 comenzaron las protestas, a las que ella no pudo acudir por estar cuidando de su madre enferma, cuando ella murió, se unió a sus vecinos. A diferencia de los demás, Eter comenzó la huelga de hambre cuando se desplazaron a Tbilisi, y también ha estado dispuesta a llevarla hasta el final.

Tiene que haber una solución, un acuerdo sí o sí, de otra manera, no tendrá sentido todo lo que hemos hecho y luchado.

A día de hoy los habitantes de Shukruti se encuentran en negociaciones con el gobierno y la compañía Georgian Manganese por una compensación justa y digna. En paralelo, sus viviendas, siguen derrumbándose a la espera de una alternativa. Muchos residentes siguen viviendo en ellas por falta de recursos o sitios donde ir, aunque estas, no cumplan con ningún tipo de estabilidad ni seguridad. Otros, como es el caso de Ia y Sergo han preferido dejar a sus hijos con otros familiares para evitar un disgusto.

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La salud de algunos de los manifestantes se ha visto gravemente afectada debido a los treinta días en huelga de hambre.

Por su lado, el departamento de prensa y comunicación del Gobierno de Georgia ha hecho llegar a los medios un comunicado en el que indican haber solucionado el problema, un comunicado que ha hecho reaccionar a entornos cercanos a los shukrutienses calificando esta afirmación de "falsa y escandalosa". Y es que la salud de algunos de los manifestantes se ha visto gravemente afectada debido a los treinta días en huelga de hambre. Se ha tenido que llevar al extremo para que alguien los escuchara, después de años ignorados. Los shukurtienses vuelven a "casa" con un acuerdo, pero Chiatura sigue deteriorándose física y emocionalmente.

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Texto y fotos: Lorena Sopena.