Los genocidios congoleños "olvidados" por Occidente (Cap. II)

La República Democrática del Congo (Zaire entre 1971 y 1997) ha sido testigo de repetidas masacres y genocidios que se han caracterizado por su extrema dureza y un número aterrador de víctimas mortales. En un país donde la violencia y la impunidad campan a sus anchas, la injusticia y la miseria son la norma. Este reportaje de varios capítulos pretende arrojar un poco de luz sobre las masacres y los genocidios ocurridos en el Congo, olvidados convenientemente por occidente y por la historia. Si en la primera parte recordábamos las masacres cometidas por el rey Leopoldo II de Bélgica, en esta segunda analizamos las masacres de hutus que se efectuaron durante la Primera Guerra del Congo (1996 y 1997) a manos de la Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación del Congo (AFDL), liderados por Laurent-Desire Kabila, y el Ejército Patriótico Ruandés. Se calcula que estas fuerzas asesinaron alrededor de 200.000 personas, civiles en su mayoría.  

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Campamento de refugiados en Zaire del genocidio ruandés, 1994. Fuente: CDC
Los genocidios congoleños "olvidados" por Occidente (Cap. II)

La República Democrática del Congo tiene un total de 2.344.858 kilómetros cuadrados. De los cuales casi un 97% son tierra. El territorio comparte frontera con 9 países: Angola (2646 km), Burundi (236 km), República Centroafricana (1747 km), República del Congo (1229 km), Ruanda (221 km), Sudan del Sur (714 km), Tanzania (479 km), Uganda (877 km) y Zambia (2332 km). Entre los recursos naturales presentes en el país se encuentran los siguientes: cobalto, cobre, tántalo, petróleo, diamantes industriales y gemas, oro, plata, zinc, manganeso, estaño, uranio, carbón, agua y madera.

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Fuente: Wikipedia.

La República Democrática del Congo ha sufrido numerosos episodios sangrientos durante su historia. Colonialismo, golpes de Estado, regímenes dictatoriales, venganzas… el horror dispone de muchos nombres en esta tierra. Desde 1885, el país ha sido testigo mudo de varias matanzas y genocidios que se han caracterizado, sobre todo, por su extrema dureza y un número inimaginable de víctimas mortales.

En el primer capítulo, analizamos el genocidio que se llevó a cabo por la administración real belga en el Estado Libre del Congo entre 1885 y 1908 y que causó la muerte de por los menos 10.000.000 de congoleños. En este segundo capítulo repasamos las masacres de hutus que se efectuaron durante la Primera Guerra del Congo (causas y consecuencias) a manos de la Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación del Congo (AFDL), liderados por Laurent-Desire Kabila, y el Ejército Patriótico Ruandés.

La Primera Guerra del Congo: el trasfondo político  

La Primera Guerra del Congo fue una guerra civil y conflicto internacional que tuvo lugar principalmente en Zaire (actual República Democrática del Congo) entre 1996 y 1997. El conflicto terminó con una invasión extranjera que reemplazo al presidente de Zaire, Mobutu Sese Seko, por el líder rebelde Laurent-Desiré Kabila. La guerra estuvo marcada, además, por las masacres que se cometieron contra los hutus. Se calcula que unas 200.000 personas perdieron la vida en esta operación de limpieza étnica que se efectuó como venganza al genocidio de Ruanda de 1994.

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Mobutu controló Zaire desde 1965 con la ayuda de Estados Unidos, que veía al dictador como un baluarte contra los líderes progresistas como Patrice Lumumba. Este último fue derrocado en 1960 por Mobutu con ayuda de la CIA y del Gobierno de Bélgica. En 1991, la Unión Soviética dejó de existir, y debido a este hecho, Estados Unidos dejó de apoyar a Mobutu.

A principios de 1990, una ola de democratización invadió el continente africano. Zaire tenía importantes presiones internas y externas para desarrollar un proceso de democratización y Mobutu prometió reformas. Abolió oficialmente el sistema de partido único vigente desde 1967, pero se mostró reacio a aplicar las reformas que prometió. De esta manera, perdió el apoyo de sus tradicionales aliados tanto en Zaire como en el exterior.

Entre abril y junio de 1994, murieron más de un millón de personas, en su mayoría tutsis, pero también hutus moderados, a manos de las Fuerzas Armadas Ruandesas (FAR) y las milicias Interahamwe en Ruanda [Ver galería de fotos]. Debido a estos hechos, el grupo rebelde tutsi Frente Patriótico Ruandés (RPF), apoyado por Uganda y con el beneplácito de EE.UU., consiguió derrotar a mediados de julio de 1994 a los responsables del genocidio, provocando así el éxodo de cerca de dos millones de refugiados ruandeses.

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Cráneos y otros huesos conservados en la Escuela Técnica de Murambi. Fuente: Frank Wolf.

Esta población se trasladó principalmente al este de la República Democrática del Congo (también a Burundi, y en menor medida a Tanzania), en la que se denominó la Operación Turquesa. Dirigida por Francia, esta operación creó una zona segura en el suroeste de Ruanda que facilitó la salida de la población hacia RD del Congo. Entre los refugiados se escondían los responsables del genocidio ruandés, que huían de las represalias del RPF. De la cifra total, unos 400.000 se refugiaron en la provincia congoleña de Kivu Sur, donde ya se encontraban alrededor de 255.000 burundeses que habían encontrado refugio en esa provincia a finales de 1993 como consecuencia de la guerra en Burundi.

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Opération Turquoise. Mapa que muestra el avance del RPF durante el genocidio de Ruanda y la ubicación de la Zona Turquesa. Fuente: Alan J. Kuperman.

Aunque la gran mayoría de los refugiados ruandeses eran civiles, fueron utilizados por la élite política y militar ruandesa que deseaba recuperar el poder en Ruanda, por lo que los refugiados ruandeses eran vistos por sus líderes como "un instrumento para manipular a la comunidad internacional, seducir con la ayuda recibida a Mobutu y amenazar al nuevo Gobierno de Ruanda”. Al gran volumen de refugiados y su condición vulnerable se le unió una enorme cantidad de recursos destinados a su asistencia, que se elevaron a centenares de millones de dólares. Este hecho tuvo un impacto financiero devastador sobre las economías locales, creando así graves distorsiones, además del fuerte impacto sobre el entorno y la población.

Se desencadena una devastación de los bosques para recoger leña sin autorización, robo de ganado, saqueo de cosechas, establecimiento de controles de carreteras, y no de una forma desorganizada, sino respondiendo a una serie de directivas establecidas por parte del liderazgo político y militar de las ex-FAR, lo que creó fuertes tensiones con la población local y el silencio de la comunidad internacional - Josep Mª Royo Aspa

A esta situación de creciente tensión se le añadió que la Ruanda del Frente Patriótico Ruandés (RPF) empezó a ser durante 1995 víctima de numerosos ataques por parte de las ex-FAR (Fuerzas Armadas Ruandesas) y las milicias Interahamwe, que contaban con el apoyo de Mobutu. En paralelo, a finales de 1995, se incrementaron los abusos y ataques cometidos por las ex-FAR contra la población banyarwanda [1] de los Kivus. La comunidad internacional, mientras suministraba ayuda humanitaria tanto a la población civil como a los perpetradores del genocidio, permanecía impasible ante la reorganización de estos últimos, que seguían adelante con su agenda política y militar.

Por otro lado, la Ruanda bajo el Frente Patriótico Ruandés (RPF), se encontraba ávida de venganza. Ante el apoyo que Mobutu brindaba a los grupos armados opositores burundeses hutus, el RPF colaboró con las Fuerzas Armadas burundesas (FAB, controladas por la minoría tutsi burundesa) desde principios de 1995 atacando a los campos de refugiados hutus ruandeses en Burundi con el objetivo de evitar que una implosión en Burundi facilitase el triunfo de los sectores extremistas hutus en este país, con vínculos con los responsables del genocidio de Ruanda de 1994.

Entre 1995 y 1996, Ruanda, junto a otros países africanos, entre ellos su aliada Uganda, y Tanzania, Eritrea, Etiopía, Zimbabwe y Angola, llevó a cabo conversaciones sobre la necesidad de derrocar a Mobutu. Sin embargo, estas conversaciones no fueron a la velocidad que Ruanda deseaba.

Además, la población banyarwanda en Kivu Norte sufría continuos ataques por parte de las ex-FAR y los Interahamwe, y las tensiones en Kivu Sur entre las distintas comunidades –los bembe, berega, bashi y bafulero- y la comunidad banyamulenge [2], vista como extranjera (aliada de Mobutu en los sesenta), eran evidentes.

Estos hechos provocaron que la Ruanda de Kagame apoyara militarmente a la comunidad banyamulenge y el posterior inicio de la invasión de la RD del Congo para derrocar a Mobutu. Este último, consciente de las tensiones que se estaban registrando entre las comunidades principales de Kivu Sur y los banyamulenges, decidió permitir al Ejército congolés y a las milicias locales que atacaran a la población banyamulenge. Esta cuestión fue el argumento definitivo que provocó la invasión ruandesa.

De este modo, en septiembre de 1996, se desencadenó una rebelión de la comunidad banyamulenge infiltrada y apoyada por Ruanda. Este fue el germen del golpe de Estado que llevó a cabo la Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación del Congo-Zaire (AFDL) creada en octubre de 1996 y dirigida por Laurent Desiré Kabila, contra Mobutu, que culmina con la cesión de poder por parte de este en 1997.

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Movimientos militares de la Primera Guerra del Congo. Fuente: Wikipedia.

Las masacres contra los hutus

A lo largo de los años, uno de los principales aliados de la dictadura de Mobutu, además de EE.UU. y otros países europeos, fue el régimen hutu de Ruanda.

Durante la Primera Guerra del Congo, se registraron pocos combates y muy escasas victimas congoleñas. No obstante, se efectuaron grandes masacres contra la población hutu ruandesa refugiada en el Congo. El ejército ruandés y la AFDL (Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación del Congo-Zaire), a modo de venganza debido al genocidio que se registró en Ruanda en 1994, hicieron desaparecer a cientos de miles de ellos.

La principal causa remota es la herencia colonial: el trazado de las fronteras entre las diversas colonias, agravado con los trasplantes de poblaciones, sin respeto de los límites que reconocían las etnias originarias – Naciones Unidas.

En octubre de 1996, las tropas de la Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación del Congo-Zaire (AFDL), respaldadas por Ruanda, atacaron los campos de refugiados que se encontraban en el este de la República Democrática del Congo, hogar de cientos de miles de refugiados hutus en Kivu del Sur y del Norte. Tropas del AFDL y del Ejército Patriótico Ruandés bombardearon sistemáticamente numerosos campamentos y cometieron masacres con armas ligeras.

Mientras los supervivientes huían hacia el oeste de la República Democrática del Congo, las unidades de la AFDL los persiguieron y atacaron sus campamentos improvisados en numerosas ocasiones matando a miles más.

En el momento de los incidentes cubiertos por este informe, la población hutu en Zaire, incluidos los refugiados de Ruanda, constituía un grupo étnico. Varios de los incidentes enumerados sugieren que múltiples ataques tuvieron como objetivo a miembros del grupo étnico hutu como tal, y no solo a las personas responsables del genocidio cometido en 1994 contra los tutsis en Ruanda y que, al parecer, la AFDL / APR no hizo ningún esfuerzo para distinguir entre miembros hutu de las ex-FAR / Interahamwe y civiles hutu, fueran o no refugiados. La intención de destruir un grupo en parte es suficiente para constituir un crimen de genocidio y los tribunales internacionales han confirmado que la destrucción de un grupo puede limitarse a una zona geográfica determinada. Según la jurisprudencia pertinente, aunque solo sea una parte de la población hutu en Zaire fue atacada y destruida, no obstante, podría constituir un crimen de genocidio si esta fuera la intención de los perpetradores - Naciones Unidas

La mayoría de estos ataques fueron dirigidos contra poblaciones civiles no combatientes, compuestas principalmente por mujeres y niños. Como consecuencia, la gran mayoría de los actos de violencia perpetrados durante estos años, que formaron parte de diversas oleadas de represalias y campañas de persecución y persecución de refugiados, se convirtieron colectivamente en una serie de ataques generalizados y sistemáticos contra la población civil y se pudieron encontrar por un tribunal competente para constituir crímenes de lesa humanidad - Naciones Unidas

Estas serían algunas de las acciones que se denunciaron: mort 1mort 2mort 3mort 4mort 5

No obstante, según la ONU, hubo “informes exagerados cuyas cifras no guardan proporción alguna ni siquiera con la cantidad de habitantes en las localidades” en las que se produjeron. En 1997, el Alto Comisionado interino de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos declaró que "unos 200.000 refugiados hutus bien podrían haber sido masacrados". Según el historiador Emizet Kisangani, el número de muertos sería de alrededor de 233.000.

 

Para más información, consultad los siguientes informes:

-WHAT KABILA IS HIDING. Civilian Killings and Impunity in Congo. Disponible en https://www.hrw.org/sites/default/files/reports/congo1097_web.pdf

-DEMOCRATIC REPUBLIC OF THE CONGO, 1993–2003. Disponible en https://www.ohchr.org/Documents/Countries/CD/DRC_MAPPING_REPORT_FINAL_EN.pdf

-THE MASSACRE OF REFUGEES IN CONGO: A CASE OF UN PEACEKEEPING FAILURE AND INTERNATIONAL LAW. Disponible en https://www.cambridge.org/core/services/aop-cambridge-core/content/view/619DB8205322F9998D3659A7F0B4CF6F/S0022278X0000330Xa.pdf/massacre_of_refugees_in_congo_a_case_of_un_peacekeeping_failure_and_international_law.pdf

-E/CN.4/1997/6 28 de enero de 1997. Disponible en https://documents-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/G97/103/24/PDF/G9710324.pdf?OpenElement

-E/CN.4/1997/6/Add.2 2 de abril de 1997. Disponible en https://documents-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/G97/115/54/PDF/G9711554.pdf?OpenElement

-THE GREAT AFRICAN WAR CONGO AND REGIONAL GEOPOLITICS, 1996–2006. Disponible en https://www.sahistory.org.za/sites/default/files/archive-files/filip_reyntjens_the_great_african_war._congo_andbook4you.org_.pdf

 

[1] Los banyarwanda son el grupo cultural y lingüístico de personas que habitan principalmente Ruanda. Dentro de los banyarwanda hay tres subgrupos: hutu , tutsi y batwa . Algunos banyarwanda viven en la República Democrática del Congo y han emigrado allí desde la vecina Ruanda en oleadas. En el Congo, viven en las provincias de Kivu del Norte y Kivu del Sur. También hay 1 millón de banyarwanda en Uganda, donde viven en el oeste del país; Umutara y Kitara son los centros de sus áreas pastoriles y agrícolas.

[2] Los banyamulenges, o bunyamulenge en singular, cuyo significado literal es «habitantes de Mulenge», equivalente a «tutsi congoleño», son un grupo étnico de origen tutsi concentrado en la alta meseta de Kivu del Sur, en el oriente de la República Democrática del Congo, cerca de la frontera con Burundi y Ruanda. En la provincia de Kivu del Sur, los banyamulenges forman una importante minoría.