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El fin de la independencia de los medios y la consolidación de la extrema derecha

Los grandes grupos mediáticos, que manejan entre todas sus cadenas la inmensa mayoría de los datos de audiencia, de oyentes y de lectores, llegan a ostentar buena parte del discurso y el relato que se vende a la sociedad, lo que hace como mínimo cuestionarse hasta qué punto terminan influyendo en algo tan importante como el voto, la opinión e incluso las necesidades de parte importante de la gente.  Esto no es sorprendente, pues se trata de grandes grupos corporativos ligados a los poderes económicos de España. No obstante, un contexto de crisis sumado a otros acontecimientos como puede ser la corrupción de la monarquía en España, la criminalización de las protestas, el blanqueamiento del fascismo, los bulos sobre fuerzas de izquierda, etc. revelan de manera menos sutil la verdadera cara de estos aparatos informativos.
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El fin de la independencia de los medios y la consolidación de la extrema derecha

Artículo original de Al Descubierto

En la última década, los diferentes regímenes democráticos a nivel mundial han ido derivando hacia una crisis de legitimación debido a las propias contradicciones del sistema, a las decisiones tomadas y a la dificultad para responder las necesidades de la ciudadanía, entre otros motivos. A causa de esto han surgido discursos, movimientos sociales y un malestar general por gran parte de la sociedad que busca ofrecer alternativas.

No obstante, que aparezcan nuevos movimientos sociales en épocas de conflicto y malestar social no siempre quiere decir que se reivindiquen más derechos o una mejora en la democracia, ya que se ha producido, por ejemplo, el auge de movimientos de extrema derecha por toda Europa y en América en los últimos años.

A nivel europeo se observa cómo, desde los años 70, se empiezan atisbar una serie de procesos políticos por parte de la ultraderecha con la intención de reinventarse como movimiento político, como es “La Nueva Derecha”, una iniciativa impulsada por el entonces Frente Nacional de Francia (hoy Agrupación Nacional) lanzada desde el think tank GRECE a partir de los escritos de Alain de Benoist.

Asimismo, en Europa los movimientos ultraderechistas comienzan alejarse de los postulados fascistas clásicos para generar nuevas estrategias de comunicación política. Estas transformaciones se caracterizan por la aceptación del juego democrático, intentando hacer llegar sus discursos a través de los canales tradicionales (prensa, radio, TV) y los nuevos (redes sociales e Internet).

Así pues, los partidos de ultraderecha han aumentado en la Unión Europea de manera constante y estable estando representados en un total de 18 parlamentos europeos, además de en muchísimos regionales y municipales.

De esta forma, el auge del apoyo de partidos políticos de extrema derecha se ha convertido en uno de los asuntos más relevantes en materia de política internacional. Aunque análisis y valoraciones de este rápido ascenso del populismo de derechas radical son muy variados, la mayoría de expertos en la materia coincide en que tiene que ver con una mezcla de factores contextuales unidos a una gran adaptación de su discurso político, incluyendo las estrategias de comunicación y su capacidad para difundir sus discursos de odio a través de una amplia red de medios, tanto tradicionales como digitales.

En el caso de los medios de comunicación, muy a pesar del constante ataque que sufren por buena parte de la ultraderecha bajo acusaciones de estar vendidos a una supuesta “agenda progre”, un análisis profundo revela que la mayor parte de la audiencia se encuentra en unas pocas manos cuyos intereses distan mucho de estar del lado del ciudadano medio.

Y que, de hecho, específicamente en el caso de España, su imparcialidad, su falta de rigor y su monopolización por parte de entidades bancarias, que se amparan bajo las tesis económicas neoliberales surgidas en los años 70 y 80, precisamente tienden a favorecer el crecimiento de la derecha radical.

Una situación que ha puesto en peligro de extinción el trabajo periodístico riguroso y su función pública: contar la verdad y ayudar a entender la realidad social que incumbe a la mayoría ciudadana. Y que, además, ha sido un factor determinante en la expansión de la extrema derecha en el país, otorgándole cuotas de difusión muy altas a sus discursos, justificándolo o blanqueándolo.

La imparcialidad de los medios españoles: bulos, desinformación y ‘fake news’

El sistema económico capitalista se caracteriza, entre otras cuestiones, por sus crisis cíclicas: Crack de 1929, Crisis del petróleo (1973 y 1977), Crisis Subprime (2008). Cada vez que se produce una crisis se abre un campo de luchas de poder, donde tanto los discursos, como los movimientos sociales, ponen en duda los relatos hegemónicos y a las propias instituciones que conforman el statu quo.

Así pues, estos contextos de conflicto intensificados por las crisis sirven para mostrar con más claridad las luchas que se dan en el ámbito social, cultural, político y económico. Y, de hecho, cada una de estas crisis ha implicado cambios en todos los ámbitos, para bien o para mal.

Además, las tesituras negativas resultan útiles para destapar la verdadera cara de las instituciones y, en España, han servido para arrojar las evidencias de la imparcialidad periodística de los medios de comunicación.

Un claro ejemplo de imparcialidad periodística se puede observar en los medios de comunicación hegemónicos: Atresmedia (Antena 3, LaSexta), Mediaset (Telecinco, Cuatro), Grupo Prisa (El País, The HuffPost). En los medios pertenecientes a estos grupos, sus informaciones están en muchas ocasiones sesgadas ideológicamente, principalmente debido a un sesgo escorado a la derecha del espectro político, especialmente en el plano económico, donde se tiende a reforzar el discurso neoliberal y la defensa del capitalismo.

Se llama neoliberalismo a una doctrina o conjunto de doctrinas económicas y sociopolíticas surgidas en los años 70 y 80 de las escuelas económicas de Austria y de Chicago, de la mano de economistas como Friedrich Von Hayek o Milton Friedman para hacer frente a las políticas intervencionistas y regulacionistas del modelo keynesiano que había imperado desde los años 30, 40 y 50. Es, también, la evolución histórica del sistema capitalista. Es decir, engloba a las dinámicas hegemónicas que componen el sistema capitalista de hoy en día.

Así, el capital, el individuo y el libre mercado son los pilares base de esta doctrina económica. Esto no es simple perorata teórica, pues engloba también un relato, un discurso y unos valores que justifican muchas desigualdades materiales. Un ejemplo es cómo se intenta vender que las empresas gestionan mejor los servicios públicos, que los impuestos son malos y egoístas, que facilitar el despido o subir el salario mínimo perjudican a los trabajadores… o incluso que el que es pobre lo es porque no se ha esforzado.

Volviendo a los medios de comunicación, siendo propiedad de grandes bancos o fondos de inversión como Santander, BBVA o BlackRock (fondo de inversión que maneja unos 5,3 billones de euros, casi tanto como el PIB de Alemania y Francia Juntos), son presionados para difundir de una manera constante estas mismas ideas, atacando y marginando los discursos críticos que planteen alternativas al relato neoliberal.

Y, además, en muchas ocasiones dan cabida a los discursos de extrema derecha, los cuales están ligados en España en la mayoría de ocasiones a un liberalismo extremo, favorable a las clases altas y a las grandes empresas.

Por tanto, siempre hay una tendencia global en su agenda mediática ha criticar a los partidos políticos y a las organizaciones progresistas y de izquierdas, especialmente en el plano económico. En este caso, en España, aglutinando gran parte de su acoso y derribo mediático a Unidas Podemos y sus confluencias (Izquierda Unida, En Marea, En Comú Podem), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), EH Bildu, Candidatures d’Unitat Popular (CUP), y en general a cualquier alternativa incluso cuando no es estrictamente anticapitalista.

Los periodistas corren el riesgo de convertirse en portavoces involuntarios de los grupos propietarios de los medios de comunicación. Autor: Scott Mickelson, 28/03/2017. Fuente: Journals.plos.org (CC-BY.2.5)
Los periodistas corren el riesgo de convertirse en portavoces involuntarios de los grupos propietarios de los medios de comunicación. Autor: Scott Mickelson, 28/03/2017. Fuente: Journals.plos.org (CC BY 2.5)

 

Con agenda mediática, se hace referencia a través de la teoría Agenda-Setting al proceso por el cual los medios de comunicación eligen los temas que deben ser contados y en que prioridad a la ciudadanía.

La Agenda-Setting, es un elemento fundamental en la percepción de la realidad hoy en día, pues en la era de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) lo que no está en los medios, simplemente no existe.

De esta manera, los contenidos que se cuentan a través de los medios de comunicación de masas influyen en la realidad que percibe la población, pues son la entrada de información que las personas reciben y que luego interpretan y que acaba construyendo la opinión pública.

A menudo se argumenta que, con la pluralidad que existe actualmente, esto se previene mejor. Sin embargo, con el paso del tiempo, esta pluralidad cada vez se desvela como más falaz: no solo los medios tradicionales están cada vez en menos manos, sino que se invierten ingentes recursos en controlar las tendencias emergentes en redes sociales a través de campañas masivas, influencersbots y empresas especializadas que saben aprovechar los algoritmos de las redes para saber cómo llegar a una gran cantidad de gente.

Ejemplos de cómo la Agenda-Setting se ha dirigido intencionadamente a dañar la imagen pública de Podemos es la gran campaña mediática que se realizó poniendo el foco de atención en la compra de un chalet por parte de Pablo Iglesias e Irene Montero, principales líderes de la formación. Una operación completamente legal que hicieron a través de la concesión de una hipoteca de manera transparente y con el dinero ganado legalmente por los dos.

Todas las televisiones estatales, prensa y radio invirtieron horas y horas de debate y artículos sobre si esta decisión de los dos políticos era ética o no. Incluso se llegó a comparar dicha acción con casos de corrupción reales, equiparando esta decisión personal a un delito.

Es ilícito hablar y debatir de cualquier tema en los medios de comunicación democráticos, sin duda, es sano hablar de si los líderes de Podemos han dado un buen ejemplo haciendo esto, no es la intención del artículo entrar en valoraciones.

No obstante, han ocurrido una gran cantidad de escándalos de corrupción real por parte del Partido Popular (PP), de la monarquía o la reconocida financiación de Vox por parte del exilio iraní para las campañas de las elecciones europeas que no han cubierto ni la tercera parte de las horas televisivas que ha tenido el debate sobre el chalet de Pablo Iglesias e Irene Montero (un acontecimiento completamente legal).

Lo que hicieron (y continúan haciendo) lo medios, así como buena parte de los partidos políticos rivales es hacer de la anécdota un escándalo que les sirviera para construir un relato que desfigurara la imagen de Podemos. Un relato que, además, encaja precisamente con ese discurso derechista: “Pablo Iglesias es un político más, que vive del cuento y rodeado de lujos, es incoherente, la izquierda es hipócrita…”

Este es un ejemplo, pero hay más aunque sean menos conocidos. Mucho antes, durante las protestas del Movimiento 15M entre los años 2011 y 2014, la masa de manifestantes fue duramente criminalizada por los medios y presentadas ante la sociedad como “perroflautas” que no tenían nada mejor que hacer. Se llegaron a publicar fotografías de huelguistas con sus datos para presentarlos como malos estudiantes e incluso a manipular fotografías en portadas de periódicos.

Otro gran ejemplo, ya histórico, de manipulación sucedió cuando Pedro J. Ramírez era director de El Mundo en 2004 y se plegó al relato falso de que los atentados del 11 de marzo fueron realizados por la banda terrorista ETA. Un engaño que, a las puertas de las elecciones generales, buscaba evitar que el descontento popular cayera sobre el Gobierno de José María Aznar (PP), puesto que, en realidad, los atentados fueron una respuesta a la entrada de España en la Guerra de Irak por parte de Al Qaeda.

De hecho, en aras de la manipulación a través de la Agenda-Setting, la prensa española difunde noticias falsas o sesgadas generando desinformación. Además, de los ejemplos anteriores, los hay más actuales.

Un ejemplo de hace pocos días se puede encontrar en el telediario de Antena 3, donde el presentador Vicente Vallés difundió un bulo sobre Pablo Iglesias, vicepresidente segundo del gobierno. Una noticia falsa que además había sido rectificada por el propio medio que la había propagado en un principio, el periódico El Mundo.

Este bulo también ha sido reproducido por otros programas de máxima audiencia como Espejo Público y la presentadora Susanna Griso o Ana Rosa Quintana en su programa de Telecinco, de la productora Mediaset.

Otro ejemplo puede verse en las múltiples evidencias de un claro sesgo intencionado sobre la manera en que se han narrado los últimos acontecimientos en España.

En este caso, se observa un sesgo manipulativo en la manera de relatar las manifestaciones y disturbios que han tenido su origen en el encarcelamiento del rapero Pablo Hasel, el cual ha sido condenado por delitos reiterados de enaltecimiento del terrorismo e injurias a la Corona (a causa de una serie de tuits y una canción sobre el rey emérito) y que parte importante de la población española ha considerado como un ataque directo a la libertad de expresión.

Los medios españoles en prácticamente su totalidad han tildado las protestas de vandalismo y radicalismo, ocultando gran parte de la problemática y del centro del debate en sí mismo. De esta manera, dentro del contexto de las movilizaciones y altercados en los últimos días en España se encuentran otros acontecimientos claves para entender el estallido de malestar social y crispación:

Por un lado, una concentración neonazi en homenaje a la División Azul que se celebró sin ningún tipo de impedimento, en la cual se dieron múltiples y explícitas declaraciones antisemitas, violentas y otros hechos que son constitutivos de delitos de odio que han tenido un trato más que tolerable por la prensa y el propio gobierno madrileño que aprobó el acto. Todo esto ha escandalizado a ciertos sectores de la sociedad española, e incluso a nivel internacional.

Durante esos días, además, una de las figuras centrales de aquel acto, la joven falangista de 18 años Isabel Medina Peralta, hizo su particular tour por diferentes medios de comunicación para conceder entrevistas y replicar su discurso, llegando a presentarla como “la nueva musa del fascismo”, donde expresó sin tapujos sus ideales xenófobos, racistas, homófobos, antisemitas y autoritarios sin apenas réplica por parte de esos mismos medios.

Por otra parte, se dio un nuevo caso de brutalidad policial en Linares (Jaén), donde dos policías fuera de servicio propiciaron una paliza a un hombre y agredieron a su hija de 14 años cuando intentaba evitarlo. Esto supuso el inicio de múltiples disturbios en la localidad, una población que además esta fuertemente castigada por el paro y la precariedad.

Además, a esto cabe sumar varios videos virales de brutalidad policial que se difundieron por esos días a través de las redes y que provocaron una mayor indignación, especialmente a través de redes sociales.

De hecho, los abusos de poder de la policía española han sido la tónica para lidiar con las movilizaciones en protesta del encarcelamiento de Hasél y en reivindicación de la libertad de expresión. Manifestaciones que se han realizado en Madrid, Barcelona, Valencia, Lleida y otras ciudades, siendo casi todas protagonizadas por las cargas policiales y los disturbios.

Brutalidad policial documentada en decenas de vídeos difundidos por las redes sociales que, sin embargo, han sido descartados en gran parte de los medios de comunicación, blanqueando esta situación de abuso de poder y manipulando la realidad con explicaciones simplistas. Dejando de lado los problemas estructurales que rodean a España como el paro juvenil más alto de Europa y catalogando lo sucedido como “acontecimientos vandálicos perpetuados por radicales antisistema”. Es decir, ignorando las causas y criminalizando a los manifestantes, poniéndose automáticamente del lado de las fuerzas policiales.

Aunque la prensa española ha sido muy insistente en la radicalización de las protestas, existen claras evidencias de la brutalidad policial frente a concentraciones pacíficas, multitud de vídeos de cargas desproporcionadas como las del tuit expuesto justo arriba o el siguiente:

La prensa no solo se ha limitado a contar de manera sesgada los altercados, sino que, además, ha utilizado bulos para justificar su postura de criminalización de todos los manifestantes. Tanto LaSexta como Telecinco difundieron el bulo de la utilización de armas (como una ballesta casera) en las manifestaciones, que posteriormente se ha destapado como una información falsa.

Todas estas evidencias de sesgos o bulos descubren cómo los medios de comunicación españoles tergiversan la información y utilizan la Agenda-Setting para imponer su discurso derechista. Y a su vez criminalizar sistemáticamente posturas democráticas relacionadas con todo lo que tenga que ver con ya no con la izquierda alternativa, sino con todo aquel grupo o movimiento que, a su juicio, vaya contra sus intereses, criminalizando de una manera clara el movimiento antifascista.

Un posicionamiento que nos revela como la ideología derechista conservadora impera en los medios españoles, y que se alinea con buena parte del relato de la extrema derecha, como el ataque al antifascismo. Su máximo ejemplo es Donald Trump, el cual los equiparó a una asociación terrorista. En cambio, los que acabaron asaltando el Capitolio de manera violenta fue la extrema derecha trumpista y no el movimiento antifascista.

El monopolio de los medios de comunicación en España y el fin del derecho a la información

El artículo 20 de la Constitución Española hace referencia al derecho a la información, una información que debe ser transparente, rigurosa y plural, pues es un elemento indispensable para una democracia real.

Artículo 20
1. Se reconocen y protegen los derechos:

a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción.
b) A la producción y creación literaria, artística, científica y técnica.
c) A la libertad de cátedra.
d) A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas libertades.

2. El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa.

3. La ley regulará la organización y el control parlamentario de los medios de comunicación social dependientes del Estado o de cualquier ente público y garantizará el acceso a dichos medios de los grupos sociales y políticos significativos, respetando el pluralismo de la sociedad y de las diversas lenguas de España.

4. Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este Título, en los preceptos de las leyes que lo desarrollen y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia.

5. Sólo podrá acordarse el secuestro de publicaciones, grabaciones y otros medios de información en virtud de resolución judicial.

Constitución Española de 1978

En España, analistas coinciden en que este derecho se está viendo perjudicado por el oligopolio mediático y por los grandes bancos y fondos de inversión que controlan la propiedad de los medios, tejiendo una red de control y manejando factores tan importantes como la agenda mediática y la opinión pública.

De esta manera, la propiedad de los medios españoles se presenta en forma de grandes conglomerados de empresas donde los grupos más destacados son el Grupo Prisa, Mediaset y Atresmedia.

En primer lugar, el Grupo Prisa, compuesto por medios como El País, el AS, The Huffington Post, Le Monde, Cadena Ser, Movistar Plus, etc. Dentro de sus propietarios está la familia Polanco, fondos de inversión irlandeses, de Luxemburgo, de las islas Caimán o el Banco HSBC (acusado de hacer lavado de dinero negro por todo el mundo), entre otros.

Su cadena de televisión Canal+ fue comprada por Telefónica por 750 millones de euros, convirtiéndose en Movistar+. Además, el Grupo Prisa ha tenido que ser rescatado en diversas ocasiones por entidades bancarias como el Banco Santander, Caixa Bank, Fondo Liberty Group y HSBC a través una cantidad equivalente a 600 millones de euros.

En estos procesos de rescate, el presidente del Grupo Prisa, Juan Luis Cebrián, tuvo el respaldo de organismos políticos reguladores, es decir, los respectivos Gobiernos del PP y el PSOE.

En segundo lugar, Mediaset, conocido por tener las cadenas de televisión Telecinco y Cuatro, entre otras cadenas como Energy, Divinity, Factoría de Ficción o Boing. En este caso el máximo accionista es Silvio Berlusconi, líder del partido conservador Forza Italia y presidente del gobierno de Italia en tres ocasiones entre 1994 y 2011. No obstante, gran parte de sus acciones son propiedad de diversos fondos de inversión como Invesco o BlackRock

Si bien este grupo podría ser la competencia del Grupo Prisa, nada más lejos de la realidad, pues el fondo de inversión BlackRock vincula a estas dos entidades al ser el principal accionista de Telefónica. Además, el banco BBVA y el Banco Santander también son accionistas principales de Telefónica, cercando así más aún la red del oligopolio.

En tercer lugar, Atresmedia, dueño de Antena 3, La Sexta, Onda Cero, La Razón o Editorial Planeta. El máximo accionista de Atresmedia es el Grupo Planeta, el cual también está ligado a los otros dos grandes grupos:

Por un lado, con el Grupo Prisa, ya que el Grupo Planeta (Atresmedia) tiene una alianza directa con la fundación Telefónica (Grupo Prisa). Por otro lado, comparte con Mediaset un accionista, en este caso el fondo de inversión Invesco.

Para entender el grado de monopolio mediático de España se puede hacer referencia a los casos de absorción por parte de las cadenas independientes Cuatro (Mediaset) y La Sexta (Atresmedia).

Estas dos cadenas de televisión españolas que en sus inicios eran independientes han sido absorbidas por el gran oligopolio mediático. Además, da para la reflexión que un grupo como el de Atresmedia controle LaSexta (cadena supuestamente progresista) y La Razón (periódico por su marcado carácter conservador), dejando entrever como el oligopolio mediático en España controla todos los segmentos de la audiencia del país.

Conclusión: la veracidad informativa como pilar de la democracia

Así, los grandes grupos mediáticos, que manejan entre todas sus cadenas la inmensa mayoría de los datos de audiencia, de oyentes y de lectores, llegan a ostentar buena parte del discurso y el relato que se vende a la sociedad, lo que hace como mínimo cuestionarse hasta qué punto terminan influyendo en algo tan importante como el voto, la opinión e incluso las necesidades de parte importante de la gente.

Nixon abandonando la Casa Blanca en 1974 a causa de las consecuencias del Escándalo Watergate, uno de los hitos más conocidos del periodismo de investigación. Autor: Oliver F. Atkins, 09/08/1974. Fuente: Proyecto de materiales presidenciales de Nixon. medios
Nixon abandonando la Casa Blanca en 1974 a causa de las consecuencias del Escándalo Watergate, uno de los hitos más conocidos del periodismo de investigación. Autor: Oliver F. Atkins, 09/08/1974. Fuente: Proyecto de materiales presidenciales de Nixon.

 

Esto no es sorprendente, pues se trata de grandes grupos corporativos ligados a los poderes económicos de España. No obstante, un contexto de crisis sumado a otros acontecimientos como puede ser la corrupción de la monarquía en España, la criminalización de las protestas, el blanqueamiento del fascismo, los bulos sobre fuerzas de izquierda, etc. Revelan de manera menos sutil la verdadera cara de estos aparatos informativos.

¿Por qué, si no, iba a tener OkDiario, un medio ultraconservador implicado en escándalos de corrupción y de polémicas por la difusión de bulos y fake news, un puesto preferente en todas y cada una de las tertulias políticas?¿Cómo puede ser, de hecho, que tenga hasta 18 colaboradores, a veces incluso dos por tertulia, mientras que medios mucho más leídos y conocidos como El País o El Mundo no tienen tantos?

¿Por qué a menudo invitan a tertulianos que, sí, son de izquierdas, como Gaspar Llamazares o Cristina Almeida pero que, sin embargo, se dedican a verter exactamente las mismas críticas hacia el resto de fuerzas de izquierdas que las emitidas desde las derechas?

¿Por qué hay tantísima indignación cuando personalidades tan poco sospechosos de ser peligrosos terroristas como Iñigo Errejón (Más País) realizan una crítica sosegada, clara y evidente sobre quiénes manejan los medios de comunicación en España?¿Por qué parece que es, de hecho, un tema tabú criticar la calidad democrática de un país y el poder de los grandes lobbies económicos?

Asimismo, para finalizar la reflexión sobre esta problemática, sería interesante analizar cómo la prensa del país ha informado sobre los múltiples casos de corrupción del rey emérito en los últimos meses. Y cómo los medios tienden a cerrar filas frente a la Corona.

Desde que se destapó la noticia del rey de España y su fuga del país, los medios han iniciado una gran campaña de blanqueamiento de la situación, y no solo los medios televisivos, sino a través de todos los canales: radio, TV, prensa escrita… Hasta tal punto ha llegado el encubrimiento y la defensa de la monarquía que se ha acabado despidiendo a un guionista de televisión española por presentar un rótulo que decía “Leonor se va de España, como su abuelo”

Esto es un problema muy grave y sitúa a España en una situación vulnerable. No se puede negar que en los demás países europeos no ocurran cosas similares. Los medios de comunicación hegemónicos están totalmente influenciados por el poder económico, al igual que todo tipo de institución de su calibre e importancia.

Al final, los intereses económicos de las grandes empresas priman por encima de los intereses de la sociedad. Y, cuando estas empresas son grandes y tienen capacidad de influir en la opinión pública, es lógico pensar que tratarán de favorecer un relato que les beneficie, en este caso, doctrinas económicas neoliberales, convirtiendo a los medios en un poder de facto. Un poder que la ciudadanía no elige.

De hecho, este poder económico está infiltrado en todas sus estructuras. No obstante, el caso español es especialmente grave, pues es altamente difícil obtener un discurso o relato realmente objetivo de la mayoría de prensa española, hasta el punto de ser señalada por la comunidad internacional. Esta manera de actuar de los medios hiere de muerte la democracia, la inhabilitan.

Si los medios de un país, los encargados de informar a una sociedad de manera objetiva e imparcial, es decir, de aportar una información veraz de la realidad social, se dedican a manipular hasta los temas más evidentes, como que Vox es un partido ultraderechista, o que el rey se ha fugado de España para eludir responsabilidades por sus numerosos casos de corrupción, difícilmente la gente podrá tomar decisiones coherentes con facilidad, ya que la realidad que se les presenta es ficticia, es un engaño, y va directamente contra los intereses de la ciudadanía.

Además, si la manera de afrontar acontecimientos como lo ocurrido en Madrid a través de la concentración neonazi por parte de la prensa es la de blanquear, limar asperezas, normalizar, incluso entrevistar a una de sus protagonistas, Isabel Medina, con un titular como “Esta es Isabel Medina, la musa falangista del vídeo con camisa azul”, es probable que parte del público al que le llega la noticia tenga una percepción errónea de lo que Isabel Medina representa. Y todo esto, sin entrar en como a través de una entrevista a una neonazi confesa, la prensa, intencionadamente o no, da pie a expandir su discurso de odio de manera exponencial.

Por otro lado, la rigurosidad y la independencia periodística no exige que cadenas como Antena 3 o Telecinco, claramente conservadoras, den mítines sobre marxismo, por poner un ejemplo, o hagan proselitismo de ninguna idea en particular. Lo único que se exige es honradez y veracidad. Por tanto, si un jefe de estado se ha exiliado a causa de sus numerosos casos de corrupción perpetuados durante su mandato, esto debe ser informado, sin manipulaciones ni tapujos.

Si existe una concentración neonazi, que se explique las graves consecuencias que esto puede conllevar. Si hay disturbios generalizados por el país, se intente analizar por qué, se intente comprender y no generar un relato de criminalización de un derecho básico como es el derecho a manifestarse pacíficamente, como la mayoría de personas han hecho estos días.

Y también, si existe brutalidad policial y abuso de poder se diga, en resumidas cuentas, que se intente contar la verdad (con todas sus complejidades y matices).

Sin embargo, el poder económico va más allá. Al impregnar a la opinión pública, termina impregnando a los partidos políticos, que cierran filas con determinados medios y se apoyan en sus discursos, a cambio de ciertas prebendes, como subvenciones o legislación favorable, lo que se suele llamar “red clientelar”.

Y que llega incluso al sistema educativo, un punto desde el cual se podría educar a una ciudadanía crítica, pero que se resiente con el énfasis en la educación privada, la subida de tasas universitarias o la reducción de inversión y de plazas en la pública. Al final, es toda una red que, incluso con el apoyo de grandes empresas extranjeras, se ocupa de que el relato y el discurso siempre apunte en la misma dirección.

En definitiva, la falta de veracidad informativa es un gran problema si se quiere avanzar como democracia, los medios de comunicación deberán avanzar juntamente a los postulados de honradez, independencia y transparencia, y si no, se deberá exigir que cambien y que dejen de actuar como panfletos publicitarios en noticias que se asemejan cada vez más a la prensa de las peores décadas del siglo XX.

El propósito de los medios de comunicación de masas no es tanto informar de lo que sucede, sino más bien dar forma a la opinión pública de acuerdo a las agendas del poder corporativo dominante – Noam Chomsky

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