El terrorífico coste de la "guerra contra el terror": entre 800.000 y 6 millones de muertes
El 11 de septiembre de 2001 amaneció como un día cualquiera en Nueva York, Washington y en los campos de Shanksville, Pensilvania. Sin embargo, poco tiempo después, a las 8:46 de la mañana, aquel soleado día comenzó a tornarse en tragedia. 4 aviones pulverizados, dos rascacielos derribados, varios edificios colapsados y un edifico gubernamental seriamente dañado. Y si, miles de vidas que desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos. El atentado provocó la muerte de 2.996 personas de manera directa y dejó miles de heridos y afectados.
La mayoría de los muertos fueron civiles o miembros de los equipos de rescate que hicieron todo lo posible para salvar a aquellos que desde un principio parecían condenados. Sin embargo, la pesadilla no terminó ahí. Muchos de los que fueron engullidos por la nube tóxica que se produjo a raíz del colapso de las dos torres del WTC siguen sufriendo problemas de salud de diversa índole, muchos han perdido la vida a causa del cáncer y otras enfermedades relacionadas. Otros muchos presentan graves secuelas psicológicas provocadas por el horror del que fueron testigos.
Aquel día cambió a Estados Unidos para siempre. Pero también supuso el inicio de una horrenda pesadilla para millones de personas, personas que, como los civiles del 11-S, sufrieron y sufren el horror por parte de aquellos que no respetan en absoluto la vida humana. A todas luces, Estados Unidos aprovechó aquel duro golpe que recibió el 11 de septiembre de 2001 para hacer cumplir sus objetivos de dominio. Y es así como comenzó “la guerra mundial contra el terrorismo”, una guerra que no tenía como objetivo real hacer desaparecer el terrorismo islámico.
El primer país que sufrió el envite estadounidense fue Afganistán el 7 de octubre de 2001. Las fuerzas estadounidenses que entraron al país bajo el pretexto de acabar con Osama Bin Laden derribaron el gobierno Talibán y se quedaron en el país nada más y nada menos que 19 años, 10 meses y 8 días. Recientemente, y muy probablemente como un cambio de estrategia, han dejado que los talibanes tomen el poder.
El próximo objetivo fue Irak. Después de llevar a cabo uno de los programas de ingeniaría social más amplios y eficaces de la historia moderna, los estadounidenses convencieron a medio mundo de que Sadam Huseín era un peligro global para la paz mundial y que había que derrocarlo. Huseín no tenía armas de destrucción masiva en 2003 (fueron destruidas en los 90 bajo el amparo de las Naciones Unidas) ni tenía relaciones con el fundamentalismo islámico sunní. Los objetivos estadounidenses detrás de la invasión de Irak eran los siguientes: derrocar a un gobernante que amenazaba con entorpecer los planes expansionistas estadounidenses, hacer colapsar y neutralizar un país que era una potencia regional y robar sus recursos naturales.
Estados Unidos expandió su guerra en Afganistán a Pakistán en 2004. La CIA comenzó a lanzar ataques con drones. Desde entonces, Estados Unidos han llevado a cabo al menos 430 ataques con aviones no tripulados en Pakistán, según la Oficina de Periodismo de Investigación, y el ejército paquistaní ha realizado varias operaciones militares en áreas fronterizas con Afganistán.
Sin embargo, las intervenciones estadounidenses no acabaron en Afganistán. En 2006, Estados Unidos intervino de nuevo en Somalia para apoyar una invasión militar por parte de Etiopia. Cinco años después, en 2011, bajo el pretexto de proteger a la población civil Estados Unidos intervino tanto en Libia como en Siria. El objetivo real, sin embargo, era otro: echar del poder a los gobernantes de ambos países, neutralizar a ambos Estados, reconfigurar el poder y controlar los recursos estratégicos. Por último, Estados Unidos es miembro de una coalición que lleva bombardeando Yemen desde 2015 y ha colaborado y sigue colaborando activamente (mediante la venta de aeronaves, bombas, misiles y otros armamentos) con Arabia Saudí, el país responsable de la mayoría de los mortíferos ataques aéreos que han tenido como su objetivo a la población civil yemení.
"American Standard", obra del artista Thomas Rude.
Las cifras del horror
Según el Instituto Watson de Asuntos Internacionales y Públicos de la Universidad de Brown (EE.UU.), al menos 801. 000 personas han perdido la vida por la violencia directa en las guerras de Irak, Afganistán, Siria, Yemen o Pakistán. Desde esta institución sin embargo reconocen que “el número de personas que han resultado heridas o enfermas a consecuencia de los conflictos es mucho mayor, al igual que el número de civiles que han muerto indirectamente como resultado de la destrucción de hospitales e infraestructura y la contaminación ambiental”.
Miles de militares estadounidenses han perdido la vida, al igual que miles de contratistas civiles. Muchos han perdido posteriormente por lesiones y enfermedades sufridas en las zonas de guerra. “Cientos de miles de soldados y contratistas han resultado heridos y viven con discapacidades y enfermedades relacionadas con la guerra”, afirman desde la Universidad de Brown. Sin embargo, la gran mayoría de las personas son civiles. En concreto, calculan que desde 2001 han perdido la vida en los combates más de 335.000 civiles.
Según la Universidad de Brown, millones de personas también han sido desplazadas por la guerra. Concretamente, según esta institución, las guerras estadounidenses posteriores al 11 de septiembre han desplazado por la fuerza al menos a 38 millones de personas dentro y fuera de Afganistán, Irak, Pakistán, Yemen, Somalia, Filipinas, Libia y Siria. Este número supera el total de desplazados por todas las guerras desde 1900, exceptuando la Segunda Guerra Mundial.
The cost of the global war on terror: $6.4 trillion and 801,000 lives according to latest figures from @CostsOfWar https://t.co/ChFTJLLL9o
— Watson Institute (@WatsonInstitute) November 15, 2019
Uno de los analistas que ha intentado cuantificar la pérdida de vidas en las guerras estadounidenses posteriores al 11 de septiembre de 2001 es Nicolas J.S. Davies. Este analista es el autor del libro “Blood on Our Hands: The American Invasion and Destruction of Iraq”. Es investigador en CODEPINK, una organización feminista, pacifista y antimilitarista estadounidense y escritor freelance.
Estos son los datos que proporciona:
- En el caso de Irak, Nicolas Davies, junto con la ayuda de Medea Benjamin, estima que alrededor de 2.4 millones de personas han muerto como resultado de la invasión liderada por Estados Unidos.
- En el caso de Afganistán, según Davies, alrededor de 875.000 afganos han muerto desde 2001, con un mínimo de 640.000 y un máximo de 1.4 millones. En el caso de Pakistán, Davies estima que han perdido la vida entre 150.000 y 500.000 paquistaníes. Afirma que “una estimación razonable sería que unas 325.000 personas han muerto en Pakistán como resultado de la guerra de Estados Unidos en Afganistán que se ha extendido a través de sus fronteras”. Afirma que, aproximadamente, la guerra liderada por Estados Unidos en Afganistán y Pakistán ha causado la muerte de 1.2 millones de personas.
- En el caso de Libia, Davies calcula que “la guerra, la violencia y el caos que desataron los Estados Unidos y sus aliados en Libia a partir de febrero de 2011 y que continúa en la actualidad” ha provocado la muerte de 250.000 libios. En este caso, se han matado a 150.000 personas como mínimo y, como máximo, a 360.000.
- En el caso de Siria, Davies calcula que la guerra ha arrebatado la vida a 1.5 millones de personas aproximadamente. Afirma que en el mejor de los casos han perdido la vida 1 millón de personas y que en el peor la cifra sería de 2 millones de personas.
- En el caso de Somalia, Davies defiende que, según sus estimaciones, el número real de personas con cuya vida se ha acabado en el país desde 2006 debe rondar entre 500.000 y 850.000. Subraya que, lo más probable es que se hayan producido aproximadamente 650.000 muertes violentas.
- Por último, en el caso de Yemen, Davies afirma que se ha arrebatado la vida a unas 175.000 personas, con un mínimo de 120.000 y un máximo de 240.000.
En total, […] he calculado que las guerras de Estados Unidos posteriores al 11S han provocado la muerte de 6 millones de personas. Quizás el número acertado sea solo 5 millones; o tal vez sean 7 millones. En cualquier caso, de lo que estoy bastante seguro es de que son varios millones. No son solo cientos de miles de víctimas, como creen muchas otras personas por lo demás bien informadas – Nicolas J.S. Davies.
Estados Unidos, que existe como nación desde 1776, ha pasado cerca del 93% de su tiempo de existencia librando conflictos bélicos con diferentes países del mundo. Sus operaciones militares más recientes y visibles se han concentrado en Irak, Siria, Libia y Afganistán. Bajo el argumento de una lucha “en favor de la libertad, la democracia y los derechos humanos”, Estados Unidos ha neutralizado y saqueado a aquellos países que suponían, según su propio criterio, una amenaza para su hegemonía mundial y que destacaban por ser ricos en recursos de carácter estratégico.