Científicos afirman que eliminar el 100% de las emisiones de CO2 antropogénicas es posible y rentable

Ciertos científicos están desarrollando en el Estado una tecnología para capturar el CO2 del tráfico, de las ciudades, del transporte y de la industria. Tras su captura mediante un reactor químico, el CO2 se convierte en carbonato cálcico “verde” que se puede utilizar como material para fabricar vidrio, detergentes, fármacos o como aditivo de productos alimenticios. Esta tecnología forma parte de los proyectos que se están desarrollando a nivel mundial para reducir la concentración de CO2 en la atmosfera. Sin embargo, ¿logrará la tecnología salvarnos del apocalipsis climático que se avecina?

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Fuente: Sid / Flickr
Científicos afirman que eliminar el 100% de las emisiones de CO2 antropogénicas es posible y rentable

Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) no paran de aumentar mientras que las grandes potencias mundiales intentan ponerse de acuerdo con los objetivos climáticos. Los datos a nivel global no son nada halagüeños: la temperatura global aumenta, mientras que los efectos son cada vez más visibles. Según la Organización de las Naciones Unidas, las emisiones de GEI deberían de reducirse cada año al menos un 7.6% de aquí a 2030 para que se cumpla el Acuerdo de París, que cuyo objetivo principal es eludir el calentamiento global extremo evitando que la temperatura global aumente más de 1.5ºC en las próximas décadas.

Si la temperatura global aumenta 2ºC, el hielo del ártico desaparecerá por completo en uno de cada diez veranos, y no en uno de cada cien como pasaría con un aumento de 1.5ºC. Por ejemplo, en el Mediterráneo, el área quemada por incendios en un verano cualquiera aumentará en un 62% en comparación con la situación actual, pero si la temperatura media sube 1.5ºC el aumento será de un 41%. En el caso de los arrecifes de coral, que ya están gravemente afectados, desaparecerán a una velocidad de vértigo: con un aumento de 1.5ºC se destruirán un 70% y un 90% en todo el mundo, pero con un aumento de 2ºC desaparecerán por completo.

El límite del 1,5ºC es más ambicioso frente al de los 2 grados. Y la diferencia entre quedarse en un punto y otro es la cantidad e intensidad de los impactos del calentamiento. Es decir, los modelos apuntan a que a más calentamiento esos impactos son mayores. Por ejemplo, en la subida del nivel del mar, acidificación del océano, frecuencia y severidad de olas de calor, sequías o precipitaciones extremas en muchas regiones, impactos en biodiversidad y ecosistemas, riesgos en salud... – El País

La lucha por capturar el CO2

Desde hace más de una década, hay distintos proyectos que tienen como base el desarrollo de tecnologías de captura y almacenamiento de CO2, pero hasta la fecha, según algunas fuentes, no se han encontrado métodos que sean rentables. Concretamente en el caso del Estado español, uno de esos proyectos, el del Centro de Desarrollo de Tecnologías de Captura de CO2 de Compostilla, que estuvo promovido por el Gobierno Central y contó con financiación de la Unión Europea, se abandonó porque, aunque era factible, era demasiado caro.

Sin embargo, un grupo ha conseguido eliminar el 100% del CO2 de modo rentable. Tras su captura mediante un reactor químico, este compuesto se convierte en carbonato cálcico “verde” que se puede utilizar como materia para fabricar vidrio, detergentes, fármacos o como aditivo de productos alimenticios. De hecho, de una tonelada de CO2 capturado se obtendrían 2 toneladas de carbonato cálcico, según apunta el director de Medio Ambiente de Ecological World for Life España, Jimmy Morales, la empresa que está desarrollado la tecnología “A New Air” (ANA).

“Vemos el CO2 como una oportunidad para numerosos procesos industriales más que como un problema”, asegura Morales, que señala que “uno de los principales elementos diferenciadores está en el hecho de que ANA usa convertidores químicos en fase sólida frente a las técnicas de captura existentes hasta ahora, que empleaban agua, lo que reduce también el consumo del recurso hídrico”.

En su metodología la reacción química se produce de manera espontánea, “sí o sí”, sin requerir ningún tipo de energía o catalizador, lo que aumenta la eficiencia. En la investigación los científicos han comprobado que con un convertidor químico el reactor era capaz de absorber y concentrar el 100 por 100 no solo del CO2 de, por ejemplo, la chimenea de una cementera, sino también el del aire cercano – El Confidencial

La tecnología es aplicable en cuatro áreas:

  • En el interior de los edificios, donde reduce el exceso de CO2 y acelera la renovación del aire. El laboratorio ha comprobado que elimina también los virus, como el Covid-19, y las bacterias, que quedan atrapados en el reactor.
  • ANA puede establecerse en torres de captura de CO2 atmosférico en las ciudades para purificar el aire, ya que también recoge material particulado (PM) y elimina el 95% de NOX, dos de los elementos que más perjudican la calidad del aire urbano. Para recoger los carbonatos generados, los investigadores plantean la posibilidad de organizar un sistema de recogida, como en el caso de los residuos sólidos urbanos, que incluya centros donde se descargarían los carbonatos. En ellos se recargarían los convertidores químicos que volverían a ser instalados en los lugares de captura.
  • En el transporte, igual que en los procesos anteriores, podría capturar la emisión de los GEI y evitar que estos se dispersen en la atmósfera, mejorando la calidad del aire de las ciudades.
  • En los procesos industriales, donde ANA puede ser colocada en las chimeneas desde donde captaría directamente el CO2. Las pruebas realizadas en cementeras y caleras, donde los gases están muy cargados de otros contaminantes, han sido satisfactorias según apunta Morales. Asegura que en las pruebas realizadas en la industria cementera se logró capturar el 100% de las emisiones además de parte del CO2 atmosférico cercano a la chimenea de la planta.  

En la actualidad, el precio de emisión de una tonelada de CO2 está en torno a los 47 euros, pero el responsable de ANA explica que las tecnologías existentes de captura tienen un coste mínimo de 80 euros por tonelada de CO2 y esto conlleva que “a las empresas les compense pagar por emitir”. Sin embargo, afirma que su tecnología puede lograr una ganancia de hasta 50 euros por tonelada de CO2, teniendo en cuenta la inversión, su posterior amortización, los beneficios por el ahorro energético y la venta del subproducto, lo que, tras evitar el pago por los derechos de emisión, proporcionaría un beneficio de unos 3 euros por tonelada de CO2 – El Confidencial

En diciembre de 2020, la American Chemical Society reconoció que esta tecnología es sostenible y no solo elimina CO2, sino que su huella de carbono es negativa. Sus desarrolladores, científicos procedentes de Venezuela, decidieron por instalarse en la Unión Europea, “dado el papel líder que está ejerciendo la UE en la lucha contra el cambio climático” y, en particular en el Estado español por “la idiosincrasia y cultura común”.

¿Nos salvará la tecnología del apocalipsis?

A medida que aumenta la conciencia a nivel mundial sobre los riesgos asociados al calentamiento global, también se fortalecen las opiniones que defienden que la tecnología nos salvará del apocalipsis climático que golpeará irremediablemente al planeta y a los seres que lo habitan. Las pruebas que demuestran este aterrador futuro son cada vez más evidentes. Aunque los tambores de una “transición” suenan con cada vez más fuerza en los países occidentales, y en potencias globales como China, las perspectivas futuras no son nada halagüeñas.

Hay quienes piensan que podemos seguir creciendo y consumiendo cada vez más mientras utilizamos la tecnología para limitar los impactos o reparar de alguna manera el daño ya causado. Sin embargo, la realidad es bien distinta. La única manera realmente sostenible para que limitemos nuestro impacto es que simple y llanamente dejemos de crecer y que cambiemos radicalmente nuestro modelo de vida para que podamos vivir con menos y más felices en una senda marcada por el decrecimiento. No son pocos, sin embargo, los que afirman que esto es una utopía, un argumento alejado de la realidad, que va en contra de la esencia del ser humano de acumular y vivir cada día con más.

Sin embargo, la realidad que muestran ciertos modelos es clara. No hay solución sin caída. El hecho es que esta caída se dará de una forma u otra. Lo podemos pilotar nosotros de manera justa y democrática, o será el mismo sistema global el que antes o después colapse de manera dramática y asimétrica, porque cuando eso ocurra, los mismos países que hemos destrozado el planeta seremos los primeros en conseguir las migajas que quedan, marginando aún más a los países que ya hemos destrozado a lo largo de la historia.  

Vivimos en un planeta finito que tiene una cantidad determinada de recursos naturales. No obstante, nuestro crecimiento como especie y sobre todo nuestras insaciables ansias de consumo están agotando estos recursos de manera realmente rápida. Antes o después, si no se toman las medidas oportunas, veremos que los tan necesarios recursos naturales comienzan a escasear, que el aire es cada vez más irrespirable, que los incendios forestales y los fenómenos atmosféricos extremos son cada vez más extremos, veremos migraciones jamás vistas, guerras, hambre, sufrimiento y miseria a una escala inimaginable…

A día de hoy, la tecnología no garantiza que no pasaremos el umbral crítico. Podemos seguir apostando por ella, ciegamente, como la salvación, o podemos aceptar la realidad y admitir que sin decrecer no hay solución. Los próximos años serán determinantes al respecto. Está en juego el buen vivir de las generaciones que vendrán después de nosotros. Sin embargo, es posible que dependamos tanto del modo de vida que tenemos que no seamos capaces de cambiar a tiempo. En ese caso, será el planeta el que nos ponga en nuestro sitio.