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Las Brigadas Internacionales: solidaridad internacional contra el fascismo

Durante la Guerra Civil Española (1936-1939), más de 35.000 hombres y mujeres de 53 países distintos, agrupados en las llamadas Brigadas Internacionales, acudieron a España en auxilio del gobierno de la Segunda República para enfrentarse al bando sublevado comandado por Francisco Franco. Un caso extraordinario de solidaridad internacional como pocos se recuerdan.Su objetivo primordial fue luchar contra el incipiente fascismo que se había soliviantado en contra de las profundas reformas sociales, económicas, pedagógicas y culturales en un país que hasta el advenimiento de la Segunda República se mantenía postrado en un atraso secular y bajo un régimen que todavía arrastraba reminiscencias del feudalismo. Y, además, detener el auge del fascismo que se estaba apoderando de Europa con los gobiernos de Adolf Hitler en Alemania y Benito Mussolini en Italia.

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Las Brigadas Internacionales: solidaridad internacional contra el fascismo

Artículo de José Miguel Gándara en Al Descubierto

 

El nacimiento de las Brigadas Internacionales: los primeros voluntarios

Una vez iniciada la guerra en 1936 y estabilizados los frentes, algunos grupúsculos de extranjeros, de forma dispersa y por cuenta propia, se fueron uniendo a las milicias revolucionarias que ya comenzaban a formarse a lo largo y ancho de todo el país.

Junto a estos, se sumaron aquellos ciudadanos extranjeros que, ya fuera episódicamente, ya fuera de forma continua, residían en España, entre los que se encontraba el socialista milanés Fernando De Rosa Lenccini o el novelista francés André Malraux, que por otra parte siempre se destacó por su activa militancia antifascista.

De igual manera, cabe destacar el curioso hecho de la incorporación como voluntarios de algunos de los atletas que por aquellas fechas se encontraban participando en la Olimpiada Popular que tenia lugar en la ciudad de Barcelona.

Esta Olimpiada fue organizada por diversas fuerzas de la izquierda política y social como respuesta a la que iba tener lugar ese mismo año en Berlín, bajo el auspicio y la férrea vigilancia del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (NSDAP o, simplemente, partido nazi) y una sociedad alemana fuertemente ideologizada y radicalizada.

Un ejemplo muy claro de esta participación es que en el preciso momento en que estalla la rebelión militar en Barcelona, el 19 de julio de 1936 a las 5:00 horas y al frente de la cual se encontraba el general Godet, una de las primeras remesas de milicias extranjeras que se unieron a las refriegas callejeras en contra del golpe fue la formada por contingentes de atletas que habrían participado en la Olimpiada Popular de la ciudad catalana.

Entre estos se hallan la nadadora suiza Clara Thalmann, que se une a la Columna Durruti, o  el atleta austriaco Mechter ,que morirá el 19 de julio y será considerado el primer brigadista caído en combate.

Cabe destacar que aquellos que se hospedaban en los pabellones de Montjuïc se significaron de manera especial, tomando la iniciativa que más tarde secundarían el resto de compañeros.

A las unidades militares que fueron compuestas por los primeros voluntarios internacionales les bautizaron con los nombres de líderes señalados por su especial vocación izquierdista o liberal, como los generales polacos de la Commune de París, Waléry Wroblewskiajusticiado por las fuerzas de los versalleses en 1871, y Jaroslav Dombrowski.

Otros, en cambio, fueron denominados aprovechando los patronímicos de paladines políticos como Niccola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, mártires del anarquismo ejecutados en Massachusetts en 1927; y Sozzi y Giacomo Matteotti, torturados y asesinados por los “camisas negras”, grupo de choque del fascismo italiano.

Posteriormente, como hecho anecdótico, muchos de estos primeros y espontáneos voluntarios extranjeros se fueron integrando en las Brigadas Internacionales, aunque todo hay que decirlo, no todos, dado el carácter ácrata, aventurero e independiente de un buen número de ellos.

El 19 de junio de 1937, el coronel jefe del Estado Mayor, Vicente Rojo Lluch (quien comandaba el Ejército Popular de la República) por orden del ministro que ostentaba la cartera de Defensa, el socialista Indalecio Prieto, dispuso que toda persona extranjera que prestase sus servicios a favor de la causa republicana quedaría oficialmente encuadrada en las Brigadas Internacionales.

Un decreto aparecido en La Gaceta de Madrid del 27 de septiembre de 1937, firmado por el Ministro de la Guerra Indalecio Prieto, establecía el Estatuto Legal de las Brigadas Internacionales.

De esta manera, todos los grupos, unidades, contingentes y milicias que hasta ese momento, por decirlo de alguna forma, habían combatido por su cuenta, con cierto grado de indisciplina y una gran dosis de “búsqueda de aventura”, se integraban en esta nueva estructura militar, creada ex profeso para unificar, subordinar y disciplinar a todos los voluntarios extranjeros y con el único objetivo de formar una fuerza verdaderamente eficaz contra las tropas facciosas.

Recluta y organización de las Brigadas Internacionales

Bandera de las Brigadas Internacionales
Bandera de las Brigadas Internacionales

 

Según algunos historiadores, ya que no existe consenso a este respecto, el 21 de julio de 1936 en Moscú se produjo la primera reacción con respecto al conflicto civil que estaba teniendo lugar en España, que tuvo como consecuencia una reunión extraordinaria del Komitern y del Profintern (la Internacional Comunista y la Internacional Sindical, respectivamente).

Durante la conferencia se tomó la decisión de ayudar a la República española de la forma más discreta posible, con la orden expresa por parte del Kremlin (el ejecutivo de la Unión Soviética) de mantenerse a cubierto en lo político y, por supuesto, en lo que a las relaciones diplomáticas se refiere.

Se le otorgó tal importancia a la discreción de la intervención soviética que por entonces se hizo célebre la consigna Podalshe ot artillereiskovo ognia!, es decir, “mantenerse alejados del alcance de los cañones”.

Para tal objetivo, entre las diferentes partes se acordó celebrar una nueva reunión pero con la condición de que tuviera lugar fuera de Moscú. La ciudad elegida fue Praga, capital de la antigua Checoslovaquia, teniendo ya como único organizador al Profintern (sindical de la Internacional Comunista).

Es en esta nueva asamblea donde se habrían de coordinar y decidir las ayudas económicas y logísticas destinadas a la España republicana. El encuentro discurrió en un ambiente de absoluta camaradería y bajo la dirección de Gaston Monmousseau, presidente de la oficina del Profintern, aprobándose la constitución de un fondo de mil millones de francos franceses para ayudar de forma directa al Frente Popular, coalición de partidos en el poder en esos momentos.

De esa misma cantidad, unos 900.000 serían aportados por los sindicatos de la Unión Soviética, siendo transferidos a España por mediación de la banca soviética que en aquel periodo se encontraba totalmente nacionalizada.

El último acuerdo al que llegaron en la reunión de Praga, no menos importante que el anterior, fue el de conformar una brigada compuesta por 5000 hombres, reclutados entre las organizaciones de izquierdas, asociaciones civiles, médicas, humanitarias y sindicales de todo el mundo. A estos se les pertrecharía del armamento necesario para así poder combatir como unidad independiente. Y así surgieron, organizaron y constituyeron las Brigadas Internacionales.

De manera casi inmediata, André Marty, secretario del Komitern y diputado de la minoría comunista francesa, fue designado como jefe directo de las Brigadas Internacionales.

Pero aún quedaba un interrogante con respecto a que lugar sería el elegido como cuartel general de los interbrigadistas, siendo elegida para tal fin la pequeña ciudad manchega de Albacete, por dos cuestiones fundamentales: una de ellas, que estaba suficientemente alejada del fragor de la batalla; y, en segundo lugar, su posición estratégica en lo que tiene que ver con las comunicaciones.

Francia, base de coordinación y recluta

Bandera del Batallón "Garibaldi", compuesto por tropas italianas, que conformaron la 12ª División de las Brigadas Internacionales. Autor: 
Arturolorioli, 03/04/2016. Fuente: Wikimedia Commons (CC BY-SA 4.0.)
Bandera del Batallón “Garibaldi”, compuesto por tropas italianas, que conformaron la 12ª División de las Brigadas Internacionales. Autor: Arturolorioli, 03/04/2016. Fuente: Wikimedia Commons (CC BY-SA 4.0.)

 

Los acuerdos adoptados por el politburó del Komintern tras la fundación de las Brigadas Internacionales, se llevaron a la práctica de forma inmediata. Por medio de una circular enviada a todos los partidos comunistas de los diferentes países involucrados, se les pidió que confeccionaran una relación de todos aquellos de sus afiliados que tuvieran una preparación militar.

Los partidos y sindicatos difundieron y propagaron por diferentes medios la necesidad de voluntarios para detener al fascismo antes de que se pudiera extender al resto de Europa y, obviamente, apelando a los valores democráticos y antifascistas de sus militantes.

La organización de las Brigadas Internacionales se centralizó en París. El llamado “Comité de París” se instaló en la sede del Comité Central del PCF, en el 28 de la calle de La Fayette.

En el número 33 de la calle Grange-aux-belles, los responsables de la acogida (y todo lo que tuviera que ver con la logística y posterior distribución de los voluntarios que fueran llegando) organizaron la oficina central para la expedición de los billetes de ferrocarril que les conducirían hasta España.

Una vez que pasaban la frontera entre Francia y España, los voluntarios eran concentrados en el castillo de Figueres (Girona) a la espera de un transporte militar que los condujese hasta la base de Los llanos en Albacete.

Allí, el Comité de organización estaba compuesto por Luigi Gallo, Nicoletti, que tomaría la dirección política; el militar alemán Hans Kahle, futuro jefe de batallón; y la instrucción militar a cargo de Jean Marie François, llamado Geoffroy.

Paralelamente se constituyó un “Comité militar”, al frente del cual se incorporaron Vital Gayman, Pauline (la compañera de André Marty) y el general de origen ruso Walter.

En un principio, los voluntarios que a raudales iban llegando a Albacete, eran albergados en la plaza de toros, a las afueras de la ciudad y en los pabellones de la feria. Pero, posteriormente y por razones de fuerza mayor, se trasladaron al edificio de la Guardia Republicana, en la calle de la Libertad.

En general, los voluntarios se sometían a la instrucción militar con cierta apatía, argumentando que habían venido a España a luchar contra la reacción y no a marcar el paso castrense sin más.

Es por esto que, para un buen número, sino para todos, el entrenamiento militar y la aceptación de la disciplina que ello conlleva les resultó ciertamente difícil de aceptar pero finalmente lograron convencerles de que para luchar con verdadera eficiencia no tenían otra opción que asumir las reglas del ordenamiento táctico y estratégico.

Además de esto, se puso en práctica que cada voluntario, antes de ingresar en su brigada, hiciese un juramento solemne:

Je suis un volontaire des Brigades Internationales parce que j’admire profondément la valeur et l’heroisme du peuple espagnol en lutte contre le fascisme international.

Parce que mes enemis de toujours sont les mêmes que ceux du peuple espagnol,ce sont des fascistes.

Parce que je sais que si le fascisme est victorieux en Espagne, demail in sera dans mon pays et mon foyer sera devasté.

Parce que je suis un travailleur, un ouvrier ou un paysan, qui préfère mourir debout que vivre à genoux. Je suis ici parce que je suis volontaire, et donnerai s’il le faut jusqu’ à la dernière goutte de mon sang pour sauver la liberté de l’Espagne, la liberté du monde.

Las Brigadas Internacionales estuvieron organizadas de la siguiente forma:

La XI Brigada

La XI Brigada fue la primera en constituirse. Lo hizo formalmente el 22 de octubre de 1936 con cuatro batallones: El 1er Batallón “Edgar André”, compuesto por alemanes; el 2º Batallón “Commune de París”, compuesto por franceses y belgas (y trasladado posteriormente a la XIV Briagada); el 3er Batallón “Dabrowski”, compuesto por polacos, húngaros, yugoslavos y paraguayos (y trasladado posteriormente a las Brigadas XII, XIII y la 150); y el 4º Batallón “Garibaldi”, formado por italianos (trasladados más tarde al Batallón XII).

La XII Briagada

La XII Brigada se constituyó el 1 de noviembre de 1936 con: el 1er Batallón “Thaelmann”, compuesto por alemanes y trasladado posteriormente a la XI Brigada; el 2º Batallón “Garibaldi”, que venía de La XI Brigada; y el 3er Batallón “André Marty”, compuesto por franceses y belgas (trasladado posteriormente a la 150, la XII y la XIV Brigada).

La XIII Brigada

La XIII Brigada se constituyó el 1 de diciembre de 1936 con: 1er Batallón “Louise Michel”, formado por franceses y belgas (trasladado posteriormente a la XIV Brigada); el 2º Batallón “Chapáyev”, compuesto por voluntarios de países bálticos y trasladado posteriormente a la 129; el 3er Batallón “Henri Vuillemin”, formado por franceses y belgas (trasladado posteriormente a la XIV Brigada); y el 4º Batallón “Mickiewicz Palafox”, compuesto por olacos y judíos mayoritariamente,​ además de unas decenas de sobrevivientes ucranianos del ejército anarquista de Néstor Majnó.

La XIV Brigada

La XIV Brigada, a la que se conoció como La Marsellaise por estar conformada por mayoría de franceses, fue creada el 1 de diciembre de 1936 y reorganizada por completo el 27 de noviembre de 1938.

Incluyó hasta cuatro batallones: el 1er Batallón “Noves Nacions, trasladado posteriormente al “Commune de París”; el 2º Batallón “Domingo Germinal”, formado por anarquistas españoles y portugueses; el 3er Batallón “Henri Barbusse”; y el 4º Batallón “Pierre Brachet”.

La XV Brigada

La XV Brigada se formó el 31 de enero de 1937 con los Batallones “Dimitrov”, “6 de febrero”, “Pierre Brachet” (que se trasladó pronto a la XIV Brigada), “Británico”, “Lincoln” y “Washington”. El jefe de la Brigada fue Janos Galicz. Estuvieron formados por estadounidenses, canadienses, cubanos y argentinos. A este se añadió la Columna Connolly, formada por irlandeses.

La CXXIX Brigada (129)

La 129.ª Brigada se constituyó el 28 de abril de 1937 con restos de batallones de otras Brigadas y miembros del Partido Obrero d Unificación Marxista (POUM). La distinta procedencia de sus miembros la llevó a ser conocida como “la Brigada de las cuarenta naciones”.

Las diferencias entre las fuerzas políticas y el conflicto en Cataluña con el POUM la hicieron poco efectiva, debiendo ser reorganizada en febrero de 1938. Entonces se nombró jefe de la Brigada a Wacek Komar (que provenía del Batallón “Dabrowski” de la XI Brigada).

Estaba formada por tres batallones: el 1er Batallón “Dimitrov”, formada por personas procedentes de países balcánicos; el 2º Batallón “Djakovic”, formado por yugoslavos y búlgaros; y el 3er Batallón “Masaryk”, formado por checoslovacos.

La CL Brigada (150)

Formada en junio de 1937 sobre la base del Batallón “Dabrowski” de la XI Brigada. Incluía el 1er Batallón “Rakosi”, formado por población húngara.

¿Quién era André Marty?

André Marty nació en Perpignan, Francia. Desde muy temprano, mostró grandes dotes para el liderazgo al dirigir un motín en un intento de bloquear la intervención de la Armada Francesa contra la Revolución Bolchevique en 1917.

Posteriormente, comenzó a militar en el Partido Comunista francés y en un breve periodo de tiempo se convirtió en miembro de su Comité Central.

Al ser nombrado miembro de la Komitern, tuvo la posibilidad de participar en el establecimiento de las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil española.

Resultaría ser un personaje de gran calado en cuanto a su personalidad, militancia y compromiso con la República, pero esto no le exime o le libera de haber sido el foco de la crítica, los ataques y la puesta en duda de la eficacia de sus procedimientos y actitudes.

Una de los camaradas que sirvió a sus ordenes y que lo conoció al comienzo de la guerra, Archie Cochrane, declararía, sin embargo:

Era una figura impresionante-alto, con barba tupida y pequeños ojos oscuros y duros. Luego pronuncié mi discurso ofreciendo los servicios de la unidad hospitalaria de campaña del Comité Español de Ayuda Médica. Él respondió brevemente en francés, me dio las gracias y me abrazó.

No hay duda, por tanto, que en cuanto al personaje en sí, existen muy diferentes visiones y perspectivas: unos alababan su porte y capacidad, pero otros, en cambio, le denostaron por la crudeza del régimen disciplinario que a toda costa pretendió imponer, su hieratismo y falta de empatía, es decir, sus modos despóticos (muy comunes en los conflictos armados por otro lado).

Bautismo de fuego de las Brigadas Internacionales: el Frente de Madrid

Briagadas Internacionales antes de la Batalla de Guadalajara en 1937. Autor: Desconocido. Fuente: Bundesarchiv, Bild 183-Z0806-036 (CC-BY-SA 3.0.)
Briagadas Internacionales antes de la Batalla de Guadalajara en 1937. Autor: Desconocido. Fuente: Bundesarchiv, Bild 183-Z0806-036 (CC-BY-SA 3.0.)

 

En noviembre de 1936 un importante componente de las Brigadas Internacionales entró en Madrid a través del municipio de Vallecas hasta el distrito de Atocha. Ese mismo día, los 1900 brigadistas desfilaron por la Gran Vía madrileña encabezados por el general Kleber, siendo aclamados por la multitud allí presente al grito de “¡No pasarán!” al tiempo que con gran emotividad los internacionales marchaban cantando La Internacional y “les soviets partout”.

Una vez concluido el desordenado pero intenso desfile, las Brigadas Internacionales prosiguieron hasta la parte posterior del Campo del Moro, lindante con las riberas del río Manzanares.

Paralelamente, algunos cuerpos más especializados se ponían manos a la obra en la preparación de la defensa de algunos de los edificios más emblemáticos de la Ciudad Universitaria, siendo habilitada como punto de encuentro del general Kleber y del batallón “Edgar André” la Facultad de Filosofía y Letras.

Las Brigadas Internacionales participaron de forma casi protagónica en la defensa de la capital ante la primera ofensiva del ejército sublevado sobre esta, enfrentándose directamente a las tropas de Varela posicionadas en la Casa de Campo y aledaños.

A pesar de ser un contingente numéricamente pequeño y de no haber dispuesto de suficiente tiempo para completar su adiestramiento militar, su llegada supuso un importante golpe de moral y un impulso para mejor establecer la defensa de Madrid.

El 8 de noviembre de 1936, las tropas marroquíes (sublevados) ya se encontraban apostadas en los alrededores de la ciudad. El plan del Estado Mayor sublevado consistía en avanzar a través de la Casa de Campo, vadear el río Manzanares y finalmente, penetrar en la Ciudad Universitaria, desde la que se tomarían diversos puntos de la ciudad.

Durante la madrugada del 9 de noviembre, el general Kleber decide lanzar un ataque sorpresa sobre las fuerzas franquistas posicionadas en Casa de Campo. Para ello, elige como punta de lanza a la XI Brigada. Los combates entablados se prolongarán durante toda la noche y parte del 10 de noviembre.

Esta fue, posiblemente, la primera gran victoria de las Brigadas Internacionales, ya que las fuerzas africanistas y fascistas fueron obligadas a retirarse, renunciando a la ofensiva sobre Madrid por entre las lindes y las diferentes cotas de la Casa de Campo.

Esta pequeña hazaña envalentonó a las fuerzas republicanas en Madrid, que contraatacaron a lo largo de todo el frente capitalino entre el 9 y el 17 de noviembre de 1936.

Ayer, miles de hombres y mujeres fueron cantando a las trincheras. La Internacional llegó a las líneas enemigas e hizo huir a los mercenarios. El pueblo de Madrid montaba guardia alrededor de la ciudad. Camaradas, el momento es difícil. A pesar de ello, triunfaremos. Triunfaremos por nosotros mismos, por nuestra patria y por todo el mundo antifascista – Comandante Carlos (Vittorio Vidali)

La Batalla de Guadalajara

Entre el 8 y el 23 de marzo de 1937, es cuando tiene lugar la Batalla de Guadalajara, a unos 60 Km al noreste de Madrid. Tras el fracaso de aislar a Madrid en febrero de ese mismo año, el ejército sublevado optó por cambiar de estrategia para tomar la capital.

Después de los fallidos intentos por el sur, el noroeste y el este, el nuevo frente se centrará en el noreste con la intención de ocupar Madrid a través de Guadalajara e intentando cortar la carretera que la unía con Alcalá de Henares, de gran importancia estratégica.

Esta batalla tiene la peculiaridad de haber sido el campo en el que se enfrentaron las fuerzas italianas de bandos contrarios: por un lado, las formadas por el Corpo di Truppe Voluntarie (CTV, los soldados italianos enviados por Mussolini) y, por la otra parte, la XII Brigada, donde se encontraba encuadrado el Batallón “Garibaldi”.

El resultado final fue una contundente victoria republicana, aunque para ello se pagara un gran sacrificio en vidas humanas, puesto que se calculan más de 2000 bajas, de las cuales, unos 530 brigadistas, 4000 heridos y 455 prisioneros o desaparecidos.

La Batalla de Brunete

La Batalla de Brunete se desarrolló desde el 6 hasta el 25 de julio de 1937. Esta fue una ofensiva del ejército republicano y que tenía la finalidad de aliviar la presión ejercida sobre Madrid por las tropas franquistas y al mismo tiempo dar un respiro al frente norte, es decir, que la ofensiva sobre Brunete se podría considerar lo que en términos militares se ha dado en llamar una maniobra de distracción.

En los primeros días de la batalla, el contingente republicano logró penetrar y romper las líneas enemigas con cierta facilidad. Aún así, los fascistas lograron detener la ofensiva, eso sí, con un gran número de bajas por ambas partes.

En esta batalla, que incluyó combates cuerpo a cuerpo, participaron la XI Brigada al mando del general Walter y las XIII y XV Brigadas bajo la dirección del coronel Janos Galicz.

Punto de inflexión para las Brigadas Internacionales: la Batalla del Ebro

Mapa del proceso de reorganización de las Brigadas Internacionales entre junio y agosto de 1938, justo antes de la batalla del Ebro. Autores: Víctor Hurtado y José Luis Martín Ramos, 14/04/2013. Fuente: Hurtado, Víctor (2013) Las Brigadas Internacionales, Edicions DAU ISBN: 978-84-941031-1-7. Se puede consultar en File:Atlas brigadas internacionales (15-2) 58.pdf. (CC BY-SA 2.0.)
Mapa del proceso de reorganización de las Brigadas Internacionales entre junio y agosto de 1938, justo antes de la batalla del Ebro. Autores: Víctor Hurtado y José Luis Martín Ramos, 14/04/2013. Fuente: Hurtado, Víctor (2013) Las Brigadas Internacionales, Edicions DAU ISBN: 978-84-941031-1-7. Se puede consultar en File:Atlas brigadas internacionales (15-2) 58.pdf. (CC BY-SA 2.0.)

 

En todas aquellas batallas, choques y enfrentamientos que tuvieron lugar en Madrid y un radio de pocos kilómetros en torno a su zona metropolitana, las Brigadas Internacionales dejaron una muy entusiástica impresión en la población civil, la impresión de que no estaban solos, de que había algo de verdad en las declaraciones llenas de expresividad de, por ejemplo, Fernando Valera, subsecretario de Comunicaciones y diputado republicano, que en la madrugada del 8 de noviembre de 1936 se dirige a la sociedad madrileña en estos términos :

Aquí, en Madrid, se encuentra la frontera universal que separa la libertad de la esclavitud. Aquí, en Madrid, se enfrentan en una gran lucha dos civilizaciones incompatibles: el amor contra el odio , la psz contra la guerra, la fraternidad de Cristo contra la tiranía de la Iglesia. Esto es Madrid. Está luchando por España, por la humanidad, por la justicia, y con su manto de sangre, cubre a todos los seres humanos. ¡Madrid, Madrid!

Avanzada ya la guerra, se produjeron una serie de circunstancias que precipitaron lo que la historiografía ha tenido por la principal ofensiva republicana, la Batalla del Ebro.

Las causas de la operación militar fueron, entre otras, la pérdida de Teruel por el ejército republicano (tras una conquista especialmente costosa y desmoralizadora para ambos bandos), el ataque que el general Yagüe ordenó sobre Cataluña y la toma del general Aranda de la localidad castellonense de Vinaroz, dividiendo el territorio republicano en dos partes aisladas entre sí.

Ante tal tesitura, para aliviar la presión sobre Valencia, uno de los generales mas brillantes y comprometidos con la causa republicana, el general Vicente Rojo (todavía al mando del Estado Mayor de la República), decide lanzar un ataque por sorpresa masivo contra la margen derecha del Ebro el mes de julio de 1938.

El objetivo del movimiento principal, en forma de tenaza, será la conquista de Gandesa, en el que se encontraba el centro de comunicaciones más importante de la zona y así volver a unir toda la zona republicana que ya había perdido la franja del norte.

Aunque la victoria de la guerra era muy lejana, con la Batalla del Ebro se esperaba dar un golpe de efecto que favoreciera las simpatías de la causa republicana a nivel internacional, al tiempo que se buscaba alargar la guerra hasta el previsible estallido de la Segunda Guerra Mundial (y así internacionalizar el conflicto español) o, en su defecto, conseguir una negociación de paz lo más favorable posible. Esta estrategia se plasmó en el lema de Juan Negrín, Presidente del Gobierno de la República desde 1937 hasta 1945 (ya en el exilio): “Resistir es vencer”

La Batalla del Ebro se convirtió en el último gran combate en el que tomarían parte las Brigadas Internacionales antes de tener que salir de España. En ella se vieron involucrados el XV Cuerpo del Ejército en el que estaban encuadradas las Brigadas XI, XIII y XV o “Brigada Abraham Lincoln”, todas ellas a las órdenes del mayor Pedro Mateo Merino.

Posteriormente, entrarían en liza las XII, XIV y CXXIX Brigadas, encuadradas a su vez en la 45 División Internacional dirigida por el teniente coronel de origen alemán Hans Kahle.

Pero, desgraciadamente para la causa republicana y antifascista, el éxito inicial de esta gran ofensiva se fue desvaneciendo y, con el transcurso de los meses, se fueron perdiendo una tras otra las posiciones ganadas al enemigo.

Entre el 10 y el 16 de noviembre de 1938 las tropas republicanas finalmente se replegaron a sus posiciones iniciales del mes de abril, la última batalla en la que intervinieron las Brigadas Internacionales, el último de los baluartes defensivos de la República se había perdido y con el toda esperanza de ganar la guerra.

Triunfaba así la estrategia del bando sublevado: provocar el suficiente desgaste material y moral en un solo frente que facilitara la conquista del resto de los territorios, especialmente de Cataluña. Y eso pasó: tras la pérdida de la Batalla del Ebro, Cataluña fue tomada prácticamente sin resistencia.

Los Pactos de Munich: el fin de las Brigadas Internacionales

De izquierda a derecha: Benito Mussolini, dictador de Italia; Adolf Hitler, dictador de Alemania; Neville Chamberlain, primer ministro de Reino Unido; y Paul Otto Gustav Schimdt, traductor e intérprete alemán, durante la firma de los Acuerdos de Munich y que pusieron fin al papel de las Brigadas Internacionales. Autor: Desconocido, 30/09/1939. Fuente: Bundesarchiv, Bild 146-1970-052-24 (CC-BY-SA 3.0.)
De izquierda a derecha: Benito Mussolini, dictador de Italia; Adolf Hitler, dictador de Alemania; Neville Chamberlain, primer ministro de Reino Unido; y Paul Otto Gustav Schimdt, traductor e intérprete alemán, durante la firma de los Acuerdos de Munich y que pusieron fin al papel de las Brigadas Internacionales. Autor: Desconocido, 30/09/1939. Fuente: Bundesarchiv, Bild 146-1970-052-24 (CC-BY-SA 3.0.)

 

El 21 de septiembre de 1938, Juan Negrín sorprende al mundo al anunciar ante la Sociedad de Naciones la retirada inmediata de todos los extranjeros que combaten en las filas republicanas y, por tanto, de las Brigadas Internacionales. Pero a nadie se le escapa que este anuncio habría sido precedido de una intensa actividad política y diplomática unos meses antes de tomar tal decisión.

El 30 de septiembre, apenas unos días después, se firmaron los Acuerdos o Pactos de Munich, un acuerdo firmado por Francia, Alemania, Reino Unido, Italia y Alemania para resolver la Crisis de los Sudetes en la que Adolf Hitler había ocupado militarmente la región del mismo nombre de Checoslovaquia. Los acuerdos fueron totalmente permisivos con Hitler, permitiéndole quedarse con la región.

Chamberlain, el ministro de asuntos exteriores británico, veía los Pactos de Munich como una victoria no solo diplomática, sino personal. Quedó tan satisfecho con sus gestiones que, poco antes de que Mussolini y Ciano abandonaran Munich, sugirió la posibilidad de acordar una conferencia a cuatro bandas para resolver el problema de España.

En definitiva, el Presidente de la República, Manuel Azaña, se vio obligado a refrendar esta decisión, presionada como estaba la República por la diplomacia de las potencias democráticas y el Comité de no Intervención.

Es sorprendente comprobar como el propio Comité de no Intervención había instado al Estado Mayor del bando sublevado a que decretaran la retirada de las tropas italianas y alemanas que aún permanecían en territorio español, algo a lo que Franco y sus correligionarios militares nunca accedieron, permaneciendo estas divisiones hasta prácticamente el final de la guerra y concediendo con esto una gran ventaja a los enemigos de la República y del gobierno legítimamente elegido.

Al parecer de algunos de los más destacados historiadores del mundo contemporáneo, la falta de presión para que los militares fascistas obedecieran las ordenes decretadas por el Comité de no Intervención constituyó una de las traiciones más lacerantes de las democracias europeas al gobierno republicano y a las esperanzas de alcanzar una paz honrosa del pueblo español.

Así, justo cuando más falta hacían, las Brigadas Internacionales fueron disueltas.

Queridos internacionales amigos, queridos hermanos; hermanos siempre, por una confraternidad que ha sellado en los campos de batalla vuestro sacrificio de sangre; por los restos mortales de los que yacen para siempre en España.

¡Qué magnífico espectáculo, queridos hermanos, el qu presencio en estos instantes! Porque, ¿qué es esto que veo yo, sino un plebiscito en pequeño de todos los pueblos del mundo, testimoniado por todos los que sienten como suya la causa de España, que es la causa de la libertad y del derecho?

Habéis venido a España, espontáneamente, a defender nuestro país: sin ninguna obediencia a jerarquía superior a vosotros: por vuestra propia voluntad de sacrificar lo que más difícilmente se presta a nadie: a sacrificar la vida. Veníais a defender la justicia, el derecho escarnecido, porque sabíais, también, que aquí, en España, se jugaba la libertad del mundo entero.

Os halláis congregados aquí los representantes auténticos de cincuenta y tres países; representantes que, para venir a luchar con vuestros hermanos de España, tuvisteis que vencer grandes dificultades hasta conseguir pisar tierra española. Cumplisteis como héroes en la lucha por la libertad del mundo en esos dos años que habéis vivido vinculados a nosotros, en horas inolvidables para la historia del nuestro pueblo.

Muchas fueron las veces que los voluntarios internacionales – que nunca han sido tantos como han querido demostrar nuestros enemigos -, hermanados en la lucha, han escrito páginas gloriosas de nuestra epopeya. Yo recuerdo aquí los tristes momentos del mes de noviembre cuando pensábamos que, de un momento a otro, caería Madrid, ciudad prácticamente indefensa, y, digo prácticamente, porque tan sólo la defendían los pechos de sus hijos, que carecían de armas, para hacer más contundente su gloriosa e inmortal defensa.

No olvidaré nunca la impresión extraordinaria que me produjo en aquellos momentos angustiosos el desfile silencioso, sereno, sin un canto, pero con un aire de resolución imponderable, de dos mil voluntarios internacionales que, por las calles de Valencia, se dirigían con firmeza hacia Madrid, atacado por el enemigo sin ninguna piedad, aun sabiendo que allí iban indiscutiblemente a jugarse, y casi más que a jugarse, a perder la vida.

Lo que ha ocurrido en España ya lo sabéis vosotros, porque también ha sucedido en otros países, aun cuando éstos no han sabido reaccionar como nosotros. Elementos de todos conocidos consiguieron crear una situación en la cual un Estado, un Gobierno legalmente constituido, se encuentra, por la traición y la vileza, sin las defensas necesarias a todo Gobierno y que sólo se encuentra asistido de una masa popular, no preparada para una guerra.

Junto a esa gran masa popular, desarticulada y descoyuntada para la defensa, vosotros habéis contribuido grandemente a que no se sintiera desasistido el pueblo español, porque os veía a vosotros, auténticos representantes de vuestros pueblos, acudir en defensa de nuestra causa y facilitar con vuestra colaboración las grandes tareas de organización que han cristalizado en un magnífico y potente Ejército, hoy ya auténticamente español, que marcha con paso firme y seguro hacia la victoria.

Hoy me place, amigos míos, queridos hermanos nuestros, recordar, en este momento solemne de despedida, aquellos días inolvidables de Madrid, en la Ciudad Universitaria; en Brihuega, Guadalajara, Toledo, Belchite, en Teruel, en Lérida y en el frente del Este; en fin, en tantos otros lugares que ya no puedo seguir nombrando porque en casi todos los sitios, teatros de nuestra tragedia, habéis colaborado con un heroísmo sin precedentes, como el que corresponde a quienes sienten con toda intensidad la justicia de nuestra causa.

Yo quiero rendir un homenaje póstumo a todos vuestros caídos, que son también los nuestros; quiero recordaros, como símbolos representativos, por cuantos por ser jefes vuestros y comisarios formaban parte integral de vosotros mismos, a Hans, Kart, Wolf, general Luckas, gran hombre, muerto en el frente del Este; Walter, y tantos y tantos otros, jefes y comisarios, que, con su dirección y que con su entusiasmo, os han sabido conducir en los momentos más duros hacia victorias positivas y resistencias insuperables. Comisarios de gran capacidad que, como Gallo y Marty, han sido los verdaderos puntales de vuestras Brigadas Invencibles.

Vuestra retirada es una necesidad que nos imponemos para demostrar a esa falsa No Intervención que la retirada de los voluntarios no es problema para la República y sí para los sublevados, coaligados con las fuerzas extranjeras que pretenden en España conquistar nuevas posiciones.

Y España ha adoptado esta resolución considerando que podía contribuir a la pacificación del mundo, haciendo cuanto estuviera de su parte para localizar el conflicto, para lograr esta paz basada en la justicia de la que España no se separa jamás.

El Gobierno español quisiera testimoniaros de una manera directa su agradecimiento. Vuestro espíritu y el de vuestros muertos nos acompaña y quedan unidos para siempre a nuestra historia. El Gobierno de la República reconocerá y reconoce a los internacionales, que tan bravamente han luchado con nosotros que ya pueden decirse son connaturales nuestros, el derecho a reclamar, una vez terminada la guerra, la ciudadanía española. ¡Con ello nos honraremos todos!

Buen camino, hermanos internacionales, como os ha deseado hace unos momentos el jefe del Ejército del Este. Buen camino y continuad la lucha, cerca de vuestros pueblos, para dar a conocer la verdad de lo que ocurre en España, mientras nuestro pueblo continúa vuestra gesta en los frentes de combate. Cuando hay un deber que cumplir, o se sucumbe o se cumple.

Nosotros tenemos un deber que cumplir y es el de conseguir para España un porvenir nuevo, más humano y progresivo. Y lo cumpliremos. Pueden caer diez, cien, mil; pero cuando un pueblo quiere vencer, no sucumbe jamás y vence, aún a costa de los mayores sacrificios.

Camaradas combatientes, amigos y hermanos: ¡Viva la República!”

Discurso de despedida a las Brigadas Internacionales pronunciado por Juan Negrín el 25 de octubre de 1938

 

A excepción de la oficialidad de las Brigadas Internacionales, que se vieron impelidos y forzados a obedecer las ordenes de sus superiores, el sentimiento predominante entre los voluntarios era de indignación y de rabia.

Muchos de ellos tomaron conciencia y llegaron a la conclusión de que habían luchado por una causa perdida de antemano, pensaban que incluso las democracias aliadas estaban en contra suyo y que se habían conducido con una gran cobardía dejándose amedrentar por los totalitarismos amigos del franquismo.

Se calcula que unos 10.000 voluntarios se habían dejado la vida sobre el suelo español, pero ahí no acabarían sus tribulaciones puesto que muchos de ellos habrían de ser rechazados, perseguidos, anatemizados, encarcelados e incluso ejecutados en sus respectivos países de origen, como fue el caso de los italianos, alemanes ,rusos, croatas y norteamericanos.

Otro buen número de entre ellos se enrolaron en las filas de “los aliados” y prosiguieron incansables en su lucha contra el fascismo durante la Segunda Guerra Mundial, que comenzó apenas un año después.

Un dato más, del que a penas se hace mención en la historiografía oficial, es que unas 700 mujeres, entre enfermeras, médicos, milicianas e intérpretes, formaron parte de los cuadros asistenciales y militar de las Brigadas Internacionales.

Nombres como el de Simone Weil, Liesel Carrit, Mika Etchebéhère, Evelyn Hutchins, Salaria Kea, Felicia Browne o Adelina Kondratieva, son un minúsculo ejemplo de los cientos de mujeres que lucharon y murieron junto a sus camaradas varones.

La despedida de las Brigadas Internacionales

Memorial en recuerdo del Batallón “Lincoln” en San Francisco, uno de los batallones de las Brigadas Internacionales. Autor: Tom Hamilton, 16/04/2008. Fuente: Flickr (CC BY 2.0.)

 

En Barcelona, el 28 de octubre de 1938, siete semanas después de su retirada del frente, es donde aconteció la más emotiva despedida para con las Brigadas Internacionales: grandes masas de ciudadanos se concentraron a lo largo de Las Avenida del 14 de Abril (la Diagonal) para despedir como auténticos héroes antifascistas a los brigadistas.

Allí estaban presentes el Presidente de la República, Manuel Azaña; el Presidente del Gobierno, Juan Negrín; altos cargos militares y, entre ellos, en un momento histórico, como diminuta y frágil figura, en lo físico, pero gigantesca expresión de la dignidad política de un pueblo, todos pudieron constatar la presencia de Dolores Ibárruri, “La Pasionaria”, que pronunció el siguiente discurso:

Es muy difícil pronunciar unas palabras de despedida dirigidas a los héroes de las Brigadas Internacionales, por lo que son y por lo que representan.

Un sentimiento de angustia, de dolor infinito, sube a nuestras gargantas atenazándolas… Angustia por los que se van, soldados del más alto ideal de redención humana, desterrados de su patria, perseguidos por la tiranía de todos los pueblos…

Dolor por los que se quedan aquí para siempre, fundiéndose con nuestra tierra y viviendo en lo más hondo de nuestro corazón aureolados por el sentimiento de nuestra eterna gratitud.

De todos los pueblos y todas las razas, vinisteis a nosotros como hermanos nuestros, como hijos de la España inmortal, y en los días más duros de nuestra guerra, cuando la capital de la República española se hallaba amenazada, fuisteis vosotros, bravos camaradas de las Brigadas Internacionales, quienes contribuisteis a salvarla con vuestro entusiasmo combativo y vuestro heroísmo y espíritu de sacrificio.

Y Jarama y Guadalajara, y Brunete y Belchite, y Levante y el Ebro cantan con estrofas inmortales el valor, la abnegación, la bravura, la disciplina de los hombres de las Brigadas Internacionales.

Por primera vez en la historia de las luchas de los pueblos se ha dado el espectáculo, asombroso por su grandeza, de la formación de las Brigadas Internacionales para ayudar a salvar la libertad y la independencia de un país amenazado, de nuestra España.

Comunistas, socialistas, anarquistas, republicanos, hombres de distinto color, de ideología diferente, de religiones antagónicas, pero amando todos ellos profundamente la libertad y la justicia, vinieron a ofrecerse a nosotros incondicionalmente.

Nos lo daban todo; su juventud o su madurez o su experiencia; su sangre y su vida, sus esperanzas y sus anhelos… Y nada nos pedían. Es decir, sí: querían un puesto en la lucha, anhelaban el honor de morir por nosotros.

¡Banderas de España! ¡Saludad a tantos héroes, inclinaos ante tantos mártires!

¡Madres!… ¡Mujeres! Cuando los años pasen y las heridas de la guerra se vayan restañando; cuando el recuerdo de los días dolorosos y sangrientos se esfume en un presente de libertad, de paz y de bienestar; cuando los rencores se vayan atenuando y el orgullo de la patria libre sea igualmente sentido por todos los españoles, hablad a vuestros hijos; habladles de estos hombres de las Brigadas Internacionales.

Contadles cómo, atravesando mares y montañas, salvando fronteras erizadas de bayonetas, vigiladas por perros rabiosos deseosos de clavar en ellos sus dientes, llegaron a nuestra patria como cruzados de la libertad, a luchar y a morir por la libertad y la independencia de España, amenazadas por el fascismo alemán e italiano. Lo abandonaron todo: cariños, patria, hogar, fortuna, madre, mujer, hermanos, hijos y vinieron a nosotros a decirnos: «¡Aquí estamos»!, vuestra causa, la causa de España es nuestra misma causa, es la causa de toda la humanidad avanzada y progresiva».

Hoy se van; muchos, millares, se quedan teniendo como sudario la tierra de España, el recuerdo saturado de honda emoción de todos los españoles.

¡Camaradas de las Brigadas Internacionales! Razones políticas, razones de Estado, la salud de esa misma causa por la cual vosotros ofrecisteis vuestra sangre con generosidad sin límites os hacen volver a vuestras patrias a unos, a la forzada emigración a otros. Podéis marcharos orgullosos.


Sois la historia, sois la leyenda, sois el ejemplo heroico de la solidaridad y de la universalidad de la democracia, frente al espíritu vil y acomodaticios de los que interpretan los principios democráticos mirando hacia las cajas de caudales o hacia las acciones industriales que quieren salvar de todo riesgo.

No os olvidaremos, y, cuando el olivo de la paz florezca, entrelazado con los laureles de la victoria de la República española, ¡volved!

Volved a nuestro lado, que aquí encontraréis patria los que no tenéis patria, amigos, los que tenéis que vivir privados de amistad, y todos, todos, el cariño y el agradecimiento de todo el pueblo español, que hoy y mañana gritará con entusiasmo: ¡Vivan los héroes de las Brigadas Internacionales!

Conclusiones

La concienciación, el reclutamiento y la participación final de los voluntarios internacionales en la Guerra Civil española, se erigió como uno de los fenómenos de masas de solidaridad universal más asombros, y hasta ese momento histórico, inéditos, de la Historia de la humanidad.

La agresión fascista contra un pueblo desarmado y un ejército, el republicano, mal pertrechado y abandonado por las democracias occidentales, se materializó como la levadura y el germen, la primordial causa por la cual se movilizaran decenas de miles de personas de toda raza y condición, desde obreros hasta intelectuales, con una finalidad en común, parar al fascismo sobre el suelo español.

El inicial romanticismo ideológico se tornó muy pronto en táctica, disciplina y estrategia, proporcionando a estos victorias parciales en batallas decisivas, como la defensa de Madrid.

Aún hoy en día, los brigadistas siguen siendo objeto de estudio y de publicaciones de toda índole.

Su memoria es recogida en la literatura, la tradición oral, la historiografía y las organizaciones de memoria histórica dispersas por todo el mundo.

Las Brigadas Internacionales no son solo un acontecimiento histórico primera línea, sino también y, en gran medida, un hito humanista, un pedazo de esa grandeza tan, en ocasiones poco visible, de la condición humana.

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