El apocalipsis climático amenaza a la península ibérica, pero hay una salida

Mientras que los gobernantes siguen haciendo promesas vacías y la idea del crecimiento perpetuo sigue inundando la mente de millones de personas, los científicos alertan cada vez con más intensidad sobre los catastróficos impactos que está teniendo y tendrá el calentamiento global sobre las especies que habitan la Tierra. Y estos efectos, al parecer, los sufriremos con elevada intensidad en la península ibérica. “De la península ibérica, olvidaos”, sentenció un reputado físico atmosférico alemán, Hans Joachim Schellnhuber, ante el elevado nivel de calor que soportará, según afirman los científicos, el extremo sur de Europa en un futuro próximo. Sin embargo, el segundo borrador del Grupo III del IPCC, el encargado de las propuestas de mitigación, afirma que existe una solución: hay que apartarse inmediatamente del capitalismo actual para no traspasar los límites planetarios.

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Si no se toman medidas urgentes, a finales de este siglo las temperaturas en España serán similares a las que hoy se dan en Irak, Arabia Saudí, Pakistán o el oeste de la India. Foto: Jose Antonio Alba.
El apocalipsis climático amenaza a la península ibérica, pero hay una salida

Las temperaturas en la superficie de la tierra están aumentando debido al calentamiento global, que está acompañado por eventos extremos que tienen impactos cada vez mayores en la sociedad y en el medio ambiente natural. Y el sur de Europa es una región crítica que se encuentra bajo amenaza directa.

El Estado español ya ha sobrepasado el grado y medio que se espera limitar a nivel mundial. Registra temperaturas anuales 1.7ºC superiores a las que se registraban en la época preindustrial, del cual 1.3 ºC se han acumulado en los últimos 60 años.

La AEMET afirma que el 2020 ha sido el más cálido de todos. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), la temperatura de la Tierra se ha incrementado 1.1ºC. Sin embargo, las previsiones del último informe del IPCC alertan, tal y como lo menciona la periodista Gessamí Forner de que “la fiesta no ha hecho más que empezar y que puede terminar como una rave descontrolada”.

El geógrafo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Sergio Vicente afirma que las previsiones para la península ibérica y las Islas Canarias no son nada halagüeñas: olas de calor más frecuentes, más intensas y menos precipitación. Vicente afirma que "el modelo a futuro indica que las precipitaciones van a descender, mientras la temperatura continuará incrementándose, un aumento que será menor o mayor según las emisiones".

Según Forner, en el escenario “optimista”, es decir, con un control del incremento térmico, la temperatura descendería a partir de 2050 tras su estabilización. Sin embargo, en el caso del escenario más “pesimista”, es decir, “con emisiones exacerbadas y sin ningún tipo de control” como ocurre actualmente, la región mediterránea sufriría un incremento de más de cuatro grados al final del siglo, mientras que las lluvias podrían descender hasta un 25%.

Los investigadores Nieves Lorenzo, Alejandro Díaz-Poso y Dominic Royé han publicado recientemente un artículo científico titulado Heatwave intensity on the Iberian Peninsula: Future climate projections” en la revista Atmospheric Research. Los investigadores se centran en las proyecciones del cambio climático sobre la intensidad y distribución espacial de las olas de calor, que se evalúan para el futuro próximo (2021-2050) en relación con un clima pasado de referencia (1971-2000). Según Lorenzo, Díaz-Poso y Royé, las olas de calor son uno de los eventos climáticos extremos más relevantes, debido a su “importante contribución a la morbilidad y mortalidad relacionadas con el calor, la vulnerabilidad social y las pérdidas económicas en la agricultura”.

En los últimos años, Europa ha sido testigo de olas de calor extremas: 2003, 2010, 2015 y 2018. En 2003, por ejemplo, la temperatura media fue de 2.5ºC por encima de lo habitual. En el Estado español se registró un exceso de mortalidad atribuible a las altas temperaturas de 6.600 personas en apenas 15 días (140 murieron de forma súbita de un golpe de calor), mientras que en Francia se dieron 14.500 fallecimientos.

El calor tiene unas consecuencias terribles para la salud. […] En Sevilla, cuando se pasa de un exceso de calor bajo a alto, el riesgo de muerte se dispara un 173%, en Barcelona y Bilbao un 78%, y en Madrid, un 82% - Victoria Torres Benayas, El País.

Lorenzo, Díaz-Poso y Royé afirman que habrá un aumento significativo en la intensidad, la frecuencia, la duración y la extensión de las olas de calor en la península, hasta tal punto que esperan que se registren el doble de días de ola de calor de aquí a menos de 30 años. “Para nuestros nietos, serán normales los veranos como el peor de la historia y para sus hijos será hasta fresco”, señalan, por su parte, desde la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).

Los investigadores, que en sus cálculos proyectan a un futuro próximo (2021-2050) lo sucedido en el periodo de referencia de 1971 a 2000, hablan de dos escenarios previstos por el impacto del calentamiento global, el intermedio y el peor. Afirman que los días de ola de calor aumentarán de promedio entre el escenario intermedio y el peor un 104% en 2050 en toda la península ibérica, aunque en el escenario intermedio el incremento será más intenso en el centro-este del Estado, con un 150% en la costa mediterránea y los Pirineos. 

La duración de las olas de calor muestra un aumento de más de 15 días en la región mediterránea y un mínimo de seis en las regiones norte y oeste. Además, en el peor escenario, las olas de calor prolongadas, de más de 10 días, se extienden prácticamente por toda la península, excepto en la costa atlántica, donde no se pasa de 6/7 días. En cuanto a las temperaturas, en el periodo de referencia tenían un exceso de calor de 11º, cifra que llegará a 21º en el escenario intermedio y a 24º en el peor caso - Victoria Torres Benayas, El País

El portavoz de AEMET Rubén Campo afirma que, según las proyecciones que maneja la agencia como los datos observados, las olas de calor se han duplicado en las últimas décadas, al pasar de 11/12 por década a 24 entre 2011 y 2020. “En los años 80 y 90 había 6 días al año bajo situación de ola de calor y en la década pasada subió a 14”. El verano pasado se registraron 3 olas de calor, con un total de 18 días de calor extremo.

Además de que se registren más días con calor extremo, el área de impacto de las olas de calor aumentará. Los investigadores señalan que la extensión de las olas de calor crecerá de un 6% a 8% por década, lo que implica “una mayor exposición humana, una mayor demanda de energía y mayor riesgo de incendios”.

En el periodo de referencia, las olas de calor afectaban a una extensión máxima del 49%, en el escenario intermedio sube al 78% y en el peor, a un 80%. En este escenario, las olas de calor afectan a prácticamente a todo el territorio, salvo una estrecha banda a lo largo de la costa atlántica, cantábrica y la zona de Cádiz - Victoria Torres Benayas, El País

A finales de siglo, y si se confirman los peores pronósticos, se espera que "ciudades como Córdoba pasen cinco días de cada verano a 47/48ºC, cuando la temperatura más alta jamás registrada en el país es de 46.9ºC. En Sevilla será 46-47ºC, en Madrid 43/44ºC, cuando el récord está en 41ºC, y en Zaragoza 45/46ºC, cuando jamás ha pasado de los 44.5ºC. “Son temperaturas absolutamente extremas e inauditas para España y propias de Irak, Arabia Saudí, Pakistán y el oeste de la India”, sostiene Rubén Campo, portavoz de AEMET y añade que, durante una ola de calor, se podría pasar de 50ºC.  

En España, si no hay adaptación en 2050-2100 habrá cerca de 13.000 muertes al año. Si seguimos adaptándonos como ahora, nos quedaremos en unas 1.000 aún en el peor de los escenarios. El reto está en mantener ese ritmo de adaptación – Julio Díaz Jiménez, investigador del Instituto de Salud Carlos II (ISCIII).  

En lo referente al impacto económico, el economista del colectivo Omal Gonzalo Fernández no duda de que el cambio climático “comportará afectaciones en el turismo (12.5% del PIB en 2019), en la agricultura (3-4%) y en las infraestructuras”. Por su parte, el ambientólogo Andreu Escrivà defiende que “el Mediterráneo es una de las zonas más vulnerables, y con mayor biodiversidad que soportará mayores impactos”. Añade lo siguiente: “la menor presencia de lluvia implica estrés hídrico para la vegetación, la agricultura y la superficie terrestre y esas cosas que pensamos que solo pasan en Oriente Medio, en islas del pacífico o en la Antártida, también pueden pasar”. También recuerda que “hay estudios que señalan la pérdida de un 10% de turismo en el País Valencià y Balears”. El científico del CSIC Sergio Vicente resume que “el aumento de las emisiones de carbono en la atmósfera tiene consecuencias en la superficie terrestre y los océanos”. Al respecto, se están efectuando múltiples estudios para analizar cómo afecta el aumento de temperatura a los distintos tipos de cultivo, desde las viñas de Txakoli en Zarautz al trigo en León.

El capitalismo es insostenible

Tal y como lo subraya el diario CTXT en un reportaje escrito por periodistas y científicos, el segundo borrador del Grupo III del IPCC, el encargado de las propuestas de mitigación, afirma que hay que dejar de lado el capitalismo actual para no traspasar los límites de la Tierra. Los periodistas y científicos que firmaron el artículo analizaron una nueva parte del Sexto informe, que fue filtrado por el colectivo de científicos Scientist Rebelllion y Extinction Rebelion. Desde este medio subrayan que en este apartado “se pueden ver claramente las divergencias existentes” en la comunidad científica con respecto a las medidas que hay que tomar para realizar una transición “efectiva y justa”.

También afirman que se está registrando una evolución en el tipo de demandas que se pueden observar. Por ejemplo, en 1990, el Primer Informe del IPCC todavía defendía que “el aumento observado [en la temperatura] podría deberse en gran medida a la variabilidad natural”. Ese debate fue cerrándose en los posteriores informes. Pero si pervivía alguna duda, el análisis del Grupo I del Sexto Informe “ha despejado cualquier incertidumbre”, según subrayan desde CTXT. Se elimina así cualquier posibilidad de réplica por parte de aquellos que tienen el apoyo de los lobbies de los combustibles fósiles y que siguen negando lo evidente, es decir, que el ser humano es el actor principal en este calentamiento global.

En el IPCC es costumbre no esconder el debate científico, y si en 1990 este giraba aún sobre las causas del cambio climático, tras 30 infructuosos años, podemos observar que la discusión oscila ahora entre aquellas posiciones que aún creen que se puede seguir creciendo y reducir las emisiones al ritmo necesario, y quienes vemos esto como otro tipo de negacionismo, más sutil, pero que en el fondo beneficia y es defendido por los mismos que antaño cuestionaban el origen del calentamiento global - CTXT

Actualmente, el interrogante es el siguiente según subrayan desde CTXT: “¿Cómo hacemos para que la inevitable transición sea percibida como un beneficio y no como una renuncia?” Y añaden lo siguiente:

No hay otra posibilidad que renunciar al crecimiento indefinido, y el informe filtrado lo menciona. La transición ha de tener en cuenta las diferencias culturales e históricas de emisiones entre países, las diferencias entre el mundo rural y el urbano para no beneficiar a uno sobre otro, y sobre todo las tremendas y crecientes desigualdades económicas entre los cada vez más pobres y los cada vez más obscenamente ricos. O se atajan estas tres dicotomías, o la transición tendrá más enemigos que apoyos y se saboteará a sí misma. Textualmente el borrador dice: “Lecciones de la economía experimental muestran que la gente puede no aceptar medidas que se consideran injustas incluso si el coste de no aceptarlas es mayor” – CTXT

Aunque se consiga cambiar el rumbo, los científicos advierten de lo siguiente:

Las transiciones no suelen ser suaves y graduales. Pueden ser repentinas y perturbadoras. El ritmo de la transición puede verse obstaculizado por el bloqueo ejercido por el capital, las instituciones y las normas sociales existentes. La centralidad de la energía fósil en el desarrollo económico de los últimos doscientos años planeta cuestiones obvias sobre la posibilidad de la descarbonización - CTXT

Las políticas favorables a las empresas de combustibles fósiles  han hecho que durante años miles de millones de euros se hayan ido a determinados bolsillos y que la riqueza haya quedado acumulada en muy pocas manos. El sistema que conocemos se ha construido y nutrido devorando estos recursos. También es verdad que, de una manera u otra, con mayor intensidad o menor intensidad, en las sociedades sobre todo occidentales una mayoría hemos utilizado los combustibles fósiles para hacer “más cómoda” nuestra vida. Aún seguimos asociando su consumo excesivo con un “elevado estándar de vida”, es más, lo consideramos el garante la misma. Cada día somos más conscientes de que estas necesidades han sido creadas por el mismo sistema que saca provecho económico de las mismas. Sin embargo, hacemos poco para solventar esta dependencia.

Por otro lado, si en los países occidentales somos cada vez más conscientes del daño que le estamos causando al planeta es porque nos hemos convertido en víctimas del mismo sistema que sostenemos y que nos ha “ofrecido” los altos estándares de vida que disfrutamos. Lo que antaño considerábamos como un sistema beneficioso ahora lo vemos cada vez más como creador de riesgos locales, estatales o planetarios (contaminación del aire, cambio climático etc.). Sin embargo, el sistema capitalista tiene una increíble capacidad de mutación, ya que es capaz de verse a sí misma como un problema y reconfigurarse de tal manera que siga permitiendo la acumulación de riqueza dejando de lado las prácticas que han sido definidas (tanto por la sociedad como por las distintas elites) como dañinas.

Por ejemplo, el mismo sistema productivista que ha generado riqueza envenenando al medio ambiente y a los seres que lo habitan (lluvia ácida, contaminación del aire, liberación de substancias tóxicas etc.) está dejando atrás las tecnologías más contaminantes y está creando riqueza a partir de las industrias que se han sumado a la revolución tecnológica, las tecnologías renovables etc. En el fondo no ha cambiado nada en lo referente a la creación y acumulación de la riqueza. Si hace 200 años el poderoso que amasaba dinero y tenía poder de decisión era el dueño de una vasta acería hoy el presidente de Iberdrola (compañía que hace gala de su “responsabilidad ambiental”) es uno de los hombres más poderosos del Estado. Por decirlo de otra manera, las viejas centrales de carbón han dado paso a los molinos eólicos, pero los trabajadores siguen siendo infinitamente más pobres en términos materiales que aquellos que tienen la sartén por el mango.

Además, los estados occidentales capitalistas han impulsado su desarrollo mediante el masivo uso de combustibles fósiles y otros recursos. Estos recursos se encuentran mayormente en países que sufrieron la brutal colonización europea. La extracción de los recursos ha generado y está generando, por ejemplo, auténticos dramas humanos en América Latina o África. Asesinatos, traslado de comunidades, contaminación, desastres tóxicos… son miles las víctimas provocadas por el expolio occidental. Además, al ser tan estratégicos para el desarrollo de nuestro sistema (tal y como lo está diseñado), el control de los recursos es un foco de conflictos y actúa como un factor explicativo importante en muchas de las guerras e intervenciones militares dirigidas por occidente que han dejado, están dejando y dejarán miles de muertes.

Es por todo esto que la transición en el norte capitalista, además de ser ecológica (consumir mucho menos, vivir con mucho menos), tiene que impulsar una radical distribución de la riqueza y tiene que ser absolutamente respetuosa con los demás países. Si vemos las proyecciones, queda claro que es imposible lograr las metas “más ambiciosas”, es decir las que implican un drástico decrecimiento y reducción de las emisiones (transporte, producción de electricidad etc.) con el sistema actual.

Según CTXT, el Grupo III vincula la reducción de las emisiones con el cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que fueron acordados en 2015 por los países miembros de la ONU para su cumplimiento en 2030. Sin embargo, aunque dentro de los ODS se encuentran objetivos muy interesantes como la reducción de la desigualdad y la protección de la biodiversidad, hay uno que crea debate: “el crecimiento económico sostenible”. Y concretamente, crea debate porque el crecimiento económico, aunque sea “sostenible” va en contra de los principios y las teorías decrecentistas que abogan por parar la rueda del crecimiento y vivir con menos, es decir, consumiendo muchos menos recursos que los que consumimos actualmente.

“Algunos científicos subrayan que el cambio climático está causado por el desarrollo industrial, y más concretamente, por el carácter del desarrollo social y económico producido por la naturaleza de la sociedad capitalista, que, por tanto, consideran insostenible en última instancia” [fragmento del informe]. […]. El informe del IPCC asume que “los objetivos de mitigación y desarrollo no pueden alcanzarse mediante cambios incrementales”. Obcecarse en el crecimiento exige desarrollar enormemente tecnologías que puedan reducir las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, pero esas tecnologías de CCS (Captura y Secuestro de Carbono) no se están materializando como se preveía. Con los sumideros de carbono de los ecosistemas en claro declive y las retroalimentaciones climáticas que se están desencadenando –lo que lleva a la Tierra a sobrepasar varios puntos de no retorno, como reconoce ya una amplia mayoría, y de ahí a un estado más caliente e inestable–, la única forma conocida de evitar el colapso climático es apartarse del modelo de crecimiento perpetuo - CTXT