El 40% de las aguas del Estado no cumplen con los requisitos legales

Según las evaluaciones de las 26 confederaciones hidrográficas, casi la mitad de los ríos, lagunas, humedales o acuíferos no cumplen con los requisitos marcados por la normativa de aguas. En concreto, el problema afecta a 2.450 de las 6.188 masas de agua evaluadas en las demarcaciones de la península y los archipiélagos. Los expertos señalan al modelo agrícola estatal como uno de los principales problemas, ya que es el sector que más agua consume y provoca una polución importante debido a la emisión de nitratos. Por otro lado, en el Estado existen por los menos 10 ríos que presentan una elevada contaminación. Uno de los problemas más acuciantes es la depuración del agua, ya que se vierten en los ríos o al mar el agua de nueve millones de personas sin depurar. De hecho, debido a una sentencia de 2019 del Tribunal Europeo de Justicia, el Estado español paga una multa a la Unión Europea de alrededor de 10 millones de euros cada seis meses por la depuración defectuosa de las aguas.

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El 40% de las aguas del Estado no cumplen con los requisitos legales

Radiografía del problema

Ya sea por sobreexplotación, contaminación o deterioro ecológico, el 40% de las masas de agua del Estado no se encuentran en buen estado. Concretamente, 2.450 de las 6.188 masas de aguas evaluadas en las demarcaciones de la península y los archipiélagos no cumplen con los requisitos marcados por la normativa de aguas.

Según los documentos de las 26 confederaciones hidrográficas, revisadas por elDiario.es, los problemas vienen por el desequilibrio entre el agua disponible y el volumen que se capta para su uso, por la pobre calidad química del agua, los vertidos de restos agroganaderos a cursos y acuíferos o la degeneración de los ecosistemas por los que discurre esa agua.

La zona que más problemas acumula es la del río Segura, que discurre por Castilla La Mancha, la Comunidad Valenciana y Murcia. El 60% de sus masas de agua no cumplen los objetivos. Con un 58%, las Cuencas Catalanas y la del río Guadiana rozan ese nivel. En el caso de la cuenca del Tajo, la del río Guadalete y las Islas Baleares en su conjunto, más del 50% de las aguas están en mal estado. Por último, por encima de ese 40% se encuentran también el Duero, las Cuencas Mediterráneas Andaluzas y las de los ríos Tinto-Odiel-Piedras (Andalucía occidental).

En el lado opuesto, las zonas del Estado que arrojan mejores datos son Galicia-Costa, con un 16% de sus masas en mal estado y las del Cantábrico oriental y occidental, que rondan el 20%. En Canarias, los problemas se concentran en el subsuelo, ya que de las 17 masas que no alcanzan los niveles exigidos 13 son acuíferos.

El Ministerio de Transición Ecológica conoce la situación, mientras que la Dirección General del Agua admite que hacen falta “inversiones específicas para revertir la situación”. El Ministerio calcula que va a poder destinar 1.700 millones de euros de los fondos de recuperación europeos al agua y, de esos, 800 millones deberían estar destinados para “la recuperación de ríos, humedales y protección ante las inundaciones”.

La prioridad número uno debería ser la protección y restauración de los ríos. El Gobierno ha informado de que se destinarán unos 200 millones que es algo escaso, pero positivo. España se encamina a un nuevo escenario donde el cambio climático va a provocar que haya menos recursos hídricos y la alteración de los patrones de precipitaciones hacía un modelo con más sequías y precipitaciones más torrenciales. Debería haber un giro en el paradigma de explotación del agua que reduzca la presión de los ecosistemas acuáticos con un enfoque hacía la protección y restauración. Reducir la presión que soportan por la sobreexplotación, la contaminación difusa y las aguas mal depuradas – Nuria Hernández-Mora, doctora en geografía e investigadora de la Fundación Nueva Cultura del Agua

Respecto a la depuración de las aguas, el ingeniero agrónomo y miembro de Ecologistas en Acción Santiago Martín Barajas afirma que “en depuración andamos muy flojos”. Añade que “se vierten en los ríos o al mar el agua de nueve millones de personas sin depurar nada” y que “de las depuradoras que sí funcionan el 35% funciona regular”. De hecho, debido a una sentencia de 2019 del Tribunal Europeo de Justicia, el Estado español paga una multa a la Unión Europea de alrededor de 10 millones de euros cada seis meses por la depuración defectuosa de las aguas.

Según Gonzalo de la Cámara, coordinador del departamento de Agua del Instituto Madrileño de Estudios Avanzados, las sanciones ejercen una “presión fuerte” para destinar dinero al saneamiento, regeneración y recuperación del agua. Sin embargo, “el dinero no puede limitarse a tapar parches para evitar multas”, subraya. De la Cámara advierte de que los fondos “deben promover transformaciones y avanzar en la transición hídrica, no pueden servir para apalancar los modelos de gestión de los que queremos alejarnos y que son los que han provocado los problemas”.

Los impactos de la agricultura

La agricultura ha sido tradicionalmente la mayor consumidora de agua en el Estado español. Según el INE, en 2018 el volumen de agua de riego usado por las explotaciones agrarias fue de 15.495 hectómetros cúbicos, es decir, un 265% más de los que se administró ese año a las redes públicas de abastecimiento urbano. Se calcula que ese año el agua que se suministró a la agricultura fue 3.7% más que en 2016. Por comunidades, la distribución de agua de las explotaciones agrícolas es mayor en Andalucía, Aragón y Castilla y León, debido a la alta presencia del sector en el territorio.

Consumimos más agua de la que nos podemos permitir. A este ritmo y con la amenaza del cambio climático y la contaminación el agua está en riesgo y, si este recurso lo está, nosotros también – Rafael Seiz, portavoz del programa de Agua de la organización World Wide Fund (WWF)

En cuanto a la presencia de nitratos, ya se contabilizan en el 89% de las masas superficiales y el 87.8% de las subterráneas de todo el Estado, según un informe del Ministerio para la Transición Ecológica entre los años 2014-2019. Al respecto, en 2018 la Comisión Europea advirtió al Estado de que podría incurrir en sanciones ambientales, una situación no desconocida para el Estado ya que ha desembolsado más de 30 millones de euros por el incumplimiento de otras directrices. Como respuesta a este hecho, el pasado 1 de marzo, el Ministerio para la Transición Ecológica lanzó un borrador sobre la protección de las aguas contra la contaminación de nitratos.

Otra de las cuestiones, denunciada desde WWF, es la existencia de medio millón de pozos ilegales asociados a la agricultura que afectan gravemente a los acuíferos, algunos de ellos situados además alrededor de espacios vulnerables como los parques naturales de Doñana (Andalucía) y las Tablas de Daimiel (Castilla-La Mancha). “Ante el gran consumo y contaminación de este sector, que no solo abastece a España sino a Europa, se debe optar por técnicas más ecológicas y eficientes y desmantelar los pozos ilegales, pero también por cambios en la demanda de productos: consumir más local y de temporada”, subraya Rafael Seiz.

Los 10 ríos más contaminados del Estado

Según la empresa dedicada a la gestión de residuos Recytrans, el Estado consume el 20% de los pesticidas que se venden en Europa y, aunque el empleo de muchos agroquímicos está prohibido, se siguen utilizando. Junto a los herbicidas, a los abonos y a otros químicos tóxicos, son los principales contaminantes que llegan a los ríos. Por otra parte, durante años se han efectuado vertidos de todo tipo de desechos industriales como el mercurio, el plomo, el cadmio, el cloro y una interminable lista de elementos tóxicos. Además, muchos ríos se siguen empleando como cloacas comarcales y hasta hace poco, se descargaban las aguas fecales directamente en sus corrientes, sin ningún tipo de tratamiento previo. A todo esto, hay que sumarle toneladas de basura: plásticos, medicamentos, aceites y grasas, detergentes, cosméticos, muebles, drogas, escombros y actualmente, mascarillas, guantes e hidrogel.

  • Río Júcar: En la actualidad es el río más contaminado del país. Sus aguas están llenas de elementos contaminantes, entre los que destacan los pesticidas.
  • Ríos Miño y Barbaña: El río Miño atraviesa el norte de la ciudad de Orense y tiene altos niveles de contaminación por detritus, pesticidas y vertidos industriales. El Barbaña es uno de sus afluentes, y en él se vuelcan aguas residuales, tanto urbanas como de alcantarillado y aliviaderos, además de recibir filtraciones de suelos contaminados, desechos industriales y todo tipo de basura.
  • Río Cinca: Los niveles de mercurio en la sangre de los peces son realmente alarmantes. Esto se debe a que muchas industrias lo han usado de vertedero durante años. Incluso se han encontrado trazas de DDT, ya que este insecticida demora más de 60 años en desaparecer y los últimos vertidos datan de 2004.
  • Río Gállego: Desde 1975 hasta 1994, la empresa Inquinosa situada en la localidad oscense de Sabiñánigo vertió Lindano en las aguas del Río Gállego sin ningún tipo de control. 27 años después hay más de cuatro mil toneladas de “sopa tóxica” depositadas en cárcavas o pozos naturales que siguen contaminando la corriente fluvial.
  • Río Guadiana: Los miles de toneladas de agroquímicos que se vierten cada año en este río de Extremadura se han ido acumulando de tal manera que se le considera un “río enfermo”. La población piscícola está desapareciendo sin tregua.
  • Río Llobregat: Hay presencia de medicamentos, desechos industriales y basura. Por otro lado, también tiene un exceso de salinidad por los detritus aportados por las Minas de Bages.
  • Ríos Tinto y Odiel: Estos ríos han sido contaminados por los desechos de las minas cercanas. En las marismas del Odiel hay tres balsas de fosfoyesos, con lodos radioactivos.
  • Río Tambre: Este es uno de los ríos más contaminados por bacterias de todo el Estado, con presencia casi permanente de colonias de Esterococos y Escerichia Coli, en concentraciones que fluctúan según la época del año. Por otro lado, se ha denunciado que se producen vertidos tóxicos nocturnos que resultan difíciles de detectar.

Conclusiones

La disponibilidad de agua dulce que se encuentra en los ríos, lagos y bajo tierra a nivel mundial está cada vez más amenazada por el uso de la tierra, la deforestación, el cambio climático y el mayor consumo de agua por una población y una industria que no dejan de crecer. Además, la calidad del agua está en peligro a causa del aumento de la contaminación, particularmente en las zonas urbanas y en relación con la agricultura intensificada.

A día de hoy, más de 1.000 millones de personas no tienen acceso al agua potable, mientras que 2.600 millones carecen del saneamiento adecuado. La falta de saneamiento ocasiona a su vez la contaminación microbiana generalizada del agua potable. Al respecto, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades infecciosas transmitidas por el agua se cobran anualmente hasta 3.2 millones de vidas, lo que equivale a un 6% de las defunciones totales en el mundo.

Además, el último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC) advirtió del aumento de las sequías intensas y de las grandes restricciones de agua en grandes franjas del mundo. Por otro lado, no podemos olvidar la advertencia de la ONU sobre que en 2050 el consumo de agua aumentará un 44% para satisfacer las demandas industriales y de la población.