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Elecciones en Chile: de nueva Constitución al avance del pinochetismo

Hace unos meses analizando los distintos pronósticos en ningún caso se barajaba a Kast como candidato posible a lanzar una propuesta que le permitiera alzarse con la victoria en los siguientes comicios. Sin embargo, ahora, todas las encuestas lo colocan en una presunta segunda vuelta a la que debería enfrentarse a Gabriel Boric de Apruebo Dignidad.

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Elecciones en Chile: de nueva Constitución al avance del pinochetismo

Por Ricard Jiménezcontrainformacion.es

Al grito de no son «30 pesos son 20 años» se vislumbraba el resquebrajamiento del antiguo statu quo conservado en Chile desde la dictadura de Pinochet y el economicismo ultraliberal interpuesto por los Chicago Boys.

Las protestas, aunque de forma esquiva, fueron vehiculadas y legitimadas por una capitalización mayoritariamente de la izquierda del prisma político, puesto que el centroizquierda lleva ya tiempo renqueante e incapacitado para permear en cambios profundos.

Tras jornadas de fuertes enfrentamientos se alcanzaría la presión óptima para llevar a las urnas la decisión de acabar con la antigua Constitución, pero el mantra de esta nueva «libertad» ha sido captado por José Antonio Kast, candidato de la ultraderecha a la presidencia del país.

Hace unos meses analizando los distintos pronósticos en ningún caso se barajaba a Kast como candidato posible a lanzar una propuesta que le permitiera alzarse con la victoria en los siguientes comicios. Sin embargo, ahora, todas las encuestas lo colocan en una presunta segunda vuelta a la que debería enfrentarse a Gabriel Boric de Apruebo Dignidad.

¿Cómo ha pasado Kast de ser visto como un trasnochado pinochetista a un firme candidato a la presidencia?

La derecha de Sebastián Sichel se ha visto arrollada en estos últimos meses por la campaña mordaz del ultraderechista, sin duda, que ha apostado por destacar sus ideales reaccionarios como una posición antisistema. «La moderación dejó de estar de moda en Chile», ha escrito Rocío Montes, y así es.

Las posiciones más rancias de Kast siguen latentes, pero durante la campaña electoral ha trabajado en rebajar los estigmas que le sobrevolaban a base de la picaresca y contemporánea idea de «rebeldía».

Esta es una estrategia ya reconocida en España, donde desde VOX y desde plataformas relacionadas con la ultraderecha se encastran en el manido relato de la «lucha contra la dictadura de lo políticamente correcto», pero también el enclaustrar el concepto de ‘libertad’ bajo las premisas de estabilidad y orden, que a priori parecen antónimos, pero tan bien le ha funcionado al Partido Popular madrileño.

Libertad y atrevimiento

‘Sapere aude’ proclamaba Kant en un manifiesto en el que reclamaba el pensar por uno mismo como camino para alcanzar la «mayoría de edad», la «libertad de pensamiento». Y en un giro paradigmático la ultraderecha chilena – como la española – se ha propuesto darle la vuelta al precepto, que en este caso se propugnaba para alcanzar las resoluciones de una nueva Constitución que olvidara el tutelaje impertérrito del pinochetismo.

«Atrévete a pensar por mucho que te hablen mal de mi, que yo te haré libre», parece ornamentar Kast, que se esconde bajo la sombra del ente dictatorial. La sombra esconde, como siempre, las mismas propuestas programáticas de siempre de la extrema derecha, pero revestidas con un nuevo léxico.

Jaime Bordel explica que «en este aspecto, el Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen y Florian Philippot fue uno de los primeros partidos en cambiar el léxico de la extrema derecha. Tal y como cuenta Guillermo Fernández-Vázquez en su libro Qué hacer con la extrema derecha en Europa, desde el año 2011 (y más acusadamente tras los atentados de Charlie Hebdo), la libertad pasó a situarse en el centro del discurso del FN. Esta defensa de la libertad operaba en seis dimensiones: como soberanía popular, como capacidad de decisión sobre la vida propia, como seguridad, como recuperación de la independencia nacional, como capacidad de encarnar el interés general y como liberadora de los complejos nacionales. Detrás de estas dimensiones se hallaban los mismos elementos de siempre de la derecha radical populista, el nativismo (con fuertes dosis de islamofobia), el autoritarismo y el populismo, pero la manera de presentar el mensaje había cambado radicalmente».

La perversión conceptual

Resulta cuanto menos paradójico que frente al despojo y la lucha frente al sometimiento heredado del pinochetismo la idea de ‘libertad’ se presuponga ensalzada por alguien abiertamente partidario de la dictadura.

No obstante, la conceptualización en el marco del neoliberalismo globalizado ha permitido la germinación de las semillas de las que ha brotado una realidad alternativa, desde donde se ha transmutado la vertebración democrática a los parámetros del capitalismo individualista.

Tampoco es nueva esta sordidez y en España estuvo claramente formalizada tras la figura de José Antonio Primo de Rivera, quien mantenía que la única libertad posible era “la libertad de obedecer”.

Boric y las posibilidades de la izquierda en Chile

A pesar de las justísimas diferencias, varios sondeos ya comienzan a dar una ligera ventaja al candidato de la ultraderecha, pero frente a este se mantiene Gabriel Boric, que según el balotaje sería el vencedor de una hipotética segunda vuelta por 52 a 48 %.

El exlíder estudiantil de izquierdas reafirmó la idea de que Chile “necesita un nuevo contrato social”, tratando de hacer hincapié en una demanda que emanó de las calles durante la crisis social iniciada en 2019.

“La estabilidad solo es real y duradera si está construida sobre la base de una red de seguridad social robusta. Todos los chilenos necesitan estar protegidos de los riesgos de la enfermedad y la vejez”, expresó en una entrevista.

Para ello su plan económico se basa en puntos clave sobre los que pivotan los elementos de lo público, además, en su programa se detallan «53 cambios concretos para un nuevo Chile».

 

  1. Entre sus propuestas más codiciadas están las de aumentar el salario mínimo para superar los 500 mil pesos al finalizar el gobierno, reducir la jornada laboral a 40 horas semanales, condonar la deuda educativa, y una reforma tributaria para que «quienes tienen más contribuyan más», con impuesto a los «súper ricos», un royalty minero, combatir la evasión tributaria, generar un sistema único de salud y el plan de disminución del precio de la vivienda, que iría acompañado de la creación de 260 mil viviendas públicas.