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39 años de la masacre de Sabra y Chatila

Han pasado 39 años desde la masacre en los campamentos de refugiados de Sabra y Chatila, que se cobró la vida de unas 4.000 personas. El campamento quedó completamente rodeado por las fuerzas de ocupación israelí, lo que facilitó y apoyó el ingreso de las milicias libanesas, quienes entraron de madrugada al campamento y comenzaron la masacre a sangre fría, utilizando armas blancas y otras herramientas en la brutal liquidación de los indefensos residentes del campamento. 

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A la izquierda Melana Boutros, sobreviviente de la masacre de Sabra y Chatila, sostiene la foto donde aparece ella el 16 de septiembre de 1982, de pie, junto a los cuerpos de sus tres hijos y su esposo, asesinados por milicias respaldadas por Israel.
39 años de la masacre de Sabra y Chatila

La masacre de Sabra y Chatila no fue un accidente en la historia del Líbano, que en ese momento vivía una guerra civil entre facciones y milicias armadas y rivales. Entre el 16 y el 18 de septiembre de 1982, las milicias armadas libanesas y las fuerzas de ocupación israelíes cometieron la matanza de los campamentos de Sabra y Chatila, que se encuentran entre los 12 campamentos palestinos en territorio libanés.

La masacre tuvo lugar en solo 62 horas, en medio del silencio árabe e internacional, y se documentaron escenas de cadáveres sin cabeza y cabezas sin ojos. Se asesinaron a 4.000 hombres y mujeres y hubo miles de heridos.

La decisión de cometer la masacre fue tomada por Rafael Eitan, el Jefe de Estado Mayor israelí, y Ariel Sharon, entonces Ministro de Guerra, en el gobierno de Menachem Begin, durante el cual las fuerzas de ocupación se aliaron con la milicia de la «Falange Libanesa».

El campamento quedó completamente rodeado por la ocupación israelí, lo que facilitó y apoyó el ingreso de las milicias, quienes entraron de madrugada al campamento y comenzaron la masacre a sangre fría, utilizando armas blancas y otras herramientas en la brutal liquidación de los indefensos residentes del campamento.

Testigos que estaban en el lugar dicen que uno de los tanques israelíes avanzó metros hacia el campamento al otro lado de la calle principal, y esto se interpretó como un intento de averiguar si había resistencia en el interior, pero el tanque retrocedió sin exponerse a ningún fuego.

Por lo tanto, el terreno estaba bien preparado para la entrada de las milicias libanesas. De hecho, una fuerza de 150 hombres armados que se habían reunido en el aeropuerto de Beirut se trasladó hacia Ouzai y de allí al cuartel «Henry Shehab» del ejército libanés, donde se estaban reuniendo las «Fuerzas Libanesas», y un poco al norte del cuartel, las fuerzas de ocupación israelíes habían establecido un centro de vigilancia y seguimiento.

Tres divisiones, cada una de 50 hombres armados, entraron en el campo, cerraron a la población del campo y comenzaron a matar civiles sin descanso.

Los atacantes rompieron las puertas de las casas y mataron a los que estaban dentro sin decir nada. Estaban implementando un plan estricto que se trazó con el objetivo de matar y nada más. Según los sobrevivientes de la masacre, los ejecutores no solo mataron, también llevaron a cabo violaciones, saqueos y robos.

Los testimonios de los supervivientes cuentan cómo los hombres armados destruyeron todas las formas de vida en el campo. Los niños, incluso los bebés, no se salvaron de la matanza. Se limpió el estómago de las mujeres embarazadas y se extrajeron los embriones.

La masacre continuó hasta el segundo día, cuando los atacantes llamaron a los habitantes del campamento a través de altavoces a que se rindieran para evitar que los mataran. Cuando las personas se rindieron, grupos de hombres armados los llevaron en camiones a destinos desconocidos, y su paradero no se ha sabido desde entonces.

Los investigadores y narradores orales clasificaron las nacionalidades de las víctimas de la masacre de Sabra y Chatila: 75% palestinos, 20% libaneses, 5% de otras nacionalidades (sirios, iraníes, bengalíes, turcos, kurdos, egipcios, argelinos y paquistaníes), y otros cuyas nacionalidades no se especificaron.

Relatos de testigos y superviviente

Fuentes palestinas afirmaron que el número de muertos llegó a miles, incluidas mujeres, ancianos y niños, y algunos de ellos estaban presentaban atrocidades: se les extirparon las entrañas antes o después de su asesinato, según lo documentaron periodistas en el sitio de la masacre.

El palestino Muhammad Sorour (56 años), uno de los sobrevivientes de la masacre de Sabra y Chatila, recuerda algunos capítulos de la masacre y los terribles días que pasaron él y su familia.

Agrega que la masacre estalló en la madrugada del 16 de septiembre de 1982, alrededor de las 5:30 am, y los agresores atacaron, torturaron, mataron y violaron sin piedad.

Respecto a las escenas más aterradoras en su mente durante la masacre, Sorour dice: «la imagen de mi vecino Ahmed, que fue asesinado y su cabeza fue colocada en un palo en medio de la calle, todavía me acompaña hoy”.

El periodista estadounidense Thomas Friedman del New York Times dijo: “Vi principalmente grupos de hombres jóvenes de entre veinte y treinta años, alineados contra las paredes, esposados y luego asesinados con una ráfaga de ametralladoras al estilo de una banda criminal profesional».

El movimiento era normal en las cercanías de los dos campamentos y nadie creía que se estuviera produciendo una masacre. Pero con el inicio del traslado de heridos a los hospitales de Acre y Gaza, y la llegada de informaciones sobre las atrocidades y los horrores que se estaban cometiendo en el lugar, los refugiados comenzaron a huir a toda prisa, y algunos de ellos se reunieron en el patio del hospital de Acre, creyendo que este lugar sería seguro y que los agresores no atacarían un hospital.

Pero esto no sucedió, ya que los miembros de la las «Fuerzas Libanesas» atacaron el hospital de Acre y cometieron asesinatos y violaciones como los que habían llevado a cabo en los callejones de los campamentos.

Según los documentos, la masacre, sin lugar a dudas, estuvo bien preparada con el objetivo de intimidar a los palestinos residentes en los campamentos y en el entorno geográfico libanés que se extiende desde el sur en los suburbios de Beirut.

Al Mayadeen - NR