Tras el Maidán de Kiev, unas protestas contra el gobierno de Victor Yanukovich durante el invierno 2013-2014 que culminó con un golpe de estado y la llegada de un gobierno nacionalista, Ucrania vivió una primavera muy agitada. Perdió la península de Crimea, anexionada por Rusia, y multitud de protestas afloraron por buena parte del este y sur del país. 

Los protestantes pedían la federalización del país y el acercamiento a Rusia de sus regiones. Las nuevas autoridades ante la imposibilidad de controlar la situación mediante las fuerzas del orden, utilizaron a grupos paramilitares de nacionalistas. Esto ocurrió el 2 de mayo de 2014 en Odessa. Ultras de fútbol venidos de todo el país junto a elementos nacionalistas locales se enfrentaron a los partidarios de la federalización. Murieron cerca de un centenar de personas en la ciudad. 

46 personas fueron quemadas y apaleadas en la casa de los sindicatos. Al principio las autoridades acusaron a las víctimas de autoincendiarse y de ser ciudadanos rusos. Luego se demostró que eran vecinos de Odessa que murieron de manera violenta por la acción de los nacionalistas. A día de hoy nadie ha sido condenado por los asesinatos y el terrible crimen se una a la larga lista de delitos violentos que las autoridades ucranianas ignoran.