83 años de la Masacre de Nankín, el holocausto japonés olvidado

Este dantesco capítulo de la historia, sucedido hace exactamente 83 años, es poco conocido para la tremenda gravedad de lo sucedido. Lo que hizo el ejército imperial japonés en esta ciudad china es difícil de comprender sin que a uno se le revuelva el estómago:  asesinatos y violaciones en masa, decapitaciones, torturas, robos,  personas enterradas o quemadas vivas, prisioneros utilizados para probar el filo de las espadas, bebés lanzados al aire y ensartados en bayonetas... todo lo peor que pueda imaginar la mente más retorcida se hizo realidad durante las semanas que duró esta barbarie. Las cifras de muertos varían mucho según quien cuente la historia, pero se estima que el número está entre los 300.000 y el medio millón. 

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83 años de la Masacre de Nankín, el holocausto japonés olvidado

La Masacre de Nankín es el nombre con el que se conocen los crímenes cometidos por el Ejército Imperial Japonés en Nankín (China), tras la caída de la capital de la República China frente a las tropas japonesas el 13 de diciembre de 1937.

El ejército japonés se trasladó hacia el norte tras capturar Shanghái en octubre de 1937, siguiendo hacia Nankín. Los comandantes del ejército nacionalista chino habían huido de la ciudad antes de la entrada del ejército nipón, dejando atrás a miles de soldados chinos atrapados en la ciudad amurallada. Muchos de ellos se quitaron sus uniformes y escaparon a la llamada Zona de Seguridad preparada por los residentes extranjeros de Nankín. Lo que ocurrió después de la entrada del ejército japonés en la ciudad de Nankín es y ha sido la base de la acalorada discusión histórica y tensión política, particularmente entre China y Japón en años recientes.

Los crímenes de guerra cometidos durante este episodio incluyen el pillaje, la violación y la matanza de civiles y prisioneros de guerra. El alcance de las atrocidades es debatido entre China y Japón, que van desde la afirmación del gobierno chino de una cifra de muertos no combatientes superior a 300 000, hasta la afirmación del ejército japonés en el Tribunal Militar Internacional de Extremo Oriente (conocida como el Tribunal de Guerra de Tokio) después de la Segunda Guerra Mundial, de que las cifras de muertos eran todas de militares y que no hubo masacres organizadas o atrocidades cometidas contra los civiles. El Tribunal de Guerra de Tokio juzgó un caso en que el número total de muertes fue de 250 000. En la sentencia de muerte emitida contra el comandante del ejército japonés en Nankín, el general Iwane Matsui, la cifra fue establecida en 100 000. En diciembre de 2007, algunos documentos del Gobierno Federal de los Estados Unidos recién publicados, que hasta entonces habían sido un secreto de Estado, consideraron el número total de muertos en 500 000, teniendo en cuenta lo que pasó alrededor de la ciudad antes de su captura.

En China, este hecho es un punto principal del nacionalismo chino. En Japón, la opinión del público está dividida al respecto, especialmente entre los conservadores, para los que la Masacre de Nankín ha sido exagerada como un arma diplomática dirigida contra Japón. Tales opiniones son consideradas revisionismo histórico entre los chinos, y como tal, continúan generando rabia y resentimiento.

Concurso de Masacre

El 13 de diciembre de 1937, el periódico Osaka Mainichi Shimbun y su análogo el Tokyo Nichi Nichi Shimbun cubren una "competencia" entre dos oficiales japoneses, Toshiaki Mukai  y Tsuyoshi Noda, ambos de las tropas de la 16a División del Ejército Imperial Japonés, en el que se describe como compiten entre sí para ser el primero en matar por decapitación a 100 personas con una katana antes de la toma de Nankín. Desde Jurong y Tangshan (dos ciudades en la Provincia de Jiangshu, China) hasta la Montaña Zijin, Tsuyoshi Noda había matado a 105 personas, mientras que Toshiaki Mukai asesinó a 106 personas. Ambos oficiales supuestamente superaron su meta durante el fragor de la batalla, por lo que fue imposible determinar quién había ganado el concurso; por lo tanto se decidió iniciar otro concurso, con el objetivo de llegar a las 150 muertes. Después de la rendición de Japón, Toshiaki Mukai y Tsuyoshi Noda, fueron detenidos y fusilados en Nankín con acusación de carácter penal.

El titular en negritas dice: "'Récord increíble' (Competencia para matar a 100 personas —Mukai 106 – Noda 105— Ambos Tenientes van a los extras"

Relatos de testigos presenciales tanto occidentales como chinos en Nanking registran que, en el transcurso de seis semanas después de la caída de la ciudad, las tropas japonesas participaron en una ola de violaciones, asesinatos, robos, saqueos, incendios y otros crímenes de guerra. Prueba de ello quedan los diarios de algunos extranjeros como John Rabe y la estadounidense Minnie Vautrin, que optaron por quedarse con el fin de proteger a los civiles chinos de tales daños. Otros relatos incluyen los testimonios en primera persona de los supervivientes de la masacre de Nankín, informes de testigos oculares como los periodistas (occidentales y japoneses), así como los diarios de campo del personal militar. El misionero estadounidense John Magee ofreció una cinta de cine de 16 mm y fotografías de primera mano de la masacre de Nankín.

Masacre de civiles

Tras la captura de Nanking, el 13 de diciembre de 1937, la masacre que fue perpetrada por el ejército japonés, llevó a la muerte a más de 250.000 residentes en la ciudad, una cifra difícil de calcular con precisión debido a los muchos cuerpos quemados deliberadamente, enterrados en fosas, o depositados en el río Yangtze por el EIJ. Campbell, en un artículo publicado en la revista Teoría Sociológica, ha calificado la masacre de Nanking como un genocidio, teniendo en cuenta el hecho de que los residentes fueron asesinados en masa, a pesar del resultado positivo en la batalla.

Civiles chinos enterrados vivos.

 

Varios residentes extranjeros que se encontraban en Nankín en el momento de los sucesos registraron sus experiencias sobre lo que acontecía en la ciudad: El médico estadounidense Robert O. Wilson, en una carta a su familia: "la masacre de la población civil es terrible. Podría seguir narrando páginas de los casos de violación y brutalidad casi más allá de lo creíble. Dos cadáveres bayoneteados es lo único que queda de siete barrenderos que estaban sentados en su sede, cuando los soldados japoneses llegaron sin previo aviso y mataron a cinco de sus miembros e hirieron a dos, que pudieron dirigirse al hospital."

El misionero John G. Magee, en una carta a su esposa: "no sólo mataron a todos los prisioneros que podían encontrar, también a un gran número de civiles de todas las edades[...] Justo antes de ayer vimos a un pobre miserable muerto muy cerca de la casa donde estamos viviendo."

El Dr. Wilson, en otra carta a su familia: "ellos [los soldados japoneses], hirieron con bayoneta a un niño, causando su muerte. Pasé una hora y media de esta mañana intentando curar a otro niño de ocho años que tenía cinco heridas de bayoneta, una de las cuales penetró en el estómago, haciendo que una porción de epiplón quedara fuera del abdomen."

Niño asesinado por un soldado japonés a culatazos de fusil porque no se quitó el sombrero.

 

El 13 de diciembre de 1937, John Rabe escribió en su diario:

"No fue hasta recorrer la ciudad que nos enteramos de la magnitud de la destrucción. Nos encontramos con cadáveres cada 100 a 200 yardas. Los cuerpos de los civiles que he examinado tenían agujeros de bala en la espalda. Estas personas habían sido presuntamente fusiladas por la espalda mientras estaba huyendo. Los japoneses marchan por la ciudad en grupos de diez a veinte soldados y saquean las tiendas(...) lo he visto con mis propios ojos, ya que saquearon la cafetería de nuestro panadero alemán Kiessling".

Hiroki Kawano, exfotógrafo militar relata: "Vi toda clase de escenas espantosas... cuerpos decapitados de niños tendidos en el suelo. Ellos hacían que los prisioneros caven un hoyo y que se arrodillen en el borde antes de ser decapitados. Algunos soldados japoneses eran muy hábiles en su trabajo y tenían el cuidado de cercenar la cabeza completamente, pero dejando una pequeña tira de piel entre la cabeza y el cuerpo, de modo que al desplomarse la cabeza arrastraba el cuerpo hacía el hoyo". (Revolutionary Document, Vol. 109 - History Committee for the Nationalist Party, Taipéi, China - 1987, p. 79; Yin, James and Young, Shi, p. 132).

"A partir del 13 de diciembre, la gente fue atravesada con bayonetas, dividida con espadas o quemada. Nada sin embargo era más despiadado que enterrarlas vivas. Esos miserables aullidos, esos desesperados alaridos esparcidos en el aire que vibraba. Todavía podíamos oírlos a siete millas de distancia" (Three Months of Nanking's Ordeal, autor Jiang Gong-gu).

"Las víctimas enterradas vivas (tipo de enterramiento solo con la cabeza afuera) morían mucho antes que comenzaran los efectos de la inanición y el agusanamiento, sin embargo algunos eran usados como blancos "tipo jabalina" con las bayonetas, otros eran pisoteados por caballos, algunos eran regados con agua hirviendo y otros eran aplastados con las orugas de los tanques". (Bergamini, David. Japan's Imperial Conspiracy, William Morrow Company, Inc. New York, 1971, p. 36).

"En esa época la compañía a la que yo pertenecía estaba acuartelada en Xiaguan. Nosotros usábamos alambre de púas para atar a los chinos capturados dentro de fardos de diez y tenerlos unidos en el camino. Luego les echábamos gasolina y los quemábamos vivos. Me sentía como si estuviera matando cerdos" (Kozo Tadokoro "First-hand Experience of the Nanking Massacre").

Según el veterano de la marina Sho Mitani, 'El Ejército utilizaba un toque de trompeta que significaba "matar a todos los chinos que huyen". A miles se les llevó lejos y fueron ejecutados en masa en una excavación conocida como "Reguero de los diez mil cadáveres", una zanja de unos trescientos metros de largo por cinco metros de ancho. Dado que no se conservan registros, las estimaciones sobre el número de víctimas enterradas en la zanja van desde 4,000 a 20,000. La mayoría de los estudiosos e historiadores consideran que el número será de alrededor de 12,000 víctimas.

Violaciones

Las mujeres y los niños no estaban a salvo de los horrores de las matanzas. El Tribunal Penal Militar Internacional para el Lejano Oriente estima que 20.000 mujeres fueron violadas, incluyendo niñas y ancianas. Una gran parte de estas violaciones fueron sistematizadas en un proceso donde los soldados hacían una búsqueda puerta por puerta para dar con las víctimas, las cuales eran llevadas cautivas y violadas. Las mujeres eran asesinadas, a menudo, inmediatamente después de ser violadas por medio de la mutilación (se cortaban los senos) o apuñalándolas ya sea con la misma bayoneta o con palos largos de bambú u otros objetos afilados que eran introducidos en la vagina de las víctimas para que terminaran desangrándose. En el caso de mujeres embarazadas después de la violación, a menudo se bayoneteaban en el vientre, se hacían cortes abiertos y rasgaban el útero, llegándose a ver el feto.

 

Caso 5 de la película de John Magee: Una mujer encuentra el cadáver de dos adolescentes violadas y apuñaladas, con una botella y una caña en sus vaginas.

Dos extractos de los escritos del 15 y 18 de diciembre de 1937 que Robert O. Wilson, un cirujano en el Hospital Universitario Estadounidense, envió a su familia: "Permítanme relatar algunos casos ocurridos en los últimos dos días. Ayer por la noche la casa de uno de los miembros del personal chino de la universidad estaba destruida y dos de sus familiares, fueron violadas. Dos jóvenes, de alrededor de 16 años, fueron violadas hasta la muerte en uno de los campamentos de refugiados. En la University Middle School donde hay 8.000 personas; los japoneses saltaron por encima del muro, robaron comida, ropa y violaron hasta que quedaron satisfechos".

También hay relatos de las tropas japonesas obligando a las familias a cometer actos de incesto. Hijos forzados a violar a sus madres, padres obligados a violar a sus hijas. A su vez, los monjes que se habían consagrado a una vida de celibato, también se vieron obligados a cometer violaciones y mantener relaciones sexuales entre ellos, para diversión del ejército japonés.

Según estimaciones, se produjeron alrededor de al menos 1000 casos de violaciones por noche y muchos por día. En caso de resistencia o cualquier indicio de desaprobación, se bayonetea, apuñala o dispara. (James McCallum, carta a su familia, el 19 de diciembre de 1937).

Probablemente no hay crimen que no se haya cometido en esta ciudad el día de hoy. Treinta niñas fueron sacadas de la escuela de idiomas de anoche, y hoy he oído resultados de desgarradoras historias de las niñas que fueron sacadas de sus casas ayer por la noche-una de las niñas era de 12 años, pero... Esta noche pasó un camión en el que había ocho o diez niñas, y a su paso han gritado "Jiu ming! Jiu ming!": salven nuestras vidas. (Minnie Vautrin el diario, 16 de diciembre de 1937).

"Aunque ninguna joven o mujer que se pudiera considerar atractiva dejaba de estar en riesgo, ninguna mujer estaba a salvo de una violenta violación o la explotación sexual, (algunos de éstas fueron filmadas como "souvenirs") y el probable asesinato subsecuente. Grupos de 3 ó 4 soldados merodeadores comenzaban viajando alrededor de la ciudad y robando todo lo que consideraban robable. Continuaban violando a las mujeres y niñas y matando a cualquiera que intentara resistirse, a los que intentaran huir de ellos o simplemente a los que se encontraban en el lugar y momento equivocado. Habían niñas menores de 8 años y ancianas mayores de 70 que fueron violadas en la forma más brutal posible, golpeándolas bestialmente. (John Rabe, hombre de negocios alemán, miembro del partido nazi, habitante de la "Zona de seguridad internacional neutral de Nankín", Chang The rape of Nanking p.119).

Reverendo James McAllum: "No sé por dónde empezar ni dónde terminar. Nunca tuve que escuchar algo de tamaña brutalidad. Violada, violada, violada, estimábamos al menos mil casos por noche y muchos en el día. La gente está histérica... Muchas mujeres son traídas mañana, tarde y noche. Parece que todo el ejército japonés es libre de ir donde quiera y hacer lo que quiera". (R. John and Zaide, Sonia M. The Tokyo War Crimes Trial: The Complete Transcripts of the Proceedings of the International Military Tribunal for the Far East, 27 Vols.).

 

Foto tomada en Xuzhou, mostrando el cuerpo profanado de una mujer descrito en el documental del misionero John G. Magee.

 

"Estaríamos bien si sólo las hubiéramos violado, pero nunca pedí que se detuviera el asunto. Muchas veces las clavábamos con bayonetas o cuchillos, porque los muertos no hablan, quizás si solo las hubiéramos violado las veríamos como mujeres, pero al matarlas, las veíamos como cerdos" (Chang, The Rape of Nanking, pág. 49-50).

Un testigo Li Ke-Hen reportó: "Hay muchos cuerpos en las calles, víctimas de violación en grupo y asesinato. Todas están desnudas, sus pechos cortados muestran un terrible hueco marrón, algunos de los cuerpos están reventados a bayonetazos en el abdomen, con los intestinos hacia afuera, algunas tienen un rollo de papel o un trozo de madera clavado en sus vaginas".

Muchas mujeres fueron violadas y brutalmente asesinadas. El actual escenario de esta masacre se presentó en detalle en el documental La batalla de China. La película Nanking! Nanking! (en español: Ciudad de vida y muerte) dirigida por el chino Lu Chuan y premiada con la Concha de Oro a la Mejor Película en el Festival de Cine de San Sebastián 2009, es una recreación de la historia de la Masacre de Nankín.

El Gobierno fue muy consciente de las atrocidades. El 17 de enero, el ministro de Relaciones Exteriores de Koki Hirota recibe un telegrama escrito por el corresponsal del Manchester Guardian, Harold John Timperley, que fue interceptado por el gobierno de ocupación en Shanghái. En este telegrama, Timperley escribió:

"Desde el retorno de Shanghái hace unos días informó de las atrocidades cometidas por el ejército japonés en Nankín y en otros lugares. Relatos fiables de testigos oculares y cartas de particulares cuya credibilidad queda más allá de la duda son prueba convincente de que el ejército japonés se comportó y sigue comportándose de tal forma que recuerda a Atila, rey de los hunos. No menos de trescientos mil civiles chinos fueron asesinados, en muchos casos a sangre fría."

Ejecución extrajudicial de prisioneros de guerra chinos

El 6 de agosto de 1937, Departamento del Ejército de Japón ratificó la proposición de su ejército para eliminar las limitaciones del derecho internacional sobre el tratamiento de prisioneros chinos. Esta directiva también aconsejó a los oficiales de personal para dejar de usar el término "prisionero de guerra".

 

Un prisionero de guerra chino a punto de ser decapitado por un oficial japonés.

Robos e incendios

Una tercera parte de la ciudad fue destruida como resultado de los incendios provocados. Según los informes, las tropas japonesas quemaron los recién construidos edificios de gobierno, así como las casas de muchos civiles. Hubo una considerable destrucción de áreas fuera de las murallas de la ciudad. Los soldados saquearon a los pobres y los ricos por igual. La falta de resistencia de las tropas y civiles chinos en Nanking significaba que los soldados japoneses tenían libertad para dividir los objetos de valor de la ciudad a su antojo. Esto dio lugar al saqueo generalizado y el robo.

Retiro de Matsui y Asaka

A finales de enero de 1938, el ejército japonés obligó a todos los refugiados en la zona de seguridad a volver a sus casas, para afirmar haber "restaurado el orden". Después de la creación del "zhengfu Weixin" (el gobierno colaboracionista) en 1938, se restauró el orden poco a poco en Nankín y las atrocidades cometidas por las tropas japonesas había disminuido considerablemente.

El 18 de febrero de 1938, la Zona de Seguridad de Nankín cambió su nombre por "Comité Internacional de Rescate de Nankín" y la Zona de Seguridad efectivamente dejó de funcionar. Los últimos campamentos de refugiados fueron cerrados en mayo de 1938.

En febrero de 1938, tanto el príncipe Asaka como el general Matsui fueron retirados de actividad y regresados a Japón. Matsui pasó a la jubilación, pero el príncipe Asaka se mantuvo en el Consejo Supremo de Guerra hasta el final de la guerra en agosto de 1945. Fue ascendido al rango de general, en agosto de 1939.

Tribunales de crímenes de guerra

Poco después de la rendición de Japón, los principales oficiales a cargo de las tropas japonesas en Nankín fueron llevados a juicio. El General Matsui fue acusado ante el Tribunal Penal Militar Internacional para el Lejano Oriente por ignorar "deliberada y temerariamente" su deber legal de "adoptar medidas adecuadas para velar por el cumplimiento y prevenir las violaciones" dadas en la Convención de La HayaTani Hisao, el Teniente General de la Sexta División del ejército japonés en Nankín, fue juzgado por el Tribunal de Crímenes de Guerra de Nankín. Otros líderes japoneses militares a cargo en el momento de la masacre de Nankín no fueron juzgados. El Príncipe Kan'in, jefe del Estado Mayor del Ejército Imperial Japonés durante la masacre, había muerto antes del fin de la guerra en mayo de 1945. Al príncipe Asaka se le concedió inmunidad por su condición de miembro de la familia imperial. Isamu Chō, el ayudante del príncipe Asaka y al que algunos historiadores creen que emitió la orden de "matar a todos los cautivos", se había suicidado durante la defensa de Okinawa.

 

Fuentes: Wikipedia // lavanguardia.com