Tetsuya Ishida, la crisis existencial sobre un lienzo
El museo Reina Sofía de Madrid presenta "Autoretrato del otro", la primera gran exposición fuera de Japón dedicada a este artista que reflejó como nadie la desolación a la que nos somete el capitalismo
La historia de Tetsuya Ishida encaja a la perfección en la definición de artista maldito. A pesar de nacer en una familia acomodada (su padre era miembro del Parlamento japonés), Tetsuya nunca encontró su lugar en la sociedad. Estudió en la Universidad de Arte de Musashino, y en 1997 decidió dedicarse por completo a la pintura. Sin embargo, necesitaba un empleo para subsistir, y por eso aceptó un trabajo de vigilante nocturno en una imprenta. Vivía solo en un pequeño apartamento cercano a una gran tienda de bellas artes, y los pocos amigos que tuvo aseguran que estaba obsesionado con la pintura. Se pasaba el día delante del lienzo, y por las noches trabajaba. Vivió en sus propias carnes las exigencias a las que nos somete el sistema capitalista en que vivimos. Y eso fue lo que plasmó en sus obras. Con un estilo entre el naïf y el surrealismo, Tetsuya creó un universo propio que nos abandona ante la desolación y la incertidumbre de la sociedad actual, marcada por el desarrollo tecnológico y las sucesivas crisis que ahondaron en la desigualdad y el desamparo de la clase trabajadora. En sus obras la alienación es un personaje más, conviviendo con un sujeto universal que sufre impasible las consecuencias psicológicas del capitalismo.
'Cochinilla durmiendo', 1995. Acrílico sobre tabla. Colección particular. © TETSUYA ISHIDA
La mayor parte de las obras de Tetsuya se pueden visitar en Madrid hasta el 8 de septiembre. Su producción es escasa, puesto que su carrera tan solo duró 10 años. Como artista maldito, murió de manera trágica, precipitada y polémica. El 23 de mayo de 2005, con tan solo 31 años, un tren lo arroyó en un paso a nivel en Tokio. Todo apuntaba a un suicidio. Nos quedan sus obras, en las que la imaginería recurrente del escolar/oficinista sirve para realizar una crítica de los sistemas educativos y laborales regidos por los imperativos de productividad y competitividad. La metamorfosis del cuerpo humano fusionado con ciertas especies de insectos, dispositivos tecnológicos o medios de transporte; las situaciones claustrofóbicas en las que el cuerpo se halla físicamente atrapado en agujeros y construcciones, o forma parte de una cadena de montaje como si de un engranaje más se tratara; la búsqueda de la identidad ligada a la necesidad primaria del retorno a la niñez y al componente escatológico reprimido; el lustro perdido de los parques de atracciones y la tristeza que invade los terrenos baldíos funcionan como telón de fondo para la apatía de una sociedad que ha sucumbido a la maquinaria de la producción y del consumo infinitos.
'Sin título', 2001. Acrílico sobre lienzo. Colección particular. © TETSUYA ISHIDA
Uno de los temas recurrentes del autor es la educación, que tiene en la sociedad actual una misión clara de despersonalización del individuo. Se trata de un proceso que prepara a los espíritus libres y con criterio propio que son los niños, en perfectos trabajadores-consumistas, piezas claves del sistema capitalista. De aquí surge un fenómeno sociocultural que describe el aislamiento social en el que viven muchos jóvenes en Japón, denominado hikikomori, y que ya os explicamos en EULIXE.
'Prisionero', 1999. 'Despertar', 1998. Acrílico sobre tabla. Fred Eychaner Collection. © TETSUYA ISHIDA'Despertar', 1998. Acrílico sobre tabla. Shizouka Perfectural Museum of Art. © TETSUYA ISHIDA
'Pubescencia', 2004. Acrílico y óleo sobre lienzo. Colección particular Y++ Wada Fine Arts. © TETSUYA ISHIDA'Invernadero', 2003. Acrílico y óleo sobre lienzo. Colección particular. © TETSUYA ISHIDA, 2019
'Búsqueda', 2001. Acrílico sobre lienzo. The Dai-Chi Life Insurance Company Limited. © TETSUYA ISHIDA