Las granjas de pulpos ya están aquí (y el dilema ético que suponen también)
En las últimas décadas hemos sido testigos del "boom" pulpero. Ha pasado de ser un plato tradicional de ciertas regiones costeras a producto de moda muy cotizado y demandado, haciendo que haya cada vez menos oferta y se dispare el precio. Debido a este crecimiento, han sido muchas las empresas que han intentado la cría de este cefalópodo en cautividad. Sin embargo, tras más de 60 años de intentos, nunca se había conseguido cerrar el ciclo reproductivo completo por las complejas características de este animal. Hasta ahora.
Lourditas y Goliath son los pulpos que tendrán el dudoso honor de ser los primeros de su especie en tener descendencia en cautividad. En aproximadamente un mes los huevos que han gestado eclosionarán y en unos dos años se convertirán en los primeros pulpos que no conozcan el mar. Una buena noticia en principio para todos aquellos amantes de este manjar. Sin embargo, supone una muy mala noticia para la especie. Lo explican un grupo de científicos en un texto publicado en la revista Issues in Science and Technology, donde aseguran que la cría de estos cefalópodos en cautividad es éticamente inexcusable y peligrosa para el medio ambiente, y hasta han pedido a empresas privadas, instituciones académicas y gobiernos que no financien esta práctica. Te explicamos las razones:
El problema ético
Los pulpos poseen una inteligencia muy poco común entre los animales marinos. Son capaces de resolver problemas complejos, reconocer diferentes seres humanos, manipular objetos y recordar soluciones a problemas. Incluso se han documentado casos de ejemplares que han conseguido escapar de su cautiverio mediante enrevesados planes de fuga. Se está estudiando también las diferentes fases de sueño que atraviesan y sus increíbles ocho cerebros descentralizados. Es además el único invertebrado que la Declaración de Cambridge sobre la Conciencia considera dotado de sentidos junto con los mamíferos y las aves.
Debido a esta gran inteligencia, los pulpos necesitan estímulos constantes y un entorno donde poder explorar, jugar y manipular. Cuando se estresan, se muestran agresivos y pueden caer en comportamientos extremos como el canibalismo o la automutilación. Y no nos imaginamos nada más estresante para un animal así que vivir confinado junto a miles de ejemplares más en piscinas-granja. De ahí el dilema ético.
No vemos ninguna razón por la cual, en el siglo XXI, un animal sofisticado y complejo se convierta en la fuente de alimentos producidos en masa. Las fábricas de pulpos está injustificada ética y ecológicamente - Jennifer Jacquet, Profesora de la Universidad de Nueva York y una de las autoras del artículo
Sostenibilidad
Las razones por las que este grupo de científicos se posiciona en contra de las granjas de pulpos no son solo éticas, sino que también aportan argumentos que afectan directamente al ecosistema marino y la sostenibilidad. Al ser los pulpos animales carnívoros que necesitan una gran cantidad de alimento, su cría artificial requeriría de la captura de grandes cantidades de peces y mariscos para alimentarlos, ejerciendo todavía una mayor presión sobre la fauna marina silvestre.
Los pulpos tienen una tasa de conversión de alimentos de al menos 3:1, lo que significa que el peso del alimento necesario para sostenerlos es aproximadamente tres veces el peso del animal. Dado el agotado estado de la pesca mundial y los desafíos de proporcionar una nutrición adecuada a una población humana en crecimiento, el aumento de la cría de especies carnívoras como el pulpo va en contra del objetivo de mejorar la seguridad alimentaria mundial - Jennifer Jacquet
De este modo, lo que en principio parece una buena noticia, podría no serlo tanto. La apuesta por la cría de pulpos en cautividad abaratará el precio de su carne y aumentará su oferta, pero a la vez el ser humano da un paso más en su alejamiento del ecosistema en el que vive y muestra su desprecio por el bienestar del resto de animales con los que convive.