El cubo que estuvo a punto de cambiar la Historia

El cubo que estuvo a punto de cambiar la Historia

La siguiente historia es un diamante en bruto para los amantes de las ucronías. Ha sido publicada en la revista Phisics Today, y explica lo cerca que estuvo la alemania nazi de conseguir un reactor nuclear estable. Los esfuerzos de Hitler por conseguir ser el primero en domar esta enorme nueva tecnología fueron en vano, pero estuvo a punto de lograrlo. ¿Os imagináis cómo se hubiera desarrollado la historia si hubiese sido el primero en contar con armas nucleares? Todo comienza el verano de 2013, cuando un cubo de uranio de dos pulgadas de lado llegó a la Universidad de Maryland con una nota que decía:  "Del reactor que Hitler trató de construir".  Timothy Koeth y Miriam Hieber, miembros de la Universidad, inmediatamente se dieron cuenta de lo que tenían entre manos. Sin duda el cubo era parte del programa de investigación nuclear realizado por científicos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial en busca de la energía nuclear y, potencialmente, un arma nuclear. Tras años de investigación, Timothy y Miriam han revelado una historia compleja, intrigante e incompleta de la que se puede sacar una conclusión bastante inquietante: los alemanes podrían haber construido un reactor nuclear.

  • Las razones del fracaso

Parece ser que una de las razones que evitaron esta situación tan comprometida para el futuro de la raza humana fue la falta de coordinación científica. "Varios físicos alemanes participaron en ese programa de investigación, aunque quizás el más reconocido fue Werner Heisenberg", aseguran los investigadores. Heisenberg fue uno de los físicos teóricos más importantes y una de las piezas fundamentales para el desarrollo de la mecánica cuántica. Por esta razón fue el encargado del proyecto "Berlín", uno de los 3 experimentos que buscaba domar la energía nuclear, junto a otros dos experimentos independientes que se desarrollarían de forma paralela en las ciudades de Gottow y Leipzig. Ninguno de los 3 proyectos llegaron a compartir sus resultados, lo que condenó el proyecto, según Koeth y Hiebert: "En lugar de trabajar juntos bajo el liderazgo central, como lo hicieron después los científicos del Proyecto Manhattan, los investigadores nucleares alemanes se dividieron en tres grupos, cada uno de los cuales realizó una serie de experimentos por separado". En el invierno de 1944, cuando los Aliados ya estaban entrando en Alemania, los investigadores nucleares nazis intentaron desesperadamente construir un reactor que pudiera alcanzar la criticidad. Sabían que la guerra estaba casi perdida, pero si conseguían este hito, podría darse una vuelta a la situación. Para ello, los funcionarios trasladaron los experimentos del reactor de Berlín encabezados por Heisenberg al sur antes de la invasión aliada. Finalmente aterrizaron en una cueva debajo de un castillo, en la pequeña ciudad de Haigerloch en el suroeste de Alemania.

  • El proyecto B-VIII

En los bajos de este castillo se produjo una actividad frenética para conseguir crear el primer reactor nuclear autosuficiente a partir de una "tela de araña" creada con 664 cubos de uranio unidos por acero trenzado y suspendidos en un tanque de agua pesada (óxido de deuterio), para moderar la reacción, y todo ello rodeado por un anillo de grafito. Esta configuración fue el mejor diseño que el programa alemán había logrado hasta el momento, pero no fue suficiente para lograr un reactor crítico autosuficiente. El último ensayo tuvo lugar en marzo de 1945, apenas un mes antes de que llegaran las tropas americanas. El cubo que llegó a la Universidad de Maryland fue parte del experimento B-VIII de Heisenberg. Las caras del cubo contienen grandes huecos de burbujas que se formaron durante un proceso de fundición en bruto. Esas características son consistentes con los primeros métodos de procesamiento de uranio en los que los componentes metálicos se moldearon individualmente. Sin embargo, faltaba masa crítica. Los cubos eran de uranio natural no enriquecido, por lo que apenas contenían un 0,7% del isótopo uranio-235, el único fisible y por tanto con capacidad para provocar una reacción en cadena de fisión nuclear. El propio Heisenberg lo reconoció años mas tarde: "El aparato aún era demasiado pequeño para sostener una reacción de fisión de forma independiente, pero un ligero aumento en su tamaño podría haber bastado para iniciar el proceso de generación de energía". Los investigadores de Maryland afinan el dato: "Se ha calculado que el reactor experimental de Haigerloch habría necesitado un 50% más de uranio para funcionar". Un diagrama y una foto que muestra la construcción del reactor B-VIII. Los 664 cubos de uranio se encadenaron en cadenas utilizando cable de avión. Lo más curiosos es que los nazis tenían la capacidad y los componentes necesarios para que este reactor hubiera tenido el tamaño suficiente. Si no fue así, fue por haber dividido las investigaciones en tres grupos independientes.  Tal y como asegura Miriam Hiebert, "Si los alemanes hubieran concentrado sus recursos [como se hizo el Proyecto Manhattan], en vez de mantenerlos dispersos en experimentos rivales, puede que hubieran logrado desarrollar un reactor nuclear funcional". Antes de que llegaran las tropas aliadas, los alemanes trabajaron duro para desmantelar y ocultar todos los experimentos en los que estaban trabajando. Los documentos sobre el proyecto B-VIII  se encontraron dentro de una letrina y 659 de los 664 cubos, enterrados. Fueron enviados a París y, después a Nueva York. Los demás se los llevó el propio Heisenberg, que huyó en bicicleta en mitad de la noche. Pedaleó durante tres días hasta llegar a su casa de verano al sur de Baviera, a unos 320 kilómetros. Allí fue detenido por los aliados. 20 años más tarde, unos niños encontraron dos cubos como el de Koeth en un río cercano a la casa. Mientras, la Operación Alsos, por la que los estadounidenses reclutaron a investigadores nazis relacionados con la energía nuclear, hicieron que el resto de los cubos terminaran mayormente en Estados Unidos. Los cubos del experimento del reactor B-VIII durante la Segunda Guerra Mundial fueron enterrados en un campo cerca del laboratorio subterráneo. Los miembros de la misión de Alsos de Estados Unidos en Alemania los encontraron y los desenterraron. Fotografía de Samuel Goudsmit, cortesía de la AIP Emilio Segrè Visual Archives Imaginar lo que hubiera sucedido en el caso de que los alemanes hubieran conseguido la energía nuclear es ya parte de la ciencia ficción, afortunadamente. Hay quien asegura que fue el propio Heisenberg quien boicoteó desde dentro los esfuerzos nazis, aunque esto es probable que nunca lo sepamos con certeza. Os dejamos con la reflexión final de los investigadores de la Universidad de Maryland que ha hecho pública esta historia:

"Quizás lo más importante es que la historia de los cubos es una lección de fracaso científico, aunque vale la pena celebrarlo. El experimento del que formaron parte, diseñado por algunas de las mentes científicas más grandes de la época, no funcionó. Afortunadamente para todos nosotros, el enfoque competitivo y los limitados recursos científicos del programa de investigación nuclear alemán pudieron haber sido lo que frustró a Heisenberg y sus colegas en su búsqueda de la energía nuclear. En la ciencia, como en otras actividades fundamentalmente humanas, haríamos bien en recordar que estamos realmente en nuestras mejores condiciones y mejor equipados para enfrentar grandes desafíos cuando dejamos de lado nuestras diferencias y trabajamos juntos".