Ecoembes, el ejemplo perfecto de cómo el capitalismo se enfrenta a la crisis ambiental

Un estudio internacional señala directamente a Ecoembes como el principal enemigo en la lucha contra el plástico y la contaminación que este produce, al presionar para que los sistemas de retorno de envases no funcionen. En lugar de buscar soluciones para la crisis ambiental que supone el uso masivo de plásticos, este estudio asegura que Ecoembes (una organización sin ánimo de lucro compuesta por más de 12.000 empresas del mundo de la alimentación) hace todo lo posible para "proteger sus ganancias y continuar inundando el mundo con productos y embalajes baratos fácilmente desechables", mientras dedican gran parte de sus recursos a hacer creer lo contrario a la opinión pública a través de una campaña de greenwashing masiva. Un perfecto ejemplo de cómo el sistema capitalista se enfrenta a la crisis ambiental y climática en la que nos hallamos inmersos.
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Ecoembes, el ejemplo perfecto de cómo el capitalismo se enfrenta a la crisis ambiental

Las medidas necesarias para enfrentarse con unas mínimas garantías de éxito a la crisis ambiental que vivimos deberían ser bastante drásticas. Probablemente supondrían la desaparición del sistema tal y como lo conocemos, o al menos requeriría cambios estructurales profundos. Las grandes empresas lo saben: luchar realmente contra el cambio climático supondría dejar de lado las ganancias, al menos por un tiempo. Y según pasa el tiempo y observamos cómo están actuando, queda clara la táctica: hacer los cambios mínimos y que no requieran demasiado cambio, y centrar los esfuerzos en hacer creer a la población que se está haciendo todo lo posible, una técnica denominada greenwashing. El ejemplo perfecto lo tenemos en Ecoembes.

 Ante la ira pública, aquellos considerados realmente responsables de inundar el mundo con contaminación por plástico - compañías de combustibles fósiles, compañías de bienes de consumo, productores de envases y grandes minoristas- rápidamente se han unido a un sinnúmero de iniciativas individuales o conjuntas destinadas para presentar soluciones que abordan el problema. En primera instancia, estas iniciativas parecen abogar por soluciones a la crisis; pero esta investigación revela que, tras bambalinas, están haciendo todo lo posible por proteger sus ganancias y continuar inundando el mundo con productos y embalajes baratos fácilmente desechables - Informe Talking Trash

Ecoembes es una organización sin ánimo de lucro que aglutina a cerca de 12.000 empresas de alimentación. Está controlada por la empresa Ecoembalajes SA, una red de empresas entre las que figuran Bimbo, Pascual, Campofrío, Coca-Cola, Colgate, Danone, Henkel, L'Oreal, Nestlé o PepsiCo. Entre sus miembros de envases de plástico están Tetra Pak Hispania, Ciclopast, Ecoacero, y cuenta con las cadenas de supermercados Alcampo, Carrefour, DIA, El Corte Inglés, Mercadona y SPAR.

Su finalidad es gestionar los fondos destinados al tratamiento y recuperación de sus envases, tal y como marca la legislación europea. En España, paga a gran parte de los ayuntamientos por la recogida y tratamiento de los residuos que van al contenedor amarillo. Posteriormente vende esos residuos a plantas de reciclaje que tratan de recuperar la mayor parte del plástico. Ahora el informe "Talking Trash, El manual de las empresas sobre las falsas soluciones a la crisis del plástico" señala precisamente a Ecoembes y otros grandes distribuidores y productores de plástico y envases como responsables de presiones para anular leyes medioambientales sobre reciclaje en España.

Los plásticos no son solo problemáticos por la mala gestión al final de su ciclo vida, sino también desde el momento en el que se realiza la producción de plástico de resina virgen, ya que este proceso es uno de los principales contribuyentes al cambio climático. Este proceso genera emisiones suficientes, desde el momento en el que el combustible fósil abandona el suelo, y durante todo su ciclo de vida, como para que se utilice el 10-15% del presupuesto total de carbono para 2050, tomando en cuenta las actuales tasas de crecimiento. El procesamiento, el uso y la eliminación del plástico también presentan efectos colaterales tóxicos, con una serie de consecuencias para la salud humana y del planeta, ya sea por los nocivos aditivos químicos o por los microplásticos ingeridos por humanos, animales y plantas, con graves consecuencias aún bastante desconocidas para la salud - Informe Talking Trash

Esta investigación ha sido elaborada por diversas organizaciones de más de quince países, agrupadas bajo el nombre Changing Markets. En el informe que puedes leer en este enlace se pone de manifiesto la responsabilidad de Ecoembes en los intentos fallidos por parte de las administraciones públicas de volver a implantar el uso de envases retornables (SDDR), un sistema que consigue reutilizar el 90% de latas y botellas, salgan adelante.

Este informe también muestra las tácticas utilizadas por Ecoembes para retrasar o anular las legislaciones medioambientales en Navarra, Comunidad Valenciana o Cataluña mediante la presión de las patronales, la publicación de informes contrarios a dichas normativas o presiones directas a políticos. Según este informe, España es uno de los países que más contamina del mundo, mientras que la industria del plástico oculta el alcance real de la crisis del plástico y presiona para evitar que se introduzcan medidas destinadas a combatirlo.

Ecoembes ha rechazado repetidamente el SDDR bajo las premisas de que sería demasiado costoso para la industria, argumentando que las tasas de reciclaje de envases de plástico en España ya están muy por encima de los objetivos de la Unión Europea - Informe Talking Trash

Lavando su imagen, no el planeta

Para deslegitimar el sistema de retorno y seguir manteniendo sus intereses intactos, Ecoembes invierte grandes sumas de dinero en marketing y comunicación para manipular la percepción pública al respecto. Este "lobby del plástico" habría patrocinado por ejemplo diversos estudios científicos de universidad públicas españolas como la Universidad de Alcalá de Henares, la Universidad de Alicante o la Universidad Politécnica de Madrid, cuya cátedra de Medio Ambiente recibe subvención directa de Ecoembes. 

Pero sin duda no es la única empresa que hace grandes afirmaciones ecologistas de cara a la galería, pero que luego no cumple. Changing markets ha analizado los compromisos voluntarios de los 10 mayores contaminadores de plásticos: Coca-Cola, ColgatePalmolive, Danone, Mars Incorporated, Mondelēz International, Nestlé, PepsiCo, Perfetti Van Melle, Procter & Gamble y Unilever, evaluando sus compromisos en función a su apoyo a iniciativas que propongan leyes progresistas, la ambición de sus objetivos con respecto a reducción de plásticos, sus compromisos de reutilización, la introducción de contenido reciclado en sus productos o su transparencia y responsabilidad. Este análisis muestra que las empresas tienen niveles de compromiso muy distintos, que van desde casi ninguno (Perfetti Van Melle y Mondelēz International) hasta los más grandilocuentes (Unilever, Danone y Coca-Cola). Sin embargo, las empresas no cumplen con reportar datos independientemente verificados y no logran alcanzar sus propios objetivos.

Por ejemplo, desde 1990, Coca-Cola se fijó el objetivo de comenzar a vender bebidas en botellas hechas de 25% de tereftalato de polietileno reciclado (rPET) pero, tres décadas después, sus botellas todavía contienen solo un 10% de rPET. En lugar de implementar sus promesas, Coca-Cola, el mayor de todos los contaminadores de plástico, ha dejado un rastro de 30 años de promesas incumplidas, que van desde objetivos no alcanzados con respecto al contenido de material reciclado en sus envases, hasta compromisos fallidos en la recuperación y la introducción de materiales alternativos.

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Desde el comienzo de la pandemia de Covid-19, los productores de plásticos han aprovechado la crisis de salud pública y capitalizado en el temor de las personas para exigir retrocesos regulatorios en legislaciones ambientales. Si bien los equipos de protección individual (EPI) salvan vidas, estos representan un pequeño porcentaje de la producción total de plástico. Las grandes industrias del plástico (Big Plastic), han capitalizado la crisis para abogar por el material plástico de un solo uso, y arremeter contra cualquier aspecto que amenace su negocio. Han presentado estudios científicos cuestionables para poner en duda los productos reutilizables, y han presionado para revertir tanto los sistemas de depósito como las prohibiciones de artículos plásticos de un solo uso - Informe Talking Trash

Tal y como asegura este informe, desviar la atención de las medidas obligatorias a través de compromisos voluntarios bien publicitados es solo una táctica en el manual corporativo de falsas soluciones a la crisis del plástico. Estas tácticas encajan en tres
categorías principales: demorar, distraer y descarrilar.

Las tácticas para demorar utilizadas por la industria incluyen el lobby para retrasar la legislación que sea desfavorable, proteger el “statu quo” por más tiempo y permanecer preparado para futuras oportunidades de influenciar o debilitar la legislación. Hay formas más sutiles de convencer a los legisladores de que la implementación de medidas obligatorias no es necesaria. Causar retrasos a través de compromisos voluntarios grandilocuentes, retener o tergiversar datos para enmascarar la gravedad del problema, pedir el retraso en la implementación o agregar condiciones a las leyes para ampliar el tiempo que las corporaciones poseen para continuar como de costumbre o buscar otros vacíos legales son algunas otras de las tácticas.

Las maniobras dilatorias van de la mano con una campaña de distracción. Durante muchos años, estas se han centrado, fundamentalmente, en desviar la atención sobre quién es realmente el culpable de la crisis de los plásticos. Las prolongadas campañas de organizaciones medioambientales espúreas (como Keep America Beautiful) y marcas de consumo (como Coca-Cola) han continuado apuntando firmemente a los consumidores, distrayendo así de la verdadera responsabilidad de los productores por la crisis de la contaminación por plástico. Otras tácticas de distracción incluyen obsesionarse con soluciones temporales, que solo ponen un parche al problema, como la limpieza de playas o los productos hechos de plástico marino. Otros tapujos al problema también son el promover el reciclaje sin recolección obligatoria; alegar que los productos de plástico son más reciclables de lo que realmente son; promocionar otras alternativas de un solo uso, como los plásticos de base biológica, biodegradables o compostables; impulsar soluciones tecnológicas como si fuesen el santo remedio al problema, tales como el reciclaje químico. Además de financiar estudios diseñados para respaldar su punto de vista, también se aseguran de difundir ampliamente sus credenciales ecológicas entre los consumidores, a través de medios altamente financiados y campañas publicitarias.

Finalmente, las grandes corporaciones en la industria del plástico buscan constantemente oportunidades para descarrilar proyectos de ley antes de que vean la luz. Muchas marcas de consumo y otras compañías en la cadena de suministro de plásticos tienen grupos de presión directos que influyen en los gobiernos de todo el mundo; sus intereses también están representados indirectamente a través de numerosas asociaciones comerciales y otras organizaciones establecidas o financiadas para influir en la política. En algunos casos, incluso crean grupos ambientalistas falsos o financian grupos existentes como portavoces. Las tácticas identificadas incluyen impulsar leyes preventivas para evitar futuras prohibiciones a los productos plásticos, buscar exenciones a las leyes propuestas para productos que argumentan tener mejores credenciales de sostenibilidad, desafiar la legalidad de la implementación, debilitar la aplicación e incluso desviar cínicamente la legislación al promover medidas que no abordan el problema de raíz. 

 

Fuentes: Talking Trash // Público