Las similitudes Trump-VOX: demagogia adictiva

Las similitudes Trump-VOX: demagogia adictiva

Hace tan solo un año, nadie se podría imaginar el terremoto político y social que ha provocado VOX en el estado español. Son muchos los factores que han favorecido su fulgurante auge, pero sin duda uno de los mas importantes tiene que ver con su forma de comunicar. Alguien que sabe, y mucho, sobre esta nueva forma de comunicación política es Argemino Barro, periodista afincado en Nueva York, y que ha seguido desde el comienzo la carrera hacia la presidencia de Donald Trump. De ese conocimiento salió el libro "El candidato y la furia" (ed. La Huerta Grande), donde trata algunas de las claves que han aupado al magnate ultraliberal a la presidencia de Estados Unidos. Esas mismas claves se están repitiendo paso por paso en España. Y quien las utiliza es, como no, VOX. Os dejamos con una clarividente reflexión de Argemino al respecto:

"Mirándolo desde EEUU, lo de VOX está provocando un déjà vu apabullante. Es puro Trump. Vox ha tendido la misma trampa: su demagogia es una droga para las audiencias y los medios se han convertido en el camello. Aunque sea ya Historia Antigua, refrescamos algunos trucos:

En 2015 Donald Trump anunció su campaña con una promesa: levantar un muro con México. Un proyecto racionalmente cuestionable, caro, difícil, muy probablemente ineficaz. Pero emocionalmente poderoso. Un concepto sencillo y polarizante que dominó, desde el principio, el debate.

La opinión publica se lanzó a su yugular, los centros comerciales anunciaron boicots a los productos de Trump y todo el mundo se volvió muy digno contra la demagogia y la xenofobia. Normal. Pero en ese momento, sin saberlo, estábamos mordiendo el anzuelo.

Desde entonces la dinámica fue la misma: cuando la polémica se iba quedando vieja, Trump hacía otra promesa loca y ofensiva (expulsión de 10 millones de “ilegales”, insultos a un héroe de guerra, “Muslim ban”) y el ciclo de indignación volvía a empezar .

Estábamos convencidos de que cada soflama de Trump sería la última. No se podían decir estas cosas en público. Trump se estaba saboteando. Y sin embargo, su estrategia funcionó. A cada soflama de Trump, su exposición mediática subía y también su apoyo electoral. ¿Por qué?

Antes de Trump, EEUU ya estaba polarizado. El hartazgo había crecido y se habían fortalecido los extremos políticos. Lo decían los sondeos. Lo decía la caída de la confianza en las instituciones, en la clase política y en los medios. Era un terreno fértil para la demagogia.

Nivel de confianza de los norteamericanos en los mass media

Cuando no hay centro político, las soflamas aprovechan ese vacío y obligan a elegir bando, a fanatizarse. Además son oro puro para las audiencias. Los medios las difunden. Llegan a todos y obligan a reaccionar y a posicionarse. Las soflamas marcan la agenda política.

La soflama es sencilla y controvertida. Apela a los valores más íntimos y resulta una droga para el cerebro. Por eso es viral. La soflama domina el relato. Y, sin embargo, su poder suele ser subestimado.

Según George Lakoff (profesor emérito de la Universidad de Berkeley), la izquierda tiene la costumbre de ver la realidad sólo desde un punto de vista lógico y empírico. Es hija del Siglo de las Luces. El mundo, para ella, es un laboratorio de cifras e intereses objetivos. Por eso hay cosas que la izquierda no entiende.

No entiende que un obrero vote a la derecha, por ejemplo. Y Lakoff explica: “La gente no vota en función de sus intereses, sino de sus valores”. De ahí que las soflamas sean tan eficaces: el “marco mental” de una persona es más sensible a las emociones que al raciocinio.

La campaña de Trump (moral aparte) fue una obra maestra de la persuasión. Tocó las cuerdas adecuadas: inmigración, miedo, orgullo nacional. La lógica le importó un comino. Él jalonó sus mítines de anécdotas y no dejó de pisar ni un solo charco, ni una sola guerra cultural.

Su campaña no se dio en un vacío. Había frustración y un mercado político para ciertos mensajes. Trump es un vendedor: leyó ese mercado y le vendió un producto. Cultivó la enemistad de los medios, dominó el relato de 2016 y todos bailamos a su ritmo (lo seguimos haciendo).

No sólo se ha beneficiado Trump. Los grandes medios de EEUU han hecho caja como nunca en su vida. No hay mejor droga que la indignación, y Trump proporciona toneladas: gracias a él los medios han logrado romper todos los récords de audiencia (y a bajo coste). Es un win-win.

¿Puede VOX aplicar con éxito la misma estrategia en España? Vamos a dejarlo aquí. Lo que está claro es que nos cuesta resistirnos a estos ricos subidones emocionales. Somos una presa fácil. Trump lo sabe, los medios lo saben y ahora lo sabe Vox". Texto de Argemino Barro.