La pirámide de la argumentación según el nivel de racionalidad

La infografía de hoy debería ser materia esencial en todos los colegios, e incluso muchos estaría bien que se la tatuaran para no olvidarla. Se trata de una representación gráfica triangular de la "jerarquía del desacuerdo" basada en el ensayo de 2008 de Paul Graham "How to Disagree" ("Cómo discrepar"), señalando que cuanto más arriba en la pirámide se está, más fuerte es la posición propia, y cuanto más abajo, más débil. Además, subir en la pirámide hace más constructivos los intercambios y, sobre todo, te convierte en una persona racional para dejar de ser un troll. 
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La pirámide de la argumentación según el nivel de racionalidad

Aprender a discrepar debería ser fundamental en todos los seres humanos. Paul Graham es famoso precisamente por crear una jerarquía de la discrepancia, ordenando actitudes según la calidad en la que las personas manifiestan su desacuerdo. Para ello Graham crea una representación gráfica con forma triangular en la que se ordenan estos niveles de discrepancia. Según este gráfico triangular mientras más alta sea la ubicación de una persona en la pirámide más potente es la posición o el argumento propio, mientras que aquellos que se sitúan en los niveles más bajos utilizan argumentos débiles y banales para justificarse.

No obstante, una persona es capaz de evolucionar o moverse entre los distintos niveles. De esta manera, cuanto más alto se sitúen las personas en los niveles, más edificantes y provechosos serán los intercambios de opiniones.

A continuación explicamos los diferentes niveles de la jerarquía de la discrepancia desde el más bajo hasta el más alto de todos.

7. Insulto
El nivel más bajo de argumentación es en el que están instaladas todas aquellas personas que recurren al insulto como forma de oposición, dado que son incapaces de ofrecer ningún tipo de argumento por poco razonado que sea. Graham lo ejemplifica con la frase “eres un idiota”.

6. Ad hominem
El autor sitúa en este peldaño a todos aquellos que “atacan a las características o la autoridad del contrario son considerar la sustancia del argumento”. Esto significa que la persona solamente es capaz de rebatir a otra mediante ataques o afirmaciones negativas sobre su persona, con la intención de desacreditarle pero sin aportar ningún argumento válido que demuestre la debilidad de los razonamientos y las afirmaciones del otro. Es decir, se ataca a la persona, no a lo que dice. Un ejemplo de esta discrepancia sería: “¿Qué vas a saber tú si ni tan solo tienes estudios?”.
5. Respondiendo a tono
En estos casos la persona se centra o utiliza el tono del mensaje de su oponente para intentar desmentirlo o refutarlo, sin tener en cuenta el fundamento o la esencia de aquello que se está debatiendo. Un afirmación típica en estos casos sería: “Gritando tanto nadie te tomará en serio”.

4. Contradicción
La persona que utiliza la contradicción para rebatir una opinión tiende a expresar una idea opuesta pero con muy poco contenido o sin ninguna evidencia. En estos casos los argumentos utilizados se expresan en formas de verdades universales que, según esa misma persona, no necesitan explicación. Por lo tanto el ejemplo sería: “Todo el mundo sabe que eso no es así”.

3. Contraargumento
A partir de este nivel los razonamientos comienzan a presentar una mayor riqueza y calidad. No obstante, en el contraargumento la persona expone pruebas o evidencias que respaldan su opinión, pero que han sido dichas o escritas por otros anteriormente. Las ideas utilizadas para debatir cualquier tema no son fruto del razonamiento de la propia persona, sino que se sirve de planteamientos y explicaciones de terceros para respaldar sus creencias. Por ejemplo: “No tienes razón, porque tal y como dijo Sócrates…”

2. Refutación
En este segundo nivel de discusión la persona es capaz de razonar y disentir con sus propias ideas y creencias pero sin tener demasiado en cuenta la base del argumento o las creencias del otro. Más bien, se basa en detalles o ideas muy concretas del discurso del otro, no siendo capaz de rebatir la idea central.

1. Refutar el punto central
Finalmente llegamos al nivel más alto, y por lo tanto más constructivo a la hora de mantener una discusión. En este punto la persona tiene los recursos necesarios para rebatir el tema central o la base de la discusión de manera explícita y directa, utilizando sus propias experiencias y argumentos y pudiendo integrar las ideas del otro en su discusión.

Fuente: Psicologiaymente