La inversión en I+D+i (investigación, desarrollo e innovación) es un gran indicador para saber como está el tejido productivo de un país. Quienes no guardan a penas parte de sus presupuestos para estas inversiones, son aquellas economías que normalmente tienen un escaso valor añadido y están obsoletas. Pero quienes dedican grandes partidas económicas a la investigación y el desarrollo, suelen tener una industria tecnológica muy avanzada.

En este mapa elaborado por El Orden Mundial, se puede ver claramente que países como Suecia y algunos lugares de Francia, Bélgica y Reino Unido son los que mayor inversión realizan en I+D+i en Europa. Estas zonas son también las que generan mayor valor añadido a sus economías, lo que deja patente que este tipo de inversiones son buenas para el buen funcionamiento del entramado económico de los países. El centro europeo también aporta un nivel alto de inversión en investigación, mientras que la periferia sur y este se sitúa lejos de los estándares más avanzados.

En el caso particular del Estado español tenemos que hablar de niveles bajos o muy bajos de aporte en I+D+i, que se sitúan incluso por debajo de la media europea. En general, el porcentaje de inversiones de este tipo que se realizan, comparadas con el gasto que se hace sobre el PIB (Producto Interior Bruto), no supera el 2% y en algunas zonas como en las Islas Baleares, ese porcentaje es inferior al 0,5%. Según el último informe de Instituto Nacional de Estadística (INE), los gastos en I+D interna alcanzaron un valor de 14.063.444 euros en 2017, lo que supuso una variación del 6,1% respecto al año anterior y uno de los campos para los que se guardó mayor porcentaje de presupuestos para la inversión es el de la Biotecnología.

“El gasto en actividades de I+D interna en Biotecnología aumentó un 7,2% en el año 2017 y se situó en 1.694 millones de euros. Esta cifra supuso un 12,0% del gasto interno total en actividades de I+D en España”, INE.