En 1937 el zeppelin Hindenburg se incendiaba en pleno vuelo

En 1937 el zeppelin Hindenburg se incendiaba en pleno vuelo

Eran aproximadamente las 19:25 de la tarde del 6 de mayo de 1937 cuando el zeppelin alemán Hindernburg estalló en llamas cuando se disponía a aterrizar en el puesto de amarre de la Estación Aérea Naval en Lakehurst, en Nueva Jersey, después de haber cruzado el Atlántico. Todavía se encontraba a unos 60 metros del suelo cuando, según las investigaciones, una chispa que saltó de un diferencial en el potencial eléctrico, encendió una fuga de hidrógeno que tenía el aparato y el fuego se propagó rápidamente. El origen de la fuga es todavía un misterio y aunque muchas teorías apuntan a que pudo haber sido un sabotaje, lo cierto es que las numerosas pruebas científicas han hecho que se descartara esa idea.  Una chispa que saltó de un diferencial, encendió una fuga de hidrógeno que tenía el aparato y el fuego se propagó rápidamente. Fuente: National Archief El aparato quedó totalmente destruido en apenas 40 segundos y en el accidente murieron 35 personas que se encontraban a bordo de la aeronave y un miembro de la tripulación que se encontraba en tierra. Lo más sorprendente de todo es que de los 97 pasajeros que había dentro, sobrevivieron 62 gracias a la rotura de los depósitos de agua que hizo que el líquido cayera sobre ellos y les salvara de las llamas. El aparato quedó totalmente destruido en unos 40 segundos. Fuente: National Archief La compañía The Zeppelin comenzó a construir el Hinderburg en el año 1931 y durante todo el tiempo que operó en el aire lo hizo bajo la bandera nacional alemana (la bandera con esvástica del Partido Nazi). Medía 245 metros de largo y 41 de diámetro y en total estuvo activo unos 14 meses y realizó 17 viajes de ida y vuelta a través del Océano Atlántico, transportando hasta 70 pasajeros con comodidad y unas 60 personas de tripulación, a una velocidad de unos 135 km/h. El zeppelin Hindenburg sobrevolando Manhattan horas antes del desastre. Fuente: National Archief El desastre del dirigible alemán LZ 129 Hindenburg destruyó también todas las confianzas en las aeronaves rígidas gigantes y marcó el final de la era de estos aparatos como medio de transporte para personas después de más de 30 años de utilidad.