A las 9.05 del martes 31 de mayo de 1938 cinco aviones italianos al servicio del general Franco sobrevolaban el cielo de la ciudad de Granollers y bombardeaban la localidad catalana, dejando numerosos muertos y heridos tras un ataque que duró solo un minuto. La acción estaba planeada dentro de la maniobra de destrucción de varias centrales eléctricas para dejar sin electricidad a la industria de la parte republicana. Los objetivos como la Central Eléctrica Estabanell i Pahissa y la Energía Eléctrica de Cataluña no fueron tocados, pero el centro de la ciudad fue destruido dejando un balance de 224 muertos y 165 heridos según los datos oficiales. Pero este no fue el resultado final, ya que unos meses más tarde, en enero de 1939, la ciudad volvió a ser bombardeada causando más destrozos y víctimas mortales.

Al igual que ocurrió en otros bombardeos como el de Guernica, el ataque provocó numerosas protestas y muestras de solidaridad internacional ya que fueron ataques de prueba a ciudades indefensas y contra la población civil como ensayo para la II Guerra Mundial.