En el año 1945 el denominado “núcleo del demonio”, la bomba más letal de la historia, ya estaba preparada en Estados Unidos para poder ser utilizada en caso de posibles ataques con armas nucleares procedentes de otros países enemigos. Aunque el arma letal ya estaba fabricada, se seguían realizando experimentos de mejora y en este marco, en la noche del martes 21 de agosto de 1945, el físico Harry Daghlian estaba trabajando en el Laboratorio Nacional de Los Álamos cuando sufrió un grave accidente. El experimento que estaba llevando a cabo consistía en colocar piezas de metal en forma de ladrillo alrededor de un trozo de plutonio, un metal radioactivo altamente inestable, para intentar construir un “núcleo del demonio” más avanzado y con mayor alcance. El artilugio consistía en una pequeña bola encajada en un espacio metálico, que a simple vista parecía inofensivo, pero que combinado con una protuberancia de plutonio que sobresalía del centro lo hacía muy peligroso. Daghlian estaba construyendo la pared de ladrillos alrededor del núcleo para reflejar la radiación de los neutrones del centro, así conseguía que cuanto más cerrado estuviera el metal, más neutrones se reflejaran y más letal fuera la fuerza de ese arma. Pero al retirar uno de los ladrillos, este se le cayó accidentalmente sobre la parte superior de la esfera y al intentar retirarlo recibió una dosis de radiación letal en su mano. El físico salió de los laboratorios sintiendo nauseas, a los pocos días su mano se empezó a llenar de ampollas y el 15 de septiembre, 25 días después del accidente, Harry Daghlian murió por la radiación recibida en el experimento de mejora del mayor arma letal del mundo.