La nueva constitución rusa: Dios, familia y Putin hasta 2036
El actual presidente ha impulsado la mayor reforma constitucional desde 1993 con un marcado carácter conservador. Tras varias semanas de trabajo finalmente ha habido sorpresas finales en su contenido. La nueva carta magna rusa deberá ser aprobada en referéndum.
Vladimir Putin parece decidido a seguir en el poder por lo menos hasta 2036. El 10 de marzo el parlamento ruso debía votar la versión final de la reforma de la constitucional, y en un movimiento por sorpresa una de las diputadas del partido de Putin y la que fuera la primera mujer en el espacio, Valentina Tereshkova, propuso una enmienda que se aceptó, para que el mandatario pudiera seguir en el poder a pesar de que según la constitución no podría hacerlo. Ello le da a la reforma un sentido bastante diferente al que se planteaba en un principio.
En lo que parece que será un simple trámite, el 22 de abril los rusos están llamados a urnas para aprobar mediante referéndum la reforma constitucional propuesta por Putin y luego ampliada mediante varios grupos de trabajo, y finalmente votada en el parlamento. La reforma fue lanzada el 15 de enero de este año por el propio Putin. Ese día en un discurso ante los representantes del parlamento y senado ruso, Putin propuso una serie de reformas que adaptarían el país a la nueva realidad y parecía que a priori limitarían el poder del presidente.
La reforma preveía un fortalecimiento del parlamento, senado, tribunal constitucional y la inclusión en el organigrama del poder de un consejo de estado, que pasaría de ser simplemente consultivo, a tener potestad a la hora de nombrar cargos importantes como los jueces del tribunal constitucional. Todo ello parecía destinado a que cuando Putin abandonara su cargo en 2024, el estado estaría más equilibrado con el poder repartido entre diferentes instituciones que se controlarían unas a otras.
Otra de las reformas propuestas por Putin era estipular que la constitución rusa tendrá siempre prioridad sobre cualquier ley o acuerdo internacional. De esta manera el presidente ruso quiere adaptar su país a una ausencia de legalidad internacional, en la que las grandes potencias se saltan las leyes a su antojo. De esta manera Rusia siempre podría citar su constitución que le daría carta blanca para saltarse cualquier limitación legal en la política internacional.
Familia y dios
Para aprovechar y mejorar aun más la carta magna rusa, se creó un grupo de trabajo con 75 personalidades de diferentes ámbitos, escritores, deportistas, actores, políticos y activistas. De este grupo de trabajo han salido otras reformas finalmente aprobadas por el parlamento. Entre las más llamativas la que incluye como valor tradicional la creencia en dios en la constitución rusa, aunque sin concretar de que religión. También establece que la familia es considerada solo la unión de mujer y hombre, y los niños rusos son considerados bien nacional.
Estas reformas conservadoras se unen a otras que buscan blindar el estado ruso contra futuros problemas territoriales y algunas de índole nacionalista. Así se añade a la constitución que Rusia es indivisible, cerrando aun más la puerta a posibles reclamaciones territoriales, como por las islas Kuriles por parte de Japón o Crimea por parte de Ucrania. La nacionalidad e idioma ruso se establecen como la base sobre la que se crea un estado multicultural.
Se endurecen los requisitos para ser presidente del país. Con la nueva constitución se necesitarán 25 años de residencia ininterrumpida en Rusia, hasta ahora eran 10, y se negará la posibilidad de presentarse al cargo a toda persona que haya tenido pasaporte o tarjeta de residencia extranjeros. Con ello se busca blindar al estado contra posibles influencias extranjeras, aunque ningún político opositor parece que de momento vaya a tener problemas en este aspecto. El futuro presidente de Rusia tampoco podrá estar más de dos términos en total, mientras que hasta ahora era no más de dos términos seguidos, algo que utilizó Putin para presentarse a cuatro mandatos.
Toda esta reforma parecía estar destinada a la nueva realidad cuando Putin dejara el poder en 2024, pero todo saltó por los aires cuando Tereshkova propuso anular el contador de Putin, permitiendo así que en 2024 parta de cero y volver a presentarse a las presidenciales. Putin ya ha dicho que acepta presentarse si el tribunal constitucional lo declara legal, algo que suena a simple trámite. Sí lo hace, estaría en el poder hasta 2036, cuando Putin cumpliría 84 años.