ENTREVISTA: PABLO GARCÍA, ANALISTA INTERNACIONAL
«No creo que el nuevo Gobierno boliviano consiga estabilizar la situación. La derecha no se quedará quieta»
La victoria aplastante del MAS en Bolivia ha pillado desprevenido a más de uno ¿Qué futuro le espera al nuevo Gobierno? Para contestar a esta pregunta hemos entrevistado al analista internacional Pablo García, buen conocedor de los movimientos políticos sudamericanos. Además, hemos tenido la oportunidad de conversar sobre los posibles movimientos que puedan desarrollarse en un futuro próximo en el continente y sobre el rol de la Casa Blanca después de las elecciones.
¿Cuál es tu valoración sobre los resultados de las elecciones bolivianas?
Lo primero que habría que destacar de las elecciones del domingo es que se confirma que en las elecciones del año pasado no hubo fraude. No solamente el MAS ha vuelto a ganar, sino que ha ampliado su margen, y en todas aquellas mesas que el informe de la OEA decía que los resultados eran discutibles, el MAS ha vuelto a imponerse. Esto como primer punto. Como segundo, me gustaría subrayar la impresionante victoria de Luis Arce. Se dice que ha conseguido el 54.41% de los votos. Es un resultado que se acerca mucho a los primeros resultados que obtuvo Evo Morales, lo cual vuelve a dejar claro que el MAS tiene un apoyo mayoritario.
El hundimiento de Comunidad Ciudadana y Carlos Mesa es notorio. En las elecciones pasadas obtuvo alrededor del 36%, y a día de hoy, no llega al 30%. Creemos que Fernández Camacho anda por el 15%, lo cual demuestra que tampoco este candidato ha sabido aglutinar el voto de derechas ni el de la extrema derecha boliviana.
No solamente el MAS ha vuelto a ganar, sino que ha ampliado su margen […]. Es un resultado que se acerca mucho a los primeros resultados que obtuvo Evo Morales, lo cual vuelve a dejar claro que el MAS tiene un apoyo mayoritario.
¿Cuál es el perfil de los votantes?
Los votantes del MAS, históricamente, y siguen siendo así actualmente, son los sectores indígenas y las capas populares, sobre todo. En Bolivia la estructura social es la que es, y el peso de las comunidades indígenas es muy alto. Los sectores de la derecha más light, representados por Carlos Mesa, son las clases medias de la llamada “media luna” boliviana, que coge los departamentos de Pando, Cochabamba, Santa Cruz etc. Es decir, estamos hablando de una “clase media”, de profesionales liberales como abogados, médicos etc. y que tienen un color de la piel más blanquecino.
Los sectores de extrema derecha beben de la misma fuente que Carlos Mesa. No obstante, aglutinan a sectores mucho más extremistas, sobre todo, con un componente religioso, evangelista, y sectores descendientes de la emigración europea de extrema derecha de la Segunda Guerra Mundial.
Los votantes del MAS, históricamente, y siguen siendo así actualmente, son los sectores indígenas y las capas populares, sobre todo.
La derecha ha reconocido los resultados, y hasta la fecha, no ha habido ningún movimiento. Hay algunas voces que afirman que los sectores reaccionarios están diseñado algún contragolpe. Otros afirman que la victoria del MAS ha sido tal que ha dejado fuera de juego a la derecha. ¿Cuál es tu opinión?
Creo que hay un poco de todo. Primero, la victoria del MAS ha sido impresionante, y eso les ha descolocado, es un hecho. El domingo a la mañana tenía mis dudas de que las elecciones tendrían este resultado. Por otra parte, tampoco pensaba que habría esa “normalidad”. Veía factible que hubiera una intervención más directa de la policía y el ejército para entorpecer el proceso. Sin embargo, ha sido tan abismal la diferencia entre el candidato del MAS y Carlos Mesa, que les ha dejado un poco descolocados. Además, la derecha se ha presentado dividida. Se echaron los trastos a la cabeza la semana anterior, es decir, los distintos sectores se reprochaban de no haber conseguido la unidad.
Es muy probable que la derecha tuviera la esperanza de que se diera una segunda vuelta. Por eso no ha habido esa unión. Estaban esperando los resultados para así poder decidir quién lideraría la segunda vuelta, ya que ahí sí que veían oportunidades reales de ganar al MAS. De hecho, pensaba que la derecha amañaría la segunda vuelta para garantizar la victoria. Era probable que aquí se desarrollara un pucherazo.
No obstante, toda la estrategia ha fallado debido al resultado. Sin embargo, no creó que el nuevo Gobierno consiga estabilizar la situación. La derecha no se quedará quieta. Guardará un as bajo la manga.
La victoria del MAS ha sido impresionante, y eso les ha descolocado, es un hecho […]. Es muy probable que la derecha tuviera la esperanza de que se diera una segunda vuelta. Por eso no ha habido esa unión […] Sin embargo, no creó que el nuevo Gobierno consiga estabilizar la situación. La derecha no se quedará quieta. Guardará un as bajo la manga.
¿Es posible que dentro de un tiempo se desarrolle una “revolución de colores” o que haya otro golpe de Estado en el sentido clásico?
Creo que es demasiado pronto para afirmar con certeza si veremos procesos de este tipo o no. Sin embargo, se pueden hacer hipótesis. El mío es que la derecha más reaccionaria, la que proviene principalmente de Santa Cruz (los comités cívicos de Fernando Camacho), no se va quedar quieta. Ha recibido un duro golpe, pero no se quedará sin hacer nada.
Luis Arce tiene mucho trabajo por delante en este sentido. Bolivia es un país que económicamente ha ido bastante bien en los últimos años. De hecho, me sorprendió que se diera un golpe de Estado y triunfara. No obstante, ¿cuál es la debilidad del proceso en Bolivia? Pues el hecho de no contar con el apoyo de las Fuerzas Armadas, los servicios de inteligencia, la policía y las estructuras del viejo Estado. Ahí está el verdadero peligro.
Si Arce no consigue articular una estructura parecida a la unidad cívico-militar que existe en Venezuela, creo que antes de que acabe el 2021 podríamos ver intentos de una “revolución de colores”, protestas sociales…. No obstante, no creo que se dé un golpe de Estado clásico otra vez. Puede que se intente implementar una “revolución de colores” o que se utilice algún escandalo o dato perjudicial de Arce para desgastarlo, o que se aproveche la crisis generada por el coronavirus para dañar al nuevo Gobierno.
Si Arce no consigue articular una estructura parecida a la unidad cívico-militar que existe en Venezuela, creo que antes de que acabe el 2021 podríamos ver intentos de una “revolución de colores”, protestas sociales…. No obstante, no creo que se dé un golpe de Estado clásico otra vez.
¿Por qué las Fuerzas Armadas, los servicios de inteligencia, la Policía etc. son tan reaccionarias en Bolivia?
Hay dos razones. ¿Por qué en Cuba, Venezuela o Nicaragua hay una alianza entre estos sectores y la élite política? En Cuba ganó la revolución y se instauraron unas fuerzas populares revolucionarias. Nicaragua tubo una revolución y tiene unas fuerzas militares que parten del Frente Sandinista. Por último, en Venezuela, fueron amplios sectores de las Fuerzas Armadas los que iniciaron el proceso bolivariano. En estos países se ha conseguido articular ambos.
Creo que en Bolivia ha habido un poco de dejadez al respecto. Morales se centró mucho en la economía, en desarrollar el país. De hecho, la situación de la población, y sobre todo de las clases populares, ha mejorado en la última década. El cambio ha sido abismal. Por ejemplo, muchos sectores indígenas han podido acceder a ciertos estándares de vida que hace unos años se veían como imposibles. Sin embargo, no se ha asentado una base ideológica capaz de influir en las Fuerzas Armadas y otras instituciones. Se les ha permitido seguir un poco con la tradición, no ha habido purgas, no se ha hecho un trabajo al respecto. Cuando se intentó hacer algo fue demasiado tarde, no obstante. Por ejemplo, hace un par de años, se creó la escuela militar antiimperialista. Pero no se consiguió cambiar la situación.
No se parte de una situación tan ideal como en otros países y, además, la priorización del desarrollo económico por encima del trabajo ideológico ha ayudado a que la estructura militar, policial y de seguridad siga siendo reaccionaria.
¿Cuál es el papel de la Iglesia?
La importancia de la Iglesia evangelista en Bolivia y en toda Latinoamérica ha aumentado en los últimos años. Creo que es el principal ariete que tiene Estados Unidos para seguir incidiendo en Latinoamérica. La pérdida de la influencia de EE.UU. en los últimos años se ha suplido con la aplicación del poder blando utilizando para ello la Iglesia, sobre todo evangelista. La Iglesia es capaz de aglutinar importantes sectores populares, que en un principio ideológicamente no tendrían que estar alineados con la derecha o la extrema derecha. No obstante, estos sectores acaban asumiendo el discurso liberal, anglosajón. Es así como EE.UU. consigue incidir en ciertos estratos sociales.
Creo que la Iglesia evangelista es el principal ariete que tiene Estados Unidos para seguir incidiendo en Latinoamérica.
Es posible que la victoria del MAS traiga cambios a Bolivia. Hay numerosas cuestiones encima de la mesa: la integración latinoamericana, la gestión de los recursos minerales etc. ¿Cuál será su hoja de ruta?
Es complejo. Es difícil apostar a largo plazo. De momento, Luis Arce ha anunciado que va a volver a establecer relaciones con Venezuela, Cuba y Nicaragua. Esto significa que es posible que haya un intento de revitalizar el ALBA, que quedó bastante tocado después de la salida de algunos países. Al respecto, y haciendo referencia a la integración latinoamericana, las declaraciones apuntan a un fortalecimiento de la alianza progresista.
A nivel progresista creo que en estos momentos hay dos vertientes en Latinoamérica. Tendríamos la más clásica y radical, compuesta por Cuba, Venezuela y Nicaragua (el ALBA), y luego hay un segundo bloque donde estaría Argentina y México con Gobiernos progresistas, pero con unas políticas más laxas en el terreno social. Después del golpe Estado, Argentina ha sido un refugio para el MAS. Ha tenido una cierta base de operaciones en el país, con el apoyo del Gobierno y sectores progresistas del país. Debido a esto, es posible que Bolivia gire un poco a Argentina, y no tanto hacia una posición tan clara como la de Venezuela, Cuba o Nicaragua. Es posible que el nuevo Gobierno del MAS, debido a que no tiene el apoyo del Estado profundo, no se arriesgue a implementar políticas tan radicales como en Venezuela etc. Es decir, es posible que se quede a medio camino como Argentina. Este es una hipótesis que yo no descartaría, por lo menos en la primera mitad del Gobierno del MAS.
En lo referente a los recursos minerales, la lógica dice que el MAS volverá a la situación anterior al golpe de Estado. Es posible que se dé un acercamiento al eje geopolítico Rusia, China…etc. De esta manera, sería más fácil que estos recursos fueran explotados por países como China, por ejemplo, o empresas rusas etc. con un importante control estatal (seguimiento de los acuerdos y la obtención de recursos económicos para redistribuirlos). No obstante, ¿qué puede ocurrir? Pues que no se pueda volver a la situación previa al golpe de Estado. El MAS parte de una situación post golpe, es verdad que ha ganado las elecciones, pero las fuerzas reaccionarias seguirán haciendo presión. Es posible que permitan que Arce llegue a la presidencia de la república, pero tiene que haber una importante movilización de las capas populares para impedir que las presiones ejercidas por la derecha, el ejército, la derecha latinoamericana, EE.UU. etc. no tengan tanto efecto.
Haciendo referencia a la integración latinoamericana, las declaraciones apuntan a un fortalecimiento de la alianza progresista. En lo referente a los recursos minerales, tiene que haber una importante movilización de las capas populares para impedir que las presiones ejercidas por la derecha, el ejército, la derecha latinoamericana, EE.UU. etc. no tengan tanto efecto.
Yendo a un terreno más amplio, es decir, al latinoamericano, se podría afirmar que, en los últimos años, la izquierda soberanista estaba en retroceso. Es evidente que esta victoria dará un respiro a este sector. ¿Cómo se desarrollarán los movimientos geopolíticos este año y el siguiente?
Existe la esperanza de que la izquierda soberanista y los procesos progresistas en Latinoamérica se refuercen. Hay dos fechas importantes al respecto. El primero fue este domingo, y se puede afirmar que se ha aprobado con nota, y el segundo será el 6 de diciembre en Venezuela, ya que se celebrarán las elecciones a la Asamblea Nacional. Todo apunta a que habrá una recuperación de la Asamblea por parte de las fuerzas bolivarianas. Esto le daría cierta estabilidad al país y podría ayudar a enfrentarse mejor a la crisis.
Es posible que Bolivia vuelva al eje progresista, y que Argentina y México se consoliden como actores en este eje. Si se lograra estabilizar Venezuela, y si en Nicaragua los sandinistas siguen con fuerza, es probable que haya una pequeña vuelta a la situación que teníamos en 2006. Por otro lado, hay que estar muy atento con Chile también, ya que las protestas continúan.
La pandemia ha demostrado que el modelo neoliberal que se ha instaurado en varios países está fracasando. Por ejemplo, si comparamos las cifras de infectados y muertos de Cuba, Nicaragua o Venezuela con Colombia, Perú o Brasil la diferencia es abismal. La gente entiende que las políticas públicas de ayuda social que se implementaron durante la década progresista ayudan a mejorar la calidad de vida de las clases populares y enfrentarse mejor a situaciones extremas como esta pandemia. Resumiendo, creo que el futuro pinta bien para la integración latinoamericana.
Existe la esperanza de que la izquierda soberanista y los procesos progresistas en Latinoamérica se refuercen.
Como es bien sabido, Estados Unidos es una de las principales potencias que ha intervenido e interviene en América del Sur. Las elecciones están a la vuelta de la esquina. ¿Cuál será la agenda de la Casa Blanca, con Trump o con Biden como presidente, en los próximos cuatro años?
Con Trump ha habido una continuidad de los últimos años de la administración Obama de aumentar la presión, por ejemplo, a países como Venezuela. Este país es la gran presa a batir. Venezuela fue quien inició todo el proceso de cambio. Trump ha tenido la fijación de tratar a todos los países progresistas por igual. Le ha dado igual atacar a Cuba, Venezuela, Nicaragua o Bolivia. Trump va a por todos. Ya ha dicho que no quiere oír hablar de socialismo en América Latina. La verdad es que ninguno de estos países está en condiciones de iniciar nada parecido a la construcción del socialismo, pero para los estadounidenses invertir en políticas públicas y proteger a las clases populares es sinónimo de socialismo, es decir, “el mal”.
¿Qué pasa con Biden? Puede pasar lo mismo que pasó con Obama. El ex presidente hizo una apertura hacia Cuba, restableció las relaciones diplomáticas, no eliminó el bloqueo, pero es cierto que se aplicó una política más flexible. No obstante, fueron los demócratas los que empezaron a imponer sanciones a Venezuela. Es muy probable que con Biden se repita esta situación, es decir, que trate mejor a algunos países y que a otros les aumente la presión. Biden ha afirmado que se tiene que negociar con Venezuela una salida a la crisis. Pero si esto se traduce en que Maduro tenga que abandonar el poder si o si, no se solucionará nada en absoluto.
Se podría afirmar que la estrategia clásica injerencista estadounidense está en crisis. Creo que el país está perdiendo el poder absoluto que tenía durante la Guerra Fría y a finales de los 90. En esa etapa hacía y deshacía todo lo que quería, simplemente levantando el teléfono de la Casa Blanca o mediante la OEA. Este poder se está perdiendo durante este siglo. Aunque haya habido un retroceso en América del Sur (Brasil, Ecuador, etc.), la llama que encendieron Hugo Chávez, Correa, Lula, Morales etc., en lo referente al respeto a la soberanía y de la integridad latinoamericana, sigue viva.
Se podría afirmar que la estrategia clásica injerencista estadounidense está en crisis. Creo que el país está perdiendo el poder absoluto que tenía durante la Guerra Fría y a finales de los 90.