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Cientos de manifestantes muertos por la brutal represión militar en Myanmar

Artículo de Javier F. Ferrero en Contrainformacion.es

Desde el golpe de Estado del 1 de febrero pasado han muerto más de 400 personas en la represión de las protestas en Myanmar. Los militares se hicieron con el control del país del sudeste asiático tras unas elecciones que el partido de la Liga Nacional para la Democracia (LND) de Aung San Suu Kyi ganó por una amplia diferencia.

La directora ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore, ha realizado una serie de declaraciones sobre la situación de absoluta represión que se está viviendo en Myanmar que dejan claro la brutalidad ejercida sin miramientos, incluso con menores: “Un niño y una niña de 11 años, dos niños y una niña de 13, tres chicos de 16 y dos de 17. Todos ellos han muerto debido a disparos. Una bebé de un año ha resultado gravemente herida tras recibir el golpe de una bala de goma en un ojo. Estas son las últimas víctimas infantiles del día más sangriento en Myanmar desde el golpe militar del 1 de febrero», señaló

En menos de dos meses, al menos 35 niños han sido presuntamente asesinados, innumerables más han resultado heridos y casi 1.000 niños y jóvenes han sido detenidos arbitrariamente por las fuerzas de seguridad en todo el país. Millones de niños y jóvenes se han visto expuestos directa o indirectamente a traumáticas escenas de violencia, lo cual amenaza su salud mental y su bienestar emocional.

«Estoy horrorizada por los asesinatos indiscriminados, incluidos de niños, que están teniendo lugar en Myanmar y por el fracaso de las fuerzas de seguridad para actuar con moderación y garantizar la seguridad de los niños», indicó Fore. Los responsables de estas acciones, que sin duda constituyen atroces violaciones de los derechos de los niños, deben rendir cuentas.

Menores en situación crítica en Myanmar

Además de las consecuencias inmediatas de la violencia, los efectos de la crisis sobre los niños del país a largo plazo podrían ser catastróficas. La prestación de servicios esenciales para los niños se ha detenido: casi un millón carece de acceso a vacunas clave; cerca de 5 millones no están recibiendo suplementos de vitamina A; alrededor de 12 millones corren el riesgo de perder otro año de aprendizaje; más de 40.000 no reciben tratamiento para la desnutrición severa aguda; cerca de 280.000 niños y madres vulnerables perderán el acceso a las ayudas en efectivo, que constituyen su salvavidas; y más de 250.000 niños perderán su acceso a servicios básicos de agua, higiene y saneamiento.

Esta pérdida de acceso a servicios clave, junto con la contracción económica que empujará a más personas a la pobreza, pone en riesgo a toda una generación de niños y jóvenes. Ya están en riesgo de sufrir un profundo impacto físico, psicológico, emocional, educativo y económico, que les niega potencialmente un futuro próspero y saludable.

Fore afirma que «las fuerzas de seguridad deben dejar inmediatamente de perpetrar abusos sobre los derechos de los niños, y deben garantizar la seguridad y protección de los niños en todo momento». Además, señala que «deberían cesar la ocupación de las instalaciones educativas. Deben proteger a todos los trabajadores esenciales –incluidos los trabajadores sanitarios y los profesores- que proporcionan servicios vitales a los niños y sus familias».

«No debemos fallar a los niños de Myanmar en estos momentos críticos, cuando sus vidas, bienestar y futuro están en juego. Siempre estaremos con firmeza a su lado», suplica la directora ejecutiva de UNICEF.

Fiesta de los generales durante las protestas

A pesar de las muertes de menores y de todos los reclamos internacionales, el líder del golpe, Min Aung Hlaing, y sus generales celebraron esa noche una fastuosa fiesta por el Día de las Fuerzas Armadas.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, manifestó estar «profundamente conmocionado» por la violencia, y el ministro de Asuntos Exteriores británico, Dominic Raab, aseguró que trabajará para «que los responsables rindan cuentas [de estos actos] y asegurar el camino de vuelta a la democracia».

El domingo, las familias celebraron los funerales de algunos de los muertos del día anterior. Los informes procedentes de Myanmar son difíciles de confirmar, tal y como confirma la BBC, pero algunos medios de comunicación locales dijeron que las fuerzas de seguridad habían intentado intervenir en los funerales. El medio de comunicación en lengua birmana The Irrawaddy afirmó que la policía intentó detener a la gente en un funeral por un miembro del sindicato de estudiantes asesinado en la ciudad de Phaya-Gyi.

Sin embargo, el ejército no ha comentado los asesinatos y primera hora del sábado se celebró un desfile por el Día de las Fuerzas Armadas y se escuchó un discurso del líder golpista Min Aung Hlaing, quien dijo que quería «salvaguardar la democracia», pero también advirtió contra los «actos violentos».

El sábado por la noche se celebró una fiesta militar de lujo en la capital, Nay Pyi Taw, lo que provocó una airada respuesta de algunos en las redes sociales, entre ellos el activista birmano Maung Zarni:

«Querido mundo, nosotros, #Myanmar, ya no llamamos ni vemos a las bandas armadas dirigidas por Ma Aa La como nuestras Fuerzas Armadas. Las llamamos #Terroristas de Naypyidaw. Respeten [el sentir] abrumador de la opinión pública. En las celebraciones estos terroristas llevan esmoquin«.

Cientos de manifestantes muertos por la brutal represión militar en Myanmar