Todólogos vs bomberos en el incendio de Notre Dame
El 15 de abril a las 18:50 llega la primera señal de alarma por una chispa en la zona del techo de Notre Dame de Paris. Aparece la primera dotación de bomberos que comienza con las tareas de extinción del fuego; más tarde se incorporan otras dotaciones. Cualquiera que sigue sus acciones las ve como esfuerzos endebles e insuficientes que obviamente no corresponden al nivel y al valor del lugar. Todo el mundo entra en pánico, mientras que miles de voces en varios idiomas repiten, una vez tras otra: ¡¿Eso es todo lo que pueden hacer los bomberos parisinos?! Los bomberos siguen trabajando según su plan. Todo apunta a que el plan está, por decirlo de alguna forma, muy mal diseñado. A las 8 de la noche, la aguja de la catedral arde como una vela, devorada por una enorme llama indomable; el mundo entero, aterrado, presencia la tragedia. Millones de personas quieren preservar esta única joya de la civilización occidental y todos demandan medidas urgentes. Los bomberos siguen trabajando según su plan. Ante todos los observadores la aguja de la catedral, envuelta en llamas, se inclina hacia un lado, se dobla en el medio y cae sobre el templo agonizante. La gente no da crédito a lo visto, parece que se acerca el fin de los tiempos. A los que ya tienen cierta edad el escenario les recuerda el insaciable vacío interior que uno vivió cuando cayeron las Torres Gemelas. Nadie se podía imaginar que lo podría vivir de nuevo. Los bomberos siguen trabajando según su plan. Miles de personas, cada cual más influyente, llamarían a la Jefatura de los bomberos exigiendo medidas más eficientes, pidiendo refuerzo a gritos, preguntando por los helicópteros, recordando que se trata de un sanctosanctórum de la cultura occidental. Incluso Trump escribe en su Twitter un consejo por parte del pueblo estadounidense a los franceses, aparentemente tan poco competentes en el rescate. Una bomba de agua, es lo que necesitan los bomberos ahora mismo; es absolutamente imprescindible verter agua desde el cielo.
El tuit de Trump sobre el incendio de París Los bomberos siguen trabajando según su plan. Al mismo tiempo, un portavoz de la administración de la catedral, aproximadamente cada hora ofrece una rueda de prensa rápida. Aunque está perplejo y hundido, se comunica con los periodistas reiterando lo evidente: se ha quemado todo, absolutamente todo. Lo repite cada hora después de las diez de la noche. La gente a su alrededor llora y reza. Los bomberos siguen trabajando según su plan. Las fotos de un dron transmite imágenes apocalípticas, se aprecia un mar de fuego y parece ser que ya no hay remedio. Diminutos chorros de agua parecen una burla frente una llama infernal y furiosa. El fuego se acerca a la torre de la fachada occidental. Es cuando los bomberos se ponen en contacto con los medios y dicen claramente: llega un momento importante. Si se propaga el incendio a la torre, puede caer la campana y romper las estructuras destruyendo una parte de la fachada occidental. Aseguran hacer todo lo posible por su parte, pero no garantizan nada, dado que se trata de un caso de fuerza mayor. Los medios de comunicación entrevistan a unos cuantos historiadores del arte de diferentes países y zonas horarias; todos ellos enumeran los tesoros y las esculturas en la fachada que se han perdido para siempre. Todos los comentaristas están conmocionados, anonadados por la pérdida a esta escala. La torre de la fachada está fuera de peligro. Los bomberos informan concisamente que les gustaría entrar en el edificio para fortalecer las paredes desde el interior, pero nadie hace caso a este comentario, siguen llorando la pérdida. La red virtual también arde, pero de debates. La comunidad mundial espera el derrumbe de las paredes en breve y abre la polémica de si se debe restaurar el edificio incendiado. Se habla de la catedral como de algo inexistente y una monumento del pasado. Los bomberos siguen trabajando según su plan. El incendio dura más de 6 horas, parece que hay nada que salvar, se ha hecho de noche ha caído y detrás de las nubes de humo no se ven las paredes. Los bomberos continúan trabajando según un plan estrictamente predeterminado. Llega un momento, bien entrada la noche, cuando un portavoz de los bomberos informa de la extinción del fuego. El presidente de Francia, unos oficiales y unos periodistas irrumpen en la nave central de la catedral, a pesar de que desde arriba al agujero donde estaba la aguja siguen cayendo brasas. Dentro del templo reina la oscuridad y tranquilidad. Ni siquiera se ve hollín en las paredes. El interior está intacto. La caja de piedra, rematada con arcos góticos intrincados, también de piedra, ha protegido el interior de la catedral del techo de madera que ha estado ardiendo encima.