Los robots periodistas ya están entre nosotros
Artículo de Jorge Gallardo-Camacho - Director del Grado en Comunicación. Profesor e investigador, UCJC.
Hasta el momento se han presentado asistentes virtuales que facilitan con voz la información del tiempo, o que incluso pueden apagar la luz de casa. Probablemente se sorprenda el lector al saber que es posible que haya leído, en más de una ocasión, una noticia redactada por un robot sin supervisión humana.
El periodismo ha encontrado a un nuevo intruso, sin una carrera universitaria, que puede escribir una noticia con muchísima más exactitud y rapidez que un humano. La agencia EFE genera, desde hace un año, noticias redactadas por un robot llamado Gabriele que son difundidas entre todos los medios abonados al servicio.
Detrás de Gabriele está la empresa española Narrativa, que cuenta también con profesionales de comunicación que ayudan al robot a aprender a hablar con un lenguaje natural.
El CEO de Narrativa, David Llorente, asegura que Gabriele redacta un millón de noticias al mes para 25 medios de todo el mundo, entre los que está el Wall Street Journal. “Las noticias son correctas siempre que los datos sean correctos y, por eso, recurrimos a fuentes que usan ya los medios o a fuentes de información públicas”, asegura. Su competencia en España es Leo, bautizada por la compañía Dail Software como un “robot periodista”.
Estos robots están especializados en la redacción de noticias a partir de datos fiables. De esta manera, son mejores en campos como finanzas, economía, deporte, el tiempo, resultados electorales y loterías.
Investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha han preguntado a 145 periodistas por la calidad de una noticia sobre Apple redactada por este robot periodista. Sus respuestas fueron sorprendentes: ocho de cada diez están “totalmente de acuerdo” con la sintaxis empleada en el texto, y seis de cada diez consideran que la coherencia en la exposición de las ideas es la correcta.
Solo llegan críticas, casi unánimes, respecto a la ausencia de diversidad de puntos de vista y la falta de contexto e interpretación. Los robots periodistas redactan con una rapidez y una capacidad analítica sin competencia, y resuelven de manera eficiente noticias que se limitan a cacarear datos: los resultados de un partido de fútbol y una bajada brusca del IBEX-35, por ejemplo.
Son informaciones útiles, necesarias y que son consumidas por los usuarios. Al final, desde un punto de vista romántico, es posible que echemos en falta la opinión, la valoración o un titular llamativo y creativo. ¿No es precisamente la interpretación y su subjetividad lo que hace único al humano a la hora de redactar una información?
La primera mujer en presidir la agencia EFE tiene el mismo nombre que el redactor robot, Gabriela Cañas. Quizás, en un futuro, no haga falta ni siquiera la existencia de una jerarquía humana para elegir lo que es noticiable. Unos algoritmos podrían elegir perfectamente la relevancia del tipo de noticia y el contenido que más interese en función del lector.
Los robots periodistas ya están entre nosotros, pero no nos advierten de su existencia. La profesión periodística debería reflexionar sobre la necesidad de advertir si una noticia ha sido redactada o no por un robot. El lector tiene derecho a saber quién ha tratado los datos y a poder decidir si confía más en un humano o en una máquina para estar informado.