Plataformas digitales y teletrabajo: una nueva forma de precariedad laboral
Los nuevos trabajadores digitales localizados en cualquier parte del mundo hacen que haya más competencia por lograr trabajos de tipo técnico, profesional, científico, financieros y de comunicación. Este aumento de la competencia global que trae la digitalización supone un peligro para puestos de trabajo que, hace apenas unos años, se consideraban seguros. La desprotección de los trabajadores y la falta de derechos laborales y de sindicalización hacen que vayamos a un mundo de relaciones laborales unipersonales. Quizá no sea el futuro inmediato del trabajo, pero es una tendencia cada vez más marcada en el mercado laboral.
La digitalización transforma la información en dígitos o códigos, de manera que se puede leer, transportar e interpretar de forma rápida y fácil por medios digitales. El uso masivo de estas tecnologías de información y comunicación se lleva produciendo desde los años noventa del siglo pasado.
Gracias al aumento de las infraestructuras de banda ancha y a la expansión de los dispositivos personales (smartphones, tablets…), la digitalización ha crecido de forma asombrosa en la última década. Y más aún en el último año, con el estallido de la pandemia. El uso de datos y aplicaciones digitales está suponiendo un profundo cambio para empresas, trabajadores y consumidores.
El informe anual que acaba de publicar la OIT, “Perspectivas Sociales y del Empleo en el mundo: Tendencias 2021”, se centra en un aspecto concreto de la digitalización: el uso de plataformas digitales como medio de trabajo.
Estas plataformas sirven para conectar a empresas, clientes y trabajadores: a través de una plataforma digital se asignan tareas a trabajadores o se pone en contacto a clientes que demandan un servicio con trabajadores dispuestos a ofrecerlo.
¿Qué son las plataformas digitales de trabajo?
Para entender el trabajo en la economía de plataformas hay que distinguir dos tipos.
- Las plataformas que se basan en el uso de una aplicación móvil con geolocalización. El trabajo se asigna a trabajadores que se encuentran en determinadas zonas geográficas. Por ejemplo, las plataformas de servicio de taxi o reparto de comida.
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Plataformas en línea donde se abren convocatorias (subastas) para hacer tareas o encargos a distancia (lo que se conoce como crowdwork).
Por tanto, las plataformas son espacios digitales donde coinciden trabajadores que ofrecen su trabajo y clientes que demandan un servicio. ¿Y dónde está el negocio de estas plataformas? En los datos.
Quienes trabajan suelen pagar una comisión a la plataforma para que les ponga en contacto con clientes, que pueden ser empresas o clientes individuales. Estas empresas o clientes, a su vez, también pagan una comisión o una suscripción a la plataforma por recibir el servicio.
Trabajadores teleinmigrantes
En el caso de las plataformas de localización, los algoritmos conectan a trabajadores y clientes en función de la geolocalización. Los clientes también pueden introducir condiciones, eligiendo a trabajadores en función de las recomendaciones o ránquines hechos por el resto de clientes.
Cuando hablamos de plataformas de tareas, los algoritmos buscan emparejar clientes y trabajadores en función de los precios, la rapidez o la calidad (de nuevo reflejada en las recomendaciones de otros clientes) con la que trabajan (si utiliza estas plataformas, piénselo bien la próxima vez que vaya a calificar a un trabajador).
Los servicios en estas plataformas son de lo más variado e incluyen desde el transporte a la traducción, asesoría o consultoría, pasando por la programación, la codificación, la descripción de productos o etiquetado de imágenes. Así es que, por el tipo de trabajo que se realiza en una y otra plataforma, los y las trabajadoras tienen perfiles diferenciados.
En el caso de las plataformas de reparto o entregas a domicilio se necesita tener un vehículo o medio de transporte propio. Para realizar tareas de etiquetar imágenes o introducir datos no es necesario una formación demasiado específica. Pero para traducir o hacer análisis jurídicos o financieros sí hace falta conocimiento y formación.
La gran ventaja de las plataformas es que los procesos se pueden dividir en múltiples tareas, microtareas, que pueden realizar distintas personas desde cualquier parte del mundo. Esto facilita lo que Richard Baldwin, en La convulsión globótica: robótica, globalización y el futuro del trabajo, ha denominado teleinmigrantes: personas que ya no necesitan desplazarse a las zonas donde hay posibilidad de encontrar un empleo, porque el trabajo llega a sus pantallas.
Estos trabajadores digitales localizados en cualquier parte del mundo hacen que haya más competencia por lograr trabajos de tipo técnico, profesional, científico, financieros y de comunicación. Este aumento de la competencia global que trae la digitalización supone un peligro para puestos de trabajo que, hace apenas unos años, se consideraban seguros.
¿Quiénes trabajan en las plataformas digitales?
No hay datos oficiales sobre cuántas personas trabajan en estas plataformas, pero se han hecho diversas encuestas y podemos señalar que alrededor del 11% de la población activa de la UE ha trabajado alguna vez en estas plataformas. En España se eleva al 18% (“El trabajo en plataformas digitales en España: ¿qué sabemos?”).
En una encuesta de la OIT (2019) realizada en 2015 y 2017 a 3 500 trabajadores distribuidos en 75 países, se dibujó el siguiente perfil de quienes trabajan en las plataformas digitales: hombre joven (alrededor de 33 años) con alta cualificación (el 20% tienen estudios de posgrado y el 37%, estudios universitarios), que trabaja en más de una plataforma (50% de personas encuestadas). El 48% de los encuestados señalaba que no tenía otro trabajo. Entre quienes sí compaginaban con otro trabajo, el 57% indicaba que era un empleo de alta cualificación. ¿Era así como lo imaginaba?
En los países desarrollados solo trabaja una mujer por cada 3 hombres en las plataformas digitales. La proporción desciende a una de cada 5 en los países en desarrollo. Y esto es algo que puede sorprender porque, en principio, se entendía que los trabajos que se pueden hacer desde casa podrían resultar más atractivos para las mujeres, pues permitirían la conciliación de la vida laboral y familiar.
Sin embargo, si tenemos en cuenta las principales ocupaciones que se realizan en las plataformas, ya vemos que la cosa cambia: la mayor parte de las tareas entran en el ámbito del desarrollo tecnológico y de software. Y aquí nos encontramos con que, en comparación con los hombres, son pocas las mujeres con los estudios y la formación necesarios para realizar este trabajo. Una razón más para luchar contra la brecha digital y aumentar la participación de las mujeres en estudios STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés).
En Europa el empleo en la economía de plataformas aún representa una proporción pequeña, pero cada vez agrupa a más personas (especialmente hombres) jóvenes y con altos niveles de educación. El trabajo que se realiza en ellas permite una enorme flexibilización y es fácilmente adaptable a coyunturas y circunstancias.
A pesar de la conocida como ley rider (RDL 9/21 de 11 de mayo de 2021), la desprotección de los trabajadores y la falta de derechos laborales y de sindicalización hacen que vayamos a un mundo de relaciones laborales unipersonales. Quizá no sea el futuro inmediato del trabajo, pero es una tendencia cada vez más marcada en el mercado laboral.
Artículo de Laura Pérez Ortiz - Dpto. Estructura Económica y Economía del Desarrollo. Grupo de Investigación Socio Economía del Trabajo (SET-LASE), Universidad Autónoma de Madrid - The Conversation