La explotación laboral de firmas como Zara queda al descubierto una vez más

Una investigación realizada por 'The Guardian' revela que diversos proveedores indios que trabajan para grandes marcas como Zara, HM o Nike llevan desde abril de 2020 sin abonar el salario mínimo a sus plantillas, unos 55 euros mensuales. El concepto de “fast fashion” como fenómeno de producción y consumo masivo de prendas con un tiempo de vida fugaz no solo es fatal para la sostenibilidad del planeta, sino que se basa en la explotación laboral de millones de personas. 
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Trabajadora textil india. Foto: Juan Teixeira.
La explotación laboral de firmas como Zara queda al descubierto una vez más

En el estado de Karnataka, al suroeste de India, se encuentra uno de los principales núcleos del sector de la confección textil de India. Allí trabajan en durísimas condiciones cientos de miles de trabajadores que producen ropa para grandes marcas del sector, como Nike, Zara, Puma o H&M, que se aprovechan de la pobreza para explotar a los trabajadores. Eso si, lo hacen indirectamente, a través de subcontratas. 

La mayoría de estos trabajadores cobran el salario mínimo estipulado, unos 55 euros al mes por maratonianas jornadas cosiendo la ropa que después viaja en cargueros a occidente. E incluso a veces ni se cobra dicho ínfimo salario: más de 400.000 empleados de estas fábricas aseguran no haber recibido el salario mínimo legal del estado desde abril de 2020. Así lo aseguran desde Worker Rights Consortium (WRC), una organización independiente que vela por los derechos de los trabajadores en todo el mundo. La cantidad total estimada de salarios impagados hasta ahora supera los 44 millones de euros.

El diario británico The Guardian ha publicado un artículo de investigación donde se hacen eco de los duros testimonios de las empleadas: "una trabajadora dijo que solo ganaba aproximadamente la mitad de lo que necesitaba para cubrir los costos de vida básicos, como la comida y el alquiler".

Si hubiéramos obtenido el aumento salarial el año pasado, podríamos haber comido verduras al menos algunas veces al mes. A lo largo de este año, solo he alimentado a mi familia con arroz ... Intenté hablar con los que llevan la administración de la fábrica, pero me dijeron: ‘esto es lo que pagamos por trabajar aquí. Si no te gusta, puedes irte - empleada del sector textil indio en declaraciones a The Guardian. 

Este salario mínimo varía según el costo de vida, incrementándose unas 417 rupias al mes en abril de 2020, lo que equivale a casi 4,90 euros. Este suplemento no ha sido abonado a los trabajadores desde que se aprobó, por lo que a cada empleado se le deben unos 98 euros. 

Los proveedores argumentan que el Ministerio de Trabajo y Empleo suspendió este aumento poco después de su implementación y que una demanda relacionada con el requisito de pagar este incremento aún estaba en trámite en los tribunales de Karnataka. Sin embargo, en septiembre de 2020, el Tribunal Superior de Karnataka dictaminó que esa suspensión del ministerio era ilegal y que el salario mínimo, incluidos todos los atrasos, debe pagarse a los trabajadores independientemente de cualquier otro procedimiento judicial.

En términos de número de trabajadores afectados y dinero total robado, este es el acto de robo de salario más atroz que jamás hayamos visto. Los hijos de los trabajadores de la confección están pasando hambre, por lo que las marcas pueden ganar dinero - Scott Nova, director ejecutivo de la organización Worker Rights Consortium (WRC).

Algunas de las marcas implicadas, como Nike, H&M, Puma, C&A, Gap, Tesco o Marks & Spencer, aseguran estar comprometidas con pagar el salario mínimo legal y esperan que sus proveedores cumplan con la orden del Tribunal Superior. Sin embargo, el director ejecutivo de WRC recuerda que «han pasado casi dos años desde que los proveedores se negaron a pagar el salario mínimo y las marcas han dejado que esto continúe cuando saben que son las únicas con el poder de detener este robo de salarios generalizado». Ante esta situación, declara, están consintiendo que persista esta «violación de los derechos humanos a gran escala».

 

Fuente: theguardian.com