Dopaje, propaganda y Juegos Olímpicos

Es poco probable que cuando el barón Pierre de Coubertin creó los Juegos Olímpicos a finales del siglo XIX, pensara en geopolítica. Sin embargo, el padre del actual movimiento olímpico aún estaba vivo cuando Adolf Hitler, en 1936, convirtió los Juegos Olímpicos de Berlín en un instrumento de propaganda del poder del Tercer Reich. Desde entonces, lamentablemente, la maravillosa iniciativa "unidos por el deporte" ha terminado.
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Imagen promocional de "Ícaro", un documental del director Bryan Fogel trasmitido por la plataforma Netflix que aborda el dopaje en el deporte, estrenado en 2017. El documental se centra en las declaraciones de Grigori Ródchenkov sobre el supuesto dopaje de los deportistas rusos.
Dopaje, propaganda y Juegos Olímpicos

Las principales competiciones del mundo están cada vez más politizadas. Podemos recordar los boicots mutuos de los Juegos Olímpicos de 1980 y 1984 de la URSS y los EE. UU., con eslóganes políticos en las gradas, ataques a los atletas y todo tipo de artimañas ajenas al deporte. Sin embargo, la historia continúa, aunque no siempre da los resultados que se esperan de ciertas campañas de difamación, ya sean reales, inventadas o como se diría en una película, basadas en hechos reales.

Después del escándalo por el presunto programa de dopaje estatal, Rusia fue privada del derecho a usar la bandera y el himno nacional en los juegos. El caso en sí, organizado por la Agencia Mundial de Dopaje (WADA en sus siglas inglesas), plantea muchas preguntas. Se basa principalmente en el testimonio de un experto que escapó de Rusia, blanqueado por un documental en Netflix. Aun así, los rusos se quejan del doble rasero usado en su contra.

Así, las autoridades antidopaje permiten múltiples sustancias a algunos atletas, y a otros no. Por ejemplo, los esquiadores "asmáticos" noruegos, que con prescripción médica toman medicamentos que aumentan la resistencia, lo que despierta un gran descontento entre los aficionados de otros países. O cuando Simone Biles tiene recetas médicas que son aceptadas, a pesar de ser sustancias teóricamente prohibidas por las autoridades antidopaje. Al mismo tiempo otras sustancias como el medicamento ruso "meldonium" fue completamente prohibido.

Sin embargo, dejemos las pruebas de la WADA fuera de los corchetes y admitamos que el "escándalo de dopaje" se ha convertido en uno de los "ataques de sanciones" más ineficaces contra Rusia. Finalmente los atletas rusos y sus equipos compiten y obtienen logros similares a los que tenían antes del dopaje, además hace que la sociedad rusa vea esto como otra ofensa más desde Occidente, algo que desde luego no ayuda a las relaciones bilaterales. Básicamente Rusia percibió las acciones de la WADA como un insulto a su país, un deseo de ofender a todos sus habitantes. Como resultado, con cada nueva medalla que reciben los rusos, que la reciben sin un himno y una bandera ondeando, millones de rusos aferrados a las pantallas de televisores, teléfonos inteligentes y computadoras se sienten cada vez más insultados.

Los rusos pueden apoyar a la oposición, o molestarse cuando se le priva de aceitunas españolas y queso italiano debido a sanciones mutuas. Pueden estar enojados con el gobierno de Putin por la caída de los ingresos como resultado de la salida de las empresas occidentales. Pero quitarles los símbolos nacionales a la hora de competir hace que el resentimiento contra la WADA y los políticos que la respaldan sea cada vez mayor, algo que a la larga habrá que ver que resultados da.

Como resultado, la sociedad civil rusa y muchas personas famosas lanzaron en las redes sociales el hashtag #wewillROCyou (según el nombre permitido del equipo nacional ruso - Comité Olímpico Ruso), dirigido al COI, a la comunidad mundial y a los atletas de equipos rivales. Cada día aparece más y más a menudo en Internet, y los intentos de algunos políticos pro-occidentales de explicar cómo "ellos mismos tienen la culpa" se enfrentan a la agresión y resultan en una caída en los ratings de los liberales no muy populares. En lugar de proporcionar un espíritu de competencia saludable, comunicación e intercambio pacífico de experiencias entre los equipos nacionales, la AMA y el Comité Olímpico Internacional ayudaron a Putin una vez más a reunir a los rusos y abrieron otra brecha entre Occidente y Rusia.