Diseño hostil: la arquitectura al servicio de la exclusión social

Tradicionalmente, el diseño y la arquitectura han estado al servicio de la utilidad y comodidad del ser humano. Sin embargo, en las últimas décadas hemos visto el crecimiento de un nuevo movimiento que se está apropiando inexorablemente de las ciudades, y que tiene como finalidad esconder los problemas sociales, evitar la utilización de los espacios públicos como lugar de reunión y convivencia y fomentar el consumo y la especulación. Se trata del denominado "Diseño hostil". 
disenoHostil
Diseño hostil: la arquitectura al servicio de la exclusión social

En las últimas décadas hemos sido testigos de un progresivo desmantelamiento de los espacios públicos, entendidos como lugares básicos de interrelación social y construcción de ciudadanía. Poco a poco, esos espacios se han ido desplazando a lugares como los grandes centros comerciales. Una perfecta metáfora de nuestra época. Focault aseguraba que los espacios públicos son, ante todo, lugares donde el poder se expresa y ejerce. Y de ahí el ansia del sistema actual de acabar con los espacios públicos y dirigir nuestras interrelaciones sociales hacia lugares de consumo. Bajo esta premisa, el poder hoy reside en las transacciones y se ejerce comprando. O eso es lo que nos quieren hacer pensar. 

arquitectura hostil

El proceso para vaciar los espacios públicos ha sido largo, y la última batalla la podemos observar con situaciones extremas como las que supone el "diseño hostil", un término que hace referencia al esfuerzo para que los lugares públicos sean más incómodos o directamente inhabitables con la finalidad de evitar su uso.  A pesar de que este término es reciente, existen antecedentes que demuestran la presencia de dichas técnicas desde hace tiempo, como por ejemplo deflectores de orina que datan del siglo XIX.

A pesar del aumento constante del activismo a nivel de calle, el diseño hostil y defensivo ha transformado gradual y silenciosamente nuestros edificios, parques y casas en sitios de vigilancia y control social - Exposición "El estado de la tiranía"

Sin embargo, es Nueva York la nueva meca de esta arquitectura hostil. La grave crisis de desigualdad social que vive Estados Unidos ha provocado que tan solo en la Gran Manzana malvivan en torno a 80.000 personas sin hogar, empujadas a vivir en los espacios públicos debido a la grave carencia de viviendas asequibles y el incremento de la densidad de población. Estas personas no solo han sido abandonadas por las administraciones públicas norteamericanas, sino que aún por encima son atacadas para que no puedan utilizar siquiera los espacios públicos. Pinchos en los portales, bancos en los que es imposible tumbarse o suelos rugosos bajo los puentes hacen que sea imposible descansar a estas personas privadas de un hogar propio. El diseño en las ciudades ha pasado de este modo de buscar la comodidad al malestar.

diseño hostil

Hay unos que lo ven como algo hostil y antisocial, mientras que para otros es un elemento defensivo para protegerse contra los sinhogar, los vagabundos, a los que pienso que injustamente se les relacionan con el crimen - Jon Ritter, historiador y profesor de arquitectura en la Universidad de Nueva York.

Esta política neoliberal consistente en ocultar los problemas en lugar de resolverlos se hace evidente a través del uso de esta arquitectura hostil. Ante el grave problema del aumento de la indigencia y las desigualdades sociales, las administraciones estadounidenses en lugar de atajar el problema o buscar soluciones, han decidido que es preferible expulsar a los sinhogar a zonas menos visibles, para lo cual se han servido de las ventajas que para este fin ofrece el diseño hostil. En lugar de construir viviendas de protección oficial, se colocan pinchos bajo los puentes de las zonas céntricas. En lugar de abrir clínicas de desintoxicación, se colocan obstáculos en los lugares céntricos utilizados por los toxicómanos. 

Imagen

Un ejemplo reciente y aclarador de este sinsentido lo tenemos en los nuevos contenedores de basura que la ciudad de San Francisco se está planteando instalar: cuestan la friolera de 20.000 dólares cada uno, y su única función extra es que nadie pueda rebuscar en su interior. 

san-francisco-trash-cans-080

Pero también se están utilizando métodos mucho más sofisticados en la lucha contra la libre utilización de los espacios públicos. En Reino Unido existen barrios residenciales con una iluminación rosa que resalta las imperfecciones de los adolescentes, para así desanimarlos a salir de casa por la noche. La luz azul se utiliza también en algunas zonas para que los toxicómanos no se encuentren las venas. En Portland (EE.UU) se ha probado a utilizar música clásica como repelente anti pandillas, al igual que hacen otras ciudades con zumbidos de alta frecuencia que son especialmente molestos para los menores de 25 años. 

Sin embargo, el anti-objeto público definitivo es el Camden Bench, un bloque amorfo de hormigón diseñado para resistir casi todo. Tiene un recubrimiento especial que lo hace impermeable al graffiti y al vandalismo. La superficie achaparrada y sin rasgos distintivos evita que los traficantes de drogas puedan esconder sus mercancías. Los lados angulados repelen a los skaters. La parte superior arrugada evita la aproximación de sintechos. Está especialmente diseñado para asegurarse de que no se utiliza absolutamente para nada mas que sentarse unos minutos. Un claro ejemplo de diseño hostil. 

Camden_bench

De este modo los espacios públicos de las ciudades se van transformando poco a poco, pasando de ser lugares de encuentro social y construcción de ciudadanía a escaparates para aumentar las ventas de los negocios, los ingresos de los especuladores inmobiliarios o como reclamos turísticos. Los ciudadanos son secundarios. Lo importante es el negocio y el control. 

(El diseño hostil) sirve para mantener fuera a sintecho adultos, a adolescentes o a grupos étnicos o raciales, a aquellos que no son ricos ... Son instrumentos en manos de poderosos intereses que se usan y se abusan para marcar las líneas a partir de la raza y la clase social - Tobias Armborst, arquitecto y coautor del libro "The Arsenal of Exclusion & Inclusion"

Las nuevas generaciones urbanas ya han asumido que un lugar público donde poder sentarse implica la obligación de consumir. Para ellos el espacio público no es público, sino privado. Y esto se ha logrado con un progresivo pero inexorable cambio de conductas sociales en los que algo ha tenido que ver el diseño hostil, cuya finalidad es esconder los problemas sociales y evitar la convivencia vecinal. 

arquitectura hostiil

Para muchas personas, un banco con formas onduladas puede parecer simplemente un diseño moderno acorde a los tiempos. Pero para una persona sin hogar es un banco donde no poder descansar. Esta ceguera selectiva es un claro ejemplo de la brecha social entre aquellos que disfrutan de todas las comodidades del sistema y aquellos que no tienen un lugar donde dormir. Y esta ceguera es la que lleva a la criminalización y/o ocultamiento de los segundos. 

La arquitectura hostil trata simplemente de desanimar a cualquiera a utilizar el espacio público. No sólo a los skaters o a los vagabundos, sino a cualquiera de nosotros - Jerold Kayden, Profesor de planificación urbana en la Universidad de Harvard

Sin embargo, queda lugar para la esperanza de la recuperación de los espacios públicos como lo que son. En muchas ciudades, los vecinos están comenzando a actuar en contra de la arquitectura hostil. Como por ejemplo en Inglaterra, donde se llevó a cabo la acción #HomesNotSpikes a través de redes sociales. También se han realizado acciones físicas, como cubrir los pinchos con cemento, depositar colchones sobre los pinchos, serrar los brazos de los bancos, etc. 

Los espacios públicos deben ser inclusivos, favorecer la permanencia en ellos y poder ser reconocidos como algo propio del individuo. En otras palabras, debemos apropiarnos de los espacios públicos, y no dejar que nos digan cómo tenemos que utilizarlos - Pedro Uceda Navas, profesor de Sociología Urbana de la Complutense de Madrid

arquitectura hostil