Confinados de por vida

La pandemia global de COVID19 ha obligado a gran parte de la población mundial a confinarse en sus casas. Por una vez, todos sentimos lo que es estar encerrados. La misma situación en la que pasan toda su vida millones de animales en todo el mundo, pero en jaulas.
Foto: Juan Teixeira
Foto: Juan Teixeira
Confinados de por vida

Hablamos de los visones y zorros de las granjas peleteras, de los cerdos, vacas y pollos de las granjas ganaderas; de los tigres, elefantes y demás animales salvajes que deberían estar en su hábitat natural, pero están confinados en los circos; de los miles de seres de un sinfín de especies encerrados en las jaulas de los zoológicos. Todos esos animales sufren una vida entera de confinamiento, pero sin las comodidades de un hogar. Sin entretenimiento, sin una zona confortable, pasando sed y hambre, temblando de frío o de miedo, sin comunicación con su familia… Y, lo peor de todo, sin la esperanza de que ese confinamiento termine, ni la certeza de si algún día ocurrirá.

 

Ahora que nos podemos poner mínimamente en su lugar, ahora que vemos lo difícil que es quedarse en un espacio cerrado durante días sin poder salir, debemos reflexionar sobre la repercusión de nuestro consumo, sobre el planeta y los demás animales, y también sobre nuestra manera de entretenernos. Esos millones de animales llevan una vida miserable, sometidos y encerrados solo para que algunos seres humanos disfruten observándolos un rato, aplaudiendo los ejercicios que les han enseñado a través del castigo, vistiéndolos como una prenda de lujo o simplemente incluyéndolos como parte de su comida. Podemos sacar muchas lecciones de esta dura prueba que es el COVID19, y una de ellas debería ser la solidaridad con los animales.