100 años del primer bulo fotográfico

100 años del primer bulo fotográfico

Aparecieron de repente y por casualidad. Eran en los tiempos de la Primera Guerra Mundial y desde toda Inglaterra se peregrinaba para ver Las Hadas de Cottingley. A día de hoy los bulos y fotografías manipuladas corren como la espuma por redes sociales y whatsApp. Pero hace 100 años se necesitaba de alguien relevante para que la historia circulase... y ese alguien fue el escritor Arthur Conan Doyle.

Arthur Conan Doyle

Todo comenzó en Cottingley, un pequeño pueblo de la campiña inglesa en Yorkshire, una calurosa tarde de junio de 1917.  La pequeña Elsie Wright, que por entonces contaba dieciséis años, cogió la cámara de su padre para sacarle una foto a su prima Francis junto a un idílico arroyo.

Al revelar las placas el señor Wright vio hadas en las fotografías y las consideró falsas. Cuando vio la segunda fotografía, prohibió a Elsie usar la cámara de nuevo. En cambio, su madre estaba convencida de su autenticidad.

La primera fotografía fue tomada por las chicas en el Arroyo Cottingley y muestra a Frances mirando a la cámara mientras un grupo de hadas baila en una ramas en primer plano. Algunos fotógrafos de la época examinaron las fotos y las declararon verdaderas, pero los laboratorios Kodak se negaron a autentificarlas, alegando que había muchas maneras de falsificarlas.

Pero después dichas fotografías fueron publicadas por una revista, Strand Magazine, en un artículo firmado por… Arthur Conan Doyle, firme creyente en las realidades paranormales, y las fotos de estas dos niñas jugando con las hadas le parecieron la prueba científica de su existencia. 

Cientos de personas comenzaron a peregrinar al pequeño pueblo de Cottingley, rebautizado como Tierra de las Hadas, con la esperanza de ver a los diminutos seres.

No fue hasta 1981, más de 60 años después, que las niñas confesaron su secreto. Las hadas no eran más que figuras de cartón enganchadas a las plantas con alfileres. Elsie Wright declaró que habían estado demasiado avergonzadas para admitir la verdad después de engañar al autor de Sherlock Holmes.