Robots: ¿herramientas útiles o competidores del trabajador humano?
Un robot para hacer la comida, otro que barre la casa, e incluso puede que dentro de poco podamos tener en nuestros hogares la máquina que nos lava y plancha la ropa sin que tengamos que preocuparnos de nada más que darle a un botón. La robótica en los hogares es algo que está a la orden del día y parece que que poco a poco dedicar el fin de semana a hacer las tareas domésticas se basará simplemente en pulsar el botón de encendido de todos los robots que ya forman parte de nuestra familia. Cuando hablamos de ellos para que nos hagan más fácil las tareas del hogar parece que los vemos con buenos ojos, pero cuando nos referimos a los robots como máquinas que pueden suplir trabajos manuales remunerados, parece que los miramos con un poco de recelo. Una de las ideas más extendidas es que cuantos más robots existan para hacer trabajos mecanizados, habrá menos empleos para los humanos. Para ver cuánto hay de cierto en esta afirmación, vamos a intentar analizar algunos artículos y casos prácticos para que podamos tener un poco más claro si los robots han venido a quitarnos el trabajo o por el contrario nos van a hacer trabajar más al tener que estar más pendientes de ellos. Inicios de la robótica Los inicios de la robótica actual se remontan al siglo XVIII dentro de la industria textil, cuando Joseph Jacquard inventó en 1801 su máquina programable con tarjetas perforadas para tejer patrones de tela idénticos.
-
Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
-
Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la primera Ley.
-
Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o la segunda Ley.
En la década de los 50 la robótica sufre un auge importante gracias a grandes avances de investigaciones sobre inteligencia artificial y la aparición de los primeros ordenadores. Las primeras patentes de robots datan del 1946, pero hasta casi 10 años más tarde no se diseñó el primer robot programable. Fue en 1978 cuando se produjo una pequeña revolución en el ámbito industrial al introducir el robot PUMA diseñado por George Devol. El ingeniero estableció las bases del robot industrial moderno, al diseñar un brazo capaz de mover objetos de un sitio a otro y colocarlos en el lugar ordenado y que en la actualidad podemos encontrar en numerosas empresas que han decidido automatizar su producción.
"Mientras que en 1985 había 60.000 cajeros automáticos y 485.000 empleados bancarios de atención al público en Estados Unidos, incluidos los cajeros humanos, en 2002 había 352.000 cajeros y 527.000 empleados bancarios, además de otros miles dedicados a la reparación y mantenimientos de las máquinas automáticas”. La explicación que da es que “los cajeros permitieron a los bancos reducir sus gastos en subsidiarias (entidad controlada por otra entidad), reemplazando los trabajos de las cajeras. Esto les permitió abrir muchas más sucursales, compensando los empleos perdidos”
¿Estamos realmente en peligro o no? La opinión de Bessen es solo una de las muchas otras optimistas que hay en torno a la temática de los robots y la posible desaparición de puestos de trabajo. Otro ejemplo de personajes que no ven un problema en un futuro donde los robots reemplacen a los hombres es el del ingeniero Peter Diamandis, que cree que las posibilidades de trabajar a distancia y el aumento de los vehículos autónomos va a ser positivo para los humanos, porque les va a permitir, entre otras cosas, vivir lejos de los centros de las ciudades y olvidarse del problema del tráfico. Además, hay bastantes casos prácticos que muestran como por el momento el uso de los robots en determinados puestos de trabajos no puede suplir a la labor de los humanos. Así, hace algunos meses pudimos presenciar un debate entre la máquina “Proyecto Debater” de IBM y un tertuliano humano, que finalmente terminó con la victoria del hombre y dejó patente que la máquina podía razonar, entender argumentos e incluso bromear, pero todavía mostraba gran lentitud de avance y limitación de temas.