El cambio climático podría producir un megatsunami en Alaska
El deshielo de los principales glaciares que desembocan en la bahía Prince William Sound (golfo de Alaska) y, en especial, del glaciar Barry, está desestabilizando dos grandes paredes montañosas. Este hecho aumenta el riesgo de que una gran masa de tierra acabe impactando en las aguas de la bahía y provoque un megatsunami que se extienda a decenas de kilómetros, afectado a diversas localidades.
Los tsunamis son uno de los fenómenos más devastadores que nos ofrece la naturaleza. Los asociamos con los terremotos y con el mar, y en seguida nos vienen a la mente las terribles imágenes del sudeste asiático (2004) y de Japón (2011).
Entornos arrasados, edificios destruidos, muerte y destrucción. Estas serían las palabras que asociamos con esas olas de gran energía y tamaño variable que, en determinadas condiciones, se introducen kilómetros en la costa y arrasan con todo.
Sin embargo, hay otro tipo de tsunamis, menos conocidos por el público en general, pero que son igual o más devastadores y que ocurren en el interior: los tsunamis provocados por los deslizamientos.
Este tipo de tsunamis se producen debido a las avalanchas de gran magnitud que se registran en entornos donde existe una gran masa de agua que se pueda desplazar, alcanzando, en algunas ocasiones, una altura de varios cientos de metros (no, no es ciencia ficción).
El 10 de julio de 1958 un terremoto de magnitud 8.3 provocó un masivo deslizamiento de tierra y la caída de la mitad de una montaña en la apacible bahía de Lituya (Alaska). El impacto de la masa rocosa en las aguas de la bahía generó una ola de 525 metros de altura, la mayor registrada hasta la fecha en la Tierra.
Los daños causados por el megatsunami de la bahía de Lituya de 1958 se pueden ver en esta fotografía aérea oblicua de la bahía, notándose en las áreas más claras en la orilla donde los árboles han sido arrancados de raíz. La flecha roja muestra la ubicación del deslizamiento de tierra, y la flecha amarilla muestra la ubicación del punto más alto de la ola que se extiende sobre el promontorio. Fuente:
Aunque la zona afectada estaba prácticamente deshabitada, el suceso provocó la muerte de 38 personas y pasó a catalogarse como uno de los megatsunamis más importantes conocidos en la historia reciente de nuestro planeta.
Con características y localización similares, el riesgo se encuentra ahora en el fiordo Barry Arm, en la bahía Prince William Sound, golfo de Alaska. El deshielo de los principales glaciares que desembocan en este estrecho, en especial del glaciar Barry, está desestabilizando dos grandes paredes montañosas de elevada pronunciación. Este hecho aumenta el riesgo de que una gran masa de tierra acabe impactando en las aguas de la bahía y provoque un megatsunami que se extienda a decenas de kilómetros, afectado a diversas localidades.
La vigilancia es constante desde hace casi una década. El pasado mes de agosto, el servicio de vigilancia de Estados Unidos facilitó datos sobre el creciente riesgo de deslizamiento de la montaña y posterior tsunami. Ahora, el peligro se confirma con la publicación de los resultados de un estudio científico en la revista Geophysical Research Letters.
Los autores del estudio, un equipo liderado por la profesora Chunli Dai, del Centro de Investigación Polar y Climática Byrd de la Universidad Estatal de Ohio, indican que entre 2010 y 2017 la ladera afectada por el deshielo se ha deslizado en dirección al mar uno 120 metros. Aunque por el momento el desplazamiento es lento, no se descarta una caída repentina de grandes proporciones. “Estamos midiendo esta pérdida de tierra antes de que ocurra el tsunami”, destaca Chunli Dai.
Según se afirma desde la Universidad Estatal de Ohio, los deslizamientos de tierra en las laderas cercanas a los glaciares ocurren cuando el hielo de los glaciares se derrite, un fenómeno que se está acelerando en todo el mundo debido al impacto del cambio climático.
En 2017, un fenómeno similar al ocurrido en la bahía de Lituya en 1958 provocó la muerte de cuatro personas en Groenlandia. Sin embargo, los científicos estiman que un deslizamiento de tierra en el fiordo de Barry Arm podría ser unas ocho veces mayor que el deslizamiento de 2017 en Groenlandia.
Si toda la pendiente montañosa amenazada en Barry Arm se derrumbara conjuntamente, indican los autores del estudio, las olas del subsiguiente tsunami podrían llegar a las comunidades a lo largo de toda la Prince William Sound. Al respecto, hay que tener en cuenta que, en algunas épocas del año, el entorno acoge a cientos de habitantes y visitantes, incluidos pescadores y turistas.
Los diversos modelos desarrollados sobre posibles escenarios de tsunami concluyen que en el caso de que toda la pendiente se derrumbara de golpe, el tsunami resultante enviaría masas de agua que se desplazarían entre 25 y 40 metros por segundo, lo suficiente como para causar daños significativos a grandes cruceros, barcos de carga y barcos de pescad ubicados en Prince William Sound.
Las olas podrían alcanzar los 10 metros de altura, por ejemplo, en la cercana ciudad de Whittier y destruir los cables de fibra óptica de diversas zonas de Alaska. “Si la pendiente se desploma de inmediato, sería catastrófico”, advierte Bretwood Higman, geólogo de Ground Truth Alaska y coautor del estudio citado anteriormente.
Los investigadores utilizaron datos satelitales para medir y monitorear el tamaño del glaciar que había cubierto la pendiente de Barry Arm y para medir la cantidad de tierra que ya había sido desplazada, que se encuentra directamente relacionada con el derretimiento del glaciar.
Los datos mostraron que, de 1954 a 2006, el glaciar Barry se redujo en extensión menos de un metro por año. Pero después de 2006, el deshielo aumentó rápidamente, de modo que el glaciar empezó a reducirse en su parte frontal unos 40 metros por año.
Fuente: NASA
La probabilidad de que ocurra un deslazamiento masivo de tierra y el cuándo dependen de la geología, el clima y la suerte, no obstante. Según los investigadores, un terremoto, las lluvias prolongadas, el deshielo del permafrost o el deshielo general podrían desencadenar uno.
“Los expertos y centros implicados trabajan en las advertencias de detección temprana, por lo que, si ocurre un deslizamiento de tierra, las personas de las comunidades cercanas podrían al menos recibir un aviso de emergencia”, afirma la profesora Anna Liljedahl, hidróloga con sede en Alaska del Woodwell Climate Research Center y coautora del estudio ahora publicado.
Fuente: La Vanguardia