Caravana migrante de centroamérica: mentiras y verdades

Caravana migrante de centroamérica: mentiras y verdades
Miles de personas migrantes continúan su camino que comenzó en Honduras y que ha crecido en tamaño y fuerza como una avalancha en su travesía con la esperanza de una vida mejor en Estados Unidos. Ya llevan cerca de dos semanas de periplo, ahora atravesando México, y como en toda crisis migratoria, la verdad, la postverdad, las fake news, los titulares no contrastados, los discursos y amenazas gubernamentales se entrelazan en periódicos, televisiones y redes sociales y hacen que el ciudadano de a pie no tengan muy clara su opinión, y quizás se hagan una idea no muy acertadas acerca de la caravana de migrantes.     El último ejemplo es la imagen de hace 6 años que compartió Ginni, la esposa del juez de la Corte Suprema de EE.UU Clarence Thomas con el objetivo de condenar a la caravana de migrantes. "Los medios de comunicación no compartirán ESTO, ¿verdad? Es una invasión, y agradezcan a DIOS por el presidente Trump", la imagen, de 2012, pertenecía a unos disturbios estudiantiles en Ciudad de México. https://twitter.com/CraigSilverman/status/1054812195261865984 Por otra parte, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó con cortar la ayuda a un grupo de naciones centroamericanas acusándolas de permitir que los migrantes avancen, y afirmando sin ningún tipo de pruebas que "personas desconocidas de Medio Oriente" iban mezcladas en la caravana. Y es que esta imagen migratoria, proporciona a los republicanos esa imagen catastrofista que tanto buscaban para corroborar sus argumentos de fronteras más rígidas. Amnistia internacional ha elaborado un articulo de hechos contra ficción con el fin de aclarar el conflicto y que el ciudadano pueda entender el por qué de esta marcha masiva. Si México o Estados Unidos no rechazan o detienen a las personas, vendrán más personas. El argumento de "efecto llamada" no es nuevo, en la crisis migratoria europea es muy conocida a pesar que los datos oficiales lo echen por tierra. En este caso, también hay pocas pruebas que sugieran que el aumento de las restricciones fronterizas tenga algún efecto sobre si las personas abandonan su país o no. La línea dura utilizados por los gobiernos de los EE. UU resultan ser ineficaces y solo condenan a las personas a rutas más precarias y peligrosas. Estamos hablando de personas que abandonan sus hogares huyendo de violencia, extorsión, condición de vida precaria y la falta de protección de los gobiernos de sus países de origen. La forma real de frenar el movimiento de miles de personas contra su voluntad es recurrir a sus gobiernos, y a aquellos que colaboran con ellos. En el caso de Honduras, es un país con una de las tasas de homicidios más altas de América Latina y del mundo. Las personas en la caravana solo quieren ganar más dinero y quitarles el trabajo a los ciudadanos de los países en los que llegan. Evidentemente la búsqueda de una vida mejor es buscada por los migrantes pero sus razones para irse son a menudo más urgentes que simplemente económicas e involucran decisiones de vida o muerte. Los miembros de la caravana representan una amenaza de seguridad para México o los Estados Unidos. No hay evidencia que sugiera que la llegada de familias, caravanas, solicitantes de asilo o refugiados se haya relacionado con un aumento en las tasas de delincuencia. Además, la caravana incluye cientos de niños que viajan con sus familias. No estamos hablando de grupos poderosos, estamos hablando de personas con necesidades reales. No se dejará entrar a las personas que esperan buscar asilo una vez que llegen a la frontera sur de los Estados Unidos. Con esta afirmación se busca que den marcha atrás, que su gran travesía no servirá para nada. Pero no es cierta, tanto en la ley estadounidense como en la ley internacional, cualquier persona que solicite asilo en un puerto de entrada a los Estados Unidos debe ser recibida, tener permiso para solicitar asilo y ser remitida a un oficial de asilo para que revise su solicitud . Fuentes: amnesty, CNN, The New York Times