Pablo González
11:50
13/11/19

¿Tendrá razón Abascal?

Los resultados de las elecciones generales han “obligado” finalmente a pactar a socialistas y unidas podemos. Sin embargo, mi opinión es que España sigue con sus divisiones, está la de izquierdas, por otro lado la de derechas, también está la norte y la sur. Seguramente habrá más, pero solo con esas ya es para reflexionar.
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¿Tendrá razón Abascal?

Mi reflexión empieza la misma noche electoral, al ir cambiando de canales, por aquello de ver las diferentes opiniones. Llego a la “tele de izquierdas”, en mi mando botón 6. Al poco, como buena TV de izquierdas y progresista nos presentan todo el discurso de Abascal desde la sede de Vox. Vaya, muy progre. Lo poco que escucho antes de cambiar de canal es algo que me hizo reflexionar sobre si tendrá razón el ciudadano Abascal. 

Sus frases de “el congreso de los diputados tiene una representación más fidedigna de lo que representa y piensa el pueblo español” y “nosotros representamos a toda la nación” son las culpables de mi duda. Alguien me dirá, exageras, son solo un 15% del electorado y por lo tanto no representan a tanta gente. Ya, bueno, eso ahora, y en esencia otro 27% (PP + C’s, y podría añadir otros más) tienen unas ideas muy afines, pero camufladas de menor radicalidad, lo que no impide pactar y adaptar agendas de Vox.

Siempre he opinado aquello que los gobernantes representan en mayor o menor medida a su pueblo, ya sean elegidos por él o impuestos de una manera u otra. Si un pueblo no quiere a un gobernante, tarde o temprano se deshace de él, incluso en las dictaduras. Matizo que no representa al pueblo en su totalidad, pero siempre al núcleo dominante, al que se impondrá al resto. Hitler no era acaso popular entre los alemanes, no lo era Pinochet entre los chilenos, o no lo era y es Franco? Stalin entre los soviéticos y rusos de hoy en día? Tito en Yugoslavia? Habrá excepciones, pero son más de las de confirmar la regla que hacerme dudar en este postulado. 

Vox a día de hoy representa a las mil maravillas el concepto clásico de España. La España unitaria, la intransigente, la “España para los españoles”. Y como no podía ser de otra manera, Vox la encabeza un ciudadano que no ha trabajado en su vida, siempre viviendo del dinero público, que está en contra de las autonomías y los diferentes pueblos que forman el estado español a día de hoy, pero él mismo es del País Vasco y no tenía reparo en participar en las instituciones de gobierno autonómicas, que se dice patriota, pero que no hizo ni la mili. ¿Qué hay más español que eso? Seguramente Jose Luis Torrente, pero claro, eso era un personaje ficticio. El ciudadano Abascal no lo es.

Vox nos muestra que aquello de la España moderna era una farsa. De otra manera no se puede explicar que un partido con esa agenda haya crecido así. Aglutina todos los tópicos habidos y por haber. La España cacique al ataque, lo más gañán posible. Y ojo, que eso vende. Habrá que ver los datos demográficos de quienes les han votado, pero no van a ser en su mayoría hombres mayores de zonas rurales. Mucho de su voto viene de jóvenes. Jóvenes con poca o mínima formación, pero con unas demandas a máxima altura. Alguien en época del ladrillo les dijo que se lo merecían, y ahora se ve que no.

Resultado todo ello de una mezcla de crisis del sistema, unas perspectivas poco claras hacia dónde nos movemos como país, unión, continente, civilización, humanidad. Bienvenidos al futuro sin futuro. Dónde tenemos valores y más valores, pero no una igualdad real, no unas oportunidades para todos y mucho menos una aceptación del diferente. El futuro es capitalismo, amasar capital y una promesa de que lo mismo te haces rico

No nos engañemos, no lo seremos nunca. Es un club cerrado. Alguien lo entiende, pero muchos otros no, aunque lo intuyen. Sienten que la cosa no va bien. Como desde todo altavoz se les grita que lo rojo no puede ser, que todo socialismo o comunismo es matar niños cristianos, que no es viable, pues lo que le queda a mucha gente, que siente que no va bien, pero que no siempre puede entender las causas, votan en protesta, votan primitivo, votan Vox. En el otro lado ideológico están Pedro y Pablo, nuestros nuevos potenciales presidente y vicepresidente. Son de izquierdas, pero del capitalismo ni dudar por muy de izquierdas que sean. Espero equivocarme, pero me da que en ciertas áreas poco o nada vamos a avanzar hacia algo distinto, hacia algo que haga alejarse los fantasmas del fascismo-nazismo en el continente europeo.

No es una tendencia puramente del estado español. Pasa en muchos países. Trump es un ejemplo. Las recientes elecciones en Polonia es otro. Pero al mismo tiempo es una tendencia que haya sitios como el País Vasco que vota diferente, que siga habiendo partidarios de izquierdas. Quizás el problema de esa izquierda es que se ha pasado con jugar al capitalismo y ser centristas, no de palabra quizás, pero si de hecho. Esa misma gente que busca alternativa no los ve como tal y es una lástima. 

Vox es un síntoma de que lo que tenemos no funciona, pero no hay que ser muy listo para entender que no vamos bien. Sí hay que ser muy listo para corregirlo. Yo pertenezco a la primera clase, veo que la cosa no va bien, pero quizás no tenga tan claras las soluciones, o quizás no pueda expresarme libremente en nuestro estado democrático. Al fin y al cabo, no soy un progre del botón 6 de los mandos.

Mientras seguiré reflexionando sobre las frases del ciudadano Abascal. Otra cosa es que también opino que hay potencial para que yo finalmente vea que no tiene razón. Potencial que veremos si Pedro y Pablo pueden movilizar. Ya de entrada, como a todo buen progre les tocará lidiar con el derecho de autodeterminación, la primera prueba de si son progresistas o casi tan españoles como Vox, quieran o no, los partidos nacionalistas son los bisagras de este parlamento. Encontrar soluciones dónde no parece haberlas son las claves de la negociación y el diálogo la clave de la convivencia