La ultraderecha gana adeptos en los ejércitos occidentales

La extrema derecha está tratando de ganarse a miembros de las unidades militares de países occidentales como Estados Unidos, España o Alemania. La proliferación y radicalización de estos grupos extremistas y su calado en las Fuerza Armadas nos lleva a preguntarnos hasta qué punto están presentes en los ejércitos profesionales de estos países, y cuáles podrían ser las consecuencias. 

 

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El secretario general de un partido de extrema derecha el pasado 29 de enero en la Brigada Paracaidista de Jabalí Nuevo (Murcia) disparando un HK G36 de calibre 5,56 milímetros, el fusil de asalto de las Fuerzas Armadas españolas.
La ultraderecha gana adeptos en los ejércitos occidentales

Estados Unidos

La historia de los militantes ultraderechistas infiltrados en las filas del Ejército de EE.UU. tiene su origen en los regimientos segregados que lucharon en la Guerra Civil estadounidense. El oscuro Ku Klux Klan, fundado en 1866 por un grupo de fanáticos y veteranos de la Guerra Civil del bando confederado, reclutó activamente miembros que se encontraban en las Fuerzas Armadas y en los años 20 llegó a tener una rama oficial en la USS Tennessee de la Marina. En 1948, el Presidente Truman ordenó acabar con la segregación en el ejército, pero la última unidad compuesta únicamente por afroamericanos no se disolvió hasta 6 años después.

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La cosa no quedó ahí, por desgracia. En 1968, miembros del KKK desfilaron y quemaron cruces en una base estadounidense para celebrar el asesinato de Martin Luther King sin que ninguna autoridad militar moviera ningún dedo. En 1976, marines que se congregaban en Camp Pendleton, California, celebraron numerosas reuniones del Ku Klux Klan, con absoluta impunidad. Tres años después, la organización celebró un evento en Virginia con el objetivo de reclutar soldados a sus filas. En 1986, después de que unos militares publicaran una fotografía portando una bandera del KKK, el Pentágono prohibió al fin la pertenencia a organizaciones extremistas.

Los años 90 fueron especialmente sangrientos en la historia estadounidense. El 19 de abril de 1995, Timothy McVeigh, veterano condecorado de la Guerra del Golfo y militante ultraderechista, atentó contra el Edificio Federal Alfred P. Murrah en Oklahoma City utilizando un camión bomba compuesto por 2300kg de ANFO. Aquel ataque, considerado como uno de los más sangrientos registrados en la historia estadounidense, provocó la muerte de 168 personas e hirió de diversa consideración a más de 680. Cuando fue detenido, McVeigh llevaba una camiseta con la cara de Lincoln y la frase “sic semper tyrannis” (así a todo tirano), la frase que pronunció su asesino supremacista antes de apretar el gatillo en 1865. Según el FBI, el atentado fue llevado a cabo como respuesta al asedio de Waco y el caso Ruby Ridge.  

Aquel mismo año, miembros de la 82ª División Aerotransportada de élite del Ejército de los Estados Unidos formaron un grupo de carácter neonazi y dos de ellos asesinaron a una pareja afroamericana cerca de su base. Los asesinos fueron condenados a cadena perpetua y 19 soldados fueron expulsados del Ejército como respuesta.

Los atentados de 1995 sacudieron con dureza a las Fuerzas Armadas y recordaron un pasado no muy lejano en el que los soldados se hacían fotos sin ningún tipo consecuencias vestidos de uniforme en reuniones del Ku Klux Klan.

Un informe del Departamento de Defensa elaborado poco después de estos incidentes halló que ciertos líderes de la extrema derecha estadounidense estaban animando a los jóvenes a alistarse en el Ejército.

Brandon Clint Russell, miembro de la Guardia Nacional de Florida y uno de los fundadores del grupo neonazi Atomwaffen Division, fue detenido en 2017 tras un registro en el que la policía encontró explosivos en su casa. En agosto de ese mismo año, la popularidad del grupo se disparó tras la marcha ultraderechista en Charlottesville en la que un supremacista asesinó a una persona. En esas movilizaciones también se encontraba Vasillios Pistolis, un miembro en activo del Cuerpo de Marines que presumió de «abrir tres cabezas» en esas movilizaciones.

Los líderes supremacistas han coordinado esfuerzos durante décadas, especialmente en EE.UU., para reclutar a miembros del Ejército. Desde la Guerra de Vietnam, movimientos supremacistas han intentado reclutar a individuos con experiencia militar. Dado que muchos de estos grupos creen que habrá una ‘guerra de raza’, se preparan para esa confrontación violenta. Para lograr ese objetivo, no hay mejor lugar para reclutar que en el Ejército de EE.UU. - Jason Blazakis, director del Centro de Terrorismo, Extremismo y Contraterrosismo del Middlebury Institute of International Studies.

Uno de los que quería iniciar una guerra racial en Estados Unidos era Christopher Hasson, miembro de la Guardia Costera que pasó cinco años en el Cuerpo de Marines y dos más en la Guardia Nacional. Fue detenido en febrero de 2019 por tener un arsenal en su casa. Estudió el manifiesto supremacista de 1.500 páginas escrito por Anders Breivic, autor de los antenados de 2011 en Noruega que provocaron 77 muertos y 319 heridos, y redacto el suyo propio. Durante dos años escribió una lista de personas a las que pretendía matar y planeó atentados con el objetivo de crear una "patria blanca".

A dia de hoy, Ucrania se ha convertido en un nuevo santuario para los militares ultraderechistas estadounidenses, una especie de Afganistán de la extrema derecha. En septiembre de 2019, un soldado del Ejército estadounidense desplegado en Fort Riley, Kansas, fue detenido por distribuir información online sobre cómo construir una bomba y por intentar ingresar en Ucrania para combatir con el Batallón Azov, infestado de neonazis.

El mismo año, “Alex”, que se describe como un veterano del Ejército de EE.UU., hizo acto de presencia en un podcast supremacista estadounidense en el que fanfarroneaba por haberse unido a la guerra en Ucrania debido a que se sentía, nada más y nada menos que «aburrido» dentro del ejército. Según algunas fuentes, Shawn Irwood, supuesto veterano de la Marina, también se trasladó a Ucrania para combatir.

El Departamento de Seguridad Nacional cree que la extrema derecha intentará reclutar y radicalizar a veteranos que regresan de conflictos como Irak y Afganistán para explotar sus capacidades y conocimientos. Según el DNS, «la voluntad de un pequeño porcentaje de militares a unirse a grupos extremistas en los 90 por su descontento, desilusión o el sufrimiento de los efectos psicológicos de la guerra se está replicando en la actualidad».  

Europa: el caso español y alemán

Un «informe estratégico» de Europol, obtenido por los medios de comunicación alemanes Süddeutsche Zeitung, WDR y NDR en 2019, encendió las alarmas y confirmó lo peor: «las organizaciones de extrema derecha están apuntado a los servicios de seguridad». Según afirma el informe, los miembros de grupos de extrema derecha están tratando de ganarse a los activos de las unidades militares para aprender de su experiencia en el área de vigilancia y preparación militar para el combate, con el objetivo de desarrollar sus habilidades físicas y habilidades de combate. 

España es un claro ejemplo. Hasta ahora, si el Partido Popular ha sido la fuerza hegemónica entre el Ejército y la Guardia Civil, ahora el partido que tiene mayor fuerza es Vox. Tras las elecciones andaluzas que se celebraron en diciembre de 2018, se constató el auge de la ultraderecha. Dos de los miembros que entraron al parlamento andaluz tenían orígenes militares: Benito Morillo y Luz Belinda Rodríguez. Más tarde llegaron los fichajes de los generales Mestre, Rosety, Asarta y Coll. Cuatro altos mandos del Ejército, nada más y nada menos.

La prueba más fehaciente de la conexión entre el mundo militar y el policial y el ascenso de la extrema derecha ha llegado tras las elecciones generales: una gran mayoría de militares y agentes de las FCSE votaron a Vox, tal y como lo analizamos en EULIXE.

En las bases o acuartelamientos militares importantes los resultados de Vox se disparan con respecto a los resultados globales: El Goloso (41% de los votos), El Pardo (36.6%) y Campamento (29.5%) en Madrid; Castillo del Val (24%), en Burgos y San Gregorio (25%, el doble de la media en la ciudad), en Zaragoza. Otros casos son Bétera, en Valencia; Cerro Muriano, en Cordoba; Valdebótoa, en Badajoz y la Ciudad del Aire en Alcalá de Henares, donde la extrema derecha consigue un 28% de los votos, frente al 13,5% de media en la ciudad. En Cádiz, sólo hay cinco distritos donde ha ganado Vox. Uno de ellos es el que acoge el Poblado Naval de la Base de Rota. Ahí, Vox es la primera fuerza con el 37,8% de los votos, muy por encima del 10,3% cosechado en el total nacional y del 8,4% provincial.

El extremismo de derecha se está haciendo un hueco también en el Ejército alemán. Las cifras son alarmantes: solo en 2019 se registraron 360 nuevos casos de extremismo entre los militares después de que comenzaran los sondeos para controlar un problema que no deja de crecer. Cerca de 550 soldados del Ejército alemán están siendo investigados por sospechas de extremismo de derecha.

El jefe del Servicio de Contraespionaje Militar alemán (MAD), Christof Gramm, ha mostrado su preocupación:

Actualmente estamos tratando unos 20 casos de extremismo de derecha solo en el Mando de Fuerzas Especiales (KSK), mientras que, a principios de 2019, la cantidad apenas llegaba a la mitad de esa cifra.

Según el partido La Izquierda (Die Linke), se han registrado redes de extrema derecha en la Bundeswehr (Fuerzas Armadas) y afirma que hay una «cultura de hacer la vista gorda y de banalización» del peligro que representa la ultraderecha en el Ejército. Los Verdes, por su parte, afirman que es necesario actuar de forma más sistemática contra el extremismo de derecha en el Ejército.

Aquel que denuncia a los extremistas de derecha sigue siendo un traidor que atenta contra un supuesto espíritu de camaradería dentro de ese cuerpo. Las cifras dadas a conocer ahora son solo la punta del iceberg. El MAD se debe seguir profesionalizando más para poder desenmascarar a la sutil nueva extrema derecha dentro de las filas del Ejército. Es mucho más difícil comprobar esos casos porque ya no sueltan burdos lemas radicales y no postean fotos de Hitler en WhatsApp. – Caroline Walter, autora de “Extrema Seguridad”

En junio de 2019, la prensa informó sobre una organización ultraderechista en las Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado alemán denominada como Nordkreuz. El grupo tuvo acceso a ordenadores policiales y logró recopilar los datos de 25.000 políticos y activistas de izquierdas. También almacenaban armas y cal viva. Unos días antes de que la noticia se hiciera pública, el político alemán Walter Lübcke fue asesinado por un militante ultraderechista. Una semana después, alguien de la Policía filtró a movimientos de extrema derecha el nombre completo del iraquí sospechoso de un asesinato en Chemnitz, lo que provocó fuertes movilizaciones.