El terrorismo de extrema derecha se ha triplicado en occidente en 5 años

Los ataques terroristas de extrema derecha han aumentado en occidente, registrado una subida del 320% en los últimos cinco años en Europa, América del Norte y Oceanía. Son, además, cada vez más letales. Si en 2017 el saldo de víctimas mortales fue de 17, en 2018 fueron 26 y se dispararon a 77 en 2019. La crisis del modelo neoliberal y la aparición de personajes como Trump, Salvini, Orbán o Jhonson son algunas de las causas detrás de esta revuelta populista de extrema derecha, que no es anecdótica, sino global y generalizada, y sin duda de terribles consecuencias si no es tomada en consideración a tiempo. 

 

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Vista de la ciudad de Oslo después del ataque con bomba de julio de 2011
El terrorismo de extrema derecha se ha triplicado en occidente en 5 años

El último de los capítulos de terrorismo vinculado a la extrema derecha lo hemos vivido esta misma semana en Alemania. La noche del miércoles nueve personas murieron acribilladas en dos tiroteos consecutivos sucedidos en dos bares frecuentados por extranjeros en la ciudad de Hanau, a unos 20 kilómetros al este de Frankfurt. El sospechoso, un hombre de 43 años de nacionalidad alemana, dejó una carta y un vídeo en los que detalló las argumentaciones de extrema derecha que le habrían llevado a realizar la matanza. Parece ser que en su web (a la que ya no se puede acceder) se podía leer un mensaje de varias páginas titulado “a todo el pueblo alemán”, donde hablaría de una “especie ganadora” que sería el ser humano y explicaría teorías como que muchos alemanes estarían siendo observados por los servicios secretos, o que la criminalidad entre extranjeros aumenta, o sobre la necesidad de “aniquilar países con toda su población” para garantizar la supervivencia en el planeta.

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El pistoletazo de salida a esta nueva oleada de atentados de extrema derecha se produjo en julio de 2011. Anders Breivik, un ultra noruego, mató entonces a 77 personas en un doble atentado en Oslo y en un campamento laborista. Desde entonces, el patrón se ha repetido en numerosas ocasiones: un terrorista solitario que busca convertirse en un héroe para aquellos que se mueven dentro de su misma burbuja, y que deja por escrito sus motivaciones y su visión del mundo.

Otro claro ejemplo fue el de Brenton Tarrant, quien entró en una mezquita de Christchurch (Nueva Zelanda) con armamento de última generación, asesinando a sangre fría a 50 personas. La matanza fue retransmitida en directo a través de Facebook, y previamente publicitada en foros como 8chan, en el que escribió: "Bueno, chavales, es hora de dejar de publicar mierdas y de pasar a la acción en la vida real… Hace tiempo que nos conocemos y a pesar de ser todos vosotros maricones, inútiles y degenerados, sois unos tíos de lo mejor y la mejor peña que se puede pedir". Sin duda los terroristas que cometen este tipo de atentados están relacionados entre sí a través de vínculos ideológicos, pero también por referencias explícitas los unos a los otros y conexiones a escala global.

Desde 2011 las cifras no han dejado de empeorar, confirmando los peores augurios. En los últimos 5 años los ataques ultras han experimentado un aumento del 320% en Europa, América del Norte y Oceanía, y además son cada vez más letales, tal y como indica el índice de terrorismo global que elabora el Institute for Economics and Peace (IEP). En Estados Unidos el terrorismo supremacista blanco ha supuesto el 73% del total de víctimas de asesinatos extremistas, en comparación con el 23% atribuibles al yihadismo. Los datos son demoledores, y la indiferencia social y de los medios de comunicación ante este auge del terrorismo de extrema derecha, también. 

El terrorismo es un instrumento político que la extrema derecha lleva utilizando desde hace décadas en Occidente. Sin embargo, tenemos una tendencia a tratar este tipo de atentados como casos aislados y no como una campaña en curso (...) Estamos ante una epidemia de terrorismo de extrema derecha. Y no va a parar - Daniel Poohl, director de la revista sueca Expo

Desde muchos medios de comunicación se intenta extender la idea de que estos atentados son casos aislados, debido a problemas mentales del atacante. Sin embargo, la realidad nos muestra que son actos de odio intererrelacionados, encuadrados en un ambiente de racismo, xenofobia y antiislamismo promovido por los sectores más reaccionarios de occidente. No se trata pues de una "anormalidad", sino de una situación propia de un momento de cambio  en el modelo de dominación hegemónico. 

La ultraderecha abomina de la sociedad multicultural. Si vives convencido de que la inmigración es una amenaza, cada vez que ves alguien que no es del color o la cultura que tú quieres te parece que estás a un paso del colapso total. Y siempre habrá una minoría radical que llegará a la conclusión que hay que pasar a la acción. Ya sea matándoles, en el caso más extremo, o simplemente acosándoles. Todo forma parte de una estrategia para que estas minorías no tengan un lugar en nuestra sociedad - Daniel Poohl, director de la revista sueca Expo