La tercera guerra mundial está en marcha

Los servicios secretos y las unidades militares de algunos países se han involucrado activamente en las operaciones relacionadas con la obtención de material sanitario esencial para hacer frente a la propagación del COVID-19. Las máscaras y otros productos esenciales se han convertido en elementos clave de la seguridad nacional, en medio de una pandemia que se agrava rápidamente. El pillaje entre estados, las operaciones encubiertas y los dobles juegos ponen de manifiesto la falta de solidaridad internacional y de madurez como sociedad dentro de este sistema que solo promueve el egoísmo y el "sálvese quien pueda". 

Iwo-mascarilla
La tercera guerra mundial está en marcha

El SARS-CoV-2 se está extendiendo con rapidez por el mundo. El 8 de abril, a las 11:30 hora peninsular española, según los datos oficiales, a nivel mundial la cifra de infectados alcanzaba casi el millón y medio, el número de fallecidos era de 82.279 y 268.163 personas se habrían curado.

Esta crisis global sin precedentes está arrastrando a la mayoría de Estados a una silenciosa batalla mundial que se está efectuando en nombre de la seguridad nacional. Los gobiernos de todo el mundo se han apresurado a adquirir suministros médicos del inventario mundial, que cada vez es más reducido, enfrentado a los países entre sí y llevando a guerras de ofertas que han elevado los precios a medida que aumenta la demanda.

«Doscientos países, excepto posiblemente uno o dos, están compitiendo ferozmente por este equipo», afirmó el Primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu en un discurso hace tres semanas, con el objetivo de justificar el acopio masivo que está realizando el Estado israelí utilizando, a entre otros, al Mossad, el servicio de inteligencia exterior.

Sin embargo, esta encarnizada batalla no tiene como único actor al régimen sionista. Algunos medios han empezado a informar sobre operaciones centradas en la obtención de máscaras y otros elementos de vital necesidad que involucran a los servicios secretos en los Estados Unidos, Alemania, Italia, Grecia, Túnez y Kenia.

Algunos casos a nivel global

Según la revista alemana Der Spiegel, 6 millones de máscaras tipo FFP2, compradas por Alemania, desaparecieron en Kenia mientras la carga transitaba por el país. Este incidente fue confirmado por el Ministerio de Defensa alemán. Se desconoce si otro país desempeño un papel en la desaparición de las máscaras.

Además, se reportó también que EE.UU. desvió un lote de 200.000 mascarillas enviadas al país europeo desde China en un aeropuerto de Bangkok (Tailandia). «Lo vemos como un acto de piratería moderna. Incluso en tiempo de crisis global no se deberían usan los métodos del Salvaje Oeste», dijo Andreas Geisel, senador del estado de Berlín. No obstante, posteriormente se retractó afirmando que ninguna compañía estadounidense estaba detrás de esta confiscación.

En Francia, las autoridades también acusaron a EE.UU. de comprar mascarillas chinas destinadas al país galo. Jean Rottner, presidente del Consejo Regional de la Región de Gran Este, sostuvo que se compró un avión cargado de mascarillas faciales “made in China” justo cuando el equipo de protección estaba a punto de partir hacia el país. «EE.UU. paga tres o cuatro veces la cantidad que pagamos, y en efectivo», afirmó Rottner. Estas acusaciones fueron rechazadas por un alto funcionario de la Administración estadounidense, calificándolas como «completamente falsas».

Por su parte, Francia incautó un lote de mascarillas procedentes de Suecia con destino a España e Italia. Ambos países recibieron sus pedidos dos semanas después, gracias a los esfuerzos emprendidos por las autoridades suecas.

En el caso de Chequia, las autoridades requisaron productos esenciales que iban desde China a Italia. Las autoridades italianas reaccionaron sonoramente y las autoridades checas aceptaron su error, anunciando que enviarían el mismo número de máscaras a Italia.

Por su parte, el Ministro de Comercio de Túnez, Mohamed Msilini, acusó a Italia de confiscar un envió de alcohol medicinal en ruta a Túnez desde China. Según la Agencia France-Presse (AFP), Italia incautó también una partida de 1.840 respiradores que, supuestamente, iban de camino a Grecia. «Hoy, todos los países europeos están histéricos y todos ellos están robando equipos por miedo a este virus», aseveró Msilini.

En el caso del Estados español, se reportó que las autoridades turcas bloquearon en Ankara un avión procedente de China que transportaba respiradores adquiridos por el Gobierno español, según la Ministra de Exteriores del país, Arancha Gonzalez Laya.

El caso israelí: la ofensiva global del Mossad

Según el rotativo The Jerusalén Post, a mediados de marzo el Mossad compró 10 millones de máscaras médicas. Además, obtuvo más de dos docenas de ventiladores (el 30 de marzo se contemplaba que llegarían 160 más), decenas de miles de kits de prueba y unas 25.000 máscaras quirúrgicas N95 que están diseñadas para proteger al usuario de las partículas y líquidos presentes en el aire. Según otras fuentes, se adquirieron también 700 monos para los trabajadores de las ambulancias.

Los kits se obtuvieron de países con los que Israel no tiene relaciones diplomáticas. De acuerdo con el informe publicado por  Al Jazeera, estos países se encuentran en el Golfo Pérsico.  Concretamente, el servicio de inteligencia obtuvo 100.000 kits de prueba (defectuosos según algunas fuentes) la semana del 16 de marzo y el 30 de marzo 4 millones más estaban de camino según el New York Post.

La operación está dirigida por Yossi Cohen, director del Mossad, que lidera un centro de comando especial que se creó en el Centro de Innovaciones del Hospital Sheba (Ramat Gan).

Cientos de agentes están peinado cada rincón del mundo en busca de equipos y tecnologías vitales. No tienen un límite presupuestario, y la orden que recibieron fue hacer todo y cualquier cosa para garantizar que Israel pueda hacer frente al virus en condiciones óptimas – Ben Caspit, Al-Monitor.

Al parecer, no solo la gente del Mossad está sentada en esta «sala de guerra nacional». Cientos de personas de los diversos organismos de defensa de Israel estarían también involucrados, incluidos los siguientes: la Administración para el Desarrollo de Armas e Infraestructura Tecnológica de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI); los directores de adquisición del Ministerio de Defensa; miembros pertenecientes a la comunidad de Inteligencia; expertos tecnológicos de la unidad cibernética de Aman 8200; expertos cibernéticos de otras agencias y muchas personas más, algunas pertenecientes a unidades secretas que se revelaron cuando estalló la crisis del coronavirus.

Al frente de la «sala de guerra», bajo el liderazgo de Cohen, se encontraría el jefe del ala de tecnología del Mossad que dirige todas las actividades. Actúa como representante directo de Cohen en la sede. Según algunas fuentes, Cohen visita una vez al día la instalación y dirige una sesión de seguimiento que incluye un resumen y una evaluación de los esfuerzos que se están realizando.

El 31 de marzo, el Ministro de Defensa de Israel, Naftali Bennet, reveló que Israel ha gastado más de 2 mil millones de séqueles (unos 560 millones de dólares) en sus esfuerzos de adquisición de material vital.

Según Ben Caspit, columnista y analista israelí, los agentes del Mossad que están dispersos por todo el mundo están creando un nuevo «patrimonio de batalla» en un campo que es totalmente nuevo. «Allanan fábricas, establecen conexiones con los fabricantes, envían botes y camiones a todo tipo de sitios extraños», afirma el analista y subraya que la estafa es un hecho recurrente, hecho que, según Caspit, Israel lo ha comprobado directamente.

En un caso, los intermediarios intentaron vender kits de prueba falsos al Mossad, por ejemplo. En otro caso, un camión del Mossad llegó a una planta industrial en Europa solo para descubrir que otro camión, enviado por el Gobierno alemán, se había adelantado y había vaciado el inventario. Una entrega de 100.000 kits de prueba de coronavirus, que el Mossad encontró en el Golfo Pérsico, llegó a Israel, y solo entonces descubrieron que los kits no eran adecuados, según el analista israelí.

Es similar a una carrera armamentística. […]. Una vez, los países compitieron por la adquisición de armas y materiales de guerra. La siguiente fue la carrera nuclear, y ahora buscan ventiladores. Los precios han subido al menos un 500% para los ventiladores, así como en todos los elementos de protección relacionados con el coronavirus. Los países imponen embargos y prohíben exportaciones. Las personas ofrecen precios exorbitantes y hacen promesas sin sentido para obtener lo que necesitamos. En todo esto, subrayamos las habilidades especiales del Mossad, los lugares lejanos y peligrosos a los cuales tenemos acceso, nuestros lazos especiales. Esperamos tener éxito – testimonio de uno de los presentes en la “Sala de Guerra” recogidos por Al-Monitor.