LISE MEITNER: la científica que el Premio Nobel "olvidó"

La prohibición que impedía a las mujeres entrar en los laboratorios la llevó a realizar sus investigaciones en un sótano durante muchos años y su condición de judía la obligó a escapar clandestinamente a Suecia huyendo de la represión de los nazis. Lise nunca volvió a Alemania y tan solo su compañero de investigaciones Otto Hahn, recibió el Premio Nobel por el descubrimiento de la fisión nuclear que ambos habían hecho conjuntamente.

 

Lise-Meitner
Las aportaciones de Lise Meitner fueron claves para descubrir las bases de la fisión nuclear (WIKIMEDIA COMMONS)
LISE MEITNER: la científica que el Premio Nobel "olvidó"

La vida de la científica Lise Meitner estuvo llena de logros, pero también de momentos duros a los que se tuvo que enfrentar por su condición de mujer. El hecho de que fuera judía en la época de Hitler, le hizo perder el título de profesora que tanto esfuerzo le había costado conseguir y durante sus inicios como científica no pudo trabajar en el laboratorio, lugar reservado solo para los hombres. Aún así, Lise siguió investigando hasta lograr justificar la primera fisión nuclear (reacción en la cual un núcleo pesado, al ser bombardeado con neutrones, se convierte en inestable y se descompone en dos núcleos). Pero su trabajo quedó oculto tras la figura masculina de su compañero y colaborador Otto Hahn y fue a él a quien concedieron en 1944 el Premio Nobel de Química por dicho descubrimiento, mientras que el trabajo de Lise no fue reconocido como realmente se merecía hasta después de la Segunda Guerra Mundial. A pesar de todo, el mundo sabía de sobra que sus conocimientos sobre esta materia eran muchos y muy buenos y por eso se le ofreció formar parte de un grupo de investigación para conseguir una bomba atómica que intentara frenar el régimen nazi. Lise nunca aceptó la oferta porque no quería formar parte del grupo que creara un arma tan destructiva, mientras que todos los demás a los que se les ofreció aceptaron. La científica consiguió luchar contra los obstáculos de un mundo en guerra dirigido por hombres y logró también ser la segunda mujer en conseguir un doctorado en física en la Universidad de Viena y la primera de toda Alemania en lograr el puesto de profesora titular de física en la Universidad de Berlín. Por todo esto se ha ganado un hueco en nuestra sección de "Olvidadas".


Ser mujer, científica y judía en tiempos del nazismo

La fecha exacta del nacimiento de Lise Meitner no se conoce, ya que en algunas fuentes se habla del día 7 de noviembre y en otras del 17, pero lo que si se sabe con certeza es que su nacimiento se produjo en 1878 en Viena. Lise era de origen judío, su padre Philipp Meitner fue un librepensador y humanista que siempre apoyó a su hija, tanto laboral como económicamente. En 1873 se casó con Hedwig, la que se convertiría en la madre de Lise y ambos educaron a sus hijos bajo el pensamiento de adaptación al progreso. Fue con ese apoyo recibido por parte de sus padres con el que ella y sus siete hermanos llegaron a cursar estudios secundarios, algo muy poco común en aquella época. Desde el principio se sintió atraída por la ciencia y las matemáticas y al terminar de estudiar en el año 1892, empezó a trabajar como voluntaria en algunas organizaciones de socorro y en escuelas para pobres hasta que pudo entrar en la Universidad. Nada más conseguir su título empezó a investigar en varios campos de la ciencia y en 1907 abandonó Viena para continuar con su carrera en Berlín, una estancia que se vio empañada con la llegada del nazismo al poder. Aunque al principio Lise siguió trabajando como científica, fue privada de su título de profesora y la situación fue agravándose poco a poco. En 1938 perdió su nacionalidad austriaca y un poco más tarde fue expulsada de su trabajo. El gobierno alemán le prohibió viajar y le quitó el pasaporte, pero con la ayuda de algunos amigos de Viena, pudo salir del país de manera clandestina. Instalada en Suecia, empezó a trabajar en el Instituto de Manna Seigbahn y aunque no se lo pusieron nada fácil, porque le pusieron numerosos impedimentos, ella logró reemprender sus investigaciones hasta lograr probar el funcionamiento de la fisión nuclear.

Lise_Meitner_1906_Wikimedia_CommonsLise Meitner en 1906, un año antes de abandonar Viena para continuar con su carrera como científica en Berlín (WIKIMEDIA COMMONS)

Una mujer universitaria

En Austria, lugar en el que vivía Lise desde su nacimiento, las mujeres no pudieron ir a las universidades hasta finales del siglo XIX. Por lo tanto, a los 14 años y después de terminar la escolarización pública, la joven siguió formándose en aquellos ámbitos en los que si estaban permitidas las mujeres. Decidió entonces escoger la rama de los idiomas y empezó a estudiar francés para poder especializarse como maestra. En 1897 el gobierno austriaco permitió el acceso a las mujeres a determinadas universidades como las de letras y ciencias y esta decisión fue aprovechada por Lise, que en 1899 terminó su formación como maestra y empezó a preparar las pruebas necesarias para acceder a la Universidad de Viena. En el año 1901 consiguió entrar en la institución y se propuso aprovechar al máximo el tiempo perdido. Durante sus años universitarios fueron muchos los nombres que marcaron su carrera, empezando por el joven físico Arthur Szarvassy, que fue su tutor y “primer maestro” y también el profesor Franz Exner, quien había empezado a investigar sobre radioactividad y la aplicación en medicina de los rayos X, materia que fascinó a Lise desde el principio. Fue durante el segundo curso cuando empezó sus estudios sobre física, especializándose en algunas modalidades como elasticidad e hidrodinámica, acústica, óptica, termodinámica y teoría cinética de gases, que eran impartidas por un mismo profesor, el físico teórico Ludwig Boltzmann que también ejerció una fuerte influencia sobre la chica. Al terminar la Universidad empezó su investigación doctoral bajo la dirección de Franz Exner y obtuvo el doctorado el 1 de febrero de 1906. Tras este hecho, el físico teórico Paul Ehrenfest, le propuso que empezara a trabajar junto a él para desarrollar un estudio de la dinámica analítica y ella aceptó.

Sus inicios en el mundo de la ciencia

Fue entonces cuando Lise empezó realmente su carrera científica. Uno de sus primeros logros fue que consiguió predecir y demostrar experimentalmente algunas de las consecuencias de un experimento de óptica que el físico británico Lord Rayleigh no había podido explicar. Fue así como se dio cuenta de que ella sola era capaz de realizar algún trabajo científico independiente sin tener que contar con la ayuda de ningún hombre. Empezó entonces a experimentar en el campo de la radioactividad, tema que había conocido un año antes a través de un seminario y que rápidamente llamó su atención. Pero ante su falta de experiencia tuvo que ponerse en contacto con Stefan Meyer, un joven ayudante del Instituto de Boltzmann, para que la formara en este campo. La escasa perspectiva de futuro que la sociedad de esa época ofrecía a una mujer científica, hizo mella en Lise, pero tras conocer la trágica noticia del suicidio de uno de sus mentores, el teórico Boltzmann, decidió que debía continuar con su carrera y superar todos los obstáculos que se le pusieran por medio. Así estuvo compaginando su trabajo como docente en una escuela femenina y sus investigaciones sobre radiación y experimentó sobre la interacción de las partículas alfa con la materia. Cuando se mudó a Berlín empezó a trabajar con el químico alemán Otto Hahn, pero los laboratorios no eran lugar para las mujeres en Alemania y Lise tuvo que trabajar en un sótano, mientras su compañero lo hacía en las cómodas y equipadas instalaciones del centro. En 1908 ambos publicaron algunos trabajos sobre el actinio, un elemento químico radioactivo y un año más tarde publicaron otros tres artículos muy importantes, donde se dejaba patente que la combinación de los conocimientos químicos de Hahn y los físicos de Lise, daban muy buenos resultados.

La científica tras la sombra de un hombre

La estrecha colaboración entre ambos hizo que la figura de Lise comenzara a crecer en popularidad, pero la sociedad patriarcal de la época, volvió a minar el trabajo de una mujer y alabar el del hombre, a pesar de que la importancia de ambos era fundamental en las investigaciones que realizaban. La diferencia con la que se trataba a los dos era tal que en el año 1912, el Kaiser Wilhelm Institut ofreció a Hahn un puesto de científico y a Lise una colaboración gratuita que ella no dudó en aceptar. Su primer sueldo como científica lo consiguió en 1913, cuando se convirtió en ayudante de otro científico en el mismo instituto, aunque todavía el dinero que ganaba era mucho menos que el que obtenía su compañero. Desde entonces sus investigaciones giraron en torno a metales como el uranio proactinio, llegando a realizar junto a Hahn un artículo sobre este elemento químico. Pero a esas alturas de su carrera, la sociedad ya se había encargado por una parte, de utilizarla para beneficiarse de sus conocimientos y por otra de hacer que no quedara a penas constancia de sus aportaciones al mundo de la ciencia. Solo así se explica que en el artículo que hicieron los dos compañeros, solo apareciera el nombre de Hahn como investigador principal. Pero este no fue el único hecho que hizo que Lise quedara siempre a la sombra de su compañero. En 1919 la Asociación de química alemana condecoró al químico con la medalla Emil Fischer y a ella solo le ofrecieron una copia de la misma. otto-hahn_lise-meitnerLise trabajó estrechamente con el químico alemán Otto Hahn, pero cuando tuvo que huir a Suecia de manera clandestina, su figura quedó oculta tras la de su compañero (WIKIMEDIA COMMONS)

Cuando se descubrió el neutrón, Lise propuso a Hahn seguir trabajando en esa línea de investigación, la de la física nuclear, pero la condición de judía de Lise hizo que fuera expulsada del centro en el que trabajaba y que tuviera que huir clandestinamente a Suecia. Aún así los dos compañeros siguieron en contacto y decidieron juntos emprender nuevos experimentos desde la distancia. Ella siguió investigando junto a su sobrino Otto Robert Frisch y fueron los primeros en justificar la fisión nuclear (la ruptura de un átomo pesado en otros menos pesados y más estables) basándose en la ley del incremento de la masa de Einstein, algo que compartió con Hahn, quien consiguió perfeccionar la técnica y hacerlo público. A Lise le molestó que la excluyeran en la publicación pero nunca cesó su relación con el físico. Ambos fueron nominados en 1944 al Premio Nobel de Química por tal descubrimiento, pero solo se le concedió a Hahn. No se sabe porqué nunca se reconoció la labor de Lise, pero muchos aseguraron que el director del laboratorio en el que trabajaba la científica en Suecia tuvo algo que ver. Tal vez por celos o por el simple hecho de que no aceptaba que una mujer pudiera optar a tal galardón, pero parece que su palabra influyó en el hecho de que Lise nunca llegara a recibirlo. Al recoger el premio, Hahn tampoco mencionó los más de 30 años de estrecha colaboración con ella y así fue como Lise pasó a un segundo plano y la relación que los había unido durante tanto tiempo se rompió definitivamente.​

Su reconocimiento público

Aunque públicamente fueron muy pocos los reconocimientos que Lise recibió mientras estaba realizando sus investigaciones, en el mundo de la ciencia y la química nuclear sabían que su figura era clave para el desarrollo de grandes avances, sobre todo en el ámbito de la radiación. La copia de la medalla Emil Fischer o la nominación al Nobel dejan claro que si que había intención de reconocer su labor, pero por unos motivos o por otros, siempre quedó a la sombra de su compañero. No fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando se produjo una fuerte corriente de reconocimiento al trabajo que aportó en el ámbito de la fisión nuclear. Le ofrecieron incluso formar parte de un grupo para intentara conseguir una bomba atómica que frenara el régimen nazi y aunque ella rechazó la oferta la empezaron a considerar como “la madre de la bomba atómica”, denominación que no le gustaba. En 1946 viajó a Estados Unidos donde fue nombrada mujer del año y su figura levantó tanto interés que incluso le ofrecieron hacer una película sobre su vida, algo que rechazó. También recibió otros premios como el de la ciudad de Viena a la ciencia en 1947, la medalla Max Planck en 1949, o la medalla Dorothea Schlözer de Göttingen en 1962 entre otros. El hecho de haber estado siempre a la sombra de Hahn y que después de la guerra su figura resurgiera con tanta fuerza y reconocimiento no gustó mucho al físico, que en varias ocasiones intentó que la química no recibiera alguno de los galardones que se les concedían a los dos. Por suerte no lo consiguió y aunque durante mucho tiempo fue una mente femenina brillante oculta tras otra mente brillante masculina, su trabajo si que ha recibido reconocimiento, haciendo que el mundo de la investigación nuclear le haya dado la posición que realmente se merece la figura de esa mujer científica en la historia. Por ello es la única mujer que tiene un elemento en la tabla periódica en su honor, el meitnerio.