La geopolítica de la pandemia, derrota del dinero y de la solidaridad

Definitivamente se acabó “la post guerra fría”, y con ello se va la época del dominio mundial de los EE.UU, a veces denominado erróneamente como dominio occidental. Empieza un nuevo tiempo con desafíos internacionales, políticos, económicos y sociales. El detonante de este cambio de ciclo es la pandemia del coronavirus. Analizamos brevemente las condiciones que se han creado y los posibles escenarios que se abren a partir de ahora. 

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Foto: Juan Teixeira
La geopolítica de la pandemia, derrota del dinero y de la solidaridad

La crisis de la pandemia del coronavirus viene en medio de unas condiciones prácticamente de tormenta perfecta. Temática internacional, política, economía y sociedad vivían ya antes de la pandemia tiempos revueltos, pero ahora todo parece acelerarse hacía un precipicio tras el cual hay muchas más incógnitas que certezas. 

Por un lado tenemos un panorama internacional inestable tanto dentro de los bloques o estados, como fuera. En el tema de la seguridad ya antes de la crisis teníamos una serie de problemas y tensiones a solucionar. Rusia en la búsqueda de recuperar su área de influencia, la OTAN como contrapeso en Europa y buscando reinventarse, Libia en guerra civil con apoyos exteriores, Yemen y la intervención saudí, Siria y la intervención turca, rusa o estadounidense, Iraq, Afganistán... Un multi-escenario cada vez más complejo en el que el dominador mundial de la post guerra fría, EE.UU, y sus socios-vasallos europeos, ya no pueden mantener bajo control y guiar los conflictos hacia una resolución según sus intereses

China crece, la UE encoge

Especial mención merece la profundización en la brecha entre los EE.UU. y China. Las declaraciones son cada vez más agresivas, la expansión lenta, pero firme de China en el océano Pacífico, y la sensación de que Pekín ha hecho muy bien sus deberes en los últimos años en una gran multitud de frentes, África, Asia, Europa o incluso América del sur. Mientras que Washington en casi todos estos escenarios ha perdido terreno.

La crisis política también está presente. Ya antes de la crisis en Europa poco a poco se iba mostrando más la polarización, entre este y oeste, norte y sur, ricos y pobres, izquierda y derecha, europeístas y euroescépticos. Con el coronavirus casi todas estas diferencias se han agudizado. 

El mayor damnificado a día de hoy es la Unión Europea. Gracias a la crisis se ha conseguido relanzar la figura de los estados nacionales, por que son los estados nacionales los que cuidan de la población, con una UE o bien paralizada o bien falta de iniciativas. Ello también le da alas a las tendencias anti globalistas, nacionalistas, populistas y a las ideas autoritarias. De esta manera la actual UE tendrá serios problemas para seguir existiendo en la misma forma que hasta ahora una vez superada la propia pandemia.

Los actuales problemas de la UE pueden ponerla en serio peligro tanto si se mantiene como hasta ahora, como si se decide modificarla. Ese peligro reside en que el nuevo modelo en el que puede convertirse la UE es uno más similar al de Orban en Hungría o Kaczynski en Polonia que al modelo democrático-liberal que es ahora. 

Habrá que ver como los socios de la UE vuelven a confiar los unos en los otros. A finales de febrero de este 2020 cuando Italia ya vivía serios problemas, y España estaba cerca de ellos, varios estados europeos, como Francia, Alemania, Polonia o la República Checa cerraban sus fronteras a la salida de material sanitario. La lógica de las autoridades estaba clara, proteger a sus propios ciudadanos, lo que hacía estallar toda ilusión de solidaridad europea

La Comisión Europea tuvo que intervenir el 15 de marzo para desbloquear el movimiento de productos médicos dentro de la UE. Un gesto bien visto en Italia como declaró Stefano Patuanelli, ministro de desarrollo económico de Italia, el desbloqueo a las exportaciones era "un signo de sentido común y solidaridad europea". Sin embargo, en días posteriores la ayuda tangible que recibió Italia fue la de China, Cuba o Rusia, estados no miembros de la UE e incluso con sanciones activas por parte de la UE y países miembros. 

Hablar de solidaridad europea en las relaciones internacionales justifica la necesidad de mantener la Unión. Sin embargo, el coronovirus demostró que la solidaridad europea es solo una ilusión. La propagación del coronovirus en Italia, España y otros lugares ha demostrado que cada país miembro de la UE está luchando contra el virus por sí solo. Casi todos los países han decidido que el aislamiento mutuo en todos los sentidos es la solución en las circunstancias.

La omnipotente Bruselas, así como otras estructuras, que incluyen muchos países de la UE, por ejemplo, la OTAN, no han apoyado a los países más afectados. Incluso se sigue debatiendo, por contagio de la postura británica (ya rectificada), sobre cuales deben ser realmente los pasos a seguir, si salvar la economía o a la población más vulnerable.

En condiciones difíciles, el primer ministro italiano Giuseppe Conte propuso utilizar fondos europeos para resolver los problemas de la deuda nacional de los estados miembros para combatir la pandemia y sus consecuencias. Este fondo asciende actualmente a 500 mil millones de euros. Además, la UE tiene la oportunidad de tomar varios paquetes de medidas para apoyar a las economías de los estados que han enfrentado los problemas más importantes en el sector financiero a través del mecanismo de estabilización. Ya se ha anunciado un fondo de desempleo de 100 mil millones de euros para mitigar los efectos de la crisis, aunque los detalles de su implementación están poco claros y habrá que ver si los países más pobres del este de Europa no son los principales beneficiarios de esta medida. 

Los italianos también sugirieron utilizar las oportunidades de crédito adicionales de la UE e incluso emitir valores, Eurobonos, que pueden ser utilizados por todos los participantes en igualdad de condiciones. Obviamente, los países financieramente estables no quieren ser responsables de corregir la situación en los estados más débiles con sus recursos, y no quieren que su deuda nacional esté vinculada a las deudas de otras economías muy endeudadas.

Actualmente, el Banco Central Europeo (BCE) ha anunciado que ha desarrollado un programa para estimular la economía para que todos los estados puedan gastar más dinero en medidas para combatir el coronovirus. El BCE comienza a comprar bonos del gobierno de los países miembros hasta finales de 2020. Sin embargo, estas medidas en el futuro afectarán negativamente la integración de los presupuestos de los países miembros en la eurozona.

Al final, podemos decir que Italia no ha recibido la asistencia necesaria de las autoridades comunitarias. Además, otros países miembros, por ejemplo, la República Checa y Polonia, como resultado, siguen una política hostil hacia los italianos. Así Polonia no permitió el paso de aviones con ayuda humanitaria y especialistas militares rusos a través de su espacio aéreo, y la República Checa se apropió de suministros médicos de China destinados a Italia.

Sin embargo, Italia ahora necesita urgentemente apoyo, ya que el número de enfermos y muertos ya ha excedido el número de víctimas en China. Pero, ¿dónde esperarla? Después de todo, Estados Unidos tampoco puede ocuparse de los problemas italianos, ya que los expertos locales ya han declarado que el número de casos en los Estados Unidos puede llegar a millones y, por lo tanto, es necesario ocuparse de sus propios asuntos.

Una crisis sobre otras crisis

Justo antes de la extensión de la enfermedad de forma masiva a Europa y otras partes del mundo también comenzaba una guerra de precios en hidrocarburos entre Rusia, Arabia Saudí (OPEC) y los EE.UU. Tampoco nadie ha acabado de momento, aunque si es previsible que la intensidad baje con los conflictos de Siria, Yemen, Afganistán o Libia. A ello se une el recientemente materializado Brexit y la incertidumbre que provoca.

De la crisis económica de 2008 EE.UU salió con más facilidad, a pesar de ser su origen, que la UE. En esta ocasión el escenario es diferente también para Washington. El paro ha saltado en 3 millones de personas más este marzo. China tiene una postura mucho más dura y Rusia por su parte ya ha declarado que la leyes internacionales están por debajo de su constitución, es decir que hará lo que considere y no lo que se considere legal por la comunidad internacional. El coronavirus simplemente acelerará este proceso de espacio sin leyes, o concretamente con la única ley, la del más fuerte, en que se está convirtiendo el mundo. 

Todo esto nos devuelve a la misma cuestión, parece que los estados están cada vez más solos, o no muy bien acompañados, al menos no de momento. Ello trae así mismo una crisis social a diferentes niveles. Por un lado se ha producido una clara crisis de valores en las que las medidas restrictivas chocan con las libertades personales. Se han cerrado las fronteras impidiendo la libre circulación de personas, aunque no de bienes y las personas que trabajan para mantener las redes de distribución activas. Una dictadura del capital que se podría decir. También se controla el acceso a la información, el espacio mediático en su conjunto. 

Incierto futuro

Los escenarios que se abren a partir de ahora son altamente impredecibles al no habernos enfrentado a una problemática similar nunca. La pandemia de la gripe española vino tras la Primera Guerra Mundial, a un mundo agotado por el conflicto y sin ganas más que avanzar y construir. Además era un mundo sin armas nucleares o internet, por lo que las comparativas con esa época no son aceptables.

Podemos ver varias claves que ya empiezan a deslumbrarse. Por un lado es la derrota de lo privado ante lo público. Ninguna iniciativa privada ha podido más que que ayudar en ciertos aspectos y de manera muy limitada al gran esfuerzo público. Lo público se impone a lo privado con una diferencia abismal. En parte ello trae otra conclusión, la derrota del dinero. Ni las personas más ricas son inmunes o ajenas a un virus con semejante facilidad de propagación. 

Los estados nacionales resurgen con fuerza de esta crisis. Que sentido tiene una UE, que en muchos aspectos vive como una gran nación, una especie de los Estados Unidos de Europa, si no puede actuar como tal, si ante los problemas reales cada país miembro mira por lo suyo sin importarle los demás. Algo parecido al mayor aliado militar de la UE, los EE.UU., que no solo han intentado comprar una cura desarrollada en Europa para si mismos, que han aprovechado la coyuntura para dejar en el continente otro grupo de combate acorazado, unos 4 mil efectivos en la frontera este de la OTAN.

Los escenarios, muy genéricos y de difícil predicción a día de hoy solo se pueden calificar en tres medidas: negativo, medio o neutral y positivo.

Negativo

El encierro dura más tiempo del que se tenía planeado, afectando ello de manera más grave a la economía. Se tarda además más de lo esperado en investigar una cura efectiva para el coronavirus, por ello la movilidad a nivel mundial baja de manera considerable. Las fuerzas armadas y del orden nacionales necesitan ampliar su financiación para estar preparadas ante los nuevos desafíos. Protección de fronteras y presencia ante los deseos poco amistosos de los vecinos. Marruecos y Algeria en el frente sur, la problemática Libia y su repercusión en el Mediterráneo, Rusia en el este y Turquía junto a Siria en el sureste. 
Como es lógico, difícilmente en este panorama se podrá ampliar la financiación, ni al 4% del PIB en defensa que pide Trump, ni siquiera al 2% que se pactó en tiempos de Obama. Además en este panorama la inestabilidad interna será mayor debido al paro, la recesión económica y el auge de las fuerzas populistas, tanto de izquierdas, pero sobre todo de derechas. En la mayoría estas fuerzas políticas son en alto grado euroescépticas, lo que dificultará cualquier reforma o el simple futuro funcionamiento de la UE.
Ante una debilidad de la UE, o incluso desintegración de la Unión, no se avanzará en planes de defensa común propiamente europea. La OTAN, con el dictamen de Washington, seguirá siendo la principal estructura de seguridad en el continente Europeo. Si bien es dudoso que a los EE.UU. le interese que la UE se desintegre, sí le puede interesar debilitarla aun más, y hacer que se abandone todo plan de un ejército de la UE. Desde luego no sería un escenario positivo para ciudadanos europeos. Y ello sin ahondar en la rivalidad comercial con China, la problemática de Oriente Medio o África. 

Medio o neutral

La solución para el coronavirus llega en un tiempo razonable, con una medicación efectiva ya en este 2020. La situación económica no se agrava aun debido a que el encierro no dura más de lo programado en un principio y la movilidad mundial después de la adopción de nuevos estándares no se ve demasiado resentida. Además las medidas adoptadas a nivel nacional y a nivel de la UE suavizan la crisis económica. 
En lo demás la situación a nivel internacional y político no varía, hay una continuidad tanto en el desarrollo europeo como en el tema defensivo de la OTAN. Los países invertirán más recursos en investigación, pero en general el gasto social no varía en gran medida debido a que no hay ningún cambio de sistema a ningún nivel. Continuismo. 

Positivo

En este escenario, la solución al coronavirus llega pronto y las consecuencias económicas son menos demoledoras de lo esperado. Por lo demás el escenario puede ser tanto en el sentido del desmantelamiento de la UE en el estado que la conocemos, como en el fortalecimiento de la Unión, acercándola más hacia unos Estados Unidos de Europa. Ambos escenarios seguramente tendrán una mayor orientación hacia lo social, con unas políticas orientadas a recrear el bienestar europeo, con un enfoque en los asuntos internos y menos protagonismo a nivel exterior. Ello llevará a los países europeos así mismo a alejarse de Washington, ya que ello es simplemente en su interés propio. 

Está claro que estos escenarios, claramente poco concretos, si es que se hacen realidad, lo harán con otras características adicionales o mezclando elementos. Así por ejemplo el escenario negativo puede darse incluso si se vence al coronavirus rápidamente, pero las fuerzas populistas aun así ganan elecciones. La economía igualmente puede acelerarse o frenarse debido a muchos factores, variación de los precios de los hidrocarburos, una aceleración o desaceleración de la economía china, etc. Todo ello son factores a día de hoy bastante variables y por ello la incertidumbre ante el futuro es aun mayor. Lo que si está claro es que entramos en una nueva época.