El Chernóbil mexicano

El río Santiago es la vía navegable más contaminada de México. Así lo afirma la Organización de las Naciones Unidas. Décadas de impunidad, secretismo y negligencia criminal han dejado un reguero de sufrimiento y miseria. Decenas de personas han perdido la vida por causa de los vertidos tóxicos incontrolados y el número de enfermos o afectados se cuenta por centenares. Una tragedia ocultada y silenciada que se ha convertido en uno de los mayores desastres medioambientales de México. 

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El Chernóbil mexicano

El río Santiago es uno de los afluentes más importantes del occidente de México. Forma parte de la cuenca hidrológica Lerma-Chapala-Santiago. Nace en el lago Chapala, en Jalisco, y recorre 475 kilómetros hasta desembocar en el Océano Pacifico. En su flujo a través de Jalisco atraviesa los municipios de Ocotlán, Poncitlán, Atequiza, Atotonilquillo, Juanacatlán, El Salto, Tonalá, entre otros.

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Según un estudio elaborado por los investigadores Eduardo Hernández González y Paulina Martinez de la Universidad de Guadalajara, por lo menos hasta 2009, el río recibió vertidos de 280 industrias, desechos de granjas porcinas, desechos municipales de Ocotlán, Poncitlán, Atequiza y Atotonilquillo, y desechos crudos de la Zona Conurbada de Guadalajara – donde existen al menos diez parques y zonas industriales – a través de los canales de El Ahogado y Arroyo Seco.

De acuerdo al estudio, el 36,5% de la contaminación provendría de la industria químico-farmacéutica; 15% de la industria de alimentos y bebidas; 13% de la industria textil; y el resto de las industrias de celulosa y tequileras.

Se ha constatado que los afluentes del río no reciben el tratamiento óptimo, por lo cual es uno de los más contaminados de México […] el agua extraída para usos domésticos e industriales no es reutilizada, sino que se vierte nuevamente al Santiago altamente contaminada.

El estudio alertaba ya en 2009 sobre el peligro que presentaba la contaminación del río para el medioambiente: «Hay investigaciones que advierten que sus aguas no son aptas para el consumo humano, ni para usos agrícolas». Según los autores, en un estudio realizado por la Universidad de Guadalajara se detectaron niveles de coliformes fecales 110 veces por encima del límite recomendable, así como concentraciones de plomo, zinc, amoniaco, fosfato y benceno que ponen en riesgo la vida animal y vegetal que soporta el río.

El río comenzó a presentar síntomas de deterioro en la década de los setenta, y a principios de los ochenta la Cuenca Lerma-Chapala-Santiago era considerada una de las más dañadas de México.

Según el inventario de Descargas del Estado de Jalisco de la Gerencia Regional de la Comisión Nacional del Agua, «266 de las 280 zonas de descargar de aguas residuales de todo el estado están ubicadas en la orilla del río Santiago».

Entre 2009 y 2011, el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), encontró 1.090 sustancias químicas en el río, incluyendo altas concentraciones de cadmio, cobre y mercurio, además de otras substancias peligrosas como nonilfenol, el octilfenol etoxilado y el tetracloroetileno.

En 2011, un informe del IMTA indicó que las empresas de la región arrojan al río «un total de 507,5 toneladas de contaminantes convencionales diariamente». Aproximadamente el 94% de las compañías incumplirían la normativa en materia ambiental, afirma el informe.

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En 2017, el estado de Jalisco, en colaboración con la Universidad Nacional Autónoma de México, llevó a cabo un estudio sobre la calidad del agua del río y determinó que su condición seguía siendo «crítica», ya que los niveles de muchos contaminantes sobrepasaron en varias ocasiones los límites autorizados.

De acuerdo con el Registro de Emisiones y Transferencias Contaminantes, de 2004 a 2018 las industrias presentes en El Salto liberaron 22 toneladas de contaminantes tóxicos y metales pesados a agua dentro del municipio. Se ha registrado también la liberación de por lo menos 1.806 millones de toneladas de gases tóxicos en la zona.

En 2008, un niño de 8 años, Miguel Ángel López Rocha, cayó accidentalmente en un afluente del río Santiago. Sobrevivió a la caída, pero para el anochecer empezó a sufrir convulsiones y episodios de vómito. Murió unos días después por envenenamiento con arsénico, presente en el río, según la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Los médicos dictaminaron que el menor tenía en la sangre niveles de arsénico 400% más altos que el máximo permisible.

Entre 2003 y 2019, 28 personas habrían fallecido a causa de enfermedades renales crónicas derivadas de la exposición a contaminantes en el río y sus inmediaciones.

Además, se han detectado pesticidas en la orina de los menores de edad. Ciertos sectores sociales son menos optimistas, no obstante, y reportan cifras de hasta 1.293 personas fallecidas y más de 1.500 enfermas.

Ocultando la realidad

El gobierno de Jalisco, conocedor de la situación, ocultó durante casi una década los datos relativos a la contaminación del agua.

El informe que destapó públicamente uno de los casos más graves de contaminación registrados en México salió a la luz, según afirma RT, en enero de este mismo año, después de que la Comisión Estatal del Agua de Jalisco lo mantuviera durante nueve largos años bajo llave.

Los resultados relativos a la población infantil respecto a los tóxicos presentes en el ambiente arrojaron altas prevalencias de exposición a cadmio (77%), a compuestos orgánicos persistentes totales (74%), a mercurio (60%), al ácido trans-mucónico (43%), a plomo (35%) y arsénico (30%).

El estudio tiene como base los datos de 330 niños de las localidades de El Salto, Puente Grande, Tonalá, Junacatlán, La Cofradía y Jardines de la Barranca, localidades ubicadas en las afueras de la ciudad de Guadalajara.

Los autores del documento estiman que «más de la mitad de la población total» de estas comunidades «registran niveles de envenenamiento por metales muy por encima de los estándares médicos».

Según afirma RT, de acuerdo con los expertos consultados, las altas concentraciones de cadmio encontrados en la orina de casi el 80% de los niños «puede derivar en insuficiencia renal crónica». También se menciona el hecho de que las elevadas concentraciones de benceno habrían generado «un importante daño cognitivo» en algunos de los niños analizados.

Según el médico nefrólogo de El Salto Victor Manuel Martínez, «el número y la tendencia con la que se ha presentado en los últimos años el incremento en los casos es alarmante». Y pone énfasis en que no existen estudios suficientes en la región «para determinar con precisión las causas de esta alta incidencia de enfermedades renales».

El gobierno estatal pretende resolver este problema con la creación del primer Registro de Enfermedad Renal Crónica en el país. «La causa número uno de la insuficiencia renal crónica en el mundo es la diabetes. Y en Jalisco, la mayor cantidad de pacientes que llegan a trasplantarse no son diabéticos, y la causa es desconocida», afirma Victor Manuel Martínez.

En 2016, Jalisco ocupó el tercer lugar a nivel mundial en casos registrado de enfermedades renales terminales, solo por debajo de Taiwán y Estados Unidos, de acuerdo con un informe publicado por el Sistema de Datos Renales de EE.UU. (USRDS). «Si tu ingieres agua con metales pesados puede haber acumulación en varios órganos, que puede ser el riñón, y causar inflamación general dentro del riñón», explica el doctor Martínez.

Falta de un marco regulatorio efectivo

Las sanciones, no obstante, han sido mínimas. Históricamente, el sector industrial ha recibido la protección de distintos niveles de gobierno, utilizando como justificación la creación de empleo y el desarrollo económico de la región.

«Este río es un ejemplo perfecto del fracaso mexicano en la protección del medioambiente», subraya The New York Times en una investigación realizada. Según el rotativo, quince años de acciones diseñadas para limpiar el río Santiago han fracasado «debido a vacíos legales, financiamiento insuficiente y falta de voluntad política».

Las dependencias a cargo de verificar el cumplimiento de la ley cuentan con escasos recursos y muy poco apoyo político, por lo que no tienen la fuerza suficiente para imponerse al sector industrial.

Teóricamente, las fabricas deben registrar sus propias emisiones y encargarse de su tratamiento. La realidad es bien distinta, según reconocen los funcionarios mexicanos.  

La legislación está diseñada para normalizar las actividades contaminantes y darles el sello de aprobación legal - Dra. Cindy McCulligh en declaraciones recogidas por The New York Times.

Según la Dra. Cindy McCulligh, la información reportada por las empresas no es fiable por no ser una muestra “real” de la calidad del agua descargada. Por otro lado, según subraya la doctora, existe una posible colusión con ciertos laboratorios para que estos solo envíen resultados que cumplan la normativa.

Aunque la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) es el responsable de regular las descargar industriales a los ríos, solo cuenta con un inspector para todo el estado de Jalisco, afirma The New York Times. Y cuando se produce alguna respuesta, las multas que puede imponer son demasiado bajas para desalentar la conducta.

Por ejemplo, la empresa Celanese Corp., con sede en Texas, reconoció a CONAGUA la emisión de cantidades ilícitas de desechos químicos en trece ocasiones durante el verano de 2015, incluidos casi 500 kilogramos de ácido clorhídrico. CONAGUA le impuso una multa de solo 4300 dólares.

Con relación a los muestreos realizados por los laboratorios por encargo de las empresas, McCulligh subraya lo siguiente: «el usuario incluso les puede decir, “pues mira, haga las muestras aquí” […] El laboratorio muestrea donde el usuario le diga».

Según la doctora, el Comité Consultivo Nacional de Normalización de Medio Ambiente y Recursos Naturales (COMARNAT), espacio donde se negocia la regulación ambiental, está dominado por el sector industrial: «De los 45 integrantes, 18 son cámaras y asociaciones industriales, además de una asociación de productores y una ONG que representa intereses industriales».

El costo del progreso es muy alto, porque primero se murieron los peces y luego los árboles, y ahora se está muriendo la gente. En este pueblo la gente muere antes de tiempo, eso es muy grave, no tiene precio. El río vale más que todas las empresas. El costo lo ha pagado la gente y los beneficios lo reciben unos pocos – Enrique Enciso, habitante afectado, en declaraciones efectuadas a RT.

Desde las campañas electorales de 2018, y el inició de su gestión, el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, ha afirmado que la restauración del río Santiago es una prioridad de su administración.

No se trata nada más de apretar tuercas, se trata de darles herramientas para que puedan hacer las obras que se requieren, para evitar que sigamos lastimando el medio ambiente de nuestro estado. Ese es mi compromiso porque va a ser una acción de largo plazo, de largo aliento y no traigo varita mágica, no le puedo hacer así y arreglar el río. Nos va a llevar tiempo – Enrique Alfaro en declaraciones realizadas el 7 de diciembre de 2018.

Hasta la fecha, según afirma RT, «el Gobierno de Jalisco asegura haber tomado medidas como la creación de un Registro Estatal Único de Descargas y Aportes Contaminantes, la elaboración de programas de ordenamiento ecológico, así como 358 visitas de inspección, ocho sanciones y 11 clausuras a empresas contaminantes, además de brindar servicios de atención médica en las localidades asentadas a orillas del río, donde viven casi un millón de personas».

La tragedia se ceba con los municipios de El Salto y Juanacatlán

El Salto se ubica al sur de la ciudad de Guadalajara a una distancia de 35 kilómetros y tiene alrededor de 111.000 habitantes. Limita con Juanacatlán, que tiene una población de 11.900 personas. Las cabeceras de estos municipios están delimitadas por el río Santiago, donde forma una cascada conocida como “El salto de Juanacatlán”.

En la cabecera municipal de El Salto se concentran alrededor de 19.700 persona y en la de Juanacatlán 8.200. Esta es la población que, según los investigadores Eduardo Hernández González y Paulina Martínez, «está más expuesta a la contaminación», ya que se asienta en los márgenes del río.

Según subrayan Hernández y Martínez, «existen evidencias de que en el lugar las aguas y lodos del río contienen las siguientes substancias en niveles superiores a los límites permitidos por los índices de calidad del agua: plomo, mercurio, cromo, cobalto, arsénico, coliformes fecales, así como algunos tipos de substancias cancerígenas como el benceno, furano, entre otros».

Los investigadores señalan también otro hecho preocupante: «al caer el agua por la pendiente de la cascada, se produce ácido sulfhídrico en forma de gas y éste es respirado cotidianamente por los habitantes». La inhalación de ácido provoca diversas afecciones en las vías respiratorias, en el aparato digestivo y en el sistema nervioso central y puede generar ansiedad, depresión y estrés crónico, afirman.